LOS NUEVOS TIRANOS MANIPULADORES DEL SIGLO XXI(PARTE 5)

LOS NUEVAS TIRANOS MANIPULADORES DEL SIGLO XXI(PARTE 5)

  1. Saqueo global.

La máxima prioridad de cualquier autócrata es la seguridad en su país. Pero, para conseguirla, debe prestar atención a los peligros y las oportunidades en el extranjero. En el aspecto de cómo afrontan el mundo exterior los dictadores de la manipulación se parecen más a los dictadores del miedo que en sus estrategias internas. Al fin y al cabo, como autócratas que son, ambos se enfrentan a las mismas realidades mundiales. Sin embargo, aplican diferentes realidades y técnicas. Los dictadores de la manipulación tergiversan, engañan y reclutan para encontrar su espacio en la escena internacional. Para los dictadores del miedo del siglo XX, el mundo exterior planteaba un reto complicado: no podían controlarlo como hacen con sus países, pero tampoco podían ignorarlo. Algunos consideraban que el planeta era un campo de batalla. Cuando se sentían seguros, podían invadir a sus vecinos en busca de territorios o prestigio. Para otros era un espacio para la lucha ideológica: al reclutar aliados, demostraban el atractivo universal de su modelo. Y otros veían el mundo como una fuente de contaminación. Su instinto era construir una fortaleza y levantar el puente levadizo. Los más ambiciosos albergaban, al mismo tiempo, impulsos expansivos y defensivos. La apertura tenía sus ventajas. A medida que el mundo se integraba y el crecimiento se volvía más internacional, una economía cerrada estaba condenada a quedarse rezagada. No era sólo una cuestión comercial. Cada vez había más beneficios asociados a los flujos de personas. El turismo, los trabajadores al extranjero y los incipientes medios de comunicación globales ofrecían nuevas formas de proyectar una imagen positiva. Y, al mismo tiempo, la apertura era peligrosa. Permitir la entrada de extranjeros y la salida de los propios ciudadanos podía conllevar la revelación de secretos. El mundo vería la vacuidad de los alardes del tirano y la miseria de la vida en su supuesta utopía. Las fronteras permeables dejarían entrar ideas subversivas. Y los trabajadores migrantes podían negarse a volver a casa. Además de una humillación, eso significaría la pérdida de mano de obra y capacidad intelectual, lo cual frenaría el desarrollo. Algunos gobernantes abrieron sus fronteras para expulsar a los “enemigos”. El inconveniente de estas políticas era que reforzaba las comunidades de “enemigos” en el extranjero. Durante la posguerra mundial el dictador los encerraba y silenciaba en casa. Además de oportunidades propagandísticas, los turistas occidentales traían beneficios. Si bien se mostraron ambivalentes respecto a los turistas y los estudiantes extranjeros, casi todos los dictadores del miedo compartieron la aversión por los medios de comunicación extranjeros. La mayoría bloquearon esas intrusi8ones siempre que pudieron. Pero, sus principales interacciones con el mundo exterior fueron, por supuesto, militares. Podían atacar a sus enemigos apoyando el terrorismo.

Comparados con sus predecesores, los dictadores de la manipulación se sienten mucho más cómodos en un mundo de fronteras porosas. Convierten la apertura en un arma. En la actualidad, la mayoría de ellos aceptan los viajes internacionales. Sus ciudadanos recorren el mundo. Los dictadores de la manipulación también están abiertos a los estudios en el extranjero y a que vengan. Tratan a las publicaciones extranjeras como a las nacionales. Normalmente toleran aquellos que sólo interesan a los intelectuales. En lugar de prohibirlos, los dictadores limitan su audiencia. Cuando “informaban mal o de manera sesgada” les exigen que publiquen la respuesta textual del gobierno. Si los directores se negaban, el gobierno limitaba el número de ejemplares que podían vender en el país. En los países más pobres, las barreras económicas o lingüísticas restringían el acceso a los servicios de noticias extranjeros con tanta eficacia como la censura, sin que se dañara la imagen del gobierno. En los más ricos, la fricción-es decir, que acceder a los canales de noticias extranjeros resulte incómodo- solía funcionar. Cuando hay conflictos militares, la imagen de algunos dictadores de la manipulación se vuelve agresiva. Cuando la economía flaquea, adopta un discurso nacionalista. Las fanfarronadas son para impresionar. La mayoría de las guerras y los conflictos militares librados en las últimas décadas los iniciaron democracias o los dictadores del miedo que quedan. Un conflicto militar real es peligroso. Puede acabar con el gobierno de un dictador con la misma facilidad que prolongarlo. El militarismo también choca con la imagen tecnocrática que buscan los dictadores de la manipulación.

Para los dictadores de la manipulación, el mundo exterior es una fuente de aliados, conocimiento especializado y  otros recursos que los ayudan a construir su imagen y a tergiversar las noticias en su país. Acceden a ellos de varias maneras:

  1. Reúnen apoyos en el extranjero: Las muestras de respeto internacional refuerzan la imagen de competencia que pretende el gobernante. Por eso, los dictadores de la manipulación coleccionan adhesiones en el extranjero y las exhiben con orgullo ante sus ciudadanos. Otra manera de exhibir el respeto del mundo es organizando cumbres. Además del elogio de los líderes extranjeros, los dictadores buscan la aprobación de expertos internacionales. Una tercera fuente de apoyos son los famosos. Al aparecer en mítines o acontecimientos deportivos con actores y deportistas occidentales, desvían las críticas que les dirigen los gobiernos de los famosos. Los agentes occidentales pueden tratar de intimidar al dictador y a su país pero el público occidental-y sus representantes mas glamourosos-rechaza los ataques de sus líderes. Los dictadores se hacen con la organización de acontecimientos deportivos como los Juegos Olímpicos. Como en otras iniciativas en el extranjero, los dictadores utilizan l corrupción para obtener lo que quieren.
  2. Obtienen ayuda del extranjero para simular la democracia: Los observadores electorales extranjeros ayudan a legitimar estas votaciones.
  3. Consiguen ayuda del extranjero para detener a disidentes(por delitos “no políticos”): en su país, los dictadores de la manipulación procesan a los líderes de la oposición por delitos no políticos para ocultar su verdadera motivación. Del mismo modo, se aprovechan de la Interpol –la organización policía internacional- y le piden que publique “notificaciones rojas” contra sus enemigos en el extranjero. Estas notificaciones, que circulan por todo el mundo, solicitan a los Estados que arresten al objetico y lo extraditen al país de origen. Las normas de la Interpol exigen que se rechacen las solicitudes de “carácter político”. Así, que al igual que hacen en su país, los dictadores acusan a sus enemigos de delitos no políticos. Aunque la Interpol rechaza a menudo las solicitudes politizadas, a veces arresta al objetivo antes de evaluar los argumentos, lo que permite a los dictadores acosar e intimidar a sus oponentes a escala mundial.
  4. Cooperan con Occidente y, al mismo tiempo, lo denuncian y explotan: Los actuales dictadores de la manipulación han convertido el doble juego de Tito en un arte. Participan en las instituciones occidentales para conseguir beneficios mediante la explotación de sus debilidades y errores de diseño. Comercian con los países occidentales, mientras los denuncian. Reclutan redes de socios corruptos en Occidente y, simultáneamente, persiguen objetivos concretos y debilitan la cohesión occidental. Al mismo tiempo, dan discursos hipócritas sobre la hipocresía de Occidente.
  5. Consiguen ayuda internacional con artimañas políticas: Los dictadores de la manipulación usan muchos trucos originados en las democracias occidentales. Por ejemplo, el “gerrymandering”, es decir, la manipulación de las circunscripciones electorales, debe su nombre a un gobernador de Massachussets del siglo XIX, Elbridge Gerry, que en 1812 aprobó un distrito electoral con un contorno peculiar. La utilización política de las demandas por libelo surgió en EEUU en la década de 1950, durante la lucha por los derechos civiles, cuando los dirigentes sureños las usaron para silenciar a los críticos. No sólo las técnicas suelen venir del extranjero, sino también las competencias o los conocimientos. Los dictadores que buscan ayuda para “operaciones encubiertas” pueden comprarla en empresas con sede en las democracias ricas. Por supuesto, casi todos los dictadores de países con economías desarrolladas tienen sus políticos estafadores locales. Y la mayoría de los dictadores utilizan sus propios servicios de seguridad para vigilar a sus rivales nacionales.

La batalla por restaurar la democracia tiene que ver, en el fondo, con las ideas. Paralibrarla, estos dictadores llevan su manipulación al ámbito internacional. Trabajan para cambiar la opinión pública global y captar a aquellos occidentales que influyen en el poder:

  1. Configuran la opinión global: La mayoría de los autócratas saben que a las élites occidentales les gustaría sacarlos del poder. Pero, en las democracias, los dirigentes dependen de sus ciudadanos; deben contar con el apoyo de la gente para llevar a cabo acciones militares o económicas cuyo fin sea derrocar a un gobernante extranjero. Los dictadores de la manipulación trabajan para impedir esto. Una manera es ganarse a la opinión pública occidental. Si lo consiguen, los gobiernos dudarán si atacar. Esto puede ser un reto complicado, sobre todo en sociedades bien informadas e instruidas. A pesar de codearse con famosos mundiales y encabezar las encuestas en su país, la mayoría de los dictadores tienen pocos admiradores occidentales. Una segunda opción, casi igual de efectiva, consiste en poner a los ciudadanos occidentales en contra de las élites que los gobiernan, sobre todo de las que pueden sentir la tentación de intervenir militarmente en el extranjero. Eso significa apoyar a los movimientos que van contra las élites. Lo que pueden intentar es utilizar sus habilidades propagandísticas a escala internacional. Una forma de hacerlo es crear sus propios canales de televisión globales para competir con la BBC y la CNN. En 2005, Putin lanzó la cadena internacional Russia Today. Chávez fundó Telesur. A diferencia de los órganos de propaganda de los dictadores tradicionales, estos canales no promueven una versión ideológica y claramente distorsionada de los acontecimientos. Imitan, más bien, la programación occidental moderna, con una producción de  calidad y formatos atractivos. En lugar de adoctrinar, sugieren relatos alternativos, desvían la atención de las verdades incómodas y siembran dudas sobre Occidente. Los dictadores de la manipulación respaldan su programación internacional con otras iniciativas de relaciones públicas. A los dictadores les gusta poner anuncios encubiertos en las publicaciones occidentales para aprovecharse de su reputación. La manipulación de las redes sociales es otra táctica aplicada en casa que después se utilizó en el extranjero. Otra forma de influir en la opinión occidental-y en los responsables políticos extranjeros- es financiar “think tanks”.
  2. Captan a las élites occidentales: en su país, los dictadores de la manipulación intentan captar a sus élites. De igual manera, pretenden conseguir amigos en las capitales extranjeras. Los métodos van desde el encanto personal a los incentivos financieros, y operan a múltiples niveles. Otra forma de comprar influencia en el extranjero es financiando partidos políticos occidentales. Por lo general, esto no es legal, lo que en realidad hace que las contribuciones sean más efectivas: el dictador no sólo obtiene gratitud, sino material de chantaje. Lo que sí es nuevo es la manera oportunista y no ideológica en que los dictadores reclutan aliados políticos. La manera más sencilla de influir en los políticos occidentales, sin pagarles de manera directa, es contratar grupos de presión. Es legal y no es nada nuevo.
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