LA POLÍTICA DEL MOVIMIENTO WOKE
El Movimiento Woke,-en inglés-, es un fenómeno que nace en los Estados Unidos. Es un término de origen religioso; el despertar, la iluminación; y está relacionado con el bautismo, la conversión, el cambio de vida,” se le ha aparecido la luz”, “por fin veo claro”, “vivía en tinieblas y por fin he visto la luz”. La religiosidad de EEUU es muy conservadora. Es la idea de “despierta” y “date cuenta”. Y empieza con cuestiones raciales. A raíz del movimiento Black Lives Matter o un poco antes, en 2014. Hubo unos asesinatos de negros por la policía y, los activistas raciales, popularizaron este movimiento. En EEUU, el avance del movimiento contra la discriminación racial creció, con un presidente negro y, actualmente, una vicepresidenta. Ahí nació el Movimiento Woke. Es el concepto de tomar conciencia, “no sigas con los ojos cerrados y date cuenta de que esto importa”. Esto que es una lucha antirracista empezó a crecer y a ampliarse a otros ámbitos: discriminación de la mujer, LGTBI, trans… Todo esto es el Movimiento Woke.
El Movimiento Woke tiene dos dinámicas. La primera genera una profunda moralización de la política. Esa idea religiosa dice que si no te das cuenta es porque eres culpable y malo. Es la política de los buenos y los malos. Se emplean así calificativos absolutos. Se descalifica al contrario y funciona en los dos sentidos. Pero cuando la política se llena de epítetos morales se está culpabilizando a la gente. Pero, si yo quiero que alguien remedie una situación que estaba comentando, tengo que hacerle ver que se equivoca y que quizá no ha valorado la situación lo suficiente y que tendría que tener en cuenta otras cuestiones… Sin embargo, si empiezas diciendo que el otro es culpable, éste se va a poner a la defensiva. Es la política del “Y tú más”. Y el wokismo ha contagiado a toda la política contemporánea. En principio era de izquierdas y de minorías oprimidas. Era una crítica de la blanqueidad. La raza blanca tiene la culpa de todos los males. Se rechaza radicalmente la blanquitud. Pero ahora lo hace tanto la izquierda como la derecha. Esta moralización se hace en los dos sentidos y, el otro, es el malo. Se practica la “cultura de la cancelación”, se prohíbe todo lo contrario al activismo. Empero, los insultos no constituyen argumentos. Al final, los iluminados que acaban controlando la vida política son el mismo fundamento de la Inquisición, la guillotina y el Gulag.
Por otro lado, surge el anticolonialismo, cuando el colonialismo sucedió hace mucho tiempo atrás en la Historia. Se manipula la historia y se prolonga a la actualidad como agravio permanente. Y esto no resuelve los problemas actuales. La derecha descalifica a todos los woke y hay una algarabía constante. Y en democracia todas las ideas son aceptables, aunque no respetables, pues hay que argumentarlas. Pero, se insultan continuamente con un ruido bloqueante.
Además, las ideas identitarias no son solo de izquierdas, también las hay liberales. Los liberales insisten mucho en la libertad individual. La diferencia está centrada en las desigualdades económicas y sociales colectivas, no individuales. La crisis económica machaca más a los de abajo, y más a las mujeres que a los hombres, etc. El núcleo del Capitalismo es que no somos todos libres porque cuando un obrero firma un contrato no lo hace libremente al igual que el contratador. Existe la desigualdad de las mujeres pero, lo que crece, es la desigualdad económica. Todo es importante pero hay prioridades. Por este tema ha habido problemas entre la izquierda y los identitarios. Algunas reivindicaciones identitarias no son sociales. La derecha más radical puede compartir estas luchas identitarias, arrimándolas a su sardina.
CONDOLEZZA RICE