UN PROCESO IRREVERSIBLE

Un proceso irreversible

 

A muchos de nosotros, pero no a los suficientes, nos importa grandemente que la gente pase hambre, enferme, sea bombardeada, explotada, asesinada, vejada, encarcelada y privada de derechos humanos. Igualmente,  muchos de nosotros, pero los suficientes,  conocemos de sobra lo  extremadamente dañino a todos los niveles de  las pruebas atómicas y armamentísticas, el salvaje impacto ambiental de guerras como las más de 65 actuales, los daños  irrecuperables de las   fugas radioactivas, o el uso y abuso de lo nuclear, del petróleo con sus derivados y el carbón; y sabemos  que alimentan el funcionamiento de este mundo. Sí; hemos oído muchas veces que  todos ellos son venenos para la vida del planeta y para quienes lo habitamos. Hiroshima, Nagasaki, Chernóbil, Fukushima, ¿no fueron ya tremendos avisos?

Pero se ve que no nos basta con saber eso, porque sucede que el conjunto de la humanidad no reacciona. ¿Por qué? ¿Qué lo impide?

¿Hacia la sexta extinción?

A menudo se  silencian, se dicen de pasada o minimizan los efectos medioambientales producidos por el absurdo sistema de producción y consumo de esta civilización caótica que provoca el derretimiento glaciar,  obliga al tráfico de vehículos de todo tipo, produce un progresivo deterioro de  nuestra salud por la alimentación insana y las infinitas industrias contaminantes, y en general, todo lo que contribuye al cambio climático y a una posible sexta extinción de la vida  en el Planeta, que, por cierto, anda revolviéndose contra nosotros en busca de su propia salud. De ahí todas estas novedades: desplazamiento del eje magnético, causante de la desaparición de las estaciones intermedias, de la subida del nivel de los mares –junto al derretimiento glaciar- del cambio climático y de la aceleración del tiempo. Todas estas reacciones de Gaia conducen inevitablemente a un salto de los polos, al cambio de los lechos marinos, a graves inundaciones, maremotos y otras catástrofes sin cuento.

Serios avisos:

Entre tanto ya tenemos algunos “adelantos”, como el maremoto de Indonesia en marzo de 2005, la mayor tragedia medioambiental hasta hoy, y un serio aviso para que demos la vuelta y cambiemos la dirección de nuestra forma de producir y vivir. Y el caso es que las señales inequívocas de que el clima  va de mal en peor, no cesan. Por ejemplo: ¿ cuándo se habían visto tornados en Alemania o cuarenta grados en España en  el mes de Mayo? ¿Cuándo tantas inundaciones y sequías extremas?  ¿ Cuándo millones de exiliados climáticos huyen a Estados Unidos o Europa porque se mueren de hambre o los matan las guerras de los poderosos?

Y vuelta  a las andadas

Ante el inevitable agotamiento del petróleo, encarecido por  guerras como la de Ucrania,  y la demanda creciente  en los países emergentes, todavía se intenta convencernos por los destructores medioambientales y de  vidas, de la  necesidad de  la energía nuclear y del carbón, dos altos asesinos climáticos con los que se pretende alimentar a la bestia agonizante.

China, Brasil e India, como potencias emergentes de primera línea se unen al resto de los grandes contaminadores- como EEUU, Japón, Rusia y UE- a la demanda de energías sucias que agravan el cambio climático artificial del Planeta con su amenazante y temible escalada térmica. Este mes de mayo de 2022 hemos alcanzado otro serio aviso térmico, aunque no hace tanto que se han alcanzado los 30 grados en el ártico y los 40 en la Antártida, mientras la atmósfera se adelgaza sin cesar, dejándonos cada vez más desnudos e  indefensos ante el espacio exterior.

Dos serias  advertencias:

Científicos de todo el mundo, entre ellos Antonio Turiel ,  llevan anunciando hace años que estamos abocados a una gran catástrofe mundial a todos los niveles y sin precedentes de seguir así. Y como si nada.

Igualmente, desde el desacreditado y oficialmente  ignorado mundo espiritual, hace más de treinta años  que la  mística alemana Gabriele de Würzburg viene advirtiendo de las consecuencias negativas que tiene para la humanidad el vivir en contra de las leyes de Dios y de las leyes de la naturaleza, sembrando causas a lo largo de siglos  cuyos efectos estamos presenciando en forma de catástrofes, enfermedades, y situaciones extremas crecientes, rostros diversos del Apocalipsis mundial  en que nos hallamos, cosecha final de nuestras  largas siembras de milenios de oscuridad espiritual, pues todo efecto tiene su causa.

La pregunta es inevitable:

¿Quién escucha en serio todas estas advertencias? ¿Quién está dispuesto a poner el grito en el cielo y adoptar medidas contra esta barbarie?  Porque si esperamos que sean los gobernantes, las Iglesias  o las grandes empresas estamos listos, porque ellos son los grandes culpables. Pero la mayoría de la gente, grandes ausentes del debate, anda entretenida con elecciones, reyes decrépitos, democracias corruptas, y mucho fútbol.

¿ Qué cascabel para qué gato?

Aunque por algún extraño avatar alguno lo intentara, ningún gobierno de este mundo por sí solo goza del poder suficiente para  acabar con  estos modelos productivos basados en  la dependencia  de las centrales nucleares, del carbón, de los hidrocarburos y del consumismo energético en todos los ámbitos: el personal, el familiar, el industrial y del transporte. Y en un supuesto intento de detener lo que se nos viene encima, los hipócritas de las cumbres mundiales establecen acuerdos-parche de mínimos  que se anuncian y nunca se cumplen para mantener en pie este llamado “Progreso” que bien pudiera llamarse “Destrucción acelerada de la vida en la Tierra”. Y como alternativa se sigue defendiendo por políticos y hasta por  los muchos científicos de pesebre  el erre que erre de lo mismo, porque la Ciencia toda- incluida la médica-  se ha convertido en mercenaria hace mucho tiempo. ¿Entonces? Ayudemos a despertar a los hipnotizados, porque los despiertos no somos suficientes para que el barco se mantenga  flote. Y si no lo conseguimos, al menos que nuestra conciencia nos pueda reprochar que fuimos pasivos, indolentes o cooperadores necesarios de todo este desastre.

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