PROSIGUE LA HUELGA GENERAL EN HAITÍ

Prosigue la huelga general en Haití

Agencias / La Haine
Haití se encamina a “la anarquía absoluta”, ante las políticas neoliberales y la corrupción rampante de todos los estamentos del régimen

Haití cumplió el tercer día de huelga general que inicio este lunes y que se suma a meses de controversias en las calles, tras el incremento de la violencia en el país.

Comercios e industrias se han unido al llamado de los sindicatos y organizaciones por los derechos civiles y humanos de la población para exigir seguridad en el territorio.

En las calles de la ciudad capital de Haití, Puerto Príncipe, parte del comercio informal se mantuvo en las calles para suplir con aquellas necesidades que corresponde a las empresas que no tuvieron actividad.

El gremio de los transportistas y las escuelas también se han sumado a la huelga, estas últimas con mayor preocupación debido al incremento de secuestros y asesinatos de infantes que se han presentado en distintos territorios de Haití.

La corrupta y violenta policía de Haití se ha desplegado en varios sectores para hacer presencia en las calles haitianas y reprimir las manifestaciones antigubernamentales.

Los ciudadanos sostienen denuncias constantes que señalan a las bandas armadas parapoliciales que azotan a la población, que actuan con flagrancia junto a una franja de la comunidad internacional y de la burguesía haitiana.

Haití se ha enfrentado durante más de 37 años a una crisis política, social y económica que continúa con la exposición de los sectores más vulnerables de su población a las desigualdades y otros hechos atroces como secuestros, violaciones y asesinatos.

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Haití se encamina a “la anarquía absoluta”

A medida que la violencia continúa intensificándose en Haití, es difícil no reconocer lo que muchos analistas han estado prediciendo y lo que la ONU ha estado advirtiendo: esta pequeña nación se está encaminando a “la anarquía absoluta”, escribe el corresponsal Stuart Ramsay.

Ramsay es uno de muchos periodistas que cubren ahora la crisis política en Haití. Antes de que se desatase una ola de violencia, esta nación se sumergió en un desastre económico neoliberal, mezclado con crimen organizado y secuestros.

Los principales partidos de la oposición, el poder judicial y los activistas afirman que la presidencia de Jovenel Moise terminó el 7 de febrero tras un mandato de cinco años. A su vez, el político, apoyado por Estados Unidos y la mayor parte de la comunidad internacional, afirma que le queda un año de mandato y se niega a ceder. Argumenta su posición con el hecho de que el Gobierno interino fue el que dirigió el país durante un año tras su elección.

Como resultado de esta discrepancia política, Haití vive una ola de fuertes protestas desde el 8 de febrero.

No es la primera vez que el país ha registrado enfrentamientos violentos desde que EEUU propiciara un golpe de Estado para echar al presidente progresista Jean-Bertrand Aristide. Y es fácil entender por qué se producen protestas populares. Al recorrer la ciudad de Puerto Príncipe uno se encuentra con un infierno de pobreza.

“Pasamos por filas de tiendas de campaña sucias en un desierto gris y negro. El aspecto es absolutamente macabro. Nos sorprendimos al descubrir que en realidad era un gran mercado en funcionamiento”, enfatiza el corresponsal.

El 60% de la población de Haití vive en la pobreza extrema. Las calles parecen más las de una ciudad devastada por la guerra que las de una comunidad en funcionamiento. Por todas partes pueden verse edificios que están en ruinas.

Hace once años Haití fue destruido por un enorme terremoto, que fue aprovechado por EEUU para establecer bases militarees en el país, y por la Fundación de Bill Clinton para robar, juntos a funcionarios corruptos haitianos, cientos de millones de dólares en ayuda internacional. Ahora las calles del país se ven exactamente iguales que entonces. No se ha reconstruido absolutamente nada. El tiempo se ha detenido allí.

“Es realmente una desgracia. Se asignaron enormes cantidades de dinero de ayuda para reconstruir. No se ha hecho nada. Todo el dinero ha sido robado”, le dijo su colega haitiana Brunelie Joseph.

Varios factores han contribuido a la actual crisis política y económica en Haití. Uno de ellos es las políticas neoliberales de las autoridades. La gente asegura que el presidente no ha hecho nada por ellos, que no ha conseguido atajar la corrupción rampante. Como consecuencia, la economía continúa desplomándose.

“Pero, peor que esto, mucho, mucho peor, de hecho, es la explosión en secuestros para pedir rescate que ahora es endémica en toda la sociedad,  afectan desde los más pobres hasta los más ricos. Todo el mundo está en el punto de mira y nadie está a salvo. Esta es quizás la mayor fuente de descontento”, escribe Ramsay.

Las bandas parapoliciales actuan con impunidad, como que son los mismos policías y militares los que secuestran en su tiempo libre. La oposición y sus partidarios acusan al presidente de permitir o realmente ayudar a esas operaciones con fines políticos.

Si bien previamente las áreas de la oposición habían sido habitualmente el objetivo de los secuestradores, “ahora están en todas partes”, enfatiza el corresponsal.

“La gente tiene miedo de viajar a cualquier sitio. Si me subo a mi coche, me pregunto si voy a ser la siguiente. Ahora voy en auto a lugares a los que habría ido fácilmente a pie, pero ya no, y es lo mismo en todas las partes”, señaló su interlocutora haitiana.

Los líderes de las comunidades más pobres culpan de todo al presidente Jovenel Moise.

“Su mandato ha terminado, debe irse. Pedimos a toda la gente (…) especialmente a EEUU, si es amigo de Haití y le gusta el pueblo haitiano, que lo saque [al presidente] del poder”, exhortó Brunelie Joseph.

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