EL TECNOCAPITALISMO Y LA TECNOCRACIA YA ESTÁN AQUÍ

El tecnocapitalismo y la tecnocracia ya están aquí

 

Hay libros que destacan por la claridad expositiva, lo que hace que la lectura y la comprensión resulte fácil; es el caso del libro de Jordi Pigem (Barcelona, 1964): «Pandemia y posverdad. La vida, la conciencia y la Cuarta Revolución Industrial», editado por Fragmenta. Entiéndase, no me importa repetirme, que no me refiero única y exclusivamente a meros aspectos formales, que también, sino igualmente a los contenidos desgranados que son verdades como puños.

Catorce pildorazos son encadenados a lo largo de las páginas, conduciéndonos de la denuncia de la robotización creciente de las personas que va a la par de la personalización de los robots, hasta una reivindicación de la vida vivida, auténtica y no la virtual ofrecida por las pantallas u otros sucedáneos, al tiempo que subrayando el papel que se ha de otorgar a la conciencia.

Dos autores y sus textos distópicos sirven de compañía al filósofo y hasta podría decirse de modelo comparativo en lo que hace al presente y la pertinencia que sus visiones del futuro muestran de acertado en nuestro hoy; se trata de Aldous Huxley y su Un mundo feliz (sin obviar su Nueva visita a un mundo feliz o su utopia, La isla), y 1984 de Georges Orwell. Si el primero ponía el acento en el entretenimiento que tuviese ocupados a los ciudadanos, despistándoles de los verdaderos problemas, el segundo dirigía su mirada a una sociedad en la que dominarían la vigilancia y el castigo. A lo largo del recorrido se van viendo la pertinencia de cara a las sociedades actuales de las profecías de cada uno de ellos, si bien se puede concluir que en la actualidad se da una síntesis de ambas, que es la que funciona en nuestro hoy: cámaras de vigilancia por todas las esquinas, hasta en el propio bolsillo en forma de teléfono portátil, pantallas que transmiten la verdad/mentira en la neolengua instalada por los respectivos ministerios de la verdad, que privilegian la versión oficial y silencian las voces discrepantes, que pueden incluirse en el haber de Orwell, y sistemas de entretenimiento que seducen a los ciudadanos por medio de pantallas que difunden la supuesta realidad, que de hecho no corresponde con la realidad pura y dura, y que sirven de adormidera con sus efectos despistantes, a colocar en el haber del segundo. En principio, todo hace pensar que el modelo orwelliano casa mejor con los denominados sistemas totalitarios, mientras que el huxleyano parece acoplarse como un guante a las denominadas sociedades democráticas, más seductoras y sibilinas ellas, haciendo que la cueva platónica no parezca una cueva y los prisioneros no se sientan como tal sino como los seres más libres y felices del mundo.

Es obvio que los efectos de las tecnologías al uso, además de sus descarados efectos de control, conllevan sobradas dosis de alienación -fenómeno analizado hace años ya, por Erich Fromm como se señala en el libro- que conducen a un extrañamiento de los yoes, en beneficio de las voces dominantes, que en cuanto se rasca un poco y a pesar de la pretendida y cacareada pluralidad, de hecho están dominadas por los mismos sujetos y sus respectivas empresas(Appel, Google, Facebook, Amazon, Microsoft,…) …ahí están los Gates, los Soros, los Bezos, la Fundación Rockefeller, y sus voceiros que bajo diferentes máscaras no hacen sino proponer y predecir lo que se ha de hacer y el futuro que se ha de forjar. Control, manipulación, alienación, funcionamiento cibernético, y… en eso llegó el Covid, que si bien no fue inventado ni provocado, a no ser por el Antropoceno, sí que vino como dios a quienes dominan el cotarro, ya que la aplicación de medidas que en otros tiempos hubieran parecido inadmisibles, fueron puestas en marcha en su rígida aplicación, con una perspectiva de que algunas de las medidas han venido para quedarse ya que según los expertos del Foro Económico Mundial (no enumeraré quienes patrocinan tal engendro, el autor lo hace con precisa precisión) se ha de marcar un antes y un después de la pandemia, suponiendo tal temporalización una necesidad de Reajuste (The Great Reset), que traiga consigo un cambio en los modos de vida, y revisión en los temas de privacidad, etc., todo ello sin contar con los ciudadanos sino respondiendo a los intereses de las grandes corporaciones públicas y privadas; las palabras del fundador del mentado Foro, Klaus Schwab, que son citadas in extenso en las páginas del libro, son meridianamente claras en su descaro. En manos del complejo tecno-financiero está el presente y el futuro, y ellos son quienes señalan hacia dónde debe avanzar el mundo…hacia esa Cuarta Revolución Industrial que supone el dominio de lo digital y lo robótico, que marcan el necesario e inflexible algoritmo, extraído por otra parte de los datos hurtados a los usuarios, rastreando sus huellas, de las redes sociales, en un mercadeo tramposo y por lo mismo deshonesto. No hubiese estado de más en lo que hace a la oportunidad de la pandemia para poner en marcha la aplicación de medidas de excepción (Giorgio Agamben lo señala y Pigem le cita, al igual que cita a Naomi Klein, Susan George o a Shoshana Zuboff, y a muchos más) como los pasaportes covid u otras medidas de estricto control, la referencia a la peste como nuevo modelo de control político que Michel Foucault señalase en su curso en el Collège de France, 1974-1975, Les Anormaux.

Bajo la palabra sagrada de la sagrada ciencia, las farmacéuticas marcan la ley, y la OMS y hasta la RAE se adecuan a lo prescrito, cambiando el lenguaje si es preciso en lo referente a las vacunas y sus efectos, en un bricolaje semántico que hubiese satisfecho al insatisfecho Orwell. Lo que en cierto momento era la panacea total, pasa a ser algo menos, y las palabras sí importan, no siendo inocentes sino que cubren las espaldas de las grandes corporaciones que no se preocupan de la salud de los ciudadanos sino de sus beneficios; el ejemplo de la gripe A y la desorbitada compra de vacunas para combatirla, por parte de los gobiernos, es el paradigma del dispendio, y, en cierta medida, un ensayo general de lo que se puede hacer y hasta dónde se puede llegar en el engaño y las falacias apocalípticas. Mas no pasa nada ya que el funcionamiento de la voz única es a que se oye y la que se deja oír frente a las voces discrepantes que son silenciadas o tratadas con absoluta deshonestidad, y como ejemplo, el de algunos científicos que frente a los planes que se iban imponiendo a la sociedad con ocasión del Covid, esgrimieron argumentos, o trataron de hacerlo, a los que no se prestó altavoz sino que se les incluyó en el conjunto de los negacionistas sin más. Y algunos males como los relacionados con el acento que se ha de poner en terreno inmunológico ha sido minimizado o desatendido al igual que algunos daños colaterales como los relacionados con el aislamiento, y los costes en el campo de la salud si en cuenta se tiene que los humanos son seres sociales, y…que la soledad también mata; las cifras cantan, y el autor las canta, del aumento de depresiones diagnosticadas, de suicidios, etc. Destacable, en su claridad y distinción, resulta igualmente el hilo conductor que partiendo de Descartes ha marcado la modernidad en lo referente a la primacía otorgada a lo maquínico, lo cuantitativo, etc. Ese espíritu cuantitativista se mostró hasta en la manera de ofrecer los datos de la covid, número de contagios, de muertos (muchos de ellos sin contrastar las verdaderas causas de los fallecimientos, y sin ponerlos en relación con las muertes habituales en el estado español), sin ningún contraste, ni espacio para voces discrepantes…el pensamiento único, el oficial, como oro de ley, como texto sagrado y manera de tapar la boca, frente a cualquier argumento opuesto, por muy argumentado que este pudiera ser… y el miedo como guía para forzar la obediencia, y la extensión de los guardianes de las normas, con ciudadanos convertidos en policías de las costumbres, dándose frente a las teorías de la conspiración unos medios del mismo género: atemorizar, confundir, simplificar en una pandemia convertida en pandemonio.

Y como digo, Jordi Pigem encadena los argumentos con sobrados y sólidos ejemplos, y argumentos, para dejar a la vista las cadenas que nos atan y que muchas veces parecen floridas cintas de variados colores, no faltando, sino al contrario, los nombres propios de instituciones, agencias de prensa (Reuters y su concepto de la pluralidad resulta ejemplar en su escore total), y quienes señalan las líneas que se han de seguir a la hora de enseñar y ocultar, y Jordi Pigem rasca y muestra al rey desnudo, o vestido con las mejores galas del dinero y el poder.

Por Iñaki Urdanibia para Kaosenlared

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