LOS NUEVOS TIRANOS MANIPULADORES DEL SIGLO XXI(PARTE 3)

LOS NUEVOS TIRANOS MANIPULADORES DEL SIGLO XXI(PARTE 3)

  1. Una censura razonable.

Durante la mayor parte del siglo XX, el lápiz del censor fue casi tan importante para los dictadores como el AK-47. Controlar un país significaba  controlar la página impresa, el dial de la radio y la pantalla de televisión. Y los líderes dedicaron  una enorme energía a conseguirlo. Entre los dictadores del miedo los estilos de censura variaron. Sin embargo, todos compartían cuatro rasgos fundamentales:

  1. Era completa: Al menos esa era su ambición, aunque no siempre lo consiguieran. Algunos dictadores-en concreto los comunistas y los fascistas- pretendían reprogramar a los ciudadanos para que pensaran de una forma nueva. Sus homólogos conservadores trataban de preservar una mentalidad  que creían que era la dominante: una que favorecía la jerarquía, el patriotismo y la tradición. Pero todos intentaron bloquear las ideas no deseadas. Los censores buscaban ante todo mensajes q  ue contradijeran la ideología del régimen o desafiaran su control político. Pero lo que eso significaba en la práctica  era, por lo general, algo vago. Tal vez las líneas rojas fueran deliberadamente vagas para generar inquietud. Y, además, cambiaban.
  2. Era pública: La censura no era sólo una manera de bloquear mensajes: era un mensaje. La censura, en vez de ser un acto subrepticio, se convirtió en  un asunto burocrático cotidiano.
  3. Era violenta: N se trataba solo de hacer daño a un escritor concreto, sino de intimidar a todos los demás.
  4. Demostraba poder e imponía obediencia: el objetivo era impedir no sólo que la gente supiera la verdad, sino que la dijera. La censura del miedo pretendía desmoralizar y disuadir. La reacción extrema ante una palabra irreverente  aquí o allá podría parecer paranoia, pero tenía su lógica. Cualquier violación de las reglas que quedara impune podía ser un síntoma d ela debilidad del régimen y las infracciones en los medios  de comunicación eran vistas por millones de personas. Peor aún, todo el mundo sabía que los demás las habían visto; estos lapsus creaban lo que los teóricos del juego llaman “conocimiento común”, un ingrediente clave para que exista una oposición coordinada. Una vez establecido, era peligroso eliminarlo.

 

 

Durante la dictadura de Fujimori en Perú la estrategia de su mano derecha, VladimiroMontesinos, se basaba en saberlo todo y moldear lo que sabían los demás. ·La adicción a la información-dijo Montesinos en una ocasión- es como la adicción a las drogas. Vivimos de la información”. Montesinos se refería a la información que sus agentes obtenían de los teléfonos intervenidos y las cámaras de vigilancia. Pero más importante aún era gestionar la información procedente de los medios de comunicación estatales y privados. Manipular esos flujos fue fundamental para los índices de popularidad y las victorias electorales de Fujimori. Al controlar los medios, se controlaba la popularidad. Y al controlar ésta, se controlaba la política.

Si los dictadores del  miedo pretendían un control pleno, el nuevo enfoque era deliberadamente parcial. En la moderna economía global, un monopolio  absoluto de la información significaba optar por el atraso. Y un monopolio  absoluto era innecesario e  incluso indeseable. De hecho, un medio de comunicación opositor  simbólico podía resultar útil. Demostraba que el régimen tenía confianza  en su propio atractivo. Eso podía presentarse ante Occidente-y ante los críticos en su país- como un aprueba de que las autoridades  respetaban la libertad de prensa. E incluso podía revelar  información útil, como advertencias sobre crisis locales  o amenazas inminentes. Y, cuando la credibilidad estuviera en cuestión, podía utilizarse para enviar mensajes. En Rusia las autoridades acosaban a los medios independientes pero nunca los obligaron a cerrar. “No había ninguna orden de cerrarnos , pero sí de, digamos, debilitarnos; esa era la tarea. Nos exprimieron”. En Malasia, a los medios en inglés y chino se les daba mayor libertad que a los medios en malayo, el idioma de la base del régimen.

Además de deliberadamente parcial, la estrategia de Fujimori era encubierta. En lugar de censurar públicamente las ideas  “malas”, planteaba las noticias de una manera sesgada sin que los espectadores se dieran cuenta. Una censura evidente habría sugerido que el gobierno tnía algo que ocultar, y podía provocar que la gente buscara la información que faltaba. Ocultar algo, puede, perversamente, hacer que se vuelva más conocido. Los académicos lo llaman “efecto Streisand”: cuando la cantante estadounidense intentó impedir  que una web poco conocida publicara imágenes  de su casa en Malibú, el propio escándalo atrajo a miles de espectadores. “el libro que se suprime hoy recibe el doble de atención mañana”, escribió el novelista sudafricano J. M. Coetzee. “El escritor amordazado hoy es famoso mañana por haber sido amordazado”. Al igual que la violencia pública crea mártires, la censura pública genera interés. Las investigaciones demuestran  que las personas están más dispuestas a creer la información que saben que ha sido censurada. Consciente de esto, Fujimori se propuso captar a los jefes de  ñps medios de comunicación. Montesinos sobornó a los canales de televisión para que se autocensuraran. Oficialmente independientes, sus emisiones conservaban una pátina de objetividad. Y, al actuar de manera indirecta, el régimen se beneficiaba de la creatividad  de los productores y guionistas  del sector privado. Los detalles se especificaban  en contratos formales, aunque secretos, que firmaban los propietarios de las cadenas. Todos los días, a las doce y media de mediodía, se reunían con Montesinos para planear los noticieros de la noche. Además de sobornos  en soles peruanos o dólares estadounidenses, Montesinos ofrecía otras recompensas. A veces intercambiaba una noticia exclusiva  o  una condonación de impuestos  por una cobertura positiva. En otras, intervenía en casos judiciales y organizaba compras de acciones y refinanciaciones de deuda. Los contratos de  publicidad del gobierno contribuyeron a mantener a flote varias empresas de medios de comunicación. De hecho, el Estado se convirtió en el mayor anunciante de Perú, que canalizaba el dinero a los medios leales. Cuando eso dejó de ser suficiente, Montesinos presionó a empresas privadas para que se anunciaran en los canales favorables a Fujimori. Tampoco descuidó los medios impresos.  Ignoró a la élite esnob y cultivó la prensa sensacionalista. A veces, la censura se convertía poco a poco en propaganda. Durante las campañas electorales, Montesinos dictaba la cobertura que quería. A veces, el propio Montesinos escribía los titulares. Luego, los periodistas escribían noticias que cuadraran con ellos. Otros dictadores de la manipulación han captado sus propios magnates de la prensa. Al igual que en Perú, los contratos de publicidad estatal sirvieron a menudo de anzuelo.

La antigua censura había sido brutal. La nueva, aunque no muy sutil, pretendía evitar la violencia. En el siglo XXI, el encarcelamiento de periodistas provocaba  las denuncias de grupos mu7ndiales  de defensa de los derechos humanos y de gobiernos extranjeros. Matarlos era un desastre para las relaciones públicas. Incluso la mera sospecha de haber hecho daño a periodistas podía ser peligrosa. La violencia pública es contraproducente para los tiranos. Esos actos debilitan su imagen de líderes populares mucho más que los artículos críticos en publicaciones marginales. Los dictadores manipuladores recurren menos a la violencia contra los periodistas que los del miedo. Cuando la coerción es imprescindible, intentan camuflarla. Prefieren obtener lo que quieren mediante presiones regulatorias o maniobras empresariales. Los antiguos dictadores del miedo se sentían obligados a censurar cualquier crítica para no parecer débiles. Los de la manipulación, al permitir la existencia de algunos medios independientes y fingir que no censuran, se libran de esta trampa. En realidad, tolerar pequeños desafíos los hace parecer más fuertes. En la medida en que sigan siendo populares entre la gente, pueden ignorar de manera segura las críticas de los medios de escasa difusión.  Sin embargo, el hecho de tolerar una prensa pequeña e independiente no significa tratarla bien. En Perú, Montesinos encontró la manera de hacer la vida difícil a los medios opositores con discreción. Al mismo tiempo, trató de interferir en la recepción de sus mensajes.

Un arma poderosa es demandar a los periodistas por libelo o difamación. Esto mantiene a las víctimas ocupadas en el proceso judicial y las agobia con multas onerosas e incluso breves estancias en prisión cuando son aplicables sanciones penales. También los presenta como mentirosos con una motivación política. Los beneficios perdidos  y las duras sanciones legales  han fomentado la autocensura  con mayor efectividad que los métodos previos  basados en la intimidación.

A falta de  tales demandas, los dictadores dela manipulación acosan a los medios críticos  con medidas coercitivas y multas por incumplir el reglamento. Además de las multas,  a veces los regímenes castigan a las publicaciones  restringiendo su tirada. Al no imponer una prohibición total, evitan las acusaciones de censura. Esto reduce los ingresos publicitarios de las empresas. Pero como  seguían circulando algunos ejemplares, escribió Lee, los periódicos “no podían acusarnos de tener miedo de que se leyeran sus informaciones”. Con frecuencia, las regulaciones se presentaban como si tuvieran objetivos legítimos. Los dictadores no siempre necesitan utilizar herramientas ilegales para monopolizar el poder. Muchas veces les basta con hacer  un mal uso de las legales. Las leyes sobre libelo y difamación, La discrecionalidad judicial, los poderes especiales, los procedimientos de redistribución de distritos, las leyes de registro de votantes y las regulaciones de los medios de comunicación pueden mejorar y preservar la democracia o, en manos equivocadas, debilitarla. Para enfrentarse a los dirigentes sin escrúpulos, no sólo se necesitan leyes bien hechas, sino ciudadanos con capacidad de vigilar, organizar y contraatacar: un sólido estrato de informados.

Otra táctica, aún más sutil, consiste en camuflar las  intervenciones como el resultado de funcionamiento de los mercados libres. Cuando hay escasez de papel afectan más a las publicaciones críticas con el gobierno. El pretexto político se ocultaba con una maraña de tecnicismos.

Además de acosar a los medios de oposición, los dictadores e la manipulación interfieren en la recepción de sus mensajes. Una táctica consiste en disfrazar la censura de limitaciones técnicas o, como dice la politóloga Margaret Roberts, de “fricción”. Si se puede culpar a la tecnología de un bloqueo, los gobiernos evitan una reacción política. Por ejemplo, interrumpir una emisión por “problemas técnicos”.

Otra forma de desacreditar los mensajes hostiles es desacreditar a la fuente. Sdi se puede preparar a los lectores  para que desconfíen de una información, no hay necesidad de censurarla. Montesinos utilizó la prensa chicha(sensacionalista) para calumniar a los periodistas críticos. Ésta bombardeaba a los escritores con insultos sexistas, racistas u homófobos.

Otra táctica es desviar la atención. Para distraer a la gente en momentos cruciales, los agentes de Montesinos desarrollaron un repertorio de historias sensacionalistas  para los tabloides y la televisión. Entre otras maravillas, los magos de las operaciones psicológicas  del SIN informaron de “una estatua de la Virgen María  que lloraba lágrimas de verdad, una aparición de Cristo” y “un monstruo misterioso que vagaba , sembrando el terror, entre las dunas de los barrios de chabolas”. Chávez era un maestro en cambiar de tema.

A veces los dictadores de la manipulación acallan los mensajes no deseados en una avalancha de contenidos progubernamentales. Así, la aguja de la opos98ción desaparece en un pajar de propaganda. Chávez ocupaba los espacios informativos de manera tan absoluta que era difícil que se colara nada más. Una práctica parecida a estas avalanchas consiste en requerir a los medios privados que publiquen largas refutaciones del gobierno.

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