LOS NUEVOS TIRANOS MANIPULADORES DEL SIGLO XXI(Y PARTE 6)

LOS NUEVOS TIRANOS MANIPULADORES DEL SIGLO XXI( y PARTE 6)

  1. El cóctel de la modernización.

El cambio del miedo a la manipulación encaja en una tendencia histórica más amplia. Durante siglos la violencia ha ido retrocediendo. El sociólogo Norbert Elias lo llamó “el proceso civilizador”. Una posible explicación podría ser  la disminución del número de guerras. Tanto los conflictos interestatales como los civiles se han vuelto menos frecuentes en las últimas décadas. La respuesta está en un cóctel de fuerzas interconectadas, relacionadas con la modernización económica y social, que se combinan con la globalización(“cóctel de la modernización”). Este cóctel les complica la vida a las dictaduras violentas y empuja a algunas hacia la democracia; pero otras encuentran la manera de adaptarse y sobrevivir, y sustituyen el terror por el engaño y la manipulación. El cóctel de la modernización tiene tres ingredientes: el paso de una sociedad industrial a una posindustrial; la globalización de las economías y de la información, y el auge de un orden internacional liberal. El final de la Guera Fría-que también fue, en parte, un resultado de estas fuerzas- catalizó el proceso. El desarrollo económico promueve el cambio político. La dinámica global hace que algunas dictaduras menos modernas se democraticen “antes” debido a las presiones generadas por la modernización en otros lugares. Las mismas fuerzas que llevan a algunos países a democratizarse impulsan a otros a adaptarse y mantener la dictadura con otra apariencia. Algunos autócratas consiguen retrasar esa transición simulándola. Al final, la modernización también acaba erosionando esta opción. Pero, ejercida con habilidad, la dictadura de la manipulación puede retrasar el momento del cambio durante un tiempo.

El “cambio posindustrial” se produjo en dos fases. En la primera, la gente se trasladó del campo a la ciudad. La segunda fase empezó después de la Segunda Guerra Mundial en los países económicamente más avanzados. En este período, a medida que la manufactura perdía terreno en favor de los servicios y, más importante aún, de la creación y del procesamiento de información, la “sociedad posindustrial” sustituyó a la “sociedad industrial”. La “transición posindustrial” implica, en primer lugar, cambiar la naturaleza del trabajo. Del sector servicios a la “clase creativa”. Cuyo valor está en la información que posee. No se podía ordenar a la gente que tuviera ideas. La disciplina burocrática reprimía la innovación, que casi por definición exige romper las reglas. La ideología era aún más letal. En segundo lugar, una mano de obra muy cualificada. Competir con las economías avanzadas requiere contar con trabajadores que tengan estudios universitarios. El problema para los autócratas es que la educación superior está intrínsecamente ligada a la libertad de pensamiento. El pensamiento crítico tiende a escaparse del control. Los conocimientos que permitían a los técnicos trab ajar para las autoridades también los ayudaban a saltarse la censura. En tercer lugar, las creencias y los valores de los ciudadanos. A medida que los países se desarrollan económicamente, los valores y las creencias de sus ciudadanos experimentan transformaciones radicales. El primer cambio sucede cuando los países empiezan a industrializarse. La cultura tradicional del pueblo, centrada en la religión y los roles familiares tradicionales, da paso a valores “seculares-racionales”, basados en leyes creadas por el hombre. Los procedimientos impersonales se vuelven más importantes que las relaciones personales, que ya no funcionan tan bien en una sociedad de ciudades densas y grandes fábricas. Sin embargo, en la segunda fase se produce un cambio verdaderamente revolucionario. En las eras agrícola e industrial, la mayoría de las personas se esfuerzan por sobrevivir. Pero, en la era posindustrial, a medida que se extienda la riqueza, la gente piensa menos en llegar a fin de mes y más en la calidad de vida. Empieza aa ver su identidad social como una elección personal, en vez de un accidente de nacimiento, y como algo que debe “expresar”. Se vuelve más tolerante e individualista, menos deferente y más dispuesta a participar en contextos cívicos y políticos. Los “valores de supervivencia” dan paso a los “valores de autoexpresión”. Finalmente, en último lugar, la tecnología. El nuevo trabajo, basado en la información, requiere medios de comunicación novedosos. El ejemplo más radical es la aparición de internet. La radio y la televisión eran “de uno para muchos”. Por el contrario, internet es “de muchos para muchos”. La interfaz de muchos para muchos de internet, la posibilidad de hacer búsquedas y el bajo coste marginal de transmisión hacen que sea especialmente adecuado para formar redes de pensadores afines. Por otro lado, internet dificulta la censura generalizada. Es el sitio en el que los informados se conocen entre sí. Los dictadores del miedo triunfan mediante el divide y vencerás, aislando a los oponentes y aplastándolos. Internet los une. Las leyes severas y las regulaciones burocráticas provocan furiosas respuestas de grupos que antes eran dóciles. Estos grupos tienen nuevas habilidades y redes que les ayuden a resistir. Al mismo tiempo, la represión violenta y la censura exhaustiva destruyen la innovación, que ahora es fundamental para el progreso. Con el tiempo, el crecimiento de la clase creativa y muy cualificada, con exigencias de autoexpresión y participación, hace que sea difícil resistirse a un cambio hacia alguna forma de democracia. Captar a los informados requiere recursos. Cuando éstos se acaban, los dictadores de la manipulación recurren a la censura, que suele ser más barata. Lo único que importa de verdad es impedir que los medios de comunicación críticos lleguen a una gran audiencia. A medida que los informados se vuelven más numerosos, acumulan habilidades y recursos, desarrollan sus medios de comunicación y difunden con mayor profundidad sus valores entre la población, se hace más complicado imponerse, incluso con la ayuda de la manipulación experta. Y, además, están los efectos internacionales del cóctel.

El segundo elemento del cóctel de la modernización es la globalización económica e informativa. La modernización pasa de ser un proceso dentro de un Estado a una fuerza global. Los contactos entre los informados de distintos países generan redes de activismo e ideas liberales. Las nuevas tecnologías de la comunicación fueron otra fuerza integradora. Internet conectó a quienes criticaban al gobierno dentro de los países, al mismo tiempo que tejía redes transfronterizas. Los medios de comunicación se globalizaron. Lo que supuso  la diferencia fue la combinación de las comunicaciones por internet, los medios de comunicación globales y la vulnerabilidad financiera fruto de la rápida integración del país en los mercados de capital mundiales. A estos elementos se le sumó otro que abordamos a continuación.

El tercer ingrediente de nuestro cóctel es el auge de un orden internacional liberal, para el que la aparición de un movimiento global por los derechos humanos fue un motor importante. En todo el mundo, pequeños grupos de profesionales con estudios, valores progresistas y a menudo formación jurídica se unieron a finales del siglo XX en una red de ONG liberales. Utilizaron los medios de comunicación globales, el derecho internacional y un conjunto de tácticas innovadoras para presionar a los dictadores brutales. El activismo por los derechos humanos no sólo ha influido en la opinión pública y la legislación, también lo ha hecho en las empresas internacionales. La violencia y el comportamiento antidemocrático suelen tener un coste mayor ahora.

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