EL HOMBRE LIBRE(Cuento de Alfredo Velasco)

EL HOMBRE LIBRE

 

Iba caminando por el sendero del bosque. A un lado estaba el ramal casi seco del río entre árboles altos. Al otro, había una selva de helechos y arbustos verde como mi vida. Yo ya sabía cómo se reproducían las plantas y reconocía las esporas como píldoras de vida futura y exultante.  Pero, la soledad me pesaba. Aquel día parecía un día perdido más en que estar conmigo mismo no me curaba de la civilización.

Llegué al cañón, donde franjas de arena clareaban los arbustos y árboles del borde. Rodeé las curvas gemelas, donde tantas veces había saltado por los aires con mi bicicleta. Y entonces me topé con un anciano con gafas haciendo algo.

-¿Qué haces tú aquí?- me preguntó con voz destemplada el extraño.

-Solo estoy dando un paseo-me excusé.

El anciano me miró y sonrió.

-Parece que eres un chaval listo. ¿Sabes que estoy haciendo aquí?- me dijo señalando una hoguera rodeada de piedras sobre cuyos rescoldos humeaba un palo.

-No.

-Fabrico cachabas. Vivo de ello-me afirmó orgulloso.

-¡Vaya!-me sorprendí.

-Voy por los pueblos y escojo una rama adecuada de un árbol. La quemo y moldeo el mango curvándolo con un simple alambre. Luego corto con mi navaja los nudos del palo y lo limo. Al final le pongo una goma a la pata. Tardo una hora en hacer cada cachaba. Cuando tengo seis o siete voy a los mercadillos de los pueblos cercanos y las vendo. Con el dinero me pago la comida y el alojamiento en las pensiones. Y voy de pueblo en pueblo. Soy libre.

-¡Que bien!

-Mi mujer murió.- se interrumpió suspirando- Y me querían meter en una residencia de ancianos. Pero me escapé. Eso es más triste que una cárcel. Prefiero la libertad mientras la salud aguante. Mi palabra es el único pasaporte que preciso. Apenas llevo equipaje. Lavo la ropa en las pensiones y voy limpio. De cuando en cuando me ducho. Me gusta conocer gente de los pueblos y hablar. Por eso te he importunado. Acabas de conocer a un hombre libre. La libertad es lo más importante. No me matarán esos cabrones, con perdón. Mira. ¿Quieres ver cómo lo hago?

Con unos breves comentarios me explicó con detalle mayor la técnica de su oficio. Al final seguí mi paseo y lo dejé allí, profundamente orgulloso de sí mismo y de su labor.

Hay que ir por sitios solitarios para conocer individuos únicos. Los caminos anchos y fáciles solo llevan al abismo de las masas.(Alfredo Velasco)

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