Drogas al servicio del capitalismo

 

DROGAS AL SERVICIO DEL CAPITALISMO

 

Dice el ensayista belga Laurent de Sutter(Bruselas, 44 años) que para entender lo bien que se llevan las drogas con el orden capitalista basta con retroceder a la crisis económica global de 2008. “Cuando todo el mundo se asustó con predicciones sobre el inminente desmoronamiento del sistema porque nadie aportaba capital a los bancos, la inyección masiva de liquidez la aportó el narcotráfico. Parece un chiste, pero fue real: los narcos salvaron el sistema capitalista”. Que el dinero de la droga rescatara al sistema bancario, un hecho que denunció la ONU en 2009, no sorprende al autor de “Narcocapitalismo para acabar con la sociedad de la anestesia”.

 

Escritor prolífico de ensayo-lleva 25 libros en 10 años- y miembro del Colegio Internacional de Filosofía, de Sutter asegura que desde que se patentó la anestesia en 1848, el sistema y el mercado se han aliado para mantenernos ordenadamente narcotizados, ya sea como estrategia de supervivencia en una sociedad que demanda siempre más de nuestro rendimiento o como método de control de masas para mantener el status quo. “La anestesia cambió el curso de las operaciones quirúrgicas, pero se ha infiltrado en todo tipo de contextos y usos que también han sostenido el control social”.

 

Para de Sutter, la noción de “salud mental” que tenemos hoy en día no sería la misma sin el impacto de la experimentación con anestésicos de Emil Kraepelin, padre de la psiquiatría moderna, quien empezó a usarlos como tratamiento a principios del siglo XX. “Kraepelin practicó la eugenesia sin contemplaciones. Como estaba obsesionado con la idea de calmar la manía dentro de la depresión, entendió que el cuerpo se mantendría tranquilo administrando anestesia”, apuntó sobre la raíz de una cultura que nos mantiene sedados como solución a los problemas. “Se fomentó esa salida contra la exaltación personal, se asumió que es mejor estar colgado que ir errando por la vida”.

 

De sutter también culpa a la cultura de la utoayuda de la deriva narcótica de la sociedad. “El ideal de la felicidad que tantos libros vende, esa necesidad de retener al yo y de llevarlo por el buen camino, es lo que nos ha llevado hasta aquí”, denunció. Un ansia de perfección que explosionó en un siglo XX en el que se estandarizó la ingesta de antidepresivos, drogas evasoras y esa idea de control de la masa. “Desde esos soldados alemanes drogados en sus tanques para fomentar su agresividad en la Segunda Guerra Mundial hasta los trabajadores de la Bolsa puestos hasta las cejas de cocaína para soportar las exigencias del mercado, hemos conseguido engañar a ese cuerpo que nos dice: “Por favor, para”, y así seguir sosteniendo el sistema”, sentenció.

 

España es el primer consumidor mundial per cápita de benzodiazepina: uno de cada cuatro mayores de 65 años la toma. “La benziodazepina nos qui8iere más seguras y más tranquilas, pero nos ha colapsado, Vivimos una crisis de sobriedad. La lógica del capital ha fagocitado la rebelión lisérgica por la que abogó la contracultura de los años sesenta y del “comunismo ácido”. La cocaína y otras sustancias han acabado ganando la partida: “Sobran celebrities tomando microdosis o terapias de ketamina en clínicas de salud mental carísimas. Se multiplican las personas que hablan de las setas mágicas, cada vez hay más empresas psicodélicas. La pregunta hoy sería si estas tecnologías se pueden aplicar y superar el individualismo de la sociedad neoliberal”.

 

Vivimos en la era del sentimiento del cuerpo improductivo, la de la ansiedad “de sentirse inútil sin serlo”. En el ensayo “Sedados” el antropólogo James Davies relata cómo en el Reino Unido existe una relación entre el endeudamiento social y el consumo de antidepresivos. “Son dos fenómenos que c recen en paralelo y que siguen una lógica neoliberal después de desmantelar los servicios sociales. La ansiedad y el estrés del yo por ese sentimiento de falla entre la vida privada y la pública”. “Si tuviera que compararme con algo, sería con esos muñecos de juguete a los que hay que dar cuerda. Están muertos, les das cu

erda y resucitan”.

 

Share