Úrsula K. Le Guin: Anarquia e imaginacion

  • El esfuerzo social que representa el fondo de su producción literaria está muy presente en una antología de relatos, “El lenguaje de la noche”, donde lo fantástico y el imaginario son vistos como espacios para la utopía, para la conciencia crítica. 

    La fantasía no es un idilio o una fuga de la realidad, sino más bien la certeza de que la realidad que vivimos no es la única posible y, sobre todo, no es inmutable. Precisamente a través del ejercicio de la imaginación podemos concebir realidades en la que las cosas funcionan de forma diferente, y donde es posible una nueva justicia social. 

    La riqueza de la imaginación y la profundidad de su exploración sobre la naturaleza humana confieren a su producción literaria un acento único y atrayente. Solía repetir que “no podemos desear la libertad si antes no conseguimos imaginarla y compartirla con el mayor número de personas”. 

    Una de sus novelas más intensas, “Los desposeídos”, cuenta la historia de dos planetas gemelos, iluminados por el mismo sol pero divididos por modos opuestos de vivirUrras es un planeta opulento, densamente poblado, tecnológicamente avanzado y regido por una economía liberal. Es un sitio donde todo sucede como siempre. Anarres, habitado por una comunidad anárquicocolectivista, no conoce propiedad, gobierno ni autoridad, es un planeta habitado por quienes se han rebelado y han decidido modificar su existencia por completo.  

    La propia Le Guin se define: “Mi novela “los rechazados del otro planeta” trata sobre un pequeño mundo de personas que se han dado el nombre de “odonianos”. Este nombre se deriva de la fundadora de su comunidad, Odo, que vivió varias generaciones antes de la época en que se desarrolla la novela y que, por tanto, no participa en los acontecimientos (aunque sí ímplicitamente, pues todo comenzó con ella). 

    El odonianismo es anarquía. No esa de la bomba en el bolsillo que, por el contrario –por mucho que trate de dársele importancia bajo cualquier nombre- no deja de ser terrorismo puro y simple; no el libertarianismo socio-darwinista de la extrema derecha; sino la anarquía prefigurada por el taoísmo en sus orígenes y expuesta por Shelley y Kropotkin, por Goldman y Goodman. El principal objetivo a abatir del anarquismo es el Estado autoritario, ya sea capitalista o socialista; su principal componente moral y práctica es la colaboración (solidaridad, apoyo mutuo). De todas las teorías políticas, es la más idealista y para mí la más interesante. 

    Insertar esto en una novela, cosa que nunca se había llevado a cabo, fue para mi un trabajo duro y largo, que me absorvió completamente durante varios meses. Cuando lo terminé, me sentí perdida, exlliada: una persona que ya no tenía patria” (“Las doce moradas del viento”). 

    MIRA MANCOLI

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