LA VERDADERA HISTORIA DE LA “COVID”

La VERDADERA historia de la “Covid”

Kit Knightly

Traducción: SOTT.net

En septiembre de 2021 publicamos nuestro popularísimo cuaderno de notas, como respuesta a las decenas, incluso centenas, de peticiones de información por parte de nuestros lectores. Tenía por intención que sirviera tanto de fuente de recursos y enlaces como de artículo, y al mismo tiempo no contenía interpretaciones, editorializaciones ni opiniones.

La respuesta fue increíble: en pocas semanas se convirtió en nuestro artículo más visto de todos los tiempos, y desde entonces ha mantenido un tráfico constante.

Pero el tiempo pasa y, a medida que se publicaban nuevos datos y salían a la luz nuevos hechos, quedó claro que necesitábamos actualizar el artículo, no sólo en cuanto a los hechos, sino también al enfoque.

Así que hemos actualizado todos los hechos y fuentes importantes sobre la supuesta “pandemia”, para ayudarle al lector a comprender lo sucedido alrededor del mundo desde enero de 2020, y también ayudar a ilustrar a aquellos que todavía estén en medio en la niebla de la Nueva Normalidad.

Parte |: Síntomas

1. La “Covid19” y la gripe tienen síntomas IDÉNTICOS. No existen síntomas exclusivos o específicos de la “Covid” y sólo de la “Covid”. Todos los síntomas de la “Covid” son comunes a muchas otras enfermedades y afecciones, incluido el conjunto de infecciones respiratorias conocidas coloquialmente como “gripe”.

Esto es admitido por la mayoría de las fuentes y “expertos”, que describen habitualmente los síntomas de la “Covid” como “similares a los de la gripe”.

Según el propio sitio web del Centro de Control de Enfermedades de EE.UU., se compara la “Covid” con la gripe de la siguiente manera:

No se puede diferenciar entre la gripe y la COVID-19 tan sólo con observar los síntomas, porque comparten algunos de los mismos síntomas.

Mientras que el NHS del Reino Unido afirma:

Los síntomas [de la Covid] son muy similares a los de otras enfermedades, como los resfriados y la gripe.

Aunque en su redacción, todas las fuentes oficiales usan en un lenguaje suave: “algunos de los mismos síntomas”, “muy similares”, la verdad es que los síntomas son idénticos. Las únicas diferencias observables son los equívocos sobre su gravedad y momento de aparición.

Este artículo de Health Partners destaca que la “Covid” puede ser tanto más grave como más leve que la gripe, y señala que la “Covid” a veces puede “parecerse más a un resfriado”.

Mientras que según la Clínica Mayo, en su artículo sobre la “Covid” frente a la gripe, la única diferencia en los síntomas es que “aparecen en momentos distintos”.

2. Las “opacidades de vidrio esmerilado” NO son exclusivas de la “Covid”. Al comienzo de la pandemia se informó que los escaneos médicos revelaban lo que se llamaron “opacidades de vidrio esmerilado” en los pulmones de presuntos casos de la “Covid” y fueron tomados en cuenta para el diagnóstico de pacientes, pero las anomalías de vidrio esmerilado no son exclusivas de la “Covid”.

Según un artículo alemán publicado en la revista Radiologie en 2010, tenemos:

La opacidad en vidrio esmerilado (GGO por su siglas en inglés) se define como una infiltración pulmonar difusa [que puede estar causada por] edema, neumonía intersticial y del espacio aéreo. neumonitis no infecciosa, así como manifestaciones tumorales. Los procesos fisiológicos, como la ventilación deficiente de las áreas pulmonares dependientes y los efectos de la espiración también pueden presentarse como opacidad en vidrio esmerilado.

En 2012, el Journal of Respiratory Care publicó un artículo llamado “The Imaging of Acute Respiratory Distress Syndrome” en el que se describían a las GGO del siguiente modo [énfasis añadido]:

La opacificación de vidrio deslustrado en TC es un signo inespecífico que refleja una reducción global del contenido de aire en el pulmón afectado

En 2022, la revista The Lancet publicó el estudio de un médico indio titulado letra por letra “Las opacidades de vidrio esmerilado no siempre son COVID-19“.

Otro artículo, publicado por Health.com en mayo de 2022, subraya que:

Las opacidades de vidrio deslustrado (GGO) no son únicas de la COVID-19 […] pueden aparecer debido a otras afecciones e infecciones…”.

En resumen, las GGO son manifestaciones comunes de una enfermedad o lesión pulmonar, y se asocian con neumonía, neumonitis, tuberculosis y muchas otras afecciones.

3. La pérdida del olfato y el gusto NO es exclusiva de la “Covid”. Al igual que con las GGO, se ha difundido ampliamente que la pérdida del gusto y el olfato es el signo revelador de la “Covid”, pero se trata de un síntoma conocido en muchas otras infecciones de las vías respiratorias superiores.

Según un artículo de 2001 publicado en el sitio web de la Facultad de Medicina de la Universidad de Connecticut:

En adultos, las dos causas más comunes de problemas de olfato observadas en nuestra Clínica son: (1) Pérdida de olfato debida a algún proceso presente en la nariz y/o los senos paranasales, como las alergias nasales, y (2) pérdida de olfato debida a una lesión del tejido nervioso especializado de la parte superior de la nariz (o posiblemente de las vías olfativas superiores del cerebro) a causa de una infección vírica previa de las vías respiratorias superiores.

Se sabe que muchas afecciones médicas comunes causan daños agudos y crónicos en el sentido del olfato y el gusto, según el NHS del Reino Unido:

Los cambios en el sentido del olfato suelen estar causados por un resfriado o gripe, sinusitis (infección de los senos paranasales) [o] alergias (como la fiebre del heno).

Parte ||: Diagnóstico y pruebas PCR

4. No es posible diagnosticar clínicamente la “Covid19”. El diagnóstico clínico se define como la práctica de diagnosticar una enfermedad en base a un síntoma o conjunto de síntomas. El sitio Wiktionary lo define como:

La estimación de una enfermedad de acuerdo a las quejas de un paciente basada meramente en señales, síntomas e historia clínica del paciente en lugar de exámenes de laboratorio o escaneos médicos.

Dado que la “Covid19” no tiene un perfil sintomático único[1], y que TODOS los principales síntomas de la “Covid” pueden adjudicarse potencialmente a casi cualquier infección respiratoria común, es imposible diagnosticar la “Covid19” únicamente en base a síntomas.

5. Las pruebas de flujo lateral no son fiables. A lo largo de la “pandemia”, el “autotest” más utilizado para la “Covid” fueron las pruebas de flujo lateral (LFT por sus siglas en inglés). Estas pruebas son muy poco fiables y se sabe que arrojan resultados positivos aun con líquidos de casa como zumos de fruta y refrescos.

En el Reino Unido, los niños a menudo “arreglaban” pruebas de flujo lateral con vinagre o coca-cola para obtener falsos positivos y faltar unos días al colegio.

En febrero de 2022, un “experto” declaró a The Guardian que las pruebas de función pulmonar podían dar falsos positivos en función de la dieta de la persona sometida a la prueba, o mediante una “reacción cruzada” con un virus diferente.

También en febrero de 2022, un equipo de “expertos” del Imperial College informó que las pruebas de función pulmonar pueden “pasar por alto” a personas infecciosas. En otras palabras, la postura oficial es que las pruebas de función pulmonar producen falsos negativos Y falsos positivos.

Además, se reconoce, y son objeto de artículos que entran a gran detalle, que los resultados de la LFT y la PCR a menudo se contradicen entre sí. Es decir, que uno puede dar positivo en uno, pero no en el otro.

En resumen, las pruebas de flujo lateral no tienen prácticamente ningún valor diagnóstico.

6. Las pruebas PCR no se diseñaron para diagnosticar enfermedades. La prueba de la reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa (RT-PCR) se describe en los medios de comunicación como el “patrón oro” para el diagnóstico de la “Covid”.

Pero Kary Mullis, inventor de este proceso galardonado con el Premio Nobel, nunca pretendió que se utilizara como herramienta de diagnóstico y así lo dijo públicamente:

La PCR es sólo un proceso que permite hacer un montón de algo a partir de algo. No te dice que estás enfermo, ni que lo que hayas adquirido vaya a hacerte daño, ni nada por el estilo”.

7. Las pruebas PCR históricamente han sido inexactas y poco fiables. Las pruebas PCR se convirtieron en el “patrón oro” para el diagnóstico de la “Covid”, pero se sabe que producen muchos falsos positivos, por el hecho de reaccionar con material de ADN que no es específico del Sars-Cov-2.

Un estudio chino descubrió que el mismo paciente podía obtener dos resultados diferentes de la misma prueba el mismo día. En Alemania, se sabe que las pruebas han reaccionado al virus del resfriado común. En EE.UU., algunas pruebas reaccionaron incluso con la muestra de control negativa.

El difunto presidente de Tanzania, John Magufuli, sometió muestras de cabra, papaya y aceite de motor a pruebas de PCR, y todas dieron positivo para el virus.

Ya en febrero de 2020 los expertos admitían que la prueba no era fiable. El Dr. Wang Cheng, presidente de la Academia China de Ciencias Médicas, declaró a la televisión estatal china: “La precisión de las pruebas es sólo del 30-50%“. El propio sitio web del gobierno australiano afirmaba: “Las pruebas disponibles para evaluar la precisión y la utilidad clínica de las pruebas COVID-19 disponibles son limitadas“. Y un tribunal portugués dictaminó que las pruebas PCR eran “poco fiables y no debían considerarse para el diagnóstico.

La falta de fiabilidad de las pruebas PCR tampoco es exclusiva de la “Covid”. Un estudio de 2006 descubrió que las pruebas PCR para un virus también respondían a otros virus. En 2007, la confianza en las pruebas PCR dio lugar a un “brote” de tos ferina que en realidad nunca existió.

Puedes leer análisis detallados de los fallos de las pruebas PCR aquí, aquí y aquí.

8. Los valores CT de las pruebas PCR son demasiado altos. Las pruebas PCR se ejecutan en ciclos, el número de ciclos que utiliza para obtener su resultado se conoce como su “umbral de ciclo” o valor CT. Kary Mullis dijo: “Si tienes que hacer más de 40 ciclos[…]hay algo seriamente equivocado con tu PCR“.

Las directrices PCR del MIQE concuerdan: “valores PCR superiores a 40 resultan sospechosos dada la baja eficacia implícita y, por lo general, no deben notificarse“.

El propio Dr. Fauci llegó a admitir que cualquier valor superior a 35 ciclos casi nunca es cultivable.

La Dra. Juliet Morrison, viróloga de la Universidad de California en Riverside, declaró al New York Times: Cualquier prueba con un umbral de ciclos superior a 35 resulta demasiado sensible… Me sorprende que la gente piense que 40 [ciclos] puedan representar un positivo… Un umbral más razonable sería de 30 a 35″.

En el mismo artículo, el Dr. Michael Mina, de la Escuela de Salud Pública de Harvard, afirmó que el límite debería ser 30, y el autor siguió señalando que la reducción del CT de 40 a 30 habría reducido los “casos de conavirus” en algunos estados hasta en un 90%.

Los propios datos de los CDC sugieren que ninguna muestra de más de 33 ciclos podría cultivarse, y el Instituto Robert Koch de Alemania afirma que nada de más de 30 ciclos es susceptible de ser infeccioso.

A pesar de ello, se sabe que casi todos los laboratorios de EE.UU. realizan sus pruebas con un mínimo de 37 ciclos y, en ocasiones, hasta 45. El “procedimiento estándar” del NHS para las pruebas PCR establece el límite en 40 ciclos.

Con base en lo que sabemos sobre los valores CT, la mayoría de los resultados de las pruebas PCR son, en el mejor de los casos, cuestionables.

9. La Organización Mundial de la Salud admitió (dos veces) que las pruebas PCR producían falsos positivos. En diciembre de 2020, la OMS publicó una nota informativa sobre el proceso de PCR en la que instruía a los laboratorios para que tuvieran cuidado con los valores altos de CT que causaban falsos positivos:

cuando las muestras devuelven un valor CT alto, significa que se necesitaron muchos ciclos para detectar el virus. En algunas circunstancias, es difícil distinguir entre el ruido de fondo y la presencia real del virus objetivo.

Posteriormente, en enero de 2021, la OMS publicó otro memorando, esta vez advirtiendo que las pruebas PCR positivas “asintomáticas” debían volver a analizarse porque podían ser falsos positivos:

Cuando los resultados de las pruebas no se correspondan con la presentación clínica, debe tomarse una nueva muestra y volver a analizarse utilizando la misma tecnología NAT o una diferente.

Estos anuncios coincidieron con el lanzamiento inicial de las “vacunas covíricas”.

10. La base científica de TODAS las pruebas “Covid” es cuestionable. El genoma del virus Sars-Cov-2 fue supuestamente secuenciado por científicos chinos en diciembre de 2019, y luego publicado el 10 de enero de 2020. Menos de dos semanas después, virólogos alemanes (Christian Drosten et al.) supuestamente habían utilizado el genoma para crear ensayos para pruebas PCR.

Escribieron un artículo, Detection of 2019 novel coronavirus (2019-nCoV) by real-time RT-PCR, que fue presentado para su publicación el 21 de enero de 2020, y luego aceptado el 22 de enero. Lo que significa que el artículo fue supuestamente “revisado por pares” en menos de 24 horas. Un proceso que normalmente lleva semanas.

Desde entonces, un consorcio de más de cuarenta científicos ha solicitado la retirada del artículo, redactando un extenso informe en el que se detallan 10 errores importantes en la metodología del artículo.

También han solicitado que se publique el informe de revisión de los pares de la revista, para demostrar que el artículo realmente pasó por ese proceso de revisión. La revista aún no lo ha hecho.

Los ensayos Corman-Drosten forman la base de todas las pruebas PCR “Covid” del mundo. Si el artículo resulta cuestionable, todas las pruebas PCR también lo son.

Parte |||: “Casos” y “muertes”

11. Un gran número de “casos Covid” son “asintomáticos”. A comienzos de la “pandemia” se reportó que la mayoría de los “casos Covid” nunca presentaban síntomas. En marzo de 2020, estudios realizados en Italia sugerían que entre el 50% y el 75% de los Covid positivos no presentaban síntomas. Otro estudio realizado en el Reino Unido en agosto de 2020 reveló que el 86% de los “pacientes de la Covid” no presentaban ningún síntoma vírico.

Un estudio chino de marzo de 2020 descubrió que más del 80% de los “casos asintomáticos” eran en realidad falsos positivos.

En resumen, la gran mayoría de los “casos” durante el primer año de la “pandemia” fueron personas que nunca enfermaron.

Luego que la OMS emitiera una directriz para volver a analizar los casos asintomáticos [9] en enero de 2021, justo cuando las “vacunas” se lanzaron por primera vez, el porcentaje de “casos asintomáticos” ha sido supuestamente menor, aproximadamente del 40%.

12. Las cifras de “casos Covid” son intrínsecamente insignificantes. Desde el inicio de la “pandemia”, un “caso Covid” se ha definido de tal manera que garantiza al incremento artificial de las estadísticas.

La definición de “caso confirmado” de la Organización Mundial de la Salud es cualquiera que obtenga un resultado positivo de PCR, independientemente de los síntomas o los antecedentes personales. Además, se sabe que muchas agencias sanitarias de todo el mundo, incluidos los CDC estadounidenses, incluyen “casos probables” en sus estadísticas.

La OMS define un “caso probable” como cualquier persona que cumpla los “criterios clínicos” (es decir, que presente síntomas gripales) y haya estado en contacto con un “caso confirmado” O con otro “caso probable”:

Caso probable: Un paciente que cumple los criterios clínicos Y se ha contactado con un caso probable o confirmado, o está vinculado a un cluster de la COVID-19″.

Como se ha mencionado anteriormente, las pruebas PCR no funcionan y producen falsos positivos. Las pruebas de flujo lateral también producen falsos positivos. Se sabe que estas pruebas pueden incluso dar resultados contradictorios para la misma persona al mismo tiempo. “Covid19” también carece de un perfil sintomático único, lo que descarta el diagnóstico clínico.

Si no se pueden realizar pruebas fiables de la enfermedad en un laboratorio ni identificarla mediante un perfil sintomático único, y muchos “casos” se reconocen como “asintomáticos”, entonces “Covid19” se vuelve una etiqueta carente de significado.

A falta de un método de diagnóstico fiable, las estadísticas de casos de cualquier enfermedad pierden sentido.

13. Las “muertes Covid” se fabricaron gracias a la manipulación estadística. Dado que las estadísticas de casos “Covid” se habían exagerado [12], se deduce naturalmente que las estadísticas de muertes “Covid” serían igualmente dudosas. De hecho, desde el principio de la “pandemia” se observó que los recuentos de “muertes Covid” se estaban inflando artificialmente.

Según la Agencia de Estándares Sanitarios del Reino Unido, la OMS definió una “muerte Covid” en los siguientes términos:

Una muerte por COVID-19 se define a efectos de vigilancia como una muerte resultante de una enfermedad clínicamente compatible en un caso probable o confirmado de COVID-19, a menos que exista una causa alternativa clara de muerte que no pueda relacionarse con la enfermedad por COVID-19 (por ejemplo, traumatismo).

A lo largo de la “pandemia”, muchos países de todo el mundo fueron incluso más allá y definieron una “muerte por Covid” como una “muerte por cualquier causa en los 28/30/60 días siguientes a una prueba positiva“.

Funcionarios sanitarios de Dinamarca, Italia, Alemania, Reino Unido, Estados Unidos, Irlanda del Norte y otros países han admitido esta práctica

Los CDC estadounidenses incluso registran las muertes “probables” por Covid en sus estadísticas.

Eliminar cualquier distinción entre morir de “Covid” y morir de otra cosa tras dar positivo por Covid nos llevará de forma natural a cifras de “muertes por Covid” sin sentido alguno.

El patólogo británico Dr. John Lee ya advirtió de esta “sobreestimación sustancial” en abril de 2020. Otras fuentes oficiales también han informado de ello.

Teniendo en cuenta el enorme porcentaje de “infecciones asintomáticas por Covid” [11], la conocida prevalencia de comorbilidades graves [30] y el hecho de que todas las “pruebas Covid” son absolutamente poco confiables [II], esto hace que las cifras de muertes por “Covid” sean una estadística descartable.

Parte IV: Encierros

14. Los encierros no evitan la propagación de la enfermedad. Hay poca o ninguna evidencia de que los encierros tengan algún efecto en limitar los “fallecimientos por Covid”. Si se comparan las regiones que cerraron con las que no lo hicieron, no se observa ningún patrón.

Un metaanálisis pendiente de publicar de la Universidad Johns Hopkins descubrió que los encierros casi no afectaban a la mortandad de la “Covid19”, mientras que otro artículo sobre los “Determinantes de las muertes por COVID-19” publicado en abril de 2021 descubrió que pocas pruebas de que los cierres redujeran las muertes

15. Los encierros son mortales para la población. Existen pruebas fehacientes de que los encierros son más mortíferos que el supuesto “virus” debido a los daños sociales, económicos y de salud pública que conllevan.

El Dr. David Nabarro, enviado especial de la Organización Mundial de la Salud para la Covid-19, describió los encierros como una “catástrofe mundial” en octubre de 2020:

En la Organización Mundial de la Salud no abogamos por los encierros como principal medio de control del virus[…] parece que podríamos duplicar los números de pobreza mundial para el año que viene. Es muy posible que aumentemos dos veces la cifra de la desnutrición infantil […] Se trata de una catástrofe mundial terrible y espantosa”.

Un informe de la ONU de abril de 2020 advertía de la muerte de 100.000 niños por el impacto económico de los encierros, mientras decenas de millones más se enfrentan a una posible pobreza y hambruna.

El desempleo, la pobreza, el suicidio, el alcoholismo, el consumo de drogas y otras crisis sociales y de salud mental están aumentando en todo el mundo. Mientras que en muchos países del mundo ya se ha observado un aumento de la mortalidad por cardiopatías, cáncer y otras afecciones debido a cirugías y revisiones no realizadas o realizadas con retraso.

Un informe del Banco Mundial de junio de 2021 calculaba que cerca de 100 millones de personas se habían visto sumidas en la pobreza extrema por las denominadas “medidas contra la Covid-19”.

En enero de 2023, los servicios sanitarios de todo el mundo seguían experimentando caóticos retrasos en tratamientos y diagnósticos. Es probable que las repercusiones del encierro afecten a la salud pública durante años.

El impacto del encierro podría explicar cualquier aumento observado en el exceso de mortalidad[33].

16. Los bebés nacidos durante el encierro tienen un coeficiente intelectual más bajo. Un estudio realizado por la Universidad Brown descubrió que los niños nacidos después de marzo de 2020 tenían, en promedio, un coeficiente intelectual 21 puntos inferior al de las generaciones anteriores, concluyendo que:

existen interrogantes sobre el efecto del trabajo desde casa, las órdenes de permanecer en casa y otras políticas de salud pública que han limitado la interacción social y las experiencias típicas de la infancia en el neurodesarrollo infantil temprano.

Esto refleja los informes de niños mayores (de 4 a 5 años) sobre el retraso en el desarrollo de habilidades sociales y la incapacidad para leer señales faciales.

17. Los hospitales nunca estuvieron desbordados. El principal argumento utilizado para defender el encierro era el que “aplanar la curva” evitaría una rápida afluencia de casos y protegería a los sistemas sanitarios del colapso. Pero la mayoría de los sistemas sanitarios nunca estuvieron cerca del colapso en absoluto.

En marzo de 2020 se informó de que los hospitales de España e Italia estaban desbordados de pacientes, pero esto ocurre cada temporada de gripe. En 2017 los hospitales españoles estaban al 200% de su capacidad, y en 2015 hubo pacientes durmiendo en los pasillos. Un artículo de JAMA de marzo de 2020 descubrió que los hospitales italianos “suelen funcionar al 85-90% de su capacidad en los meses de invierno“.

En el Reino Unido, el Servicio Nacional de Salud (NHS por sus siglas en inglés) suele estar al límite de su capacidad en invierno.

Como parte de su política Covid, el NHS anunció en la primavera de 2020 que iba a “reorganizar la capacidad hospitalaria para tratar a los pacientes Covid y sin Covid por separado” y que “como resultado, los hospitales experimentarán tasas de ocupación más bajas de lo que habría sido el caso anteriormente“.

Esto significa que se eliminaron miles de camas.

Sí, durante una supuesta pandemia mortal, de hecho redujeron la capacidad máxima de los hospitales.

A pesar de ello, el NHS nunca sintió un aumento más allá de la típica temporada de gripe, y en ocasiones llegó a tener 4 veces más camas vacías de lo normal.

Tanto en el Reino Unido como en Estados Unidos se gastaron millones en hospitales de emergencia temporales que nunca se utilizaron.

Un artículo publicado en Health Policy en noviembre de 2021 descubrió que, en toda Europa occidental, la “capacidad de sobrecarga” de camas de UCI solo se superó un sólo día: en Lombardía, el 3 de abril de 2020.

18. Hubo un cuantioso incremento en el uso “ilegal” de órdenes de no resucitar. Los organismos de vigilancia y las agencias gubernamentales informaron de enormes aumentos en el uso de Órdenes de no resucitar (DNR por sus siglas en inglés) en los años 2020-2021.

Ya en marzo de 2020, cuando la “pandemia” aún estaba en sus primeras fases, aparecieron artículos en revistas de gran tirada que predecían el uso “unilateral” de DNR, algo que “rara vez había tenido relevancia antes de la Covid”:

los médicos de algunos entornos sanitarios pueden decidir unilateralmente redactar una orden de no reanimar. Este último enfoque no se acepta de manera uniforme y, antes de la COVID-19, rara vez tenía relevancia. Sin embargo, durante esta pandemia, en situaciones extremas como la de un paciente con una enfermedad crónica grave subyacente e insuficiencia cardiopulmonar aguda que empeora a pesar de la terapia extrema, puede haber un papel para una DNR unilateral para reducir el riesgo de RCP médicamente inútil para los pacientes, las familias y los trabajadores sanitarios.

En EE.UU., los hospitales consideraron la posibilidad de aplicar “DNR universales” a cualquier paciente que diera positivo en la prueba de la Covid, y enfermeras convertidas en informantes han admitido que en Nueva York se abusó del sistema de DNR.

En el Reino Unido se produjo un aumento “sin precedentes” de DNR “ilegales” para discapacitados, las consultas de medicina general enviaron cartas a pacientes no terminales recomendándoles firmar las DNR, mientras que otros médicos firmaron “DNR universales” para residencias de ancianos enteras.

Un estudio realizado por la Universidad de Sheffield descubrió que más de un tercio de todos los pacientes “sospechosos” de Covid tenían una DNR adjunta a su expediente en las 24 horas siguientes a su ingreso hospitalario.

En un artículo publicado en la revista Public Health Frontiers en mayo de 2021, se defendía “éticamente” el uso “unilateral” de DNR en pacientes Covid:

Algunos países se vieron obligados a adoptar una política de DNR unilateral para determinados grupos de pacientes […] En la difícil situación actual… hay que tomar decisiones difíciles. Podrían prevalecer los beneficios sociales sobre los individuales.

El uso generalizado de órdenes de no reanimar forzadas o ilegales podría explicar cualquier aumento de la mortalidad en 2020/21.[33]

Parte V: Ventiladores

19. La ventilación NO es un tratamiento para las infecciones respiratorias. La ventilación mecánica no es, y nunca ha sido, un tratamiento recomendado para infecciones respiratorias de ningún tipo. En los primeros días de la pandemia, muchos médicos salieron a la palestra cuestionando el uso de ventiladores para tratar la “Covid”.

Escribiendo en The Spectator, el Dr. Matt Strauss declaró:

Los respiradores no curan ninguna enfermedad. Pueden llenar los pulmones de aire cuando uno es incapaz de hacerlo por sí mismo. En la mente del público se asocian a las enfermedades pulmonares, pero en realidad esta no es su aplicación más común ni la más adecuada.

En palabras del neumólogo alemán Dr. Thomas Voshaar, presidente de la Asociación de Clínicas Neumatológicas:

Cuando leímos los primeros estudios e informes de China e Italia, nos preguntamos inmediatamente por qué la intubación era tan frecuente allí. Contradecía nuestra experiencia clínica con la neumonía vírica.

A pesar de ello, la OMS, los CDC, el ECDC y el NHS “recomendaron” ventilar a los pacientes con Covid en lugar de utilizar métodos no invasivos.

No se trataba de una política médica diseñada para tratar mejor a los pacientes, sino más bien para reducir la hipotética propagación del Covid impidiendo que los pacientes exhalaran gotitas de aerosol, esto se dejó claro en las directrices publicadas oficialmente.

20. Los ventiladores matan gente. Conectar el ventilador una persona que padezca de gripe, neumonía, enfermedad pulmonar obstructiva crónica o cualquier otra afección que restrinja la respiración o afecte a los pulmones no aliviará ninguno de esos síntomas. De hecho, es casi seguro que los empeorará y será mortal para gran parte de ellos.

Los tubos de intubación son una fuente potencial de una infección conocida como “neumonía asociada al ventilador”, que, según los estudios, afecta hasta al 28% de todas las persona conectadas y mata al 20-55% de los infectados.

La ventilación mecánica también daña la estructura física de los pulmones, provocando “lesiones pulmonares inducidas por la ventilación“, que pueden afectar gravemente a la calidad de vida e incluso causar la muerte.

Los expertos estiman que entre el 40 y el 50% de los pacientes ventilados mueren, independientemente de su enfermedad. En todo el mundo, entre el 66% y el 86% de todos los “pacientes Covid” conectados a respiradores murieron.

Según una “enfermera encubierta”, en Nueva York los respiradores se utilizaban de forma tan inadecuada que destruían los pulmones de los pacientes

Esta política es una negligencia en el mejor de los casos y un homicidio potencialmente intencionado en el peor. Este mal uso de los respiradores podría explicar el aumento de la mortalidad en 2020/21 [33].

Parte VI: Mascarillas o barbijos

21. Las mascarillas o barbijos no funcionan. Al menos una docena de estudios científicos han demostrado que las mascarillas no hacen nada para detener la propagación de los virus respiratorios.

Un metaanálisis publicado por los CDC en mayo de 2020 no encontró “ninguna reducción significativa en la transmisión de la gripe con el uso de mascarillas“.

Una revisión canadiense de julio de 2020 encontró “pruebas limitadas de que el uso de mascarillas podría reducir el riesgo de infecciones respiratorias virales“.

Otro estudio con más de 8,000 sujetos encontró que las mascarillas “no parecían ser eficaces contra las infecciones respiratorias virales confirmadas en laboratorio ni contra la infección respiratoria clínica“.

Son literalmente demasiados para citarlos todos, pero puede leerlos: [1][2][3][4][5][6][7][8][9][10] O leer un resumen de SPR aquí.

Aunque se han realizado algunos estudios que afirman demostrar que la mascarilla funciona para la Covid, todos tienen graves defectos. Uno de ellos se basaba en encuestas autoinformadas. Otro estaba tan mal diseñado que un grupo de expertos exigió que fuera retirado. Un tercero fue retirado después de que sus predicciones resultaran totalmente incorrectas.

La OMS encargó su propio metaanálisis en la revista The Lancet, pero ese estudio sólo analizaba las mascarillas N95 y sólo en hospitales. (Para un resumen completo de los datos erróneos de este estudio, haga clic aquí).

Aparte de las pruebas científicas, hay muchas pruebas en el mundo real de que las mascarillas no sirven para detener la propagación de enfermedades.

Por ejemplo, Dakota del Norte y Dakota del Sur tuvieron cifras de “casos” casi idénticas, a pesar de que una de ellas tenía la obligación de utilizar mascarillas y la otra no

Comparación de la eficacia de la mascarilla en Dakota del Norte sin obligación de utilizarla y en Dakota del Sur con obligación de utilizarla.

En Kansas, los condados sin mandato de mascarilla tuvieron en realidad menos “casos” de Covid que los condados con mandato de mascarilla. Y a pesar de que los barbijos son muy comunes en Japón, tuvieron su peor brote de gripe en décadas en 2019.

Las mascarillas no solo no funcionan, sino que era ampliamente conocido que no funcionaban desde antes del 2020.

Una revisión de la literatura de 2016 publicada en el Journal of Oral Health encontró:

no hay datos científicos convincentes que respalden la eficacia de las mascarillas para la protección respiratoria.

(Este estudio se eliminó silenciosamente del sitio web de la revista en junio de 2020, porque “ya no era relevante en el entorno actual”).

Otro estudio, publicado en 2020 pero realizado en 2019, encontró:

ningún efecto significativo de las mascarillas en la transmisión de la gripe confirmada en laboratorio.

En su revisión de 2020, “Masks Don’t Work”, el Dr. Denis Rancourt cita estudios de 2009, 2010, 2012, 2016, 2017 y 2019… ninguno de los cuales encontró ningún beneficio significativo en absoluto de usar una máscara.

Y, lo que es más revelador, en su propio informe sobre la gripe de 2019, la propia OMS señaló que:

no hay pruebas de que [las mascarillas sean] eficaces para reducir la transmisión

22. Las mascarillas son perjudiciales para la salud. Llevar una mascarilla durante mucho tiempo, usar la misma mascarilla más de una vez y otros aspectos de las mascarillas de tela pueden ser perjudiciales para la salud. La revista International Journal of Environmental Research and Public Health publicó recientemente un largo estudio sobre los efectos perjudiciales del uso de mascarillas

El Dr. James Meehan informó en agosto de 2020 que estaba observando aumentos de neumonía bacteriana, infecciones fúngicas y erupciones faciales.

También se sabe que las mascarillas contienen microfibras de plástico, que dañan los pulmones cuando se inhalan y pueden ser potencialmente cancerígenas.

El uso de mascarillas por los niños favorece la respiración bucal, lo que provoca deformidades faciales.

Personas de todo el mundo se han desmayado por intoxicación de CO2 mientras llevaban puestas las mascarillas, y algunos niños en China llegaron a sufrir una parada cardiaca súbita.

Además, las máscarillas pueden aumentar la probabilidad de enfermedades respiratorias, un ensayo de barbijos de tela de 2015 encontró que:

La retención de humedad, la reutilización de máscarillas de tela y la filtración deficiente pueden resultar en un mayor riesgo de infección.

Mientras que un nuevo estudio publicado en julio de 2022 encontró que las mascarillas, especialmente las usadas más de una vez, eran caldo de cultivo tanto para bacterias como para microbios fúngicos.

Otra entrega revisada por expertos sobre la eficacia de las mascarillas, de abril de 2022, descubrió:

Aunque no se pudieron llegar a conclusiones sobre su causa-efecto a partir de este análisis observacional, la falta de correlaciones negativas entre el uso de mascarillas y los casos y muertes por COVID-19 sugiere que el uso generalizado de mascarillas […] no fue capaz de reducir la transmisión de COVID-19. Además, la correlación positiva entre el uso de mascarillas y las muertes en Europa Occidental también sugiere que el uso universal de mascarillas puede haber tenido consecuencias perjudiciales.

23. Las mascarillas son malas para el planeta. Desde hace más de un año se utilizan millones y millones de mascarillas desechables cada mes. Según un informe de la ONU, es probable que la pandemia de Covid19 haga que los residuos plásticos aumenten a más del doble en los próximos años, y la gran mayoría son mascarillas.

El informe advierte de que estas mascarillas (y otros residuos médicos) obstruirán los sistemas de alcantarillado y riego, lo que repercutirá en la salud pública, el riego y la agricultura.

Un estudio de la Universidad de Swansea descubrió que “se liberaban metales pesados y fibras de plástico al sumergir las mascarillas desechables en el agua“. Estos materiales son tóxicos tanto para las personas como para la fauna.

Otro estudio, publicado en 2022, descubrió que

las mascarillas desechables y los guantes de plástico podrían suponer un riesgo para la fauna salvaje por decenas, si no cientos de años.

Parte VII: Vacunas

24. Las “vacunas” Covid no tienen precedentes. Antes de 2020 nunca se había desarrollado con éxito una vacuna contra un coronavirus humano.

Tras la aparición de la “Covid”, supuestamente se fabricaron más de 20 en 18 meses.

Los científicos llevan años intentando desarrollar una vacuna contra el SRAS y el MERS pero con poco éxito. Algunas de las vacunas contra el SRAS que fracasaron provocaron de hecho hipersensibilidad al virus del SRAS. Esto significa que los ratones vacunados podrían contraer la enfermedad de forma más grave que los no vacunados. Otro intento causó daños hepáticos en hurones.

Mientras que la teoría en la que se basan las vacunas tradicionales es que la exposición del cuerpo a una cepa debilitada de un microorganismo desencadenará una respuesta inmunitaria, muchas de estas nuevas “vacunas” Covid son vacunas de ARNm.

En teoría, las vacunas de ARNm (ácido ribonucleico mensajero) funcionan inyectando ARNm viral en el cuerpo, donde se replica dentro de las células y anima al organismo a reconocer y producir antígenos para las “proteínas pico” del virus.

Las vacunas de ARNm han sido objeto de investigación desde la década de 1990, pero antes de 2020 ninguna vacuna de ARNm había sido aprobada para su uso en humanos.

Sin embargo, tras la aparición de Covid, dos empresas diferentes fabricaron dos vacunas de ARNm supuestamente “seguras y eficaces” con semanas de diferencia.

25. Las “vacunas Covid” no confieren inmunidad ni evitan la transmisión. Se admite que las “vacunas” Covid no confieren inmunidad frente a la infección ni evitan que se transmita la enfermedad a otras personas. De hecho, un artículo del British Medical Journal destacaba que los ensayos de la vacuna ni siquiera se diseñaron para evaluar si las “vacunas” limitaban la transmisión.
Los propios fabricantes de vacunas, luego de poner a disposición del público estas terapias genéticas de ARNm, dejaron muy claro que la “eficacia” de sus productos se basaba en la “reducción de la gravedad de los síntomas“.

En octubre de 2022, Janine Small, ejecutiva de Pfizer, testificó ante el parlamento de la UE y admitió que Pfizer ni siquiera probó si su vacuna prevenía la transmisión del “Covid” antes de su lanzamiento público.

26. Las vacunas se lanzaron con prisas y se desconocen sus efectos a largo plazo. El desarrollo de vacunas es un proceso lento y laborioso. Normalmente, desde su desarrollo hasta su aprobación para uso público, pasando por las pruebas, transcurren muchos años. Las distintas vacunas para Covid se desarrollaron y aprobaron en menos de un año.

El propio sitio web de Moderna admite que “normalmente se tarda entre 10 y 15 años en desarrollar una vacuna“, pero presume de producir su SpikeVaxen 2 meses“.

Obviamente, no puede haber datos de seguridad a largo plazo sobre productos químicos que tienen menos de un año de existencia.

Pfizer incluso admite que esto es cierto en el contrato de suministro filtrado entre el gigante farmacéutico y el gobierno de Albania:

“los efectos a largo plazo y la eficacia de la Vacuna no se conocen actualmente y que puede haber efectos adversos de la Vacuna que no se conocen actualmente”.

Además, ninguna de las vacunas ha sido sometida a ensayos adecuados. Muchas de ellas se saltaron por completo los ensayos de las primeras fases, y los ensayos en humanos de las últimas fases o bien no han sido revisados por expertos, o bien no han publicado sus datos, o no terminarán hasta 2023, o fueron abandonados tras “graves efectos adversos“.

27. A los fabricantes de vacunas se les ha concedido indemnización legal en caso de que causen daños. La Ley de Preparación para Emergencias y Preparación Pública (PREP) de EE.UU. concede inmunidad hasta al menos 2024.

La ley de licencias de productos de la UE hace lo mismo, y hay informes de la existencia de cláusulas de responsabilidad confidencial en los contratos que la UE firmó con los fabricantes de vacunas.

El Reino Unido fue incluso más lejos, concediendo una indemnización legal permanente al gobierno, y a cualquier empleado del mismo, por cualquier daño causado cuando un paciente está siendo tratado por Covid19 o “sospecha de Covid19”.

De nuevo, el contrato albanés filtrado sugiere que Pfizer, al menos, hizo de esta indemnización una exigencia estándar del suministro de vacunas Covid:

Por la presente, el comprador acepta indemnizar, defender y eximir de responsabilidad a Pfizer […] frente a cualesquiera demandas, reclamaciones, acciones, demandas, pérdidas, daños, responsabilidades, acuerdos, sanciones, multas, costes y gastos…”.

28. Las “vacunas” Covid conllevan un riesgo significativo de efectos secundarios adversos. Las vacunas experimentales Covid han causado potencialmente docenas de afecciones graves en millones de personas. Entre ellas se incluyen miocarditis (especialmente en niños pequeños), coágulos sanguíneos, reacciones alérgicas, afecciones cutáneas, parálisis de Bell, irregularidades menstruales y más. [Para un desglose detallado de estas afecciones, haga clic aquí].

El Sistema de Notificación de Efectos Adversos de Vacunas (VAERS, por sus siglas en inglés) de los CDC de EE.UU. ha recibido el doble de informes desde la llegada de la vacuna Covid que todos los años anteriores juntos.

Fuente

Parte VII: Datos de mortalidad

29. La tasa de supervivencia de la “Covid” es superior al 99%. Los expertos médicos del gobierno se esforzaron en subrayar, desde el comienzo de la “pandemia”, que la inmensa mayoría de la población no corre peligro alguno a causa de la Covid.

Una nueva revisión global de los datos de la Covid, publicada en octubre de 2022 por el epidemiólogo de Stanford John Ioannidis (et al), encontró una tasa media de mortalidad de sólo el 0,07% en personas menores de 70 años.

Casi todos los estudios de anticuerpos sobre la relación infección-fatalidad (IFR) de la Covid han arrojado resultados entre el 0,04% y el 0,5%. Es decir, suponiendo por un momento que la “covid” haya existido alguna vez como enfermedad diferenciada, su tasa de supervivencia era de al menos el 99,5%.

30. La gran mayoría de las “muertes Covid” tienen comorbilidades graves. En marzo de 2020, el gobierno italiano publicó estadísticas que mostraban que el 99,2% de sus “muertes Covid” tenían al menos una comorbilidad grave.

Entre ellas, cáncer, cardiopatías, demencia, Alzheimer, insuficiencia renal y diabetes (entre otras). Más del 50% tenían tres o más enfermedades graves preexistentes.

Este patrón se ha mantenido en todos los demás países a lo largo de la “pandemia”. Una solicitud FOIA de octubre de 2020 a la ONS del Reino Unido reveló que menos del 10% del recuento oficial de “muertes por Covid” en ese momento tenía Covid como única causa de muerte.

En resumen, la gran mayoría de “muertes por Covid” eran personas muy frágiles.

Esto fue interpretado por la prensa como que la vejez o la enfermedad eran “factores de riesgo” de “Covid”. Sin embargo, podría decirse con más exactitud que el factor de riesgo número uno para “morir de Covid” era ya morir de otra cosa.

31. La edad media de fallecimiento por “Covid” es superior a la esperanza media de vida. La edad media de una “muerte Covid” en el Reino Unido es de 82,5 años. En Italia, es de 86. En Alemania, 83. En Suiza, 86. Canadá, 86. Estados Unidos, 78. Australia, 82.

En casi todos los casos, la edad media de una “muerte por Covid” es superior a la esperanza de vida nacional.

La investigación de marzo de 2021 descubrió que, en los ocho países estudiados, más del 64% de todas las “muertes por Covid” se produjeron en personas que superaban la esperanza de vida nacional.

Por tanto, en la mayor parte del mundo, la “pandemia” tuvo un impacto mínimo o nulo en la esperanza de vida. Esto contrasta con la gripe española, que provocó un descenso del 28% de la esperanza de vida en Estados Unidos en poco más de un año. [fuente]

32. La mortalidad Covid refleja exactamente la curva de mortalidad natural. Estudios estadísticos del Reino Unido y la India han demostrado que la curva de “mortalidad Covid” sigue casi exactamente la curva de mortalidad esperada. La curva de la “muerte Covid” sigue casi exactamente la curva de la mortalidad esperada

El riesgo de muerte “por Covid” sigue, casi exactamente, su riesgo de fondo de muerte en general.

El pequeño aumento para algunos de los grupos de mayor edad puede explicarse por otros factores [15][18][20][28].

33. NO ha habido un exceso de mortalidad inusual. La cifra global de muertes por “Covid”, incluso con estadísticas exageradas [13], nunca fue lo suficientemente alta como para justificar las respuestas draconianas que vimos de la mayoría de los gobiernos del mundo.

En tres años de “Covid”, se han producido aproximadamente 6,8 millones de “muertes Covid”, o 2,3 millones al año. Eso es el 0,03% de la población mundial. A modo de comparación, la gripe española de 1918 mató entre 25 y 100 millones de personas en dos años, o entre el 0,7 y el 2,8% de la población mundial al año.

La prensa ha calificado al 2020 como el “año más mortífero para el Reino Unido desde la Segunda Guerra Mundial”, pero esto es engañoso porque ignora el aumento masivo de la población desde entonces. Una medida estadística más razonable de la mortalidad es la Tasa de Mortalidad Estandarizada por Edad (TMEE):

Según esta medida, el 2020 ni siquiera es el peor año para la mortalidad desde 2000. De hecho, desde 1943 sólo 9 años han sido mejores que el 2020.

Del mismo modo, en EE.UU. la ASMR para 2020 sólo alcanza los niveles de 2004:

Suecia, que notoriamente no implementó encierros, vio cómo su mortalidad por todas las causas alcanzaba niveles ya vistos en 2012

La base de datos sobre mortalidad del Banco Mundial estima que en 2020 la tasa bruta de mortalidad mundial aumentará de ~7,6 a 8, es decir, volverá al nivel registrado entre 2006 y 2011.

A partir de mayo de 2021, la Organización Mundial de la Salud empezó a hablar del “verdadero coste de la pandemia”, promoviendo esfuerzos para inflar aún más el número de muertes de la pandemia atribuyendo el exceso de muertes desde 2020 a Covid. Sin embargo, dado que cualquier aumento de la mortalidad podría atribuirse a causas ajenas al Covid [hechos 15, 18, 20 y 28], eso es irracional o un engaño intencionado.

Además, hay pruebas fehacientes de que el exceso de muertes no tiene nada que ver con “Covid”, ya que el exceso de muertes ha seguido aumentando a pesar de que, según los informes, los casos de Covid han disminuido. Como se informó en el Spectator en noviembre de 2022:

¿Por qué el exceso de muertes es mayor ahora que durante la Covid?

Tampoco es sólo en el Reino Unido, como escribieron Toby Green y Thomas Fazi para Unherd el 30 de enero:

…a pesar de unas tasas de mortalidad Covid relativamente bajas, el exceso de muertes en todos los grupos de edad en Europa en 2022 fue tan alto como en 2020 y más alto que en 2021, incluso en las cohortes de más edad. Fuera de Europa, la situación es muy parecida…

El hecho de que el exceso de muertes haya seguido aumentando a pesar de la supuesta ralentización de la “pandemia” es una prueba de que cualquier exceso de mortalidad puede no haber sido causado nunca por el “Covid”, sino que de hecho se debió a otros factores (por ejemplo, las consecuencias económicas y sociales de las políticas del encierro y, potencialmente, la distribución de “vacunas” no probadas e innecesarias).

Parte IX: Planeación y engaño

34. La UE estaba preparando “pasaportes de vacunación” al menos un AÑO antes de que comenzara la pandemia. Las contramedidas COVID, presentadas como medidas improvisadas de emergencia, ya existían desde antes de la aparición de la enfermedad.

Dos documentos de la UE publicados en 2018, el “Situación de la conrfianza en las vacunas de 2018” y un informe técnico titulado “Diseño e implementación de un sistema de información de inmunización“, discutían la plausibilidad de un sistema de monitoreo de vacunación en toda la UE.

Estos documentos se combinaron en la “Hoja de ruta de vacunación” de 2019, que (entre otras cosas) marcaba un “estudio de viabilidad” de los pasaportes de vacunación a comenzar en 2019 y terminando en 2021

Las conclusiones finales de este informe se hicieron públicas en septiembre de 2019, justo un mes antes del Evento 201 (abajo).

De hecho, los programas de vacunación e inmunización han sido reconocidos como “un punto de entrada para la identidad digital” desde al menos 2018.

Fundada en 2016, la ID2020 es una “alianza” corporativa-gubernamental dedicada a “proporcionar identidad digital para todos”. En marzo de 2018, la ID2020 publicó un artículo titulado “Inmunización: un punto de entrada para la identidad digital“, en el que el autor argumenta:

La inmunización plantea una enorme oportunidad para escalar la identidad digital

La ID2020 fue fundada conjuntamente por Microsoft, la Fundación Rockefeller y GAVI the Vaccine Alliance. Entre sus “socios” figuran Facebook y la ONU.

35. Un “ejercicio” predijo la pandemia pocas semanas antes de que comenzara. En octubre de 2019, el Foro Económico Mundial y la Universidad Johns Hopkins celebraron el Evento 201. Se trataba de un entrenamiento donde un coronavirus zoonótico iniciaría una pandemia mundial. El ejercicio fue patrocinado por la Fundación Bill y Melinda Gates y GAVI the vaccine alliance.

El ejercicio publicó sus conclusiones y recomendaciones en noviembre de 2019 como una “llamada a la acción“. Un mes después, China registró su primer caso de “Covid”.

36. Los líderes mundiales escépticos de Covid “murieron repentinamente”. Múltiples líderes políticos que se oponían a las políticas Covid de la Organización Mundial de la Salud murieron inesperadamente, y sus sucesores inmediatamente revocaron las políticas Covid contrarias a la OMS.

El 3 de mayo de 2020, el presidente de Burundi, Pierre Nkurunzia, tachó a la Covid de “un engaño“. Tres días después, el Council on Foreign Relations advirtió de “tendencias peligrosas en la democracia de Burundi“.

El 14 de mayo de 2020, Nkurunzia expulsó formalmente de Burundi a los representantes de la OMS. Menos de un mes después, murió “de una enfermedad repentina”. Su sucesor calificó a la Covid de “nuestro mayor enemigo”, e invitó a la OMS a regresar.

Se produjo una situación casi idéntica en Tanzania, donde el presidente John Magufuli, escéptico ante la Covid, cuestionó la exactitud de las pruebas PCR y prohibió el uso de vacunas Covid en su país.

En marzo de 2021, Magufuli desapareció de la escena pública por semanas. De nuevo, el Council on Foreign Relations publicó un artículo pidiendo su destitución, y de nuevo se informó de que había muerto repentinamente.

Su sucesor dio marcha atrás a todo lo relacionado con la Covid, imponiendo cuarentenas, distanciamiento social y uso de mascarillas, además de inscribir a Tanzania en el programa de vacunas de la OMS y vacunar a 10 millones de sus ciudadanos.

37. Durante la “pandemia” de Covid, la gripe “desapareció” casi por completo. En Estados Unidos, desde febrero de 2020, los casos de gripe han descendido supuestamente más de un 98%.

Tampoco es sólo en los EE.UU., en septiembre de 2020 los CDC de EE.UU. informaron que la incidencia de la gripe se había reducido notablemente en los EE.UU., Australia, Sudáfrica y Chile.

En abril de 2021, Scientific American publicó un artículo titulado: La gripe ha desaparecido por más de un año

La explicación dada es que las medidas anti-Covid, por ejemplo, mascarillas y encierros, detuvieron la propagación de la gripe. Pero hemos comprobado que estos no detienen la propagación de enfermedades respiratorias [14][21].

En resumen, y de manera global, la gripe desapareció casi por completo entre el 2020 y 2021, y esto no puede explicarse por las medidas anti-Covid.

Al mismo tiempo una nueva enfermedad llamada “Covid”, con síntomas idénticos [1] y una tasa de mortalidad similar [29], estaba aparentemente afectando a la población que normalmente sería afectada por la gripe.

Parte X: Ganancias y motivaciones

38. La pandemia de Covid sirvió de impulso para una agenda política que ya existía. Desde sus primeros días, la Covid se usó como excusa para fomentar reformas en los sistemas alimentario, de identidad y monetarios, así como para promover agendas “verdes” y centralizar los poderes mundial y nacionales.

Ya en marzo de 2020, el ex primer ministro británico Gordon Brown pedía un “gobierno global” para hacer frente a la pandemia.

La pandemia también fue testigo de un aumento de los poderes de censura y vigilancia, tanto en China como en occidente.

En septiembre de 2018, el papel de la “identidad digital” en el futuro “contrato social” fue uno de los principales temas de conversación en Davos. En diciembre de 2020, The Economist informó que “la Covid-19 espolea los planes nacionales para dar a los ciudadanos identidades digitales”.

En enero de 2019, se informó de que el Banco de Pagos Internacionales y 70 bancos centrales de todo el mundo participaban en investigaciones sobre monedas digitales de bancos centrales (CBDC). En julio de 2021, FinTech Times informó de que la pandemia había “acelerado el desarrollo de las monedas digitales de los bancos centrales hasta en cinco años”,

A lo largo de 2019, múltiples artículos y documentos pedían una “transformación radical” del sistema alimentario mundial. Para 2021, Deloitte informaba de que “Covid” había “acelerado la transformación alimentaria“.

El Instituto Grantham del Imperial College de Londres publicó un artículo en el que afirmaba que la Covid había permitido a la opinión de expertos “meter un pie en la puerta” para que pudieran “abogar por volver a las “emisiones netas cero” y un futuro resiliente”.

Por último, la pandemia abrió la puerta a cambios globalistas radicales en las políticas de salud pública en forma de la propuesta de “Tratado de la pandemia“.

39. Las grandes empresas recibieron ENORMES beneficios gracias a la Covid. Empresas de múltiples sectores tuvieron enormes ganancias debido a la “pandemia”, la mayoría de las cuales se debieron al aumento en el gasto gubernamental transfiriendo dinero público hacia manos privadas.

El mercado mundial de las mascarillas, por ejemplo, se expandió más de un 15000%, pasando de 1.400 millones de dólares en 2019 a 225.000 millones en 2020. Y eso es solo de las mascarillas, sin considerar otras formas de equipos de protección personal (EPP) que también tuvieron aumentos gigantescos en el gasto tanto a nivel personal como gubernamental.

Sólo en el Reino Unido, el coste del simple almacenamiento de estos EPP se elevó a más de 1.000 millones de libras, con otros 4.000 millones de libras en EPPs no utilizados y simplemente tirados a la basura, y otras amortizaciones sumando un total de casi 10.000 millones de libras.

Los guantes de goma y los desinfectantes de manos también experimentaron un enorme repunte en el mercado gracias al gasto público. Gran parte de este dinero se desperdició por completo al caducar los productos.

Amazon duplicó sus beneficios gracias a la Covid, y las plataformas de streaming sumaron millones de nuevos usuarios gracias a los encierros.

Sin embargo, los mayores beneficios se vieron en el sector de las vacunas. Desde el lanzamiento de la vacuna, las compañías farmacéuticas han ganado aproximadamente 1000 dólares por segundo.

A finales de 2019, los ingresos de Pfizer eran los más bajos desde 2010, dos años después habían aumentado un 150% y eran los más altos de su historia.

A los pocos meses del lanzamiento de la vacuna, 9 fabricantes de vacunas se habían convertido en multimillonarios. En mayo de 2022, esa cifra había aumentado a 40.

40. La élite ha amasado fortunas durante la pandemia. No solo las empresas farmacéuticas se han beneficiado de la Covid, desde el inicio de los encierros las personas más ricas se han enriquecido significativamente.

En octubre de 2020, Business Insider informó de que “los multimillonarios aumentaron su patrimonio neto en medio billón de dólares” solo en los seis primeros meses de la pandemia.

En abril de 2021, Forbes informaba de que se habían creado 40 nuevos multimillonarios “luchando contra el coronavirus“.

El proceso no ha hecho más que acelerarse.

En mayo de 2022, el número de nuevos multimillonarios creados por la pandemia ascendía a 543. O aproximadamente uno cada 30 horas en los dos años anteriores. Eso incluye 40 nuevos multimillonarios sólo en el sector farmacéutico.

Mientras tanto, la proporción de la riqueza mundial en manos de multimillonarios ha aumentado del 10% en 2019 al 14% en 2022, un incremento mayor que el de los 16 años anteriores juntos.

En total, las personas más ricas del mundo aumentaron su riqueza colectiva en más de cinco billones de dólares en los últimos tres años, todo gracias a la Covid.

Conclusión

En la introducción insistí que este artículo se trataba de una actualización no sólo de los hechos, sino también del enfoque. Ahora lo aclaro.

Cuando se publicó la primera edición de esta lista, la “Covid” seguía estando en los titulares. Era una guerra propagandística en estado de expansión, donde los hechos eran munición y las líneas de suministro estaban limitadas. La lista tenía por ende que ser breve, directa y de fácil acceso.

Hoy en día, el frente pandémico se ha relajado un poco. Convertido en fangosas ruinas de un campo de batalla, salpicado de cadáveres y estandartes rotos. Ha sido abandonado a los carroñeros, mientras ambos bandos se preparan para la próxima gran ofensiva.

La conversación sobre la “Covid” se ha atenuado en favor de las conversaciones sobre Ucrania, el cambio climático e incluso “la próxima pandemia“.

Nuestro mundo no ha vuelto a la “normalidad”, y probablemente nunca volverá, pero mientras la transformación sigue su marcha, ese agente de cambio está siendo apartado lentamente favoreciendo nuevos frentes en la guerra del Gran Reinicio por el control del mundo.

Ahora nos encontramos con que hay espacio, y tiempo, para revisar la narrativa de la “Covid” en su totalidad, y contar la verdadera historia de la “pandemia” que puso el mundo patas arriba, con el fin de vaciar sus bolsillos.

En la anterior edición de esta lista se dejó intencionadamente fuera cualquier interpretación por parte del autor. Se dejó que los hechos hablaran por sí mismos, y así fue. De hecho, lo siguen haciendo.

Pero, sin embargo, como declaración final ante el jurado mundial, quiero resumir la historia que estos hechos nos narran.

  • A lo largo del 2017, 18 y 19, diversos organismos internacionales y mundiales pusieron en marcha planes, o debatieron la posibilidad, para crear campañas mundiales de vacunación, incluida la forma en que podrían utilizarse para facilitar la introducción de pasaportes digitales vinculados a historiales médicos.
  • A finales de 2019, se celebró un ejercicio internacional centrado en un hipotético coronavirus zoonótico causante de una pandemia mundial y en la planificación de su posible respuesta.
  • Apenas dos meses después, se afirmó que un supuesto coronavirus zoonótico real había comenzado a circular. La “nueva enfermedad” presentaba síntomas típicos de la gripe y una tasa de mortalidad muy similar a la de las enfermedades gripales estacionales. Casualmente, en este periodo los casos de gripe se redujeron prácticamente a cero.
  • Las pruebas de este “nuevo virus” se realizaron de forma precipitada, saltándose el proceso habitual de revisión de expertos.
  • Se usaron las numerosas pruebas de los asintomáticos para contabilizar “casos de Covid”, mientras que se utilizaron las pruebas de los que ya estaban muriendo en el hospital para crear “muertes por Covid”.
  • Como “respuesta” a la “pandemia”, se pusieron en marcha encierros que paralizaron la economía y provocaron un aumento enorme de la pobreza, la desnutrición, el abuso de drogas y alcohol y los problemas de salud mental. Al tiempo que se aseguraba que las personas que sufrían verdaderos problemas de salud evitaran los hospitales por miedo.
  • Mientras tanto, en los hospitales, las “directrices covídicas” permitieron que se abusara mortalmente de las Órdenes de no resucitar y la ventilación mecánica.
  • Estas medidas resultaron mortíferas y contribuyeron al aumento en el exceso de mortandad que oficialmente se achacó a la “Covid”, pero que no ha disminuido a pesar de la reducción del número de “casos Covid”.
  • Las mascarillas o barbijos y el distanciamiento social se impusieron a la población, a pesar de que sus propias investigaciones demostraron que eran ineficaces, para aumentar el miedo de la gente y actuaron literalmente como la única prueba visual de que algo estaba ocurriendo.
  • Bajo el disfraz de esta falsa “pandemia”, se produjo el mayor transferencia de dinero público hacia manos privadas de todos los tiempos.
  • La “pandemia” también permitió una centralización gigantesca del poder, tanto a nivel nacional como mundial. Los líderes de casi todas las naciones de la Tierra se hicieron con más poder siguiéndoles el juego, y los que se negaron fueron asesinados.
  • Por último, y lo más importante, la “Covid” permitió una rápida aceleración de una agenda política que aspira a remodelar el mundo para convertirlo en un espectáculo de terror distópico. La vigilancia digital, los procedimientos médicos obligatorios, los toques de queda, la brutalidad policial y la censura se normalizaron bajo el pretexto de “proteger la salud pública”. Mientras que programas como la moneda digital, la “reforma alimentaria” y las políticas de “nuevo pacto verde” experimentaron un notable aumento en la velocidad de su desarrollo.

Estos son los hechos incontrovertidos de la pandemia, y llegamos a sólo una conclusión: la “Covid” fue diseñada. Una enfermedad falsa, creada para vender una agenda presente y real. Esta es la única explicación racional a partir de las pruebas que poseemos.

La “versión oficial” es insostenible. Si la Covid fuera una enfermedad real y una pandemia real, no sería necesario echar mano de pruebas corrompidas y prestidigitación estadística para propagarse. Si fuera realmente mortal, no sería necesario recurrir a la manipulación estadística para crear “muertes por Covid”. Si los poderes fácticos fuesen honestos, nunca habrían introducido medidas de “salud pública” que, según sus propias investigaciones, no funcionan.

La idea de que lo ocurrido fue una bola de nieve de errores, una tormenta perfecta de pánico público, incompetencia gubernamental y avaricia corporativa, se queda igualmente corta como explicación global, ya que no da cuenta de los muchos actos de deshonestidad prolífica y deliberada, y de nuevo se nos pide que creamos que el Evento 201 fue una mera coincidencia.

La teoría de la “fuga de laboratorio” o del “arma biológica”, [por la] que el “Covid” es una enfermedad real liberada accidental o deliberadamente al público, tampoco encaja, ni factual ni lógicamente [salvo que fuera un “arma biológica” fallida o de baja intensidad para colaborar en el proceso de confusión o en el desarrollo de la operación psicológica, geopolítica y económica que indudablemente lleva detrás]. Desde el punto de vista fáctico, como ocurre con la versión oficial, un virus real no necesitaría estadísticas falsas para propagarse. Mientras que lógicamente, existe el problema del control.

Como Mike Yeadon dijo en su reciente artículo:

el efecto de un nuevo patógeno liberado no puede predecirse con exactitud. Podría extinguirse rápidamente. O podría resultar mucho más letal de lo esperado, acabando con civilizaciones avanzadas.

No, la única historia que se sostiene es que la “Covid” fue una operación psicológica a escala global. La mayor y más amplia campaña de propaganda de todos los tiempos, con el objetivo particular de romper el mundo en pedazos, y rehacerlo con una nueva imagen globalista.

De hecho, no dejaron de repetirnos que así era. Un “gran reinicio” para “reconstruir algo mejor” hacia una “nueva normalidad”. No ocultaban su intención
“Covid” era, y es, un engaño con un fin maligno. Tenemos que verlo, entenderlo y recordarlo. Porque a menos que diseccionemos y comprendamos adecuadamente la escala y la metodología de la propaganda, volveremos a ser vulnerables a los mismos métodos la próxima vez que se empleen.
Aunque se cambien los medios, el fin continuará vigente.
Su nuevo mundo ya existe, a nuestro alrededor. Pero sólo está a medio construir, y el objetivo está claro, y todo lo que hagan y digan en el futuro será en pos de completarlo.
Ese es el lado positivo de la “Covid”, si es que se quiere buscar alguno. A falta de una analogía mejor, la máscara se les ha caído. Hemos vislumbrado el muro de ladrillos de Zappa. Ahora sabemos lo que realmente quieren.
Quieren controlarlo todo y a todos. Quieren reducirnos: reducir nuestro intelecto, nuestros medios, nuestra salud y nuestros derechos. Quieren acelerar el lento avance hacia la tiranía y construir un campo de trabajo global rodeado de males imaginarios que hipnotizan a los presidiarios haciéndoles creer que el alambre de púas está ahí por su propio bien… porque los mantiene alejados a los monstruos.

En pocas palabras, quieren acabar lo que la “Covid” empezó. Pero mientras les observemos y comprendamos, nunca podrán hacerlo.

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