LA CORRUPCIÓN SISTÉMICA DE LOS CASOS AISLADOS

La corrupción en la política profesional no tiene escrúpulo ni retiro. Es un continuo estado de acciones intencionadas, con un punto de origen ideado, para la apropiación de bienes públicos constante que genera riqueza propia a costa de la colectivización del sistema. Esta forma toda una red compleja de traiciones, cohechos y extorsiones, exigiendo a la política profesional corrupta a realizar políticas concretas alejadas del beneficio del conjunto de la sociedad. Estas decisiones políticas son diseñadas para favorecer al sector privado que corrompe, y este, se aprovecha de esos favores para acumular capital asegurado por las propias instituciones públicas.

La corrupción en la política profesional no tiene escrúpulo ni retiro. Es un continuo estado de acciones intencionadas, con un punto de origen ideado, para la  apropiación de bienes públicos constante que genera riqueza propia a costa de la colectivización del sistema. Esta forma toda una red compleja de traiciones, cohechos y estorciones, exigiendo a la política profesional corrupta a realizar políticas concretas alejadas del beneficio del conjunto de la sociedad. Estas decisiones políticas son diseñadas para favorecer al sector privado que corrompe, y este, se aprovecha de esos favores para acumular capital asegurado por las propias instituciones públicas.

En estos días la cortina opaca desplegada por la crisis sanitaria del COVID-19, se convierte en un visillo por la aparición del espectro de la corrupción en el caso de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Parece ser, que lo del aparthotel de lujo de la cadena “Room Mate” propiedad del empresario Kike Sarasola, el cual aloja a la discípula de Aznar, está vinculada a una adjudicación de 565.749 euros a “Room Mate” para la explotación de dos de sus hoteles con el fin de acoger personas mayores por la emergencia sanitaria del coronavirus.

Desde el Partido Popular, algunos con más cautela que otros, ya se han apresurado a defender públicamente a la presidenta como ya se hizo en su día con otras personas señaladas por corrupción, enjuiciada o no. Ya sabemos por experiencia democrática, que cuando suenan las mariscadas, los trajes y otros artículos de regalos por parte de la clase empresarial hacia representantes públicos, el cauce del río que suena lleva seguramente mucha agua.

Cuando escucho a la clase política hablar de casos aislados de corrupción, me viene el recuerdo de la historia de un estudiante de sociología que tenía un profesor de universidad, que decía a boca llena en sus horas lectivas, allá en el año 2011, que en el sistema político del reino español la corrupción era cosa de casos aislados. Los calurosos debates públicos en clases entre ambos sobre ese enunciado, no podía ser compartido por el alumno, ni mucho menos, que una persona en un espacio abierto como eran las clases y con una galería abierta en pleno aprendizaje,  reprodujese tales afirmaciones sin al menos ser debatidas.

Consciente era el estudiante, de que quebraba toda jerarquía implícita en la interacción entre el profesor y alumno, disfrazada esta, en ese supuesto espacio democrático que mostraban algunos desde el profesorado hacía el alumnado, y que se evidenciaba esa relación de poder, cuando los puntos de vistas del alumno contrarios a las ideas o paradigmas defendidos por el profesor eran rechazado con aparente autoridad por este último.

La cuestión del debate era entre dos conceptos bien definidos sobre la corrupción política: casos aislados o entramado sistémico. Años más tarde, ya se conocía que el setenta por ciento (22 de 34) de los ministros y ministras de la época del gobierno de Aznar (1996-2004), estaban señalados como personas directamente implicadas en casos de corrucción ¿dónde quedaba entonces la línea que separa los casos aislados de un entramado sistémico?

Esos nombres empezaron a brotar en los medios de comunicación y en la opinión pública en los años siguientes de lo conocido como la crisis financiera: Jaume Matas en el caso “Palma Arena”; Rodrigo Rato con las “tarjetas B; Josep Piqué en el caso “Ertoil”; Esperanza Aguirre y  José María Michavilla en la “Gürtel”; Loyola de Palacio en el “fraude del lino”; Manuel Pimentel en el caso “Aycart”; Eduardo Zaplana  “Operación Lezo” y “Terra Mítica”; Rafael Arias Salgado y Jesús Posada en casos de adjudicaciones y contratos turbio, los nombres asociados a los famosos “papeles de Bárcenas” y la “contabilidad B” del partido Popular: Mariano Rajoy, Francisco Álvarez-Cascos, Jaime Mayor Oreja, Pilar del Castillo, Ángel Acebes, Federico Trillo, Ana de Palacio, Javier Arenas, Miguel Arias Cañete, Cristóbal Montoro y Celia Villalobos. Esto desde la derecha nacionalista española.

El otro partido del bipartidismo, el PSOE,  era señalado en esos “casos aislados” desde Andalucía con los casos  “ERE”, “Avales I y II”,  “UGT Andalucía”,  “Jeremie”,  “Santana”, “Transferencias de Financiación”,  “Faffe”, entre otros. Ya había indicios de que más que casos aislados esto parecía algo sistémico.

Según la maravillosa web casos-aislados.com, en todo el estado español hay contabilizado 587 casos de corrupción con 3.837 imputados e imputadas y un coste total estimado de 124.124.090.826 € (incluido el rescate bancario y la amnistía fiscal).

La Comunidad Autonómica con más coste es la Comunidad de Madrid con un 36,11% (44,776 miles de millones de euros) seguida de Andalucía con un 3.80% (4,707 miles de millones de euros). El partido político con más casos de corrupción es el Partido Popular con un 48.80% (261 casos) y después el PSOE con un 25,00% (134 casos). Hasta cuarenta y tres organizaciones de instituciones públicas presentan casos aislados de corrupción, y estos, van desde los ayuntamientos hasta el mismo Estado pasando por Diputaciones y Comunidades Autónomas.

Pero si aún había dudas en el debate entre el profesor y el alumno, hecho que ya no podía ni puede ser debatido entre ambos, el joven estudiante recibió un excelente libro de las manos de un buen amigo; este se llamaba “Cazadores de noticias” de Miguel Ángel Nieto, publicada en 1997 en Ediciones TEMAS DE HOY,  con un subtítulo que dice: ” así se descubrieron los grandes escándalos de la democracia”.

En este estupendo libro, se habla de los casos del Gal, Banco de España, Filesa, Banesto, Ibercorp, los vicios corruptos del exmonarca y el modo en el que el expresidente del gobierno de los 22 ministerios salpicados por la corrupción, José María Aznar, llegó al poder gracias a los chanchullos inmobiliarios con el constructor Méndez Pozo. Esta lectura, ofrecía evidencias claras de que en el sistema político del reino español, la corrupción no es cosas de casos aislados y  atemporal. Igual es que tantos casos aislados, formen todo un sistema político-económico en los pasillos y despachos de las instituciones con una censura estructural, apuntalada esta, en el chantaje sobre la apropiación de bienes públicos y la acumulación de capital a costa de lo colectivo hacia empresas con ansias infinitas de poder y riqueza.

Imagino, el día a día de estas personas con cargos públicos, cayendo o entrando voluntariamente en procesos corruptivos,  debatiéndose entre su yo moralista y su otro yo corrupto, al igual que Borges lo hace con su otro yo escritor. Intento entender, lo fácil o difícil que tiene que ser entrar en este juego cuando se pone en un lado de la balanza la apropiación de dinero público y en el otro el chantaje de lo privado. Lo que sí comprendo, es lo torpe y avaricioso que se tiene que ser en aceptar la corrupción y lo honrado que se es cuando no se acepta y valiente en denunciarlo.

Foto: Miguel Delgado Martín

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