El ataque a la presa de Nova Kajovka en Ucrania deja miles de evacuados y un desastre ambiental en ciernes
Desastre ambiental y catástrofe humanitaria tras la voladura de la central hidroeléctrica de Kajovka, que ha dañado gravemente la presa que suministra agua a Crimea y a la central de Zaporiyia.
Redacción El Salto
Decenas de miles de personas están afectadas por los daños severos en la presa Nova Kajovka sobre el río Dniéper, situada en la provincia de Jersón, en el sur de Ucrania, que tuvo lugar en las primeras horas del lunes 6 de junio. La presa resultó afectada por la voladura de la planta hidroeléctrica Kajovka, atentado cuya responsabilidad se desconoce.
La ONU ha declarado que los efectos tendrán consecuencias a ambos lados de la línea del frente “por la pérdida de hogares, alimentos, agua potable y medios de subsistencia”. Casi 2.000 casas están inundadas y 1.400 familias han perdido sus hogares en la zona de Jersón controlada por las autoridades ucranianas. La ONU calcula que 16.000 personas perderán sus hogares.
Según la agencia de información rusa Tass, siete personas permanecen desaparecidas como consecuencia de la explosión y no se ha cuantificado el número de víctimas que ha podido dejar la riada a su paso, que se ha extendido por más de 2.500 kilómetros cuadrados de terreno. En Nova Kajovka, ciudad controlada por los rusos desde el comienzo de la invasión, 900 familias se han visto afectadas por la destrucción de la presa.
La hidroeléctrica estatal ucraniana, Ukrhyroenergo, ha advertido de que, pasado el principal efecto de la riada, los problemas principales a partir de ahora tienen que ver con la contaminación de pozos y agua potable por las sustancias químicas y agentes patógenos liberados por el agua y letrinas, vertederos y cementerios.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, ha comunicado que su Gobierno procede al suministro urgente de agua potable, la evaluación de las pérdidas y los daños medioambientales. Zelensky ha denunciado la destrucción de Nova Kajovka como un “ecocidio” por parte del Kremlin y asegura que es incalculable la cantidad de productos químicos, fertilizantes y derivados del petróleo almacenados en las zonas inundadas que acabarán en los ríos y el mar.
En el inmediato, en la orilla derecha, controlada por Ucrania, los trabajadores de las ONG de emergencias denuncian que llevan a cabo sus tareas bajo el bombardeo de la artillería rusa. Respecto a la población, la primera respuesta de Naciones Unidas ha sido enviar un contingente de emergencias para proveer de agua potable, tabletas de purificación, “y otra asistencia crítica” a la población afectada.
Hay, además, dos problemas acuciantes. El primero está relacionado con el suministro de agua a la península de Crimea —zona controlada por las fuerzas rusas—, que queda comprometido por la destrucción de la presa que “reparte” esas aguas por medio del canal Crimea Norte. El canal cubre el 85% de las necesidades de la península, aunque las autoridades crimeanas han asegurado que las reservas son suficientes.
El segundo problema es aún más delicado. Se trata de la refrigeración de la central nuclear de Zaporiyia, controlada también por Rusia en una zona que linda con la línea del frente. El peligro es que el descenso de las aguas dirigidas desde Nova Kajovka incremente el riesgo de una fusión, lo que podría provocar una catástrofe nuclear con efectos en Ucrania, Rusia y gran parte de Europa La International Atomic Energy Agency (IAEA) ha declarado que el riesgo no es inmediato y una delegación de sus expertos tiene previsto una nueva visita a la planta para comprobar los posibles efectos.
Pese a la parada de la mitad de las unidades del reactor, la necesidad constante de refrigeración —mayor en los meses de verano— dificulta la ya delicada situación de control de la central, que está señalada como uno de los posibles focos del contraataque que los ejércitos ucranianos están realizando.
La responsabilidad
Ucrania culpa a Rusia y Rusia culpa a Ucrania. Hasta aquí, lo esperado. La realidad es que los organismos internacionales no se han pronunciado acerca de la voladura de la presa. La ONU solo ha hablado de las consecuencias y su secretario general ha culpado genéricamente a la guerra que tiene lugar desde el 24 de febrero de 2022: “Esta es otra consecuencia devastadora de la invasión rusa de Ucrania”, ha declarado António Guterres.
Tampoco Washington ha dicho tener pruebas concluyentes de la responsabilidad del Kremlin. Más explícito ha sido el canciller alemán Martin Scholz, que sí se ha mostrado convencido de la responsabilidad del régimen de Vladimir Putin.
Dmitry Peskov, portavoz del Kremlin, achaca la voladura de Kajovka al ejército ucraniano y las autoridades rusas relacionan el caso con la explosión del Nord Stream 2. Para los rusos, Ucrania atacó la presa en el marco de su contraofensiva, un extremo que niega radicalmente Kiev, que acusa a Rusia de seguir enfangando la situación.
A través de su jefe de Gabinete, Andrey Yermak, el Gobierno de Zelensky exponía que “a las 2:50 de la madrugada [del martes], las tropas rusas volaron la central hidroeléctrica de Kajovka y su presa. No entiendo cómo puede haber dudas al respecto. Ambas construcciones se encuentran en los territorios ocupados temporalmente por Rusia”.
Pese a la contundencia de Kiev, las agencias de inteligencia atlánticas no han dado el paso de establecer la responsabilidad de Rusia. En cualquier caso, se trata de “una violación del derecho internacional”, según el Gobierno alemán. “Si se trata realmente de un acto (intencionado), muestra una flagrante indiferencia por las vidas de los miles de personas de esa zona”, ha apostillado el Gobierno de Sunak en Reino Unido.