EL DESAFÍO DE LA BOÉTIE

El desafío de La Boétie

 

«Una vez perdida la libertad, todos los males llegan uno tras otro, y sin ella todos los demás bienes, corrompidos por la servidumbre, pierden todo su gusto y sabor»

No es la primera vez que hablo y recomiendo la lectura del libro de Etienne de La Boétie (Sarlat, 1530-Burdeos, 1538)*: «Discurso de la servidumbre voluntaria» y seguro estoy que no habré acabado de leerlo más veces, al fin y al acabo como dijese Italo Calvino, los clásicos son aquellos libros que no se dice que se leen sino que se releen; precisamente el libro que acabo de comprar lo hice en una necesaria librería, Ciutat invisible, cuyo nombre se inspira precisamente en las Ciudades invisibles del escritor italiano. En el escaparate de tal librería vi una llamativa portada del libro, a la que no me pude resistir; es la editada por Libros del zorro rojo en setiembre de este mismo año. De paso diré que el libro, lo digo para los que estéis en Barcelona el 28 de octubre, será presentado en dicha librería con la presencia de la filósofa Marina Garcés, quien al respecto escribió: «Étienne de la Boétie planteó dos cuestiones para mí imprescindibles: por qué obedecemos si podríamos dejar de hacerlo, y por qué nos maltratamos tanto si lo más natural es confraternizar unos con otros. Cómo vivir juntos sin dominarnos: esta es la cuestión imprescindible con la que nos interpela y no deja de inquietarnos, aún hoy, este libro.»

Amén del discurso del autor, el libro tiene el atractivo de la reproducción colorida, en tonos chillones, de los bonaerenses Leandro Jacob y Martín Artagabeytia, que fundaron el sello Superabundans Haut, en 2006, quienes tras leer el libro del de Sarlat realizaron una serie de carteles callejeros -en el libro se reproducen once- que recogían algunas de las frases más significativas del libro del que hablo.

La obra fue escrita entre 1546 y 1549, perdiéndose, hasta 1577 en que fue publicada, manipulada por los hugonotes, protestantes franceses -ha de tenerse en cuenta que las tierras hexagonales estaban inmersas de pleno en las guerras de religión-, para posteriormente publicarse en 1579 una primera edición que fue a la hoguera por orden del parlamento de Burdeos…Al final, a mediados del XIX, Mesmes, bibliófilo y hombre de Estado, la recuperó y desde entonces el texto no ha dejado de publicarse y traducirse; sirviendo de inspiración a las corrientes libertarias y a los defensores de la desobediencia civil…de la impostura monárquica, qué decir.

Cualquiera que lea el libro sentirá un impulso potente por defender la libertad, y oponerse a la dependencia que conlleva obediencia hacia un arriba, o hacia quienes supuestamente son los más indicados para detentar el poder. No le falta razón al prologuista de esta edición, Eudald Esplugas, al subrayar que las posturas de La Boétie fueron fuente de inspiración para la visión del poder de Michel Foucault y de algunos otros, al negar al poder su ubicación en un arriba y con un sujeto poseedor de él; hablaba el pensador de Poitier de microfísica del poder, subrayando que éste se basaba en la relación y no en la ubicación equis, de modo y manera que discurría, por medio de ciertas tecnologías, en el seno de la sociedad, sirviendo ciertas instituciones en conductoras de las tendencias a la domesticación. Venía a decir el autor de Vigilar y castigar que el poder no puede ser enfocado como algo meramente negativo (opresión, represión, fuerza y castigo), ya que en tal caso no sería posible que se mantuviesen durante mucho tiempo, sino que la producción de efectos positivos es lo que hacía que éste, fuera aceptado y pudiese filtrase sus garras en el tejido social; ciertos aires de familia pueden hallarse en lo molecular explorado por Félix Guattari, o lo rizomático propuesto por él y su colega Gilles Deleuze, reivindicando la horizontalidad frente a la verticalidad que implica jerarquía y dominio. Podría hablarse en cierta medida de un efecto cercano al llamado síndrome de Estocolmo que hace que un secuestrado acabe valorando positivamente al secuestrador, hasta el punto de mostrarle sentimientos de afecto, de amor al poder que trabaja en pos de nuestra limitación y perdición.

Algo de esto es lo que queda patente en el Discurso cuando el autor muestra su sorpresa, y enfado, al ver que quienes están sometidos al Uno, al tirano, en vez de oponerse den muestras de acuerdo y hasta de amor; funciona cierta forma de transferencia que hace que las órdenes, aunque sean perjudiciales para quien las reciben, sean adoptadas por estos sin chistar y aún más, con muestras de cumplimiento fiel como que fueran las mejores propuestas en el mejor de los mundos posibles. La comodidad, el huir de problemas, el miedo a ser libre, y erigirse en responsable, y a sentirse protegidos por el manto de los poderosos, hace que no se pretenda morder la mano del que supuestamente cuida de ellos. Este es el camino que sirvió a Étienne de la Boétie para observar como la servidumbre vencía en detrimento de la libertad…«de momento, sólo querría comprender cómo es posible que tantos hombres, tantos pueblos, tantas ciudades, tantas naciones, padezcan muchas veces a un solo tirano, quien únicamente tiene la autoridad que ellos le prestan, quien no tiene poder para perjudicarlos, salvo en la medida en aque quieran ser perjudicados, quien no puede hacerles daño alguno, a no ser que prefieran padecerlo, más que contradecirlo».

La obra, a pesar de pertenecer a un tiempo histórico lejano, sigue manteniendo su fuerza inicial, para cualquiera que sea capaz de decir NO, de desobedecer, y de alejarse del karaoke dominante que canta loas a los poderosos, y más en concreto en quienes detentan el poder fuera de cualquier forma de control popular, nada digamos del nombramiento que en el caso del poder de uno, el monarca (monosarjé) no reside en la soberanía popular sino en cuestiones de sangre y genealogía.

La propuesta de Étienne de La Boétie es una reivindicación de la libertad y del uso de un pensamiento autónomo que se guíe por su puesta en práctica de la libertad y de las decisiones en vez de mostrarse sumiso y obediente con respecto a algún poder heterónomo, ya sea el que venga del político de turno, del clérigo o de cualquier comisario de cualquier pelaje…que esté en posesión de una doctrina y que la guarde en el bolsillo izquierdo del chaleco que poetizase el otro(Leon Felipe) y cantasen los de más acá ( Imanol y/o Paco Ibañez).

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* ) Facilito el acceso a un artículo anterior en el que, por otra parte, se recogen otros artículos publicados sobe el autor y su obra

Etienne de la Boétie y la vocación de servir – Kaos en la red

https://archivo.kaosenlared.net/etienne-de-la-boetie-y-la-vocacion-de-servir/

 

Por Iñaki Urdanibia para Kaosenlared

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