EN NUESTRO “MIEDO” RADICA SU PODER

EN NUESTRO “MIEDO” RADICA SU PODER

En la primera mitad del siglo XX, Marc Bloch, historiador francés fundador de l´Ecole de los Annales y combatiente antifascista de la Resistencia francesa, reflexionaba en torno a la necesidad de comprender  el porqué de la historia como disciplina y objeto de estudio pero también de acción y compromiso. De su pregunta, surgió a su vez una respuesta: “¿Qué sucedió en cada caso para que la historia haya aparecido de manera tan imperiosa? Apareció lo humano”.

Miedo, poder, mentiras y control sin freno son quizás los cuatro ingredientes más importantes de lo humano para explicar qué viene sucediendo en el mundo desde el año 2020. Intentaré en este artículo para la revista “Al Margen”, un oasis de librepensamiento con el el mérito de seguir en pie  a lo largo de casi cuatro décadas, esbozar el origen, desarrollo y consecuencias de lo que, sí, en efecto, he llegado a la conclusión que es una pandemia creada y6 sostenida artificialmente a lo largo y ancho del planeta. Una plandemia, vamos.

Visto con perspectiva, cumplidos los dos años del encierro planetario sin precedentes por miedo a un virus desconocido y mortal-los enfermos caían muertos en mitad de la calle, nos mostraban las imágenes que llegaban de China- ha sido todo extremadamente burdo.

Tan burdo que subleva el que aún quede  un importante sector de la población dispuesto a seguir sosteniendo un relato que hace aguas por todas partes solo por ese  sentimiento tan humano que es el narciso herido, es decir, la incapacidad de admitir el error cometido hasta el punto de caer  en la disonancia cognitiva. Muchos prefieren antes negar la verdad  que admitir que se es preso de la mentira.

También es cierto que reconocer la  monstruosa criminalidad de nuestros gobernantes, ya sea por estupidez o por complicidad  con una de las estafas más grandes de la historia, puede ser muy doloroso. No en vano, la cultura occidental lleva al menos tres décadas borrando  en las personas la capacidad de reconocer el mal, minimizándolo, camuflándolo y negándolo a través de la industria cultural y de una educación centrada en construir  consumistas hedonistas, acríticos y pasivos. Sin embargo, ese saber, consistente en conocer las perversiones  y la generalizada falta de ética de las clases pudientes  al servicio de sus dioses Dinero y Poder, lo atesoraron las generaciones decimonónicas. También las del siglo XX que vieron cara a cara el rostro del capitalismo triunfante  sin máscaras y adaptado a los tiempos, es decir, el fascismo.

En este sentido , la liquidez de los principios  en los que la posmodernidad se basa  es más destructiva de lo que pudiera parecer. Por que ya no es que los individuos se conviertan en discernir el mal impuesto por el poderoso del que ya no se desconfía instintivamente,  sino que ese mismo individuo también es ciego ante su propio mal hacer. En lo colectivo, en lo político en sentido radical como organización de la “polis”, las consecuencias son desastrosas.

La cuestión es que el plan de la pandemia  se pudo llevar a cabo gracias  a un cambio de definición de lo que significa pandemia  por parte de la OMS en el año 2009. Con él, el organismo supranacional de carácter privado-alejado de los postulados de su fundación en 1948- puede declarar la alerta mundial por una enfermedad infecciosa que se da en más de un país si8n tener en cuenta,  como ocurría hasta entonces, con su severidad. A diferencia de lo que sucedió  con la fallida pandemia de la Gripe A  del 2010 que se saldó  con miles de millones de vacunas tiradas  a la basura, en 2020 todo estaba mucho mejor coordinado, hasta el punto de que los medios de comunicación mantienen ahora un férreo núcleo discursivo en los temas cruciales debido  a la financiación de fondos de inversión compartidos con el Big Phrarma, el Big Tech y la industria armamentística (Black Rock y Vanguard principalmente), aparte de las subvenciones especiales  recibidas de los propios gobiernos.

El discurso único asegurado  a través de unos medios de comunicación comprados, un plan bien coordinado entre los gobiernos, y una industria farmaceútica intrincada  en los sistemas sanitarios de todo el mundo con una gran capacidad para dirigir a profesionales de la medicina, aderezado todo ello con una corrupción sistemática  fruto de la descomposición de los valores  democráticos y de la desidia ciudadana, fueron clave para construir una psicosis generalizada.

Con la paranoia instada por los voceros aleccionados por la OMS, le dieron la vuelta a la ciencia como a un calcetín. Aprovecharon nuestra ignorancia para hacer tragar mentiras tan gordas como la existencia de enfermos asintomáticos, de supercontagiadores sanos, de virus voladores que permanecen suspendidos en el aire a la espera de cazar a un humano. También se nos hizo creer que el coronavirus es un tipo de virus nuevo, cuando es uno de los que provocan los catarros de toda la vida: que nadie tenía inmunidad ante el bicho; que las pandemias no van por oleadas  de manera natural y que duran eternamente; que las PCR son pruebas diagnósticas definitivas e infalibles que distinguen COVID de gripe y otras infecciones , y que con una letalidad del 0,23% era imprescindible vacunar masivamente a la población, incluso a quienes no enferman como niños y jóvenes.

Nos vendieron la moto de que no había tratamiento Y de que la Ivermectina (el medicamento con el que han tratado recientemente a la reina Isabel II de su dolencia coronavírica) era una droga de caballos inservible. Esto fue necesario para justificar la autorización de emergencia por parte de la FDA(agencia del medicamento estadounidense) de las “vacunas” covid, ya que, de demostrarse la efectividad de otros  procedimientos médicos, jamás hubieran podido darle carta blanca  a la terapia génica experimental.

Nos convencieron, en nuestra inopia, de que la manera de acabar con el virus era que todo el mundo se inyectase , sin excepción, con un medicamento que no había superado todos los ensayos clínicos pertinentes pero que, pese a todo, era “seguro y eficaz”, que el contagio se controla con mascarillas  y que los encierros de la gente sana , en vez de centrarse en proteger a los más vulnerables, funciona. Nos nublaron la entente de manera que cualquiera  que osara dudar era, y lo es aún, tachado de negacionista, antivacunas, magufo y facha. De esa manera cauterizaron la crítica  y se garantizaron una mayoría social aterrorizada que , por “solidaridad” y por el “bien común”, desistiera de cuestionar cualquier medida, por irracional, autoritaria, ilegal o humillante que fuera, impuesta por las autoridades.

También se coordinó el sistema en lo político. En los meses clave de campaña “vacunal”, nos aislaron informativamente del planeta. El español que no tuviera un mínimo de interés  o curiosidad y no acudiera a fuentes informativas  diferentes a las TV, periódicos y radios con mayor audiencia, desconocía que todos los gobiernos del planeta , fueran de izquierdas o derechas, estaban aplicando exactamente la misma medida: implantación de Pasaportes QR para discriminar y forzar a quienes  no fueran voluntariamente a pincharse.

En verano de 2021 varios países como Italia, Francia o Austria ya los habían impuesto ante la resistencia que encontraron entre la población a participar en el experimento génico provocada por una mayor capacidad crítica y un cierto debate generado por varios científicos de renombre que denunciaron el fraude sanitario y encontraron algo de eco en medios de comunicación. Eso motivaba fuertes protestas populares que en la piel de toro se obviaban.

Aquí no fue necesario azuzar la máquina tan pronto porque el debate nunca fue escenificado y los españolitos acudian masiva, festiva y alegremente a inyectarse. La extorsión funcionó en España a las mil maravillas: el gobierno nos retuvo ilegalmente en nuestras casas; suspendió la enseñanza; Paralizó la Atención Primaria como es bien lógico en una emergencia sanitaria(ironía); puso la sanidad pública al servicio de las farmaceúticas  volcándola en la enfermedad única, el COVID; nos ordenó cuántos y cómo reunirnos en nuestros hogares; militarizó las calles; instauró toques de queda; y nos prometió que, solo si nos pinchábamos todos la pauta vacunal, la vida sería como antes o, al menos, habría una “nueva normalidad”. Y qué casualidad, porque todos, absolutamente todos los gobiernos, manejaron los mismos conceptos discursivos sanitarios. Un auténtico hito.

Taqmbién se pusieron de acuerdo en algo más: los superprogresistas Biden, Macron, Trudeau, Ardern, Sánchez, entanto que grandes enemigos de Trump, lograron aparecer ante la opinión pública como garantes de la salud de la población en contraposición a esos oscuros fascistas que, por razones espurias, negaban la pandemia y se oponían a la versión mediática. Los egoístas  y defensores de la economía antes que de la salud, es decir, la ultraderecha, nos decían, era quien lideraba las protestas marginales , decían también. Los hechos sin embargo desmentían esa polarización pero, para evitar que la verdad se revelara  y nos rebelara, la censura  y la manipulación mediática  funcionaron muy, pero que muy bien.

Para ello contaron con periodistas  y personajes públicos “antifascistas” como excelentes aliados y propagandistas  de los intereses de las farmaceúticas. Ellos han sido los más valiosos y mimados  por los mass media que les brindaron un protagonismo inusitado. Son muchos los que se erigieron en difusores  de la mentira pandémica, llegando a ser detectores y señaladores  de “fachas negacionistass  antivacunas” y promotores de discursos de odio contra personas que habían decidido no inocularse. Jamás olvidaré trágicos patinazos  como el de Miquel Ramos acusando a colectivos de base valencianos  de banalizar  el nazismo por un cartel de  convocatoria de una manifestación contra el pasaporte QR y la inoculación infantil en el que aparecían  una mujer y una niña entrando en un campo de concentración(10.000 personas recorrieron las calles de Valencia); o la indigencia intelectual de Daniel Bernabé blanqueando al banquero Draghi(presidente italiano al que nadie ha votado) y el sindicato colaboracionista CGI(L por el ataque que sufrió una de sus sedes  sindicales en roma por parte  de un grupo fascista. Este ínclit6o analista fue incapaz  de ver que en la protesta en que se produjo el incidente no sólo fue masiva  y protagonizada por las clases populares contra  el Greenpass discriminatorio y vulnerador de los derechos humanos, sino que esa manifestación ponía de relieve el ataque salvaje por parte del estado capitalista a los trabajadores. En efecto, meses después de aquello, a los mayores de 50 años no inoculados se les impide trabajar en Italia. Incluso teletrabajar. De esta manera, el  sistema capitaneado por Draghi y apoyado por políticos y agentes sociales corruptos, timoratos y obedientes de todo signo, hace la vida imposible y ha expulsado a quienes no han pasado por el aro del pinchazo. Un apunte, en Estados Unidos se documentó que las propias farmaceúticas  estaban financiando a grupos de ultraderechistas  para organizar e infiltrarse  en protesta s contra los mandatos  de vacunación con el fin de desvirtuarlas  y desprestigiarlas. Así se entiende todo, ¿verdad?

Es un “win to win” sistémico. Por un lado,  engañan a la mayoría que se quiere demócrata  alejándola de la movilización y, por  otro, aseguran que la ultraderecha recoja el malestar de los críticos. Si o si, el “statu quo” globalista gana.

A día de hoy, y volviendo a España, tenemos a un presidente del gobierno que alardea del encierro ilegal amparados en dos estados de alarma anticonstitucionales, una sanidad destrozada, una mayoría social depauperada, cierres de pequeños y medianos negocios, un retroceso en el nivel educativo de nuestros niños y jóvenes  que continúan amordazados en las clases  con protocolos irracionales y anticientíficos  para que nadie se relaje y los padres  no se olviden pincharlos porque estamos en pandemia, una salud mental destruida, índices de suicidios nunca vistos, y un ambiente de desesperanza, miedo y ansiedad generalizados.

Para rematar la labor, los mandamases han decidido que ahora estamos todos inmersos en una guerra militar y que, como con el coronavirus, hemos de hacer todo tipo de sacrificios. Esta nueva cruzada, cómo no, también la vamos a pagar. Un lozano miedo, esta vez a la conflagración nuclear, con el que seguir dominando. Y una nueva excusa par continuar el trasvase  más grande de la historia de riqueza  de las clases trabajadoras a los grandes propietarios globales, para seguir cercenando libertades  como las de expresión y pensamiento, y puede que hasta para imponernos  una ley marcial con la que tenernos perfectamente controlados(contamos con una flamante Ley de Seguridad Nacional a la vista que legaliza la tiranía).

¿Y por qué todo esto?¿A qué viene este montaje sanitario descomunal? ¿Tiene alguna relación con la mundialización del conflicto bélico ucraniano? Hallar el “qui bono” sería un primer paso para desentrañar las razones históricas de una década  que ha empezado curiosamente instalada  en la calamidad y la zozobra  para la inmensa mayoría de las personas. Y aún nos auguran que habrá más, tantas como para que la OMS tenga previstas  dos reuniones de alto nivel, en marzo y agosto de este año, para alcanzar una ley global de pandemias  que supone delegar las cuestiones sanitarias  en esta organización y darle poderes  y capacidad decisoria imperativa, ya no meras recomendaciones, sobre los países firmantes.

El entramado de intereses para someter a la población mundial a una situación de terror y entrega es enorme y da para un nuevo artículo. Lo esencial para comprender es que, desde los inicios de la organización social humana, una de las maneras más efectivas depara gobernar en contra de los intereses de la mayoría es el terror. De ahí la famosa sentencia que el filósofo séneca  dirigió al emperador romano Nerón: “tu poder radica en mi miedo, ya no tengo miedo, tú ya no tienes poder”.

Tres datos más para tratar de desmontar las mentiras y descubrir algunos porqués. A raíz de una causa abierta en Estados Unidos, Pfizer se ha visto obligada a publicas en 18 meses los documentos post autorización de su vacuna de ARNm-una técnica por cierto descartada  hasta el momento en investigación médica  por su falta de seguridad  y por los pobres resultados arrojados- en vez de en los 75 años que solicitaba la compañía. Alegando derecho a la información, el tribunal determinó que el público debe conocer  las conclusiones de la fase 3 del ensayo. Dejaron de ser secretos pues los datos  correspondientes a los meses de noviembre de 2020 a febrero de 2021. No pueden ser peores. O si, iremos viendo. De momento, 1223 muertes registradas y 9 páginas de efectos adversos, muchos de ellos muy graves  como mio y pericarditis, cánceres, ictus, trombos y enfermedades autoinmunes. La lista es interminable y, por lo que he podido saber, nada habitual en medicamentos. Y menos en vacunas en las que se ha de ser  especialmente exigente porque, aparte de ser una intervención médica sin retorno, están pensadas para la población sana. Esos documentos vieron la luz el 1 de marzo pasado y quedaron eclipsados  por el estallido bélico en suelo europeo.

El segundo hecho significativo relaciona claramente la guerra de Urania con la OMS y el gobierno de Estados Unidos. Rusia, tal y como ha denunciado ante la ONU, ha hallado 30 biolaboratorios de ganancia de función-investigación para convertir patógenos en más letales o infecciosos, una práctica explícitamente prohibida-financiados por el “Deep state” imperial. Pese a que en un principio se calificó la noticia de propaganda rusa, finalmente la administración estadounidense la ha confirmado y la propia OMS ha declarado que estaba al tanto y que ya había aconsejado cerrar los laboratorios que realizaban edición genética y que guardaban entre otras posibles armas biológicas, ántrax, ébola y peste bubónica.

Y el tercero, sin perder de vista que la OMS se financia en parte por productores de vacunas, consiste en el vínculo que existe entre la Unión europea –que tan incomprensible papel está jugando en el conflicto con Rusia ya que es evidente  que se posiciona contra sus propios intereses  económicos y fundamentación filosófic a y política- con la industria farmaceútica. Al frente de la Comisión Europea  se encuentra la alemana Úrsula Von der Leyden. Ella fue la encargada de negociar los contratos con las diferentes empresas  para abastecer de “vacunas” experimentales a todos los países miembro. Esta señora ha sido acusada de colusión, corrupción y conflictos de interés por varios eurodiputados sin que, hasta la fecha se haya visto afectada. Y es que, además de imponer unos contratos opacos, de haberse descubierto que se comunicó de manera privada  e impropia con el CEO de Pfizer y que se ha negado a entregar los SMS entre Bourla y ella que por ley debieran ser conocidos por el Parlamento, resulta que su esposo es director médico de Orgénesis, una empresa biotecnológica de terapia génica estadounidense. Aún hay más. Haciendo honor a su abuelo, un militar nazi que combatió en Ucrania  durante la Segunda Guerra Mundial, la presidenta de la comisión ha llegado a sugerir  en rueda de prensa la derogación del código de Núremberg para poder hacer obligatoria  la vacunación experimental entre los europeos. Recomiendo encarecidamente  echar una ojeada a los puntos que  conforman esa importantísima norma acordada en 1947 para evitar que los horrores médicos del nazismo se repitieran.

Los perjudicados por la macabra explotación con la que pretenden subyugarnos aún más , despojándonos de nuestros derechos inalienables  entre los que se encuentran la integridad física , somos la inmensa mayoría.

Son ellos en consecuencia, los oligarcas psicópatas  que nos califican abiertamente de “comedores inservibles”, quienes deben temernos a nosotros. Cambiemos el miedo de bando. ¿cómo? Haciendo emerger lo mejor de lo humano. Reivindiquemos y actuemos guiados por la valentía, la verdad, la libertad, la capacidad de decisión, la rebeldía ante la injusticia, el pensamiento crítico y las conquistas que costaron sangre, sudor y lágrimas a nuestros antepasados. No tengamos miedo y ellos no tendrán poder.

LIBERTAD MONTESINOS(Publicado en la revista “Al Margen” Nº 121 Primavera 2022)

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