Respuesta a José Iglesias Fernández
No podemos sino estar de acuerdo con José Iglesias Fernández cuando nos advierte en esta web de que “el futuro se presenta negro si los antisistema no nos movilizamos Además, este pensador no se conforma con una simple advertencia, sino que inmediatamente hace algunas propuestas para incitarnos a la movilización.
Por mi parte no las veo convincentes y quisiera explicar por qué
Si es cierto que las Instituciones municipales no son el Estado-Nación, sin embargo forman su esqueleto y le dan cuerpo, actuando como las extremidades de su sistema nervioso, permitiéndole ejecutar sus órdenes, abarcar y controlar todo el territorio y a sus súbditos colocados bajo su cúpula.
Estas instituciones, el Estado Nación, las ha formado y perfeccionado pacientemente a lo largo de los últimos siglos, para que no puedan fallar en su misión de transmisión. Servir al Estado Nación es servir al Capital del que dependen enteramente su estructura y sus Instituciones de todo tipo. Se trata
de mantener el orden social actual (propiedad privada, trabajo, etc.) estimulando al mismo tiempo el Mercado, porque Mercado y Estado son los dos polos inseparables del Capitalismo.
Por estas razones, y si es cierto que la comuna es el verdadero lugar de lucha contra todas las dominaciones, sigue siendo ilusorio intentar apoderarse de las riendas de las Instituciones del Estado-Nación y desviarlas de su función más que definida. Como la historia nos lo enseña mil y una vez, son al contrario, estas Instituciones las que siempre nos desviarán de nuestro camino emancipador 1 . Y más cuando estamos en “El momento de confirmación del proceso de transmutación hacia el capitalismo distópico”, esta propuesta con su aliciente estratégico y sus tres etapas planeadas me parece ingenuo y en contradicción con su lúcida visión de conjunto.
Acomodados en el vientre del Leviatán económico, acaban devorándonos, cualesquiera que sean los medios económicos y jurídicos que nos ofrezcan, y por esta misma razón. Porque, por lógica, debemos someternos a las exigencias de la acumulación capitalista impuesta1 por el sistema, como bien dice el propio José Iglesias Fernández.
El municipio capitalista, como cualquier empresa, puede efectivamente funcionar con más socios y en autogestión, pero tiene que funcionar, es decir, ser rentable y competitivo, como así lo ha demostrado el municipalismo en Barcelona, quién, de paso y por lógica, acabó desactivando a los movimientos sociales que le apoyaron.
No podemos permitirnos entrar de nuevo en aguas turbias, es demasiado tarde para fracasar una vez más y desmoralizarnos aún más y, por tanto, retroceder.
Es mejor ir más despacio pero avanzar hacia la utopía y con ella, con unos medios que contengan los fines. Sigamos pensando en cómo llegar hasta allí…
Sobre la necesidad de contextualizar
Donde las Instituciones del Estado, por falta de medios, son sólo una sombra de lo que deberían de ser, como en muchos lugares de Sudamérica, los habitantes no han esperado, y se han apoderado de esta sombra. Y lo están haciendo con su propia tradición indígena y revolucionaria, entre luchas y logros, funcionando en cooperativas, buscando la autonomía en los aspectos más importantes de la vida, como en Acapatzingo, y las otras siete comunidades de Iztapalapa, Tláhuac e Iztacalco, en el corazón de la Ciudad de México. Cuando estos barrios sean recuperados, funcionales, queda por ver cuánto tardará el Estado y/o el ejército en querer recuperarlos y deshacer estos espacios de autonomía, que seguro se resistirán.
Aquí, en el capitalismo total, lo más coherente es pasar, darle la espalda a las Instituciones estatales, sean cuales sean. Partiendo de la premisa de que “el ser humano es ontológicamente un ser social”, no desdeñemos la coherencia, también es un elemento considerable de adhesión para que la utopía que nace en el pensamiento se convierta en realidad.
Aprender de nuestra historia
Nuestra historia revolucionaria, en esta península ibérica, con nuestras propias tradiciones, se mantiene en el olvido porque, como bien decía Orwell, “quien gobierna el pasado, gobierna el futuro; quien gobierna el presente, gobierna el pasado”. Para los antisistema, sin embargo, representa un gran tesoro de experiencia revolucionaria, con sus aciertos y errores. A sangre y fuego, estos revolucionarios y revolucionarias, nos han transmitido su valiosa experiencia, no la despreciemos. Debemos aprender de nuestra historia, como cuando cualquier pretendiente a campesino o carpintero aprende de su maestro o maestra.
Guy Debord calificó la revolución de 1936 como siendo la mayor revolución del siglo XX, refiriéndose en particular a las numerosas colectividades agrarias, especialmente en Aragón, donde los campesinos lograron avanzar hacia el comunismo libertario, tomando el control de los Municipios y desbordando sus límites.
Esto no cayó del cielo. Esto fue fruto de 60 años de intensa preparación en toda la península, de muchos años de lucha, pero también de cultura (ateneos, escuelas racionalistas, etc.), los obreros organizaron pacientemente una suerte de sociedad paralela (cooperativas de todo tipo, sindicatos, etc.), al margen y en tensión con las instituciones del Estado. Esta estrategia fue promovida por los anarquistas, a su vez influidos por las tradiciones de organización comunal local (concejos abiertos).
De ahí la tendencia del anarquismo ibérico a reivindicar el comunalismo y la Comuna de París, el proyecto federal de una comuna de comunas. Fueron vencidos pero no fracasaron.
Sobre la necesidad de actualizar
El pensador y militante Murray Bookchin, de tradición marxista (1921-2006), se basó en parte en esta herencia revolucionaria para desarrollar su propuesta comunalista.
Allá por los años 1960, fue uno de los primeros pensadores de la ecología política, conceptualizando a la ecología social. Apoyándose en la historia y la antropología, subrayó que los desastres ecológicos tienen su origen en los desequilibrios sociales y que éstos son el fruto amargo de la dominación, empezando por la del hombre sobre la mujer. El capitalismo, nacido de la confiscación de los bienes comunes, es el que reúne y dinamiza todas las dominaciones y como “sujeto autómata” (Marx), sólo puede crecer o morir. Por lo tanto, o lo derrotamos, o seguirá su curso arrasador de guerras y destrucción de la naturaleza y de las sociedades hasta que lo envenene todo y no le quede nada para crecer. Y para derrotarlo, la ecología social, coherente consigo misma, propone el municipalismo libertario, esa herramienta política que luego llamaría comunalismo para evitar una visión demasiado restringida y localista pero también para reivindicar la herencia de la Comuna de París.
En realidad, se trata de organizar una red de asambleas decisorias en todos los municipios y entre ellos, como instituciones embrionarias de democracia directa, federadas y confederadas entre sí, en paralelo y en tensión con las del Estado. Estas asambleas, capaces de hacer propuestas concretas y factibles (cooperativas, centros sociales, huertos urbanos, espacios libres de negocio, etc.) se convertirían en ágoras para aprender a devenir auténticas ciudadanas y ciudadanos para compartir y ejercer el poder de decidir y aceptar la responsabilidad de asumirlo.
Situado fuera de las Instituciones del Estado, es el lugar común para deshacernos de la contaminación mental capitalista que hemos integrado de pequeños, con sus tecnologías, su desinformación, su acoso informativo y sus fake news, su mentalidad contable, su competitividad y sus egos. A todo lo que socava nuestros corazones y esperanzas, le opondremos un horizonte y una práctica coherentes con este imaginario para re-encantar el mundo.
También necesitamos contextualizar y actualizar a Bookchin, como han hecho los kurdos de Rojava.
Él pensaba desde EEUU y en 2002, y han pasado muchas cosas aunque previó muchas. El capitalismo nos ha desposeído con las enclosuras para luego convertirnos en pura mercancía, y es cuando nos declaró la guerra. Para derrotarlo, necesitamos pensar estratégicamente, conocerlo, saber cómo ha subsumido a la sociedad, en gran parte gracias a las instituciones del Estado (ver el Marx esotérico, la corriente de la crítica del valor).
Para actuar aquí y ahora
Ahí donde vivamos y actuamos, necesitamos conocer al máximo el funcionamiento de las instituciones municipales, sus partidos políticos siempre en busca del poder pero también a las demás fuerzas sociales que actúan por la emancipación. Una vez estudiadas y seleccionadas las que son susceptibles de entrar en esta dinámica de querer recuperar a ese poder político arrebatado, les propondremos el diálogo y juntas, empezaremos a trazar las primeras “hojas de ruta” con todas aquellas personas y organizaciones que estén luchando contra las dominaciones, la de clase, la de género, contra el racismo, la destrucción de la primera naturaleza, pero también las que están creando alternativas. Todos estos diferentes colectivos comparten el rechazo a la desigualdad y a la dominación, pero en plan defensivo. Ahora, sólo tienen que decidir pasar a la ofensiva y tomar las riendas de sus reivindicaciones y propuestas sin delegarlas, y decidir tomar el espacio político en estas asambleas decisorias.
En lugar de representantes, designaremos a delegados con mandatos imperativos revocables en cualquier momento. Entonces surgirá un movimiento comunalista, preñado de cultura, de conocimientos y capacidad, rico por sus diferencias, pero con la íntima convicción de que su objetivo es salir del Capitalismo. Así es como podremos empezar a cuidar de la tierra conforme nos cuidemos entre nosotros y nosotras mismas y vislumbrar un mundo nuevo donde la necesidad de crecimiento ya no sea un dictado Todo ello es un proceso, un viaje largo y tendido, teniendo que prepararnos a la sustitución de la sociedad capitalista antes de que colapse a todos los niveles porque luego será demasiado tarde, por la barbarie anunciada. Hemos de lidiar sin precipitaciones entre la urgencia y una postura constructiva sin compromisos con el enemigo, ir creando y poco a poco arrebatándole funciones sociales a lo Público y a lo Privado, a veces por las buenas (legalmente), otra a las malas, según los casos, hasta alcanzar una relación de fuerzas a nuestro favor. Lo difícil resulta ser el dar los primeros pasos, aquellos mismos que impulsan el entusiasmo de ir creando con las demás y nos contagien las esperanzas. Así es como podremos abrir ese camino que se hace al andar.
Referencias
- En nuestro mundo, la “zona peatonal del capitalismo” (Vallenstein), cientos de ejemplos lo confirman. En Saillans, pueblo emblemático de 1400 h en el sur de Francia, en 2014, una lista ciudadana ganó las elecciones e invitó a la población a funcionar en democracia directa. Después de 6 años, ganó la derecha. En 1980, tras 10 años de fuertes luchas, los Verdes en Alemania se presentaron políticamente como la tercera vía. La gran fuerza de los movimientos sociales que los apoyaban no consiguió cambiar las Instituciones del Estado, sino todo lo contrario. Pacifistas, acabaron bombardeando Belgrado, y ahí se acabó la esperanza. Marinaleda (Sevilla), un poderoso movimiento del SOC, masivo, arraigado en el pueblo, autogestionado, nació en 1977 y despertó entusiasmo no sólo en la península sino en todo el
mundo. Ocuparon fincas enormes y querían desbordar al Municipio y abarcar toda Andalucía. Tras formar la CUT en 1979, este partido ganó las elecciones, se hizo con Marinaleda y obtuvo la mayoría en muchos pueblos. Es cierto que fue una gran gesta, pero al final el globo se desinfló a pesar de que las condiciones objetivas eran muy favorables a la autogestión generalizada y a la democracia directa. El movimiento fue devuelto al camino correcto, el del Estado. Y así fue con el 15M.
Libros
De Bookchin, recomiendo:
– “Rehacer la sociedad” Lom ediciones Chile. El más sintético.
En la editorial Virús encontrarán la mayoría de sus libros y los de su excompañera, Janet Biehl editados en España
En lo que a mí respecta:
– Respecto al decrecimiento: “Murray Bookchin, por una ecología social y radical” Libélula Verde editorial “Actuar aquí y ahora, pensar la ecología social de Murray Bookchin” por Floreal M. Romero diciembre 2020 Editorial Kaicrón.
Mi blog: https://florealmromero.blogspot.com.