ALIMENTAR LAS LUCHAS

Alimentar las luchas

Alimentar las luchas

«¡Pan; la Revolución necesita pan! ¡Ocúpense otros en lanzar circulares con períodos rimbombantes! ¡Pónganse otros en los hombros tantos galones como puedan llevar encima! ¡Peroren otros acerca de las libertades políticas!» Nuestra tarea consistirá en hacer de suerte que en los primeros días de la revolución y mientras dure ésta, no haya un solo hombre en el territorio insurrecto a quien le falte el pan, ni una sola mujer obligada a formar cola delante de la tahona para recoger la bola de salvado que le quieran arrojar de limosna, ni un solo niño a quien le falte lo necesario para su débil constitución.

Estas palabras del anarquista Piotr Kropotkin procedentes de su libro «La conquista del pan» nos sirven para introducir el texto que sigue en el que abordamos la autogestión productiva y distributiva de alimentos desde una perspectiva revolucionaria. Una preocupación que no es nueva, como vemos, dado que les anarquistas del siglo XIX ya se sentían concernides por ella y probablemente se la tomaran más en serio que nosotres, que hemos perdido la esperanza en la revolución y hemos olvidado lo que es la escasez, por lo menos en lo que a comida se refiere. Tampoco queremos caer en la caricatura y en el pesimismo, puesto que sabemos que en la actualidad existen personas y colectivos que se sienten atravesadas por el tema de la alimentación y se organizan para producir y repartir, en pequeños huertos y granjas individuales o colectivas, en cooperativas, en comunidades, en grupos de consumo, en comedores, etc. Pero aun siendo conscientes de la existencia de estas iniciativas, pensamos que la mayoría de ellas se limitan a ser meras alternativas dentro del sistema en vez de aspirar a superarlo. Por otro lado, vemos que hay muchas personas –generalmente asentadas en entornos urbanos– que hacen del activismo político su forma de vida, pero que se preocupan poco en reflexionar y actuar respecto al tema de la alimentación desde la autogestión. En nuestra opinión, lograr conectar y coordinar estas dos realidades en torno a unos fines comunes puede ser un primer paso hacia la conquista del pan. Pero dejémonos de teoría y veamos algunos ejemplos concretos que nos puedan servir de inspiración.

R2R: la Red de aprovisionamiento de las luchas en el territorio de Rennes

En el territorio bretón de Rennes lleva funcionando desde hace aproximadamente una década la Red de aprovisionamiento de las luchas (R2R). Comenzó de manera informal cuando unos cinco grupos que organizaban comedores en espacios de lucha empezaron a intercambiar conocimientos, modos de organización y materiales. Fruto de esas experiencias compartidas, con el tiempo acabaron organizándose de manera más formal. Decidieron destinar parte de sus beneficios provenientes de la venta de alimentos a precio libre a la mejora de los materiales de cocina y a partir de 2013 crearon una mutualidad, La Chouette Cantine, para ofrecer dichos materiales –entre los cuales se incluye una furgoneta colectiva– en préstamo a precio libre a otros grupos y personas. Inspirada en esa mutualidad se crearía una segunda La Mutmat, que ofrece materiales, también a precio libre, como carpas, equipos de electricidad y sonido, material de fontanería, destinados a grandes eventos enfocados en las luchas contra las opresiones.

Con el impulso de las protestas contra la reforma laboral en Francia de 2016, las personas que conformaban la R2R se nutrieron de las experiencias de otros colectivos, asociaciones y sindicatos, y al mismo tiempo que seguían organizando comedores para alimentar las luchas (en apoyo a trabajadores en huelga o manifestaciones, por ejemplo) comenzaron a interrogarse y trabajar sobre la autonomía alimentaria, la producción y la distribución. Gran parte de los alimentos que ofrecían provenían del reciclaje en los grandes nodos logísticos capitalistas de la gran distribución, pero se marcaron el objetivo de prescindir de ellos a largo plazo, para lo cual se pusieron en contacto con campesines locales, que les ofrecieron campos en los que comenzaron a cultivar verduras que requieren pocos cuidados como patatas, calabazas, zanahorias, cebollas…Posteriormente, consiguieron un nuevo terreno más cercano a la ciudad en el que cultivan verduras que requieren más atención. Aunque, señalan, esa producción es insuficiente para cubrir la demanda de todas sus actividades anuales, es un primer paso. Paralelamente a los comedores y las actividades de huerta, la R2R empezó en 2018 a realizar repartos de alimentos, abiertos a cualquier persona y a precio libre, con la idea de que todo el mundo tenga acceso a una alimentación sana, diversa y de calidad.

La R2R es solo un ejemplo entre otros muchos proyectos similares. Cabría destacar así las iniciativas Foods not bombs, un movimiento de comedores populares vegetarianos surgido en los años 1980 y que se ha reproducido en multitud de ciudades a lo largo y ancho de todo el planeta. También están estrechamente relacionados con esta idea de alimentación popular desde la solidaridad, y no la caridad, los proyectos de «no mercados», es decir, repartos de alimentos periódicos gratuitos o a precio libre provenientes del recicle o de huertas autogestionadas, como el que se da en el barrio libre de Lentilleres, en Dijon. Hemos tomado estos ejemplos de territorios fuertemente urbanizados y bastante desconectados de lo rural. Pero en otros lugares marcados por una intensa actividad y conflictividad campesina, la alimentación y la producción adquieren más protagonismo, como es el caso de Brasil, donde la Federación Anarquista de Río de Janeiro se organiza en torno a problemáticas como la soberanía alimentaria y la agroecología. Finalmente, queremos mencionar dos casos que nos generan ciertas reticencias por mezclar una cierta autogestión con dirigismo vertical, pero que son interesantes por su escala: en primer lugar, los barrios agrícolas de la ciudad colapsada de Detroit, que se asientan en zonas industriales abandonadas y que a través de la agroecología alimentan a miles de personas; y, en segundo lugar, las experiencias de autosuficiencia agroecológica surgidas en Cuba a consecuencia del «periodo especial».

Experiencias recientes en Cantabria

De lo global pasamos a lo local, y lo hacemos recordando en primer lugar la experiencia de la Red de Alimentos Recuperados que surgió en 2018 y que estuvo funcionando durante unos pocos años en Santander. Las personas que conformaban la red se reunían semanalmente para reciclar alimentos y distribuirlos gratuitamente en la Plaza del Ciruelo. También extinto, el Banco Obrero de Alimentos realizó, durante varios años, una destacable labor de recogida de alimentos donados y su posterior reparto a personas que lo necesitaban, todo ello desde una perspectiva antirracista y antifascista. Hoy en día, algunas personas pertenecientes al Centro Social Smolny se dedican también a esa actividad de recogida y reparto de alimentos que llevan realizando desde hace unos 5 años. Otra modesta iniciativa que queremos recordar es la de la crepería antirrepresiva, una cocina ambulante que vendía crepes a precio libre en eventos políticos con el fin de destinar los beneficios a causas antirrepresivas. Por último, nos referiremos a los comedores veganos que durante muchos años se realizaban en el CSO La Lechuza, en Monte, que conseguían juntar a decenas de personas cada semana que cocinaban en común y compartían la comida a precio libre. Todos estos ejemplos cercanos, como vemos, estaban orientados a la distribución siendo su punto débil la producción, probablemente porque no formaba parte de sus objetivos.

Sea como sea, constatamos que en la actualidad no hay en Cantabria apenas colectivos enfocados a las problemáticas que hemos abordado a lo largo del texto. ¡Y los echamos de menos! Esperamos entonces que nuestras palabras no sean en vano y que nos lleven a reflexionar y debatir colectivamente sobre la alimentación, a cuestionar el modelo productivo agroindustrial capitalista y las opresiones que se derivan de él, y a explorar nuevas vías para combatirlo. Algunos de los ejemplos expuestos pueden marcarnos el camino, al igual que podemos aprender de las experiencias pasadas que nos son cercanas en el espacio y en el tiempo, con sus aciertos y de sus errores. Si estás interesade en conocer más profundamente algunos de los proyectos que hemos mencionado, te invitamos a acudir a nuestra página web, dónde acompañamos este mismo artículo de varios enlaces relacionados.

La red de aprovisionamiento de Rennes:

Barrio libre de Lentilleres, Dijon:

Agroecología y anarquismo organizado: una entrevista con la Federación Anarquista de Río de Janeiro:

Food, not bombs:

Agricultura urbana en Detroit:

Cuba ¿de una revolución agroecológica al cultivo de transgénicos?:

Red de alimentos recuperados, Santander:

Centro social Smolny:

Banco Obrero de Alimentos:

Artículo publicado en el Boletín Briega en papel nº 46 Agosto 2023

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