¿POR QUÉ LA GENTE NO HA OPTADO ACTIVAMENTE POR EL ANTIMILITARISMO?

¿Por qué la gente no ha optado activamente por el antimilitarismo?

Martes.17 de mayo de 2022 49 visitas – 1 comentario(s)
Respuesta al artículo “El antimilitarismo contra la Paz”.#TITRE

 

Agustín Velloso
Tortuga

Ver artículo “El antimilitarismo contra la Paz”.

Hola, Josemi:

Creo que queda trabajo para los antimilitaristas y pacifistas, aunque también creo que hacéis mucho bien con vuestra labor de ‘Pepito Grillo’, sea cual sea su resultado. Es cierto que hay degenerados que reaccionan con insultos, pero ninguno de ellos, tampoco los jueces que imponen multas y condenas a pesar de vuestro trabajo humanitario, gratis et amore, os pueden reprochar mala voluntad, daño a la sociedad, ni quitaros mérito y razón.

En lo personal detesto el militarismo como tú, como la mayoría de la gente. Creo que lo contrario, el antimilitarismo, defiende lo más humano y necesario, especialmente a la vista del estado catatónico del mundo. Pepe Beunza lo supo con certeza hace más de 50 años:

“Yo estaba en el calabozo y los soldados que hacían guardia, que estaban aburridos, venían a verme tocar la flauta y me preguntaban por qué estaba allí. Cuando les contaba que porque no quería hacer la mili me respondían que eso tendrían que hacer todos…”

Entonces, puede uno preguntarse, si hasta los que sirven en el ejército les parece que Pepe tiene más razón que un santo ¿por qué la gente no ha optado activamente por el antimilitarismo? Se puede decir que no lo percibe como un bien fundamental, por pereza, apatía, desconocimiento, prejuicios diversos, la costumbre asumida por todo el mundo, inconsciencia, temor a ser criticado por cobarde, por falta de patriotismo, etc.

Refiriéndose en concreto a la segunda mitad del siglo XX, Pepe lo explicaba en 2017 de esta manera: “Cuando volví a Valencia empecé a explicar estas ideas y un grupo de amigos empezamos a trabajar, pero nos encontramos un ambiente en el que la izquierda era militarista: los del PCE tenían exaltación por el ejército rojo de Moscú, decían que había que ir a la mili para evitar que hubiera un golpe de Estado, las otras izquierdas decían que había que ir a la mili para aprender la lucha armada porque ésta era la solución contra el franquismo, y nosotros estábamos empezando a hablar de la no violencia.”

www.elsaltodiario.com/antimilitaris…

Puede ser interesante contrastar la situación actual con la que vivió Pepe y sus seguidores, condenado a 15 meses de prisión militar por declararse objetor de conciencia, aunque cumplió 38 por repetidas condenas. ¿Ha calado desde entonces el pensamiento y la obra antimilitarista?

No me atrevo a afirmar que no (aunque me lo parece), pero creo que en una situación peri-bélica como la que se lleva gestando desde las ‘primaveras árabes’, las ‘revoluciones de colores’ y la guerra de la OTAN contra todo lo que se mueve, la gente debe de tener los nervios de acero, más probablemente mucho cuajo, porque no se aprecia una reacción social en consonancia.

Una diferencia enorme respecto de la época de Pepe, es que nadie tiene que servir obligatoriamente en el ejército y por tanto no hay riesgo de ir a prisión. Tampoco lo hay de ser blanco de la crítica social.

¿Será porque el ambiente democrático, supuestamente mejor que el de la dictadura, ha anulado la actividad política de la gente o que los problemas que ha traído la democracia ocupan todo el tiempo de la gente? Incertidumbre, ansiedad, desesperanza, desastre climático, desigualdad sideral en el reparto de la riqueza, agotamiento de los recursos, precariedad laboral, corrupción generalizada y por si fuera poco, invasión de virus. Quizás algunos consideran que es mejor morir de forma instantánea de un bombazo, que durante años de degradación y depresión. Quizás otros, agotados, no piensan nada.

Supongo que habrá mucha gente que tiene algún temor a vivir una guerra, pero no tanto como para unirse o a poyar al antimilitarismo, quizás por no haber vivido ninguna y porque las que ha conocido en otros países ha sido solamente por la televisión.

Es desolador es sospechar que otros muchos no piensan -o peor, no les importa- que esas guerras se hacen en su nombre y con sus impuestos.

Entonces puede concluirse que la mayoría de las personas no se sienten antimilitaristas, muchas puede que sí, pero casi ninguna pasa de la declaración a la acción.

Gandhi, en una de sus citadas frases, afirmó: “Creer en algo y no vivir para ello es deshonesto”.

Esto no siempre es verdadero, lo habitual es que sea negación, miedo, indiferencia… posiciones absurdas, pero comprensibles.

También dijo: “Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena”.

Las cosas malas son responsabilidad de malas personas, entre las restantes hay de todo. Claro que abundan los degenerados, aprovechados, acomodadizos, indiferentes, abúlicos, pero también hay temerosos, engañados, extorsionados, etc.

En todo caso ¿quién se atreve a cambiar este estado de cosas -natural o planificado- a la vista de la historia de la Humanidad, la cual es una retahíla de guerras?

¿Todos esos millones de seres humanos que no se movilizan para poner fin a las guerras, incluso siendo ellos mismos víctimas potenciales, son malas personas? No sé, pero me parece que exceptuando a los que os insultan y sobre todo a los que os atacan y condenan, lo que quieren es no tener problemas personales, en el trabajo, etc., aunque eso no les libra de los militaristas y sus guerras.

Otra frase que tampoco me parece acertada es “Cuando me desespero, recuerdo que a través de la historia, los caminos de la verdad y del amor siempre han triunfado. Ha habido tiranos, asesinos, y por un tiempo pueden parecer invencibles, pero al final, siempre caen”.

Esta frase podría ser de un delirante. La desesperación nace precisamente de comprobar que los violentos suelen comer y dormir mejor que sus víctimas. Éstas solamente aspiran a que su pareja no enviude y sus hijos no se queden huérfanos.

Por cierto, han pasado casi 80 años desde la Segunda Guerra Mundial, si no contamos las guerras habidas en la República Democrática del Congo en el siglo XX y tampoco las antiguas que hubo en el mundo conocido, es decir, Asia y Europa, hasta la Primera Guerra Mundial.

Por lo que se está viendo, puede que llegue la tercera. Sin embargo ¿por qué no sale la gente a la calle como cuando la guerra de Vietnam, Iraq, Palestina, Sri Lanka, Timor Oriental, etc.? ¿Acaso no es mayor el peligro ahora? ¿Acaso no ha sido Europa el campo de batalla habitual y desde luego el reelegido por Estados Unidos y la OTAN?

Se ha dicho que no se ha dado una oportunidad verdadera a la paz y que ésta ha de empezar educando a la sociedad en general y en particular a los niños y jóvenes en el sistema educativo. La idea no es mala, pero ha habido educación moral desde antes de que existieran los sistemas educativos nacionales tal y como los conocemos desde el siglo XIX, después de las dos grandes guerras se ha incluido poco a poco alguna enseñanza sobre la paz, el diálogo, la igualdad entre los seres humanos, la cooperación internacional y lo que se quiera añadir en el ámbito de la información general, la educación no formal, las enseñanzas religiosas… pero no se puede presumir de ningún logro, más bien es lo contrario.

Gandhi criticó la inacción de las mayorías silenciosas, pero no hay razones para esperar que aunque éstas se desgañiten chillando en manifestaciones, la minoría de violentos vaya a cesar de usar la violencia. Precisamente porque se valen de ésta sin miramientos para acallar a las masas por las buenas o por las malas mediante los ejércitos, los cuerpos represivos, los jueces acomodaticios, la prensa de guerra, los intelectuales fascistas, racistas y supremacistas, los fabricantes de armas, los políticos corruptos en ejercicio, cabilderos y comisionistas.

Es imposible no pensar que mejor que dejarse esclavizar en tiempos de paz (debido al control social y del Estado) y de perecer en los de guerra, por una minoría de militaristas en el poder y sus colaboradores, la mayoría debería forzar su expulsión de la sociedad o mejor internarles en una institución y seguir la vida en paz sin ellos.

Lo terrible es que no hay antimilitaristas, ni mayoría silenciosa o movilizada, ni Dios que ponga de acuerdo a las víctimas propiciatorias para librarse de sus verdugos.

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