POLÍTICAS DE LA ATENCIÓN

POLÍTICAS DE LA ATENCIÓN

Disminución de la capacidad de concentración, trastornos de hiperactividad en la infancia, percepción generalizada de un tiempo que se acelera, infoxicación, relaciones ansiosas con las nuevas tecnologías, abuso de psicofármacos y recurso a todo tipo de terapias para aprender  a vivir aquí y ahora. Porque nunca estamos en lo que estamos:¿qué está pasando?¿De qué nos hablan estos desórdenes de la atención? En todas las situaciones de la vida cotidiana hay una batalla por entrar en nuestras c avezas y controlar nuestros cuerpos. Es la economía que convierte la atención y el deseo en objetivos centrales de conquista y captura. Pero también existen los intentos de vivir de otra manera: recuperando nuestra presencia en el mundo, rehabilitando los cuidados como forma de vida y desafiando el dominio de lo automático en todos los ámbitos de nuestra vida.

La economía de la atención hace referencia a que, hoy en día, la atención es la mercancía privilegiada DEL Capitalismo. Es decir, donde ponemos atención, donde pasamos el tiempo, es lo que se disputan todas las empresas, y la atención está asediada, y constituye el botín o beneficio del Capitalismo que nos vampiriza.

Pero, hay que dar la vuelta a los estereotipos sobre la atención que es una cuestión que nos afecta a todos.

Hay una escena de la historia de la filosofía que ilumina el problema actual de la economía de la atención. Es el encuentro entre Alejandro Magno y el filósofo cínico Diógenes “el perro”. Alejandro se acerca con admiración al filósofo y le propone: “Cualquier cosa que quieras, yo te la concedo graciosamente con que solo me la pidas”. Y Diógenes le dice: “Lo único que quiero es que te apartes pues me estás tapando la luz del sol”. Y esto dicho como un gesto de desobediencia a la filosofía del poder. Hay pequeños “alejandros magnos”, los dispositivos tecnológicos de mercado, que nos solicitan nuestra atención para darnos placer, experiencias intensas, etc y podemos hacer como Diógenes para centrarnos en nuestra luz. La economía de la atención no es por tanto un problema de distracción como de saturación de la atención.

Cuando hablamos de la atención se culpabiliza a la distracción, a la falta de concentración. Pero la distracción es una rebelión anticapitalista. No ponemos la atención allí donde supuestamente la autoridad dice que tenemos que ponerla. El problema no es tanto de distracción como de acaparamiento, captura, explotación de la atención por dispositivos, una concentración de la atención. Y una concentración en dispositivos que gestionan la atención por nosotros mismos. Si hubiera distracción habría desviación de sentidos. Un montón de automatismos gestionan nuestra atención: algoritmos, protocolos, automatismos que deciden por nosotros…  Automatismos que resuelven todos los problemas que sólo tienen que desplegarse y nuestra atención solo debe descansar sobre ellos. Los automatismos gestionan la vida y piensan por nosotros y nos permiten desatender. Pero hay un problema con los automatismos al negar nuestra humanidad. Pero no vivimos en una inflación de las imágenes sino de los estereotipos que nos dicen cómo es la realidad. Hay automatismos que nos dicen que así hay que pensar y Así hay que sentir. Son sentidos empaquetados que nos dicen dónde hay que poner la mirada. No hay saturación de imágenes, hay captura de la atención por la economía de la atención. La distracción desvía y pone en otros lugares donde queremos o deseamos la atención: es una rebeldía a la autoridad.

La concentración es un modo de la atención. Como cuando enfocamos para leer un libro. Pero en la vida la atención no pasa por la concentración. Como un hombre pescando. La concentración solo es un tipo de atención. La atención es , en realidad, la capacidad de estar presentes, estar implicados con la situación(educativa, amorosa, política…). El problema es ausentarse, la imposibilidad de implicarse. La presencia o disponibilidad tiene diversos modos de atención y solo uno de ellos es la concentración. El problema es no entrar en las situaciones.

Simone Weil, la mística francesa, hizo de la atención la clave de su filosofía. Para ella, la escuela sólo tenía que enseñar a poner atención(no conocimientos u oficios). Si lo consigue sirve para todo en la vida. La atención, así, no tiene que ver con la fuerza de voluntad, no es un esfuerzo. El aprendizaje tiene que ver con la alegría y el deseo. Se aprende lo que se desea. Si hay deseo hay atención. Atender es la capacidad de esperar, estar abierto a lo desconocido, aprender. La atención es una capacidad de espera del fruto del aprendizaje que es opuesta al problema actual de la impaciencia, del rendimiento inmediato. La atención weiliana tiene una temporalidad distinta al instaneísmo actual. El problema de la atención es la falta de deseo. Si hay deseo hay atención. Aprender es entrar en un terreno desconocido y ser capaces de soportar el no saber y esperar el logro del aprendizaje. Atender es esperar y no pensar en sacar petróleo ya, un beneficio inmediato. No tiene que ver con la voluntad sino con el deseo. Si despiertas el deseo se activa la atención.

La atención, por otro lado, no es un problema individual, no es mi atención, sino que la atención es lo que pasa entre nosotros, es un ecosistema. Como en una conversación entre amigos. Poner atención a lo mío solo destruye la atención. La atención es relacional, convergente. Juego con el otro, le escucho, para cuidarlo, para unirme a él. Por ejemplo, la lucha de los sanitarios es por el tiempo de atención a los pacientes y no sólo al ordenador. La atención es un asunto colectivo, por sus condiciones, y, por tanto, político(tiempo, recursos, instituciones, etc). La atención, la escucha de lo que pasa entre nosotros, es la lucha contra los automatismos que nos sirven sin nosotros(algoritmos, protocolos, etc.) El problema es que no vivimos en buenas condiciones de atención.

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