LA ALIMENTACION SANA ES ECOLÓGICA

La epidemia de obesidad en EEUU está destrozando la vida de mucha gente.Hay 600.000 productos alimenticios en los EEUU. El 80% contienen azúcar añadida. El cerebro se enciende con el azúcar del mismo modo que lo haría con la cocaína o la heroína. Esto provoca adicción. Y culmina en una de las mas grandes epidemias de salud de nuestro tiempo. La actual es la primera generación de niños estadounidenses, cuya esperanza de vida será más corta que la de sus padres. Culpar a la fuerza de voluntad es un crimen. Cerca del 95% de los estadounidenses tendrá sobrepeso u obesidad en dos décadas. Esto puede destruir a EEUU como nación. Por eso deben modificar la dieta en EEUU, pues todo es prevenible.

        El polémico documental “Fed up” tiene una tesis sobre el origen de la epidemia de obesidad que está destruyendo millones de vidas en EEUU. La culpa de esta epidemia de obesidad es del azúcar. El azúcar es un veneno. Seguramente, el azúcar no es el único veneno por que en américa hay que tener en cuenta las grasas, y, sin embargo, el azúcar es uno de los principales. El azúcar, según estudios científicos recientes, se está asociando con un comportamiento cerebral, de los neurotransmisores, similar al de drogas duras como la cocaína. Muchos científicos y químicos de la industria alimentaria saben esto y lo utilizan para que la gente se haga adicta a sus alimentos. Un buen alimento diseñado con niveles de azúcar aceptables y añadiendo determinadas grasas hace un alimento sabroso y hace que la gente no pueda parar de demandar ese alimento concreto.

Eso que nos han contado de que la obesidad viene de la ingestión de grasas y de no hacer suficiente ejercicio no es la causa. El azúcar tiene un grado de responsabilidad mayor porque hay una serie de razones metabólicas que complican la situación. El azúcar es peor que el resto de lo que comemos. Una caloría no es igual que otra pues, cuando es de azúcar, es peor. Esta idea no es reciente, pero es cada vez mas asumida. La gente              que se pone a dieta suele quitar las grasas, lo cual es un error. Pues las grasas buenas ayudan a que nuestras hormonas funcionen mejor, a que nuestro cerebro funcione bien, pues tienen muchas funciones metabólicas, pero, el exceso de azúcar provoca diabetes, y estimula el páncreas. Cuando el páncreas está estimulado se genera insulina y esta le indica al cuerpo que tiene que utilizar azúcar o glucosa como fuente de energía. Mientras se utiliza el azúcar como fuente de energía no se usan las grasas que se tienen acumuladas como fuente de energía. Con lo cual tomar exceso de azúcares no solo engorda sino que también dificulta e imposibilita al cuerpo para utilizar las reservas de grasa como fuente de energía. Y esto son claves que se están empezando a utilizar ahora. La diabetes tipo 2 y, posteriormente, la diabetes tipo 1, que no es hereditaria, nos indica que estamos haciendo trabajar en exceso al páncreas. Y luego, en cuanto al comportamiento emocional, cuando se toma una bollería o un producto rico, se quiere tomar otro. Entonces, en un momento dado, al igual que con las drogas duras, nos ponen eufóricos y muy contentos, apaciguando nuestra ansiedad. Pero posteriormente, como ocurre con estas drogas duras, luego tenemos un bajón. Y nos sentimos mal, con mas ansiedad, nos sentimos cansados e incluso deprimidos. Y nuestro cuerpo busca otro subidón de azúcar para encontrarnos otra vez en esos niveles tan óptimos. A largo plazo, tenemos yonquis de determinados alimentos que están engordando y como tienen bajones emocionales no tienen ganas de actividad física, de relacionarse socialmente y solo se tienen ganas de estar sentado en un sillón, no trabajar y demás.

Por otra parte, hay otro componente muy importante que es el aspecto político. Porque lo anterior no viene de la nada. Tiene su origen en una serie de políticas gubernamentales del gobierno de EEUU, de una serie de decisiones concretas, tomadas en distintos momentos de la historia reciente, y que tienen un impacto directo sobre la actual situación, desde pirámides nutricionales de los años setenta hasta los recortes de la época de Reagan de los comedores de los colegios e institutos. Esta es una cuestión que tiene un contenido político muy importante. Todos los problemas ambientales, de salud, etc, son problemas políticos. La industria alimentaria y, en concreto, la del azúcar, está entre las mas poderosas del mundo. Es una industria con una gran capacidad de influir en las decisiones políticas de los gobiernos de todo el mundo y de provocar que se hagan leyes que redunden en su beneficio. La tendencia observable es a la industria tratando de impedir todas las políticas de regular el uso de azúcar, o la publicidad o impedir el consumo de la población infantil. Resulta especialmente clamoroso en el caso de la población infantil cuando la industria ejerce presión para que no se regule la publicidad. Cualquiera puede observar la gran cantidad de productos que ninguna persona, ningún médico, considera saludables (desayunar chocolate, merendar bollería, etc). Los anuncios son prácticamente dibujos animados y están orientados a la población infantil. Los esfuerzos ingentes que está haciendo la industria para seguir haciendo eso, para que no se controle la publicidad, introduciendo estos productos insanos en esta población vulnerable es inaudito, en los menús de los colegios, etc. Estos esfuerzos de la industria son demenciales y denunciables. Realmente están jugando con la salud de la Humanidad sin que la ciudadanía sea consciente. Hay que reclamar que es necesario regular y que tenemos derecho a alimentarnos de otra manera.

Mientras tanto, así seguimos, con situaciones tan surrealistas como que el Congreso de EEUU declare que la pizza es una verdura. Es una verdura que parte de un cereal y que si la hacemos en casa es menos perjudicial que si la compramos fuera. Pero, al final, a nivel nutricional, es un alimento que deberíamos tomar una vez a la semana. Disfrutarlo en un momento determinado y no utilizarlo todas las noches para cenar. Entonces, ni estos alimentos, todos, son buenos ni, todos, malos, sino que hay alimentos que debemos tomar todos los días en raciones elevadas y hay otros que hay que dejar para alguna vez a la semana como momento y situación puntual. A esto hay que añadir que estamos cambiando nuestro sentido del gusto. De pequeños nos habituamos a que todo tenga mucho azúcar, mucha sal, a que todo tenga sabores muy intensos y existe gente que, por ejemplo, no bebe agua (todas las bebidas están azucaradas, todo tiene mucho sabor y todo es con salsa, kechup, mayonesa o cualquier otra sustancia que haga que ese sabor sea diferente). Pero esto se está generando también en los niños. Al final un niño que beba poca agua, o que necesite un endulzante para que la beba, o que rechace las verduras porque se las comparamos con alimentos diseñados para que estén mas ricos que una verdura o una fruta. Realmente se crea un problema que ahora estamos empezando a ver, como el pico del iceberg, pero que dentro de 10 años será un problema muy importante. Y que engrosará los niveles de obesidad y sobrepeso que ya son altos (En España el 60-70% de la población tiene sobrepeso). ¿Hacia donde vamos? ¿Se están tomando medidas para evitar esto? ¿Se está asumiendo políticamente? ¿Se están dejando chantajear los políticos? Se están haciendo preguntas importantes y hay que tomar decisiones sobre la salud.

Porque no estamos hablando simplemente de una cuestión estética sino de una cuestión de salud. Ha habido un aumento impresionante del nivel de sobrepeso. No ha habido esta situación en toda la historia de la Humanidad hasta los últimos 30 o 40 años. La mayoría de los expertos dicen que la epidemia de obesidad realmente ha tenido lugar en los últimos 30 años mas o menos.

Se trata de un problema de salud pública de proporciones enormes. Decenas de miles de niños están afectados por la diabetes 2 que, hace 40 años, no se conocía en la población juvenil. Son problemas de salud muy serios, pues la diabetes tienen unas consecuencias tremendas sobre la calidad de vida y sobre la posibilidad de esas personas de llevar una vida normal. Estamos ante una crisis brutal, no solamente una cuestión puramente estética de que estamos todos muy gordos y hay que ponerse la ropa mas grande. La diabetes tipo 2 es una enfermedad que se asociaba a personas que empezaban a cumplir cierta edad (70 u 80 años). Pero ahora están volviendo estas enfermedades en población de 20 años y en población infantil. Además, en EEUU, se están desarrollando casos de niños nacidos con diabetes tipo 1, que es una enfermedad que normalmente se desarrolla de forma genética o hereditaria, en casos donde no hay un antecedente familiar. Aparecen niños de 3 o 4 años con diabetes tipo 1 y los médicos no se lo explican. La pregunta es:¿Esta mala alimentación llevada en los últimos 40 años está provocando que estos diabéticos tipo 2 pudieran estar gestando nuevas vidas con diabetes tipo 1?

Recientes descubrimientos científicos indican que hay cierto nivel de transmisión a la descendencia, que no van por la vía genética, sino por la vía epigenética, por la vía de modificaciones no transmisibles por el ADN. Cabe la posibilidad de que estos cambios bioquímicos a gran escala estén repercutiendo en la salud de las siguientes generaciones desde antes de su nacimiento. Lo cual implicaría una especie de gigantesco experimento con nosotros mismos. El cambio en la alimentación en solo 50 o 100 años se piensa que es difícil que el cuerpo pueda asumirlo. En los últimos 50 años el consumo de azúcar ha crecido exponencialmente con respecto a toda la Historia de la Humanidad. Esto mismo ocurre en el caso de algunas grasas y de otros productos. Entonces, realmente, este proceso de homogeneización de la dieta tiene estas tremendas consecuencias para la salud de la población y debemos plantearnos a nivel global que estamos haciendo con nuestra alimentación. Hay una cuestión cultural a la vez que ecológica en el sentido de que no es razonable que todo el mundo se alimente de la misma grasa y, concretamente, de la grasa menos saludable del mundo que es la grasa del aceite de palma. La Humanidad ha disfrutado de una variedad de grasas de diferente origen como el aceite de oliva en el Mediterraneo, la grasa de cacahuete en Africa, la grasa de coco en los Trópicos, etc. Todo eso se está sustituyendo por una sola grasa que es la que le conviene a la industria: la que tiene un mayor rendimiento por campo, la ue le salen mejor las cuentas porque la palma aceitera da mucho rendimiento con poco esfuerzo. Estos procesos a nivel global tienen unas consecuencias tremendas para la salud y unas consecuencias también gravísimas para el grado de biodiversidad y para los ecosistemas en el sentido de que estamos comprometiendo la capacidad de producir alimentos saludables en un futuro. Si desaparecen la variedad de plantas que producen grasa, como ocurre con el azúcar (la azúcar blanca idustrial que se produce hoy día no es ni muchísimo menos la única ni la principal fuente de edulcorantes para la Humanidad, sin embargo, el centrarse en un único cultivo de caña de azúcar muy destructivo materialmente) está quitando del mundo otras fuentes de comida (azúcar en este caso). La Humanidad está en un proceso contínuo en el que estamos derrochando nuestros recursos y nuestra capacidad de reaccionar. Si el clima cambia sustancialmente ¿Qué sucede con la caña de azúcar o  con la palma aceitera, nuestras principales fuentes nutritivas, si dejan de ser viables agroquímicamente en algunos sitios? No tendremos material vegetal para producir nuestros alimentos. La homogeneización de la dieta tiene unas consecuencias gravísimas para la salud, pero las consecuencias van más allá. Es un proceso terriblemente peligroso para la Humanidad.

Y esto está directamente relacionado con el proceso de industrialización masiva de la industria alimentaria. La industria alimentaria da de comer a mucha gente y a un precio barato. No sabemos si conspirando o improvisando, se está llegando a una forma de configurar alimentos no saludable desde hace años. Parece que se trata de una cuestión contra la que no se puede luchar por el gigantismo de la industria, pero si se puede hacer algo. La decisión la tenemos en el supermercado decidiendo qué productos adquirimos para llevar a nuestra casa. En España podemos seleccionar los alimentos en el supermercado y sobre los que tengamos dudas, existen asociaciones que nos pueden asesorar y podemos elegir los alimentos que nos vengan bien. Sobre otras cuestiones podemos hacer poco y las cosas se mueven lentamente pero, en la alimentación, desde mañana mismo podemos elegir lo saludable y ecológico.

Tenemos la posibilidad de no solamente comer comida mas sana, sino mas barata (aceite de oliva, verduras de temporada, etc) sino que además mejoramos el Medio ambiente. Solo poniendo atención en lo que compramos. La alimentación saludable para las personas es la alimentación saludable para el planeta. Si nos ocupamos de comprar productos frescos, producidos por personas de nuestro entorno, que no hayan viajado miles de kilómetros, los cocinamos… Lo productos congelados, envasados, etc, están repletos de ingredientes desconocidos que tienen esta cara oculta. Las etiquetas nunca nos aclaran totalmente lo que hay y forman parte de este proceso de homogeneización de la dieta y de agigantamiento de la agroindustria.

Finalmente, el demonio en forma de alimento, las colas y sodas, son el cigarrillo del siglo XXI. Un producto de cola con azúcar y la cafeína son grandes estimuladores de la insulina, con lo que los refrescos con estos componentes hacen segregar al páncreas mas insulina de lo normal. Esto tiene un efecto en nuestras emociones, en nuestros niveles de vitalidad, nos encontramos con una mente mucho mas despejada y abierta. Pero hacemos subir al cuerpo de forma artificial y, a las dos horas, caemos hacia abajo con un bajón tremendo y nos sentimos deprimidos, la cabeza no nos funciona tan bien, con falta de vitalidad y somnolencia, y se busca otro café con azúcar u otra bebida de cola con cafeína para reencontrar la sensación de “surcar la ola”. Al cabo del día se han consumido media docena de sustancias con azúcar y cafeína para permanecer en esa ola de superhombre durante un determinado tiempo.

Pero esto da muchos beneficios a compañías muy grandes, con mucha capacidad económica y, por lo tanto, de presión sobre los representantes políticos. Así, se trata de un problema consustancial con el  modelo económico, político y social establecido: un problema del Sistema. Sin cambiar los parámetros políticos parece difícil cambiar esta situación. Es difícil, pero la ciudadanía puede elegir y reivindicar agencias independientes que valoren nuestros alimentos. Hay que reivindicar que hay alimentos buenos y malos y no el mantra de la industria de que todos son seguros. Y queremos saber que alimentos son buenos y malos y que haya agencias alimentarias que nos informen de esto. Pero hay que exigirlo, pues en Europa ha calado el mensaje de la seguridad alimentaria (que podemos estar tranquilos pues todos los alimentos son evaluados por agencias independientes). Pero si se investigan estas agencias en España, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria esta presidida por una persona que hasta anteayer trabajaba en la Coca-cola. Aquí se presenta un conflicto de interés y tenemos la certeza de que no va a regular en beneficio de la ciudadanía por tener intereses en la industria. Esta lógica del conflicto de intereses se repite de manera escandalosa en la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria. Hay que desconfiar y tener el ojo crítico para saber que es bueno o malo. Hay que reclamar independencia e información fidedigna.

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