Recensión de la obra clásica de Rudolf Rockero “Nacionalismo y cultura”

  • RECENSIÓN DE LA OBRA CLÁSICA DE RUDOLF ROCKER “NACIONALISMO Y CULTURA” 

    En 1937, el anarquista alemán Rudolf Rocker publica “Nacionalismo y cultura”, una obra de más de seiscientas páginas que representa el resultado de una reflexión iniciada al acabar la I Guerra Mundial. Se trata de un testimonio angustioso y desgarrador de esa profunda crisis de valores que, síntoma de la descomposición  del viejo orden decimonónico, arrolló tempestuosamente a Europa en las primeras décadas del siglo XX y encontró en el fascismo su propia y brutal sanción. “Nacionalismo y cultura” describía la historia como el resultado imprevisible del choque entre dos principios, entre dos paradigmas antitéticos. El primero era el poder, o sea, la manifestación de la “voluntad de poder” de individuos o minorías. Es, en general, una de las fuerzas motrices de la Historia. Retomando a Bakunin, Rocker subrayaba que la religión era la base de todo poder: “Todo poder procede de Dios; toda dominación, de acuerdo con su más íntima esencia, es divina”. Todo poder, por otro lado, presupone una forma de dominio del hombre sobre el hombre porque “la división de la sociedad en clases superiores e inferiores es una de las primeras condiciones de su existencia”. El poder “actúa siempre destructivamente”, se expresa espiritualmente en el “dogma muerto”, físicamente en “la violencia brutal”; “la ausencia de espíritu en sus aspiraciones imprime a la persona de su representante su sello y lo vuelve paulatinamente inferior y brutal (…) nada achata el espíritu y el alma de los hombres como la monotonía eterna de la rutina; y el poder solo es rutina”. Al poder se oponía un segundo principio, la cultura: “La cultura no se crea por decreto; se crea a sí misma y surge espontáneamente de las necesidades de los seres humanos y de su cooperación social”. Resulta oportuno observar cómo esta definición de cultura era “ la más general, laica y materialista que se pueder dar” demostrando de su carácter “íntimamente universal” y de la artificialidad de cualquier frontera política. 

    La contraposición entre poder y cultura era una original reelaboración de los esquemas interpretativos del anarquismo. Y sobre la base de esta contraposiciónRocker delineaba un gran fresco histórico, de la antigüedad a la época contemporánea, en el que a la debilidad de un principio correspondía la fuerza de otro. Su análisis todavia se revela antes que nada como una reconstrucción de la realización histórica del principio del poder y de su realización en el moderno Estado-nación. A diferencia de lo que sostienen los marxistas, para Rocker no se trataba de un desarrollo positivo y mucho menos necesario: “No se puede perder de vista que la fundación de los Estados nacionales absolutistas en Europa está ligada a una serie de guerras devastadoras, por las cuales fue trabado radicalmente, en la mayoría de los países, por largo tiempo, a menudo por siglos, el desarrollo cultural y económico. 

    En la afirmación del moderno Estado-nación, la democracia había jugado un papel esencial. Mientras que el liberalismo, escribía Rocker, ponía en el centro al individuo y la exigencia de limitar el poder, “el punto de partida de la democracia era un concepto colectivo: el pueblo, la comunidad”. En cuanto que “profeta de la moderna idea del Estado democrático”, Rousseau en particular era “el apóstol de una nueva religión política que, a través de la “voluntad general” construía un nuevo absolutismo, una nueva “tiranía cuyas cadenas son más consistentes por haberse adornado con los oropeles de una libertad imaginaria, la libertad roussoniana”. Rousseau “era el verdadero creador de la reacción moderna”, la raíz común del bolchevismo en Rusia, del fascismo en Italia y del nazismo en Alemania. 

    Tras la Revolución Francesa de 1789, “la nación políticamente organizada” se había convertido en “un nuevo Dios”: “Al rodear la noción absoluta de “patria” y de “nación” de una aureola mística, creó una nueva fe que podía nuevamente hacer milagros” Por ello era el Estado, sentenciaba Rocker, el que creaba la nación (y no al contrario) y sentaba las bases para el nacimiento del nacionalismo. “Nacionalismo y cultura” definía el nacionalismo (y se trata de una observación importante) en términos de religión política, por ello caracterizada por su propia ortodoxia (nacional) y por una misión propia(nacional). Rousseau, la Revolución francesa. El jacobinismo, la expansión del Estado moderno, la afirmación del nacionalismo y el estallido de la Primera Guerra Mundial representaban para Rocker capítulos decisivos en el proceso de formación y afirmación de ese proceso de sacralización de la política que culmina en el fascismo y en el nazismo, y que alcanzaba incluso a la Rusia bolchevique. 

    Rocker consideraba que solo el anarquismo, expresión auténtica del socialismo, podía contrarrestar este imponente desarrollo del principio del poder. “Las dos grandes corrientes políticas de ideas del liberalismo y de la democracia-leemos en “Nacionalismo y cultura”- tuvieron una fuerte influencia en el desarrollo interno del movimiento socialista”: 

    “ Un movimiento como el de la democracia, con sus principios estatistas y su aspiración a someter al individuo a los mandamientos de una imaginaria “voluntad general” tenía que pesar en un movimiento como el socialismo tanto más funestamente cuanto que infundió a éste el pensamiento de entregar al Estado, además de los dominios en que hoy impera, también el dominio inmenso de la economía, atribuyéndole así un poder que nunca  había poseído antes”. 

    El capitalismo de Estado soviético, con sus raíces en el pensamiento de Rosseau, era solamente una “grotesca caricatura” del socialismo. El socilismo “fecundado por el liberalismo”, por el contrario, desemboca según Rocker en las ideas de Godwin, Proudhon y Bakunin: 

    “El socialismo inspirado por la corriente ideológica del liberalismo condujo en línea recta a la idea del anarquismo, es decir, a la representación de un estado social en el que el hombre ya no está sometido a la tutela de un pode superior y en el que él mismo regula todas las relaciones entre sí y sus semejantes por el acuerdo mutuo”. 

    Desde este punto de vista, el anarquismo sería el resultado de la síntesis entre la mejor parte del liberalismo (la libertad) y la mejor parte del socialismo (la igualdad):  “Liberación en la economía de todas las ligaduras de la política; liberación en la cultura de todas las influencias políticas dominadoras; liberación del hombre por la asociación solidaria con sus semejantes”. 

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