El 15 de julio de 2012 se produjo un hito en la cultura popular. Ese domingo de verano se produjo el fenómeno de masas de que la discográfica surcoreana YG subió a su canal oficial de youtube el video que pronto se convertiría en el mas visto de todos los tiempos: “Gangman style” del artista surcoreano Psy. Hoy, ese video, acumula mas de tres mil millones de reproducciones solo en su cuenta oficial. Un público semejante a la suma de todos los habitantes de China, Japón, Rusia, la Unión Europea y EEUU. En el mismo 2012, en EEUU, en el condado de Arlington, junto a las orillas del río Potomac, en las oficinas del Pentágono, a un funcionario se le ocurrió utilizar a una famosa cantante para realizar un video musical que reforzara los intereses geoestratégicos del gobierno de EEUU. La artista escogida fue Katy Perry. El 16 de febrero de 2012 empezó el rodaje del video en la base de los marines de Peddleton, California. Y el 21 de marzo, la discográfica mas importante del mundo, la Universal, propiedad del gigante mediático francés Vivendi, estrenó el video en la cuenta oficial de la cantante: se tituló “Part of me”. El objetivo del Departamento de Defensa fue, primero, fomentar el alistamiento de chicas de clase trabajadora en el cuerpo de los marines, y, segundo, fijar a EEUU como gendarme planetario en las cabezas de todos los seguidores de la genial cantante. ¿Qué ha ocurrido con el formato videoclip desde 1993, año en el que Michael Jackson salió bailando su popular “Thriller”? ¿Qué ha sucedido con ese divertido e intrascendente formato de la cultura pop que mostró al mundo los pronunciados escotes de Madonna, las fálicas guitarras de Prince o las melenas al viento de Bon Jovi? ¿Qué ha sucedido con los videos actuales que incluso el Pentágono se esfuerza por insertar su propaganda en ellos?
En el presente, el videoclip se ha convertido en el producto musical mas consumido por la juventud global. Así, el video musical no solo sirve como publicidad para los artistas, sino, sobretodo, como el cebo que atrae la atención del joven público y ésta sea transformada en mercancía que vendan las empresas propietarias (Universal, Sony, Warner…) y difusoras (youtube…) a las empresas anunciantes (Coca-cola, Adidas, Apple…). El flujo del videoclip mainstream se ha convertido en una herramienta para transmitir la hegemonía cultural burguesa a una sociedad mundial alentando valores como el individualismo posesivo, la exaltación del narcisismo, la competitividad permanente entre los jóvenes, la hipersexualización de las relaciones sociales, el consumo de determinadas drogas, el culto hiperbólico al fetiche del dinero, la acumulación de riqueza material entendida como estadio superior de la felicidad humana, la búsqueda incesante de beneficios, la cosificación de las personas vistas como instrumentos para lograr el éxito, la agresividad como un actitud triunfante, el consumismo compulsivo, una postura política pasiva y conformista, el trato vejatorio con los más débiles, una actitud escapista y opiácea frente a los problemas vitales, una caracterización del amor como una inversión no rentable. Esta es la dictadura del videoclip, la factoría de los sueños prefabricados de la industria musical.
Los nuevos medios tecnológicos y las nuevas redes sociales han convertido al video en un arma de control masivo. Los videoclips nos venden el sueño de la libertad capitalista pero, en realidad, nos hacen mas esclavos. Los videoclips sirven a la clase dominante para implantar en la juventud valores e ideología que ayudan a mantener su poder. Los videos musicales no solo forman parte del paisaje cotidiano de los jóvenes, sino que vertebran y ponen rostro a muchas de sus ilusiones y aspiraciones vitales. La capacidad de convocatoria de estas celebridades, industrialmente prefabricadas, va de la mano de su demostrada valía para generar beneficios para diferentes empresas del campo musical. Y, por descontado, para cualquier empresa de cualquier sector, desde automovilísticas a informáticas hasta agencias de viaje, que mediante la estrategia del emplazamiento publicitario insertan sus mercancías en la narrativa de los videos para publicitarlas entre su multitudinario público.
¿Cómo acabó Shakira trabajando para el presidente de EEUU Obama y Katy Perry para el Pentágono? ¿Cómo hay tan pocos artistas comprometidos en plena crisis? ¿Cómo se ponen de moda las canciones que todos conocemos? ¿Qué relación hay entre los videos y la falta de conciencia crítica de gran parte de la juventud?
Se podría pensar que los videoclips son divertidos, desenfadados, un formato para promocionar a los cantantes y se puede también pensar que con las nuevas tecnologías cada oyente escucha las canciones que uno elige, pero, en los lugares públicos, donde no se elige la música, se acaba uno tragando la del maistream. La influencia en los valores e ideología de los videoclips en los jóvenes es brutal. En realidad, la toma de decisiones que lleva a elegir qué canción va a dar el pelotazo y cuál no, es una jerarquía totalmente piramidal y totalmente dictatorial, como en cualquier industria cultural del gran capital.
Los videoclips dominantes son una herramienta de los poderes para lograr que la oligarquía capitalista mundial consiga el consenso de la clase asalariada juvenil internacional. El videoclip musical maistream es la mercancía cultural mas consumida por los jóvenes por encima del cine y los videojuegos. La música influye mucho en los jóvenes: en twitter es el principal tema de conversación; los diez videos mas vistos de youtube son musicales; las cuentas de Facebook e Instagram están a nombre de músicos. La industria potencia unos temas que convienen a la oligarquía que controla la cultura y omiten otros temas que podrían interesar a los jóvenes con hambre de consumir. El liberalismo económico dice que la oferta se adapta a la demanda pero esto es falso. Esto es así porque los regentes de las industrias culturales son pocos y tienen un fuerte sentido ideológico de clase marginando lo demás. Además, el videoclip es una prolongación de la industria publicitaria hasta el punto de marcar por completo el contenido como capitalista.
El videoclip dominante y la música se concibe como un producto para ganar dinero. Con respecto a antaño, el cambio cualitativo de esto ha sido cuando no importa ya quién canta y qué canta si hace ganar dinero. En cuanto a los contenidos, la religión de los viedeoclips es el hedonismo.
Además del Capitalismo el Estado también determina esta realidad al haber cada vez más videoclips usados solo como instrumento propagandístico incluso militarista como el de Katy Perry.
Las estrellas del pop que inundan los medios no son artistas propiamente hablando, es decir, no son seres dotados de una especial sensibilidad y un conjunto de habilidades que crean e interpretan determinadas composiciones musicales con las cuales transmiten de un modo estético su percepción personal del mundo. Es un Olimpo previamente manufacturado donde los candidatos deben demostrar que tienen los atributos que los magnates de la industria han preestablecido como serviles a sus objetivos ideológicos y económicos. Sin el apoyo del gran capital no se harían virales los videos. Todos los videos tienen el visto bueno de los directores de las discográficas. Son atractivos pues ejecutan con maestría los condicionamientos de los adolescentes. También, los adolescentes, ante la falta de una alternativa del Sistema perciben como “auténticos” los mensajes de los videos (la máxima felicidad asociada a la máxima acumulación de bienes de lujo). En la industria musical las estrellas mas artísticas y genuinas cada vez se van plegando a los predeterminismos capitalistas (culto a la riqueza, desprecio a la mujer como objeto sexual, etc). Las estrellas del pop actuales son de pésima calidad musical.
La conquista y el amor sexual son preocupaciones claves de la adolescencia y la juventud adulta que el videoclip mainstream se encarga de explotar audiovisualmente para conseguir dos objetivos: realizar el valor de sus mercancías asociadas y reproducir la hegemonía burguesa mediante el convencimiento cultural e ideológico. Se coloniza a las mentes mediante el sexo fomentando una sexualidad cosificada equivalente a la de la publicidad. El sexo atrae al público e introducirlo es obligatorio por la lucha contra la competencia. Al final no se usan otros registros y se expande un machismo y un cierto feminismo cosificador del hombre (cuerpos como objetos de consumo). También renace el machismo desde el lumpen. Se ven “sueños americanos” de prosperidad hecha a si misma y el acceso al sexo por el dinero y la mujer como objeto de consumo (como en el “Trap”). Su único límite es el porno. No poseen otro objeto de poesía que el sexo y todos los videos acaban equivalentes. El supuesto feminismo de las estrellas solo iguala a los hombres en la cosificación de las mujeres y tiene cierto postureo para conectar con la juventud.
A través de los videoclips los espectadores se convierten en marionetas del espectáculo. Los actores, los músicos son marionetas de lo establecido, aunque en la trama parezcan dueños de su destino o desde el público se vean maestros de sus emociones. Esto es lo que ocurre con las estrellas del espectáculo como con los políticos burgueses. Los primeros como celebridades construídas y moldeadas por las industrias culturales propiedad de la oligarquía (prensa, libros, cadenas de tv, estudios de cine…), y los segundos como caras visibles de partidos pagados por esa misma oligarquía para lograr sus objetivos de clase. Las estrellas del pop sirven conscientemente al discurso hegemónico neoliberal y además poseen otros negocios capitalistas amén de contactos con políticos y hombres de negocios y grandes corporaciones.
Otro tipo de videoclip mas social no es posible. A mediados de los noventa nadie era tan famoso en el mundo como la estrella del pop Michael Jackson, el “Rey del Pop”, y aún así sufrió la censura de la oligarquía mediática. Su canción “They dont care about us” que significa “A ellos no les importamos” se desarrolló en un video localizado en una cárcel de Long Island llena de negros y mulatos a los que el artista arengaba con el puño en alto para sublevarse con imágenes de Martin Luther King. Por si fuera poco, el video comenzaba con imágenes de Franklin Delano Roosevelt, el presidente mas a la izquierda de toda la historia del siglo XX en EEUU. La oligarquía mediática no podía permitir que el artista del pop más importante del momento cantara esa letra tan subversiva sobre la primera potencia del mundo. Y por eso, de ese videoclip se tuvieron que hacer dos versiones para esquivar a la censura. La libertad de expresión de los artistas se cercena mas cuanto mas cantidad de público tenga y cuanto mas capital reciba de inversión. Las estrellas dependen de los conglomerados mediáticos y de todo su capital promocional y, a pesar de ser ricos, no tienen libertad para ciertos temas. Necesitan la luz verde de los principales directivos. George Michael llegó a decir que la industria musical está controlada por unos viejos que dicen lo que tienen que escuchar los jóvenes. Puede haber algún mensaje social de concienciación, pero como porcentaje ínfimo frente a “mansiones y zorras”.
A lo largo de la historia los músicos han estado bajo la atenta supervisión de los poderes políticos precisamente porque las clases dirigentes conocían perfectamente el poder de las canciones para adoctrinar al público como para hacerlo soñar o rebelarse. Todos los videos son políticos aunque no lo expliciten. Lo contracorriente está infrapromocionado y se destina a un público minoritario. Se puede construir un discurso contrahegemónico pero, para llegar a la juventud, debería ir a la mayoría mediante el pop-rock.