INDUSTRIAS DE LA MUERTE

Industrias de la muerte

 

«La energía nuclear, por su propia esencia, su dimensión planetaria y sus efectos mortíferos y mórbidos casi eternos, es un ecocidio y un crimen contra la humanidad de un tipo completamente nuevo, punta de lanza de una civilización enfermiza, mortífera y autodestructiva que, desde hace dos siglos, se ha impuesto violentamente en Occidente»

No me duelen prendas en decirlo desde el principio que el libro que traigo a esta páginas es de una potencia fuerte, demoledora, una mina de datos, de argumentos contrastados, de una precisión rigurosa en lo que hace a los datos científicos de los componentes utilizados en la industria de lo nuclear; y si digo mina , tal expresión puede extenderse metafóricamente hasta el punto de afirmar que Jean-Merc Royer en su «El mundo como proyecto Manhattan. De los laboratorios de energía nuclear a la guerra extendida a todos los seres vivos», editado en colaboración por Pepitas de Calabaza y El Salmón, entrega una verdadera batería de minas o de dardos lanzados con precisión contra el negacionismo nuclear, a la vez que propone poner en pie «las bases de otra filosofía política emancipadora. Necesitamos la crítica radical de un mundo cuyo futuro no esté en juego únicamente en las alturas del pensamiento o en el éter de un clima estratosférico apreciado por los “altermundialistas”. Este futuro está en juego también en la Tierra, frente a la “semivida” que nos han adjudicado desde hace lustros».

La verdad es que no es fácil dar cuenta cabal del contenido de esta obra y no por falta de sustancia sino al contrario por todos los aspectos en los que incide la obra y la abundante acumulación de datos, cifras, declaraciones e informes de diferentes fuentes, etc. Pasen y vean.

Tres bloques componen la obra, si bien podría añadirse un cuarto el Anexo, que sirve de complemento a la tercera. El primero de ellos, responde al proyecto que da título a la obra, donde se detalla, realmente con pelos y señales, el enome montaje que fue puesto en pie con el fin de, guiados por una pretendida esperanza científica, crear un arma con una potencia inédita en la historia de la humanidad; no cabe duda de que fue el proyecto militar más grande de todos los tiempos, a la vez que el más secreto, hasta el punto de que de él, de lo que se se tramaba, no estaban al corriente ni dios. Si se exceptúa el presidente de los USA. El montaje desbordaba el ámbito militar al verse implicadas diversas empresas, lo más granado de diferentes ramos, y cito con el fin de que se vea la magnitud de la tragedia, que diga de la iniciativa: Bell Telephone Laboratoires, DuPont de Nemours and Company, General Electric Company, Kellogg Company, Monsanto Chemical Company, Standard Oil Development Company, Tennessee Eastman Company (Kodak), Union Carbide and Carbon Corporation y Westinghouse Electric and Manufacturing Company. Desde 1940 el número de investigadores fue aumentando hasta alcanzar en 1944, 84.500 dedicados a la construcción y 40.500 a los procesos industriales. Entre 1942 y 1945 fueron empleados medio millón de personas, ocupadas en 1200 edificaciones, distribuidas en más de mil kilómetros de carreteras, 259 kilómetros de vías férreas, con unos costes astronómicos que se beneficiaban de préstamos del Tesoro estadounidense.

Tal organización se erigió en modelo de todos los departamentos técnicos de ámbito internacional; las tareas se distribuían en diferentes centros : en Oak Ridge-Hanford se trataba el plutonio, en Los Álamos se concebía el conjunto de las bombas y en Oaka Ridge se producía y separaba el uranio fisible. Además del secreto ya señalado era imprescindible que quienes trabajaban en la empresa no supieran cuál era el producto que se fabricaba, y para que la alienación fuese más asumible, el béisbol jugaba un papel esencial de cara a divertir y distraer al personal. La entrega silenciosa a la tarea, y la ignorancia acerca de su finalidad, provocaba no pocas situaciones de disfunciones psicológicas entre los sesenta y cinco mil y setenta y cinco mil habitantes del complejo, cuya entrega debía ser total de cara al bien y progreso de la patria. Un singular modelo de ciudad que contaba con una organización funcional de especialidades y una gran transversalidad operativa que ofrecía un naturaleza polimórfica que unía en diferentes complejos a científicos, militares e industriales. Un triple alianza de ciencia, industria y aparatos estatales que suponían un giro civilizacional en que se complementaban la política y la guerra.

Si inicialmente el proyecto se justificaba por el temor a los nazis, la finalidad varió de dirección a partir de 1944, para convertirse en arma contra los soviéticos. Por medio quedaban todos los procesos y las pruebas que iban dejando las huellas de la radioactividad, sin conocer con precisión cuánto tiempo resistiría el encapsulado metálico del plutonio sin liberar sus nefastos efectos en el suelo de los planetas. El proyecto en sus sucesivas variaciones, de finalidad, exigía tras las pruebas mentadas (reseñable resulta la llevada a cabo en julio de 1945 en Nuevo México con una discreta explosión de 20 kilotones que estremeció al mundo y al imaginario occidental…sin contar con la total destrucción que supuso en los alrededores y las fatales consecuencias de los habitantes, dañados de por vida). Con una soberbia y un brutal cinismo, los gerifaltes de la mortífera empresa, se guiaban por la elección el momento adecuado para organizar la operación espectacular que originase el pretendido temor…allá se guisaba la desresponsabilización de los participantes en la empresa de la que hablasen Hannah Arendt y Günther Anders…culpables sin culpabilidad, responsables sin responsabilidad, una ciencia sin conciencia, que diría Edgar Morin, que implicaba a los científicos del momento, en el asesinato de masas, y que hoy sigue con otras investigaciones nucleares de generación X y otras yerbas. Nombraba, líneas arriba, la elección del momento y ésta hizo que se retardase el final de la guerra con el fin de organizar el espectáculo mortal, que sirviese de ejemplo. Así el 6 y el 9 de agosto de 1945 se cerraba el círculo que había comenzado como una carrera armamentística con la Alemania nazi, lo que engendró « el mayor proyecto científico, industrial y militar, de todos los tiempos, el cual se convirtió en la “locomotora” de un complejo dominante que iba a transformar el mundo, imponiendo a los seres vivos una economía de guerra permanente».

Más adelante llegaron los casos de Chernóbil y Fukushima, en cuyo tratamiento mediático y otros, se siguió la líneas ya marcada en el caso de Hiroshima y Nagasaki…obstaculizar la muestra de la verdad y consecuencias de la realidad de los hechos, ocultar los efectos de la radioactividad, la Agencia Internacional de la Energía Atómica de la mano de todos los nucleólogos, nucleófilos declarados, con sus poderosas órganos de difusión y de divulgación pretendidamente científica…Ya en el caso de las bombardeas poblaciones niponas se usó, a troche y moche, la cantinela de que gracias a las bombas se había puesto fin a la guerra…Más tarde vendría las salvajes imposiciones a los japoneses para que aceptasen la versión oficial de lo sucedido, que era la de los EEUU, quien se convertía ya de paso en el único garante de la pz y del nuevo orden mundial…la censura yanki dominando el cotarro y la privilegiada imagen de la masacre con el enorme hongo…y, en copla evangélica: dejad que los muertos entierren a los muertos. Y si con anterioridad nombraba la actualización del panem et circenses, en forma de béisbol, no se debe obviar el uso de cobayas humanas para experimentar ( Jean-Marc Royer recurre a papeles oficiales de las alturas jerárquicas norteamericanas) las consecuencias de las bombas.

En el segundo bloque la obra se centra en Fukushima y la política, ya mentada con anterioridad, de evitar por todos los medios de que cundiese el pánico, para lo que era exigible no hablar de los fallecidos ni de los afectados. Se usaba para las labores de embellecimiento el señalar el tsunami como pantalla y única causa del desastre (no natural desde luego), dedicándose la prensa y las autoridades todas en ocultar los problemas que con anterioridad habían sufrido los reactores de la central. Queda subrayado el carácter de la catástrofe nuclear como desastres planetario inédito, sin evitar cargar las tintas como se hizo, el que manda, manda, en una operación descarada de dos varas de medir en un todos somos norteamericanos con ocasión del 11-S…obviando la magnitud de la tragedia nipona que debería haberse traducido en un todos somos japoneses, si en cuenta se tiene la magnitud de la tragedia para el conjunto de la humanidad y no solamente para un país. Mientras se desvela cómo la Comisión de Investigación Independiente de la Dieta japonesa, y sus informes de 2012, han sido silenciados por la comunidad nuclear y los medios de comunicación. Y mientras tanto, los liquidadores, dedicados a las ímprobas tareas de limpiar el escenario y los hibakuslka, las víctimas del bombardeo, marcados por lo real, lo simbólico y lo imaginario, mostrando la honda huella de este último de que la racionalidad no da cuenta de la totalidad, lo que invita a un cambio de relación con el mundo y con los otros.

Por último, el tercer bloque y su, ya señalado, Anexo complementario, centra el foco en la fabricación de cadáveres puesta en marcha en los lager nacionalsocialistas como puesta en práctica de una política pretendidamente higienista que no fue un invento de Hitler y sus pardas hordas sino que hundía sus raíces en materiales que el autor presenta acerca de la necesidad de purgar el cuerpo social, como el escalofriante documento de la municipalidad de Chicago que ya en 1932 enumeraba las vidas no aptas de ser vividas, no me resisto a nombrar los recogidos en la escalofriante lista: retrasados mentales, los locos, los criminales, los delincuentes y pervertidos, los epilépticos, los alcohólicos, los enfermos(tuberculosos, leprosos y otros afectados por enfermedades crónicas, infecciosas…), los ciegos totales o parciales, los sordos, , individuos dependientes…los deformes…En fin, que ya con anterioridad de Hitler, en la civilizada Europa y en concreto en la Alemania de la República de Weimar, y al otro lado del charco, desde 1850 el racismo científico, el darwinismo social y el eugenismo habían invadido las conciencias y los imaginarios del personal…y el silenciarlo es una flagrante muestra de las miserias de la historia y de los historiadores…

Y lo nuclear como modelo y vanguardia de la puesta en práctica de una política mortífera y autodestructiva del capitalismo desbocado…al abrir las puertas a otra concepción de la sociedad, de la vida, y…de la muerte.

Por Iñaki Urdanibia para Kaosenlared

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