LOS DOUKHOBORS: LA HISTORIA DE LA SECTA RELIGIOSA RUSA QUE SOBREVIVE EN CANADÁ

Los Doukhobors: la historia de la secta religiosa rusa que sobrevive en Canadá

Este grupo pacifista que hace más de dos siglos se opuso a la iglesia ortodoxa basa su vida en una creencia sin símbolos, una vida tradicional y una alimentación vegetariana

Foto: James Tworow - Flickr
James Tworow – Flickr

“Cuando escuché por primera vez la palabra ‘Doukhobor’, recuerdo que me embargó un sentimiento de terror, curiosidad y admiración que me resulta difícil de admitir”, reconocía la escritora canadiense Gabrielle Roy. Tal vez sea un sentimiento concreto aún sin definir, pero el concepto de ‘secta religiosa’ transmite exactamente algo que transcurre entre ese compendio de emociones inciertas. Más aún cuando se trata de sectas religiosas puritanas, basadas a menudo en valores que la sociedad moderna comienza a añorar: el contacto con la tierra, la ausencia de un contexto materialista, la concepción de la vida en comunidad y la autogestión de todo lo necesario para vivirla. Pero todo ello combinado con una fuerte convicción religiosa de lo que, en contraposición, la sociedad moderna comienza a alejarse.

Esta es la manera de entender el mundo que tienen los doukhobors, un grupo etno-religioso ruso que, como otros muchos grupos religiosos de origen europeo en su mayoría, cohabitan desde hace más de un siglo con el capitalismo en el continente americano. Concretamente en Canadá, donde aún residen entre 20.000 y 50.000 (según datos de la archivos del gobierno canadiense y de ‘The canadian Enciclopedia‘), los doukhobors constituyen el grupo religioso con el mayor número de personas fuera de su tierra natal. Aunque sus modos de existir presenten similitudes con los de menonitas, amish y otras etnias protestantes, debido en gran parte a sus orígenes, es precisamente en estos donde también se fundamentan todas las diferencias entre ellos.

placeholderFuente: Wikimedia
Fuente: Wikimedia

Existen suposiciones y leyendas que ubican en diferentes puntos temporales el comienzo de este movimiento religioso, pero la idea más clara se remonta a un predicador que disentía radicalmente de la doctrina ortodoxa, Danilo Filipov, quien alentó a la comunidad campesina del sur del país a seguir otros pasos. Lo único que parece más certero es que, en sus supuestos primeros años de conformación, conformaban cuatro grupos principales repartidos entre las áreas geográficas de Sloboda-Ucrania, Ekaterinoslav, el área del río Don y la región de Tambov-Voronezh. Su historia comenzó de forma oral y así ha seguido siendo, por eso resulta muy difícil concretar de dónde provienen: durante siglos han transmitido sus nombres, sus relaciones y sus eventos mediante el habla y la escucha, de una a otra generación alrededor de la mesa de la cocina.

Doukhobor, de ‘duke abour’, quiere decir ‘luchadores contra el espíritu santo’. Bajo este nombre fueron bautizados a finales del siglo XVIII por un arzobispo ortodoxo con el fin de señalarles. Aquel concepto recogía la persecución que sufrieron por parte de los zares y la iglesia ortodoxa rusa, acusados de herejía y pacifismo. Sin embargo, con el paso de los años, el grupo se apropió de la palabra, reinterpretándola como “Luchadores por y con el espíritu”: creen que todas las personas son iguales porque todos tienen a dios dentro de ellos. Por lo que no reconocen santos ni les piden ayuda ya que consideran que la fe en sí misma es insuficiente para la salvación, que esta requiere también y sobre todo de buenas obras.

Dedushka Tolstói: la historia de una emigración masiva

Primero rechazaron la liturgia ortodoxa arraigada en gran parte de Rusia, al considerar que dios habita en cada ser humano, y no en una iglesia; también rechazaron los gobiernos laicos; y entonces se asentaron en el pacifismo. A partir de ahí, reemplazaron la biblia con salmos e himnos transmitidos oralmente, a los que llamaron el ‘Libro Viviente’. Quizás sea esta la característica más propia de los doukhobors: un grupo que canta bajo el silencio de su propia historia. Pero en una historia de más de tres siglos, por supuesto que hay mucho más. El silencio, como su nombre, puede tener distintos significados.

La marginación violenta diaria les condujo entre 1801 y 1845 a través del cauce del río ucraniano Molochna en busca de un lugar tranquila en el que vivir. Entre 1841 y 1899 llegaron a la región del Cáucaso (donde aún vive una pequeña parte descendiente de aquella primera comunidad, principalmente en las colinas de Georgia, donde la fotógrafa independiente Natela Grigalashvili fotografía su día a día). Pero pronto muchos de ellos vieron en Canadá su prosperidad lejos de casa. Tras atravesar Rusia, sus ideales y Tolstói les llevaron al país norteamericano. Sí, el escritor ruso (a quien reconocen como ‘dedushka’, en señal de agradecimiento) defendía con gran perseverancia el estilo de vida del grupo, tanto que se unió a los cuáqueros británicos y estadounidenses (miembros de otra secta conocida como la ‘Sociedad Religiosa de los Amigos’ o ‘Iglesia de los Amigos’, una comunidad de origen cristiano-protestante fundada en Inglaterra), así como a anarquistas rusos, para que entre todos fuera posible aquella emigración, la más grande en la historia del país.

Aquel año navegaron a Canadá más de 7.500 doukhobors siguiendo los pasos del predicador Peter Varig. Cuatro años antes habían quemado públicamente sus armas en lo que ahora se conoce como ‘La quema de armas’, una acción que podría ser la primera protesta pacifista de la historia moderna. Llegados a Canadá, se establecieron en lo que posteriormente se convertiría en la provincia de Saskatchewan, en la zona central del país, donde vivió la primera comunidad que ya no dejó de crecer: entre 1899 y 1914, aquella huída siguió y miles de estos dejaron su tierra natal para restablecerse en las tierras canadienses.

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Fuente: Ron Verzuh – ResearchGate

Los doukhobors construyeron áreas de residencia que reflejaran su propio instinto de comunidad, aún más reforzado tras la huída conjunta. Así comenzaron a convivir en grupos de 30 a 50 miembros, habitando grandes casas de labranza comunales que eran el centro de sus comunidades en torno a las que lograron, con el permiso del gobierno canadiense, construir granjas, aserraderos o pequeñas fábricas que facilitaran una producción para la subsistencia basada en la agricultura y la ganadería tradicional. Pero su oposición al servicio militar hizo que las instituciones en el nuevo país también se volvieran contra ellos, obligándoles a una nueva emigración, esta vez interna, hacia las tierras bajas de la provincia de Columbia Británica, al suroeste del país.

Una creencia vegetariana

El cambio de siglo comenzó siendo una época de prosperidad. Pronto se les conoció por su labor en el campo, como el mismo Tolstói destacaba de ellos: quienes mejor trabajan la tierra. A medida que se adaptaban al nuevo entorno, también fueron reforzando sus ideas: agregaron el vegetarianismo y la abstinencia al alcohol a sus prácticas originarias. Además, las decisiones comenzaron a tomarse colectivamente en ‘sobranie’ (reuniones comunitarias). Los doukhobors no utilizan en estos encuentros (ni en su día a día) ningún símbolo religioso, excepto la exhibición de pan, sal y agua como representación de los elementos que sustentan la vida.

Pero aquellos años, y el devenir de las influencias en su pensamiento, dieron paso a la vertebración del grupo. Durante la década de 1920, los doukhobors más fundamentalistas comenzaron a revelarse ante lo que consideraban un desvío de sus creencias entre algunos de los miembros de la comunidad en quienes veían que estaban aceptando el control de las autoridades canadienses, y con ello volviéndose demasiado materialistas. Así surgió el primer grupo disidente, llamado ‘Hijos de la libertad’, que llevó a cabo fuertes manifestaciones: quemaron escuelas, fábricas y hasta sus propias casas con el fin de mostrar su libertad de posesiones materiales.

En 1924, Varig fue asesinado en una explosión en la estación Ferren BC en circunstancias que nunca trascendieron. Los conflictos no cesaron, y se unieron a los efectos de la Gran Depresión y las limitaciones cada vez más estrictas del gobierno. Entre los años 50 y 60, muchos doukhobors fueron condenados a prisión por las protestas, a muchos el Estado les arrebató la custodia de sus hijos mediante la fuerza de la Real policía montada de Canadá (RCMP). Aquellos niños y niñas pasaron hasta 6 años internados en el complejo de un antiguo sanatorio de tuberculosis, en la ciudad de New Denver, hasta que sus madres y padres aceptaron que estudiaran en escuelas públicas a cambio de ser liberados.

Abusos y resistencia

En la actualidad, ni siquiera la sociedad del país sabe de ellos. Como sostiene el escritor de viajes Brendan Sainsbury en un artículo para la BBC, quienes visitan la región donde todavía se concentran, lo hacen para “disfrutar de intrépidas actividades al aire libre”. Pero de repente, en el oeste de Canadá y cerca de la frontera con el estado de Washington, hay edificaciones como reflejo de otra vida. Allí quedan aún unos 30.000 doukhobors, repartidos entre las áreas de Columbia Británica (Castlegar, Grand Forks y Vancouver), Saskatchewan (Verigin, Kamsack y Saskatoon) y Alberta (Calgary y los asentamientos originales de Cowley y Lundbreck).

Muchos todavía viven bajo el lema acuñado por uno de sus líderes, “trabajo y vida en paz”. No obstante, la mayoría de ellos ya no viven en comunidad, pero muchos siguen siendo vegetarianos y todos practican el pacifismo y luchan por evitar los efectos de la asimilación invasiva y la disminución de la membresía. Los doukhoborgs aseguran que si no pueden quitar la vida a un ser humano, tampoco pueden matar a ninguna otra criatura, reconociendo que todos los seres vivos forman parte de Dios. Por lo tanto, su vegetarianismo tiene un origen ético, pero pronto se dieron cuenta de que también había beneficios para la salud siguiendo este tipo de alimentación, especialmente cuando consistía en alimentos simples, sin refinar y cultivados de forma natural, asegura Jim Popoff en el portal de la organización ‘USCC Doukhobors’.

Pese a la paz que siguen sosteniendo, su resistencia no ha cesado. Cien de los casi doscientos niños enviados a aquel complejo sanatorio, que se hacen llamar ‘New Denver Survivors’, iniciaron una demanda colectiva en la década de 1990 denunciando abusos físicos, psicológicos y sexuales por parte de los responsables de la escuela. Buscaron una disculpa y una compensación del gobierno de Columbia Británica. No la recibieron hasta 2004.

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Fuente: Royal BC Museum

Aunque solo el 10% de los actuales doukhobors siguen las prácticas espirituales de antaño, algo sostiene el hilo de su carácter comunitario: el afán por mostrar y transmitir los beneficios de sus costumbres, principalmente su contacto con la tierra. Cada vez son más los descendientes de esta comunidad que buscan y rebuscan para construir la memoria de sus árboles genealógicos. Tienen las carencias de archivos oficiales en su contra, pero algo a su favor: nunca fueron más de 60.000. Se casaban entre sí dentro de lo que se conoce como ‘doukhoborism’, lo que significa que la mayoría guardan relación entre sí a partir de un nexo no tan lejano de su pasado, según sostiene el investigador Jonathan J. Kalmakoff, quien ha conseguido reunir un biblioteca digital de archivos sobre la historia del grupo. Internet es ahora el mayor aliado para su supervivencia, reconocen descendientes como Kalmakoff. En un mundo cada vez más alerta de las consecuencias del modelo que durante siglos se ha opuesto al de grupos como los doukhobors, tal vez sean los vestigios de la propia religión los que abran camino a una conciencia de aprendizaje más allá de ella.

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