El sentido político de las cooperativas

 

EL SENTIDO POLÍTICO DE LAS COOPERATIVAS(Reseña del libro “La república cooperativista” de Alexander Gourevitch)

 

Una década d después de su publicación en inglés se edita por fin en castellano este trabajo del politólogo de la Universidad de Brown (EEUU) Alex Gourevitch, que otorga un sentido político al cooperativismo –y, por extensión, al conjunto de la economía social- y lo inscribe en la tradición del republicanismo obrero del siglo XIX, que aspiraba a llegar hasta las últimas consecuencias el anhelo de libertad surgido en las revoluciones americana y francesa.

 

El momento no puede ser más oportuno: la ola reaccionaria que recorre Europa amenaza con sepultar las expectativas de un mundo mejor, con las izquierdas en retroceso y desvaneciéndose los sueños que alimentaron el 15-M, lo que pude arrojar un horizonte de desesperanza y frustración. Y, sin embargo, la política institucional, por importante que sea, no es el único instrumento posible para mejorar el mundo: el cooperativismo es también una vía para intentarlo, a través de la empresa, con planteamientos que colocan la vida en el centro –frente a la lógica capitalista del beneficio- y que priman la democracia, la igualdad, la sostenibilidad y la ayuda mutua.

 

Éste valioso libro recupera el potente y sin embargo olvidado proyecto que el movimiento obrero de Estados Unidos forjó en la segunda mitad del siglo XIX a través de los Caballeros del Trabajo, organización que a las reivindicaciones políticas y sindicales añadió la voluntad de impulsar cooperativas como palanca de emancipación: según su visión, la verdadera libertad no se alcanza a través del salario, ni siquiera mejorándolo, puesto que la jerarquía de poder permanece intacta, sino construyendo nuevas relaciones económicas verdaderamente igualitarias basadas en la ayuda mutua y el interés común.

 

El libro recupera los apasionados debates teóricos del movimiento obrero estadounidense y los intentos prácticos de construir una “república cooperativista” -hoy se llamaría “mercado social”-, así como el auge y caída de los que sostenían que la libertad republicano solo podía ser completa una vez que estuvieran cubiertos los mínimos indispensables para vivir dignamente, en contraposición a los “republicanos del laissez-faire», la visión “liberal” que acabó imponiéndose y que considera que basta con garantizar la libertad en las leyes para que todos puedan disfrutarla.

 

Las ideas de la “república cooperativista” fueron aplastadas en Estados Unidos, tanto por la represión de las clases dominantes como por el auge de otros planteamientos en el seno del movimiento obrero-sobre todo, procedentes del marxismo y del sindicalismo clásico-, en los que la libertad pasó a defenderse con menos pasión y, en todo caso, supeditada a la igualdad.

 

Recuperar ahora estas ideas se antoja especialmente útil en un mundo en el que la derecha pretende apropiarse de la idea de “libertad” incluso cuando se propone reducirla a la mínima expresión, asociada apenas a la libertad de mercado. Y más en España, donde esta tradición no sólo sobrevivió, sino que mantiene su relevancia, tanto desde el punto de vista intelectual –con obras fundamentales como “El eclipse de la fraternidad”, del malogrado Antoni Domenech- como programático, con propuestas muy solventes de renta básica, como en la práctica, con un potente exosistema cooperativista, que fue especialmente vigoroso durante la II República en confluencia con el movimiento libertario y que el franquismo no pudo extirpar: la economía social suma hoy 1,3 millones de empleos directos en España. “La “república cooperativista” no es ninguna utopía: este libro ayuda a verla, porque en buena medida ya existe.

 

Pere Rusiñol

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