La ambivalencia emancipadora popular del conspiracionismo (y III)

 

LA AMBIVALENCIA EMANCIPADORA POPULAR DEL CONSPIRACIONISMO(III)

 

Entre las evoluciones más inquietantes que se están produciendo en los países occidentales, destaca la rápida implantación de la identidad electrónica de las personas. La creación de un dispositivo digital de identidad civil no es objeto de controversia alguna en los medios de comunicación oficiales. Ni siquiera se la considera información de carácter político… Una vez que los documentos de identidad de todos los ciudadanos se hayan introducido en un código QR y en una aplicación de smartphone, la lógica del pasaporte sanitario-vacunal se perpetúa: los sistemas de penalización y exclusión de determinadas categorías de ciudadanos pueden (re)activase en cualquier momento y convertirse en algo completamente habitual, en un sistema social en el que las máquinas digitales son omnipresentes. Casi nadie se dio cuenta de su trascendencia política en aquel momento. Como tampoco ha habido mucha reticencia a utilizar sistemas de geolocalización, GPS o smarphone, que pueden permitir a las autoridades y a los poderes del mercado saber dóndde estamos. El billete electrónico de autobus o tren es la base de la gestión comercial del transporte, alejada de cualquier preocupación por el servicio público, mediante el análisis de los viajes individuales y la categorización de los pasajeros en objetivos de marketing. También es la vía para acabar con el anonimato de los viajeros. Tampoco ha habido reacción alguna en las sociedades occidentales frente al poder adquirido por Facebook mediante la recopilación de información sobre la vida de sus usuarios. La información es vigilancia. Google es esencialmente una empresa de vigilancia, ya que su razón social es acumular datos sobre todo y sobre todos. Las compañías de telefonía móvil son prácticamente servicios auxiliares de la policía, encargados de la localización de los individuos atados a su móvil. La vigilancia, ya sea mercantil o policial, es el resultado de la elección colectiva de un modo de vida irresponsable.

 

La identidad digital forma parte de un proceso de preparación de las oligarquías occidentales para tiempos revueltos, en los que para ellas resulta crucial perfeccionar la integración de los ciudadanos en la máquina social, asegurarse palancas de control y obediencia adaptadas al funcionamiento social existente, al modo de vida de la mayoría de los individuos. Las capas dirigentes prevén-desabastecimiento, revueltas contra proyectos estratégicos de desarrollo o contra recortes presupuestarios masivos, guerras por los recursos, catástrofes diversas, etc- en las que tendrán que mostrarse autoritarios con la población. Al igual que el Gobierno de China, quieren aprovechar todas las tecnologías existentes y futuras para maximizar el poder sosbre sus ciudadanos. Por otro lado, la Unión Europea pretende recuperar la soberanía digital perdida en manos de los GAFAM que acaparan todos los datos de sus ciudadanos. Europa pretende su desarrollo digital con sus propios semiconductores, infraestructuras de almacenamiento de datos y operadores de internet. Sin embargo y, al mismo tiempo, los dirigentes europeos son profundamente atlantistas el imperativo es: hay que acelerar y hay que adaptarse.

 

La libertad humana sale perdiendo cada vez que la gente admite el uso militar y/o mercantil de las nuevas tecnologías. La innformática crea un imaginario de omnipotencia ante todos los retos y contrariedades y nuestros contemporáneos le dan una adhesión irreflexiva o un culto que arrasa con todas sus nocividades. La informatización ordinaria nos ha hecho perder poder real sobre nuestras vidas y capacidad de resistencia contra los poderes que nos gobiernan. La informatización ha reforzado el poder del capital en al menos tres frentes: el consumo, la concentración financiera y la organización de la producción. En el frente del consumo, la microinformática conectada de masas ha reforzado el control de las empresas privadas sobre las mentes, los gustos y los hábitos de compra de la gente. Ha aumentado la exposición de los internautas a la publicidad. El estilo de vida conectado ha dado lugar a una nueva era del marketing. La capacidad de las empresas para recabar información sobre los intereses de los consumidores y utilizarla para hacer propuestas comerciales se ha multiplicado y automatizado. Internet ha reforzado el condicionamiento de los ciudadanos por las empresas y los beneficios de las GAFAM de los datos aunque sus servicios no están sujetos a pago. La informatica, también, es la condición esencial del poder financiero. La informatización internacionalizó las economías financieras y ha permitido especular con todo. Las transaccionhhes financieras ahora se automatizan cada vez mas. Por fin, en la organización del trabajo la informatización ha precarizado los empleos y las luchas contra la gerencia. La informática permite gestionar una cadena de producción descentralizada, formada por establecimientos, filiales y subcontratistas repartidos por todoel país y todo el mundo burlando las legislaciones laborales nacionales. Las redes permiten órdenes de gestión mas rápidas mientras que el teletrabajo es mas individualista. El acceso al mundo común está siendo privatizado, pirateado y monopolizado por los proveedores de acceso a internet. Se está privatizando el acceso mental a la realidad. Esta privatización del acceso al mundo es la culminación de sucesivas dedsposesiones de nuestra autonomía. Se trata de una desposesión de nuestra capacidad de pensar por nosotros mismos, de representarnos las cosas, de imaginar en el sentido de tener nuestras propias imágenes internas, condición de toda creatividad. La pérdida cultural acompaña a la material, política y económica por la radicalización de nuestra dependencia mental en la era del smarphone. La cuestión de la dependencia es crucial.

 

La dependencia que las familias exhiben de servicios profesionales sobre los que tiene escaso cotrol representa un caso particular dentro de un fenómeno más vasto: la erosión de la confianza en uno mismo y de las destrezas ordinarias por el crecimiento de las megacorporaciones y del Estado burocrático que las sirve. Las grandes empresas y el Estado controlan, hoy por hoy, una proporción tan vasta del know-how social que la imagen de Durkheim de la sociedad como una “madre nutricia” de la que manan todas las bendiciones coincide cada vez más con la experiencia cotidiana del ciudadano. El nuevo paternalismo no ha sustituído la dependencia individual por la racion

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