El hilo invisible de Bookchin
Luis González Reyes
Luis Rico
Hay un hilo invisible que une a distintas personas e iniciativas colectivas con luchas sociales en todo el planeta. Es un hilo invisible porque no sé ve, porque sus protagonistas muchas veces no son conscientes de que exista, por más que haya gente que sí lo sea.
Uno ejemplo es el de Murray Bookchin, pensador estadounidense que vivió entre 1921 y 2006. Su obra recoge ecos de su tiempo, como la revolución anarquista española, que conoció bien desde su participación en los movimientos de apoyo durante la Guerra Civil y posteriores, o los debates dentro del marxismo, que le hicieron evolucionar hacia el socialismo libertario. Todo eso se trenza en un hilo invisible que influye en el movimiento antinuclear, que evolucionaría en el ecologista, el movimiento antiglobalización, el 15M hispano y el Occupy Wall Street estadounidense, el municipalismo, o la Revolución de Rojava ahora mismo en curso.
¿Cómo es posible que haya un hilo invisible?, ¿cómo puede ser que alguien a quien no has leído nunca y de quién igual no has oído ni hablar influya en tu movimiento social? La creación de conocimiento en los movimientos sociales es distinta a la creación académica: no se basa tanto en la elaboración de textos (por más que exista y sea importante), como en las deliberaciones compartidas. Y en esas deliberaciones no se citan a autoras ni autores, sino que se vuelcan ideas que se van amalgamando unas con otras.
¿Y cuáles son esas ideas? ¿Qué propone Bookchin que está en esos movimientos sociales recogido de alguna forma? Una de sus propuestas centrales es que las jerarquías van más allá de las de clase (generadas por el capitalismo) y políticas (por el Estado). Hay otras como las de edad, género o especie. Además, todas esas jerarquías están entrelazadas. Son indisolubles y, aunque alguna se pueda expresar con más intensidad en determinados momentos, todas van en un mismo paquete. Esto tiene implicaciones estratégicas de primer orden. Una es la imprescindible unión de luchas, que han hecho suyas movimientos como el antiglobalización o las revueltas indignadas. También el ecologismo social.
Un segundo elemento importante del pensamiento de Bookchin es su propuesta de un municipalismo libertario enmarcado en un comunalismo democrático. El centrar las fuerzas en un gobierno desde las instituciones más locales con una vocación radicalmente democrática. Estas visiones impregnaron, al menos en el plano de las ideas, el primer municipalismo que surgió por estas tierras tras el 15M.
El neoyorquino habló mucho de ecología. Al aplicar el concepto a las organizaciones sociales se refería a comunidades autoorganizados en las que los integrantes adoptan distintos roles. Pero comunidades orgánicas, sin jerarquías. La igualdad real, para él, parte del reconocimiento de las diferencias. El formato organizativo del movimiento antinuclear, buena aparte del ecologista o de las movilizaciones indignadas comparte esa mirada. Pero el mejor ejemplo es Rojava, donde todo esto se ha institucionalizado. Un ejemplo en el que, por cierto, Bookchin no es un hilo invisible, sino totalmente explícito.
La libertad también forma parte del trenzado de fibras que nos llega. Un concepto denostado en nuestro tiempo y que parece que los movimientos sociales hemos arrimado a un segundo plano. Una libertad necesaria que, para Bookchin, no se basa en la capacidad de satisfacer nuestras necesidades, sino en la búsqueda social de nuestros deseos, desconfinados del hedonismo privatizador, lo que permite “la plena realización de las potencialidades humanas en su forma más creativa”. Esta mirada es probablemente la que menos se encuentra en ese hilo invisible, pero que también se puede rastrear.
Otra parte de los movimientos ha tomado el pensamiento bookchiniano sobre la tecnología. Bookchin hace una defensa férrea de las tecnologías naturales y de las renovables. Pero lo hace con poca mirada crítica sobre la tecnología en sí misma, planteando una suerte de neutralidad de algunas tecnologías, que pueden ser utilizadas para la transformación social o para la involución. Aquí se enmarcaría una parte del ecologismo.
Los hilos invisibles están bien, porque implican la apropiación (es decir, la digestión) de las propuestas por los movimientos, pero los hilos invisibles, cuando se hacen visibles, son mucho más ricos. Esta visibilidad nos permite descubrir las fibras que nos enriquecen y darles grosor, que en el caso de Bookchin son muchas. También extraer aquellas que se han podido quedar desfasadas o que no son útiles en el presente. La lectura de las fuentes nos abre la imaginación, un lujo al que según Murray Bookchin “no podemos renunciar, porque en época de crisis sociales y ecológicas no podemos soslayar el pensamiento utópico”.
Este neoyorquino sigue siendo actual y necesario, y por eso la reedición por Capitán Swing de su obra clave, Ecología de la libertad, es una gran noticia.