Para la mayoría de manifestantes, activistas y periodistas, su teléfono inteligente es una herramienta esencial para organizarse con sus compañeros, acceder y distribuir información, y ayudar a otros. También representa un gran riesgo, ya que es una herramienta que las autoridades pueden usar fácilmente para la vigilancia masiva y selectiva.
[Entrevista] Hablando con Gelderloos sobre “La anarquía funciona”
La idea principal es que la anarquía no es una utopía porque existen muchos ejemplos de anarquía, e incluso de anarquismo, puestos en práctica en todos los continentes y todas las épocas. Ningún Estado que haya existido ha tenido el poder absoluto de organizar las vidas de las personas —aunque pretenden tenerlo y alcanzan a cada vez más poder— pues en paralelo con la organización jerárquica siempre han existido esferas de la vida donde reina la autoorganización. De hecho, el Estado y el capitalismo no funcionarían sin esa gran capacidad autoorganizativa que persiste en las grietas del sistema. Más allá, han existido muchísimas sociedades no estatales, desde pequeños grupos nómadas hasta sociedades sedentarias y densas con millones de miembros. Y por último, algunas revoluciones libertarias han conseguido algo de éxito, lo suficiente para darnos ejemplos parciales del anarquismo en la práctica.