Autoría: César M. Lorenzo
«La característica más original de la historia de la España contemporánea quizá resida en el extraordinario desarrollo del anarcosindicalismo, desde los principios de su difusión, en 1868, hasta finales de la guerra civil en 1939. Es un largo proceso de setenta años, en los que el sindicalismo libertario estuvo a punto de perecer varias veces, renaciendo de nuevo a la lucha revolucionaria.
Dentro de las dificultades del problema, la ideología anarquista podría resumirse -siguiendo al autor- en algunos puntos fundamentales: el rechazo del Estado en consonancia con las ideas de Bakunin, la crítica del marxismo, el apoliticismo revolucionario y la visión utópica de un mundo nuevo.
Mejor que largas divagaciones teóricas, los siguientes párrafos, en boca de dirigentes de la CNT, salidos directamente de la Primera Internacional, nos adentran en la filosofía literaria [sic]:
«¡Campesino, toma la tierra; toma la fábrica, obrero! No esperes nada de un «libertador», tirano en potencia, ni de un partido dirigente, estercolero para seudosabios, demagogos y jóvenes ambiciosos… Los trabajadores anarcosindicalistas se templan en las huelgas generales, se liberan por la acción directa violenta (sabotaje, guerrilla, insurrección) o no violenta; por la propaganda por el hecho, que puede ser también destructiva (atentados, expropiaciones)…»»
(Sinopsis en www.ruedoiberico.org)