BENEFICIOS REPUGNANTES: LOS ALIMENTOS ENVENENADOS Y LA RIQUEZA TÓXICA DEL SISTEMA ALIMENTARIO MUNDIAL

Beneficios repugnantes: los alimentos envenenados y la riqueza tóxica del sistema alimentario mundial

El sistema alimentario moderno está siendo moldeado por el imperativo capitalista del beneficio. Además de perder sus tierras a manos de inversores globales y grandes empresas agroalimentarias, la gente está enfermando a causa de las corporaciones y de un sistema que se nutre de la promoción de alimentos “basura” (ultraprocesados) mezclados con sustancias químicas nocivas y cultivados con el uso de agroquímicos tóxicos.

Es una situación muy rentable para empresas de inversión como BlackRock, Vanguard, State Street, Fidelity y Capital Group y los conglomerados alimentarios y agroindustriales en los que invierten. Pero BlackRock y otras empresas no sólo invierten fuertemente en la industria alimentaria. También se benefician de las enfermedades y dolencias derivadas del sistema alimentario al tener participaciones en el sector farmacéutico. Para ellos, es una situación en la que todos ganan.

Los grupos de presión de las empresas agroalimentarias y sus grupos de fachada, bien situados y financiados, garantizan que esta situación prevalezca. Siguen acaparando el espacio político y normativo a escala internacional y nacional y promoviendo la (falsa) narrativa de que sin sus productos el mundo se moriría de hambre.

Ahora también están impulsando una agenda ecomodernista falsamente verde y lanzando sus nuevas tecnologías patentadas con el fin de afianzar aún más su control sobre un sistema alimentario mundial que produce alimentos pobres, enfermedades, degradación medioambiental, dependencia y desposesión.

El modelo agroalimentario globalizado imperante se basa en políticas comerciales injustas, el apalancamiento de la deuda soberana en beneficio de poderosos intereses, el desplazamiento de la población y el despojo de tierras. Fomenta el monocultivo de materias primas orientado a la exportación y la inseguridad alimentaria regional.

Este modelo es responsable del aumento de las tasas de enfermedad, las dietas deficientes en nutrientes, la reducción de la gama de cultivos alimentarios, las escorrentías químicas, el aumento de los niveles de endeudamiento de los agricultores y la erradicación de la biodiversidad. Y se basa en un paradigma político que privilegia la urbanización, los mercados globales y las necesidades de las corporaciones agroalimentarias por encima de las comunidades rurales, los mercados locales, los recursos en las explotaciones y la soberanía alimentaria.

Además, también están los aspectos geopolíticos más amplios de la alimentación y la agricultura en un mundo post-COVID caracterizado por la inflación alimentaria, la penuria y una deuda mundial de varios billones de dólares.

El modo en que se producen y consumen actualmente nuestros alimentos plantea enormes problemas medioambientales, políticos, sociales y sanitarios. Es necesario un cambio de paradigma.

Todo esto se expone en Sickening Profits: The Global Food System’s Poisoned Food and Toxic Wealth (diciembre de 2023), donde además se habla, entre otros tems, por ejemplo sobre la crisis agraria en la India y cuestiones que afectan al sector agrícola o se describe situaciones en Ucrania, India, los Países Bajos y otros lugares, propias de un cuento de terror gráfico en ciernes que se está intensificando en todo el mundo. La pregunta es: ¿se puede detener?

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