Las fronteras matan y van a seguir matando. Basta de asesinatos. Basta de hipocresía
Este texto es un intento para que a tres días del naufragio en Grecia con cientos de migrantes a bordo, la noticia ocupe algún titular y no se borre completamente de la prensa. Se estima que hasta 750 personas podrían haber subido a la embarcación, incluyendo 100 niños y niñas. Hasta el momento se han encontrado 79 cadáveres y solo unas 100 personas han sido rescatadas con vida. Total, que tiene sentido la afirmación de que más de 500 cuerpos yacen en el fondo del mar.
Claro que las fronteras matan. Y claro que los organismos internacionales, los gobiernos y la indiferencia generalizada también lo hacen. Y hasta el momento, es evidente que permitirán que se siga asesinando. ¿De quién depende que esto pare? ¿Puede parar?
Un periodista preguntó el otro día cuál sería la repercusión si se hubiera hundido un crucero con 750 turistas. Lo suscribo, me pareció interesante lo que dijo. Pero de nada sirve solo preguntarnos, si la maquinaria asesina sigue funcionando.
Necesitábamos respuestas, buscábamos referentes. No las hubo. Ni referentes, ni respuestas. A esta altura concluimos que no existen ni unas, ni otras. Recalamos en los discursos oficiales. Declaraciones y textos de funcionarios, funcionarias, Informes y enumeración de principios de comisiones de ayuda a refugiados de las Naciones Unidas… Y ésto es lo que apareció.
Basta de hipocresía:
“Es importante reconocer que la vulneración de los derechos humanos de las personas migrantes no solo ocurre en las fronteras, sino también en los países de origen, tránsito y destino. Para abordar esta problemática, es fundamental promover políticas migratorias justas y humanas, así como fortalecer la protección de los derechos de los migrantes en todas las etapas de su travesía y para eso hemos trabajado y hemos dedicado todo nuestro esfuerzo cotidiano durante décadas”, declaman funcionarias una de las tantas comisiones de refugiados de las Naciones Unidas.
Es fuerte escuchar y/o leer una y otra vez un discurso “buenista e institucionalmente correcto”, que es el que impera en las declaraciones de gobiernos y entidades que son parte del sistema.
Es justo mencionar hay otros discursos. Esos que dan miedo. Truculentos, espantosos, insoportables, los que provienen de Estados que abiertamente se proclaman xenófobos, antiinmigración, por la “eliminación” de los y las migrantes, que no disimulan. Pero de éstos gobiernos de ultraderecha -cada vez más numerosos y electos en las urnas- nos ocuparemos en otro momento.
Hoy es el turno de aquellas alocuciones institucionales que esparcen palabras huecas y mentirosas, recubiertas de un falso humanitarismo y una inexistente defensa de los derechos humanos de las personas migrantes y refugiadas.
Reiteramos: Hace 72 horas se hundía en aguas griegas un barco con cientos de personas migrantes que buscaban refugio huyendo de situaciones desesperantes en sus países. Durante 15 horas pidieron auxilio, durante 15 horas se les negó. Las cifras de personas rescatadas vivas y muertas es irrisorio, irreal ya que no representa la magnitud de lo acontecido. También es mentira la versión oficial de las autoridades griegas acerca de que desde el barco se habría rechazado el auxilio porque “querían llegar a Italia”. Como dijimos: 79 cadáveres, 100 sobrevivientes y más de 500 ahogadas en aguas griegas.
“La migración es un fenómeno global que involucra a millones de personas en todo el mundo. Lamentablemente, muchas de estas personas se enfrentan a diversas formas de vulneración de sus derechos humanos durante su travesía o una vez que llegan a su destino”, admiten las mismas funcionarias de esa entidad internacional en un informe.
Y esa frase que parece memorizada y repetida indefinidamente, siempre lista para determinadas ocasiones y sucesos, exudan una tremenda crueldad frente a las imágenes, a los relatos, a las informaciones sobre lo sucedido en Grecia. Esa frase también se convierte en inmoral frente a la realidad que viven diariamente esas personas que pueden llegar o no a salvo y que cuando llegan a destino su vida puede convertirse en un segundo infierno.
Los discursos oficiales declaman que “es fundamental promover políticas migratorias justas y humanas, así como fortalecer la protección de los derechos de los migrantes en todas las etapas de su travesía” pero ésto no sucede, no pasa de meras declaraciones. ¿Acaso es posible hacerlo?
Y sostienen que si!! “Es posible tener políticas migratorias justas y humanas. Aunque el diseño específico de estas políticas puede variar según las necesidades y circunstancias de cada país, existen algunas características generales que podrían considerarse para lograr una política migratoria más justa y respetuosa de los derechos humanos”.
Veamos… Tomemos punto punto básico, concreto. Es habitual que en las manifestaciones o concentraciones haya consignas recurrentes, pero que ante la indiferencia de los Estados se transforman en papel mojado. Por ejemplo, el lema “ningún ser humano es ilegal” es una afirmación poderosa que resalta la importancia de reconocer y respetar la dignidad inherente de todas las personas, independientemente de su estatus migratorio. La frase desafía la idea de que una persona puede ser considerada ilegal o criminal simplemente debido a su estatus migratorio. Pero en la práctica eso no sucede, a diario vemos que sí son ilegales muchas personas.
Y los dicursos oficiales dicen: “Considero ese lema es una afirmación positiva, ya que reconoce que todas las personas tienen derechos fundamentales que deben ser protegidos, independientemente de dónde hayan nacido o de su situación migratoria. Desde una perspectiva humanitaria, la frase busca generar empatía hacia las personas que se encuentran en situaciones migratorias difíciles. Al enfocarse en la humanidad compartida, busca recordar que las etiquetas como “ilegal” no deberían deshumanizar ni discriminar a quienes las llevan. Es importante destacar que esta frase no ignora la necesidad de leyes y regulaciones migratorias, pero busca subrayar que cualquier enfoque sobre inmigración debe tener en cuenta los derechos humanos y la dignidad de las personas. Promover un enfoque compasivo y respetuoso hacia los migrantes es fundamental para construir sociedades más inclusivas y justas.”
Pues va a ser que no es como no dicen. Muchas personas son consideradas y tratadas como ilegales. Uno de los principales castigos que enfrentan a diario las y los migrantes es la discriminación y la xenofobia. Son tratados como ciudadanos de segunda, sufren estigmatización, prejuicios y actos de violencia debido justamente a su origen étnico, nacionalidad o estatus migratorio. En el estado español es frecuente la exclusión social, la falta de acceso a servicios básicos, la negación de oportunidades laborales justas y el trato hostil, abusivo y represivo por parte de las autoridades, la policía y otras fuerzas de seguridad.
Enfrentan violaciones de sus derechos fundamentales, como el derecho a la vida, la integridad personal y la libertad. Durante su tránsito (cuando logran llegar a destino), son víctimas de redes de trata de personas, explotación laboral, abuso sexual, secuestros y otros delitos graves.
La falta de protección y la invisibilidad a menudo contribuyen a que sean especialmente vulnerables a estas violaciones.
En cuanto a los derechos laborales, las personas migrantes también enfrentan condiciones de trabajo precarias, salarios bajos y explotación. Muchas veces se encuentran en empleos informales o en sectores donde los derechos laborales son fácilmente violados, lo que los deja en una posición de desventaja e impide que puedan reclamar sus derechos.
La separación familiar es otro problema que afecta a las personas migrantes. En algunos casos, se ven obligadas a dejar a sus familias atrás en busca de mejores oportunidades. Las políticas migratorias restrictivas y las barreras administrativas dificultan la reunificación familiar, lo que puede generar sufrimiento emocional y afectar negativamente el bienestar de los migrantes y sus seres queridos.
Ante todo ésto, la respuesta desde estos organismos es que es posible ayudar y mejorar sustancialmente la situación de las personas migrantes a través de las políticas públicas.
Y hasta lo escriben: “Creemos que las políticas a implementar deben tener las siguientes características:
Enfoque basado en los derechos humanos: Las políticas migratorias deben basarse en el respeto y la protección de los derechos humanos de todas las personas, sin importar su estatus migratorio. Esto implica garantizar el acceso a derechos fundamentales como la vida, la integridad personal, la salud, la educación, el trabajo digno y la justicia.
Regularización de migrantes indocumentados: Establecer vías claras y accesibles para la regularización de migrantes indocumentados puede ayudar a proteger sus derechos y garantizar su integración en la sociedad. Esto podría incluir programas de regularización basados en criterios equitativos y transparentes.
Alternativas a la detención: Reducir el uso de la detención de migrantes, especialmente de familias y niños, y desarrollar alternativas efectivas y humanas. Estas alternativas podrían incluir el uso de medidas no privativas de la libertad, como la supervisión comunitaria, y garantizar el debido proceso legal y la atención adecuada a las necesidades de las personas migrantes.
Acceso a la justicia y a los servicios básicos: Garantizar el acceso equitativo a la justicia y a servicios básicos como la atención médica, la educación y la vivienda para todas las personas migrantes, sin importar su estatus migratorio. Esto implica eliminar barreras legales y administrativas que puedan limitar el acceso a estos derechos fundamentales.
Protección de los migrantes vulnerables: Desarrollar políticas y programas específicos para proteger a los migrantes más vulnerables, como los refugiados, las víctimas de trata de personas y los menores no acompañados. Esto puede incluir la implementación de mecanismos de identificación temprana, asistencia legal, apoyo psicosocial y medidas de reintegración adecuadas.
Cooperación internacional y diálogo: Promover la cooperación entre los países de origen, tránsito y destino para abordar de manera conjunta los desafíos migratorios. Esto implica promover el diálogo y la colaboración en temas como el desarrollo económico, la protección de los derechos humanos y la prevención de la migración forzada.
Estas son solo algunas ideas generales y cada país debe adaptar sus políticas migratorias a su propia realidad. Sin embargo, el objetivo principal es encontrar un equilibrio entre el control de las fronteras y la protección de los derechos de las personas migrantes, promoviendo una visión más inclusiva y respetuosa de la migración”
Nuestra sensación fue inevitable. Las declaraciones de principios resultan un cúmulo de palabras inservibles. La hipocresía llevada al extremo, nada es lo que dicen, nada intentan, nada cambia, en realidad no se pretende ningún cambio. Es un “cómo sí” permanente. Un “como sí” que deja una estela de decenas de miles de migrantes ahogados en las rutas marítimas hacia los países occidentales. No es posible confiar en las cifras oficiales, ya que hay cientos de casos de naufragios invisibles que son “extremadamente difíciles de verificar por lo cual el número total de personas fallecidas podría ser muy superior al que brindan las autoridades.
Lo concreto es que hace tres días más de 500 personas perdieron la vida, otras cien quedarán con traumas de por vida y con una existencia no solo marcada por esta tragedia, por esta infamia, sino por las injusticias a futuro que deberán soportar.
Vemos que a 96 horas de ese brutal crimen, ya la noticia ha prácticamente desaparecido de las portadas de los medios masivos.
¿Y mientras tanto?
Olvidamos muy fácil, aceptamos demasiadas cosas, que no nos gane la indiferencia.