BILL GATES(II)
El Bill salvador
Gran parte de lo que sabemos sobre su trabajo, sus métodos y sus logros procede del propio organismo de Gates. al permitir que la Fundación defina la forma de medir su éxito-cuántas vidas ha salvado- y también que proporcione las mediciones, le estamos dando un peligroso nivel de poder epistémico, es decir, le estamos otorgando la capacidad de dar forma a lo que sabemos y a lo que pensamos sobre la Fundación privada más poderosa del mundo.
Si hablamos del campo de la salud pública, dónde y cómo gastamos nuestros recursos limitados constituye, al menos en parte, una cuestión política. Y por eso la Fundación Gates genera críticas en tanto que fuerza antidemocrática. Utiliza su riqueza y su capacidad de influencia para asegurarse de que sus prioridades son nuestras prioridades. Colabora con países ricos y los presiona para que destinen su presupuesto en ayuda internacional a los proyectos humanitarios de la Fundación, lo cual detrae dinero de los contribuyentes de otras actuaciones que tal vez podrían salvar aún más vidas o aportar otros beneficios más relevantes.
Es cierto que la tecnología biomédica (sobre todo las vacunas y los antibióticos) nos ha permitido mantener con vida a un número cada vez mayor de gente, pero esta dependencia de la tecnología es frágil e ignora el hecho de que la mayor parte de la mortalidad prematura en todo el mundo se debe en gran medida a la pobreza. Quizá, el enorme énfasis puesto por la Fundación Gates en la tecnología, en paralelo con su olvido consciente de los determinantes sociales de los niveles de salud, den como resultado que la fundación esté causando más daño que bien.
Desde el punto de vista de Bill Gates, las patentes y la protección de la propiedad intelectual son una compensación a las empresas frente a los enormes costes de investigación y desarrollo que asumen a la hora de lanzar un nuevo medicamento al mercado. Estas empresas asumieron un riesgo e invirtieron enormes sumas de dinero. Así que, como recompensa, les otorgamos una posición de monopolio en el mercado, plasmada legalmente en forma de patentes, como forma de recuperar sus costes. Las patentes monopolísticas conducen a precios elevados, pero si cambiáramos nuestro sistema de patentes, argumenta Gates, las empresas no tendrían ningún incentivo para desarrollar nuevos medicamentos y se perderían vidas.
Numerosos expertos en salud pública consideran que las grandes farmaceúticas y sus patentes monopolísticas son un obstáculo para el progreso, no un motor de innovación. Las patentes no permiten a la industria recuperar los costes de la innovación. El mayor gasto de la industria, a años luz, se destina a la comercialización, no a la investigación, ya que las empresas intentan obtener el máximo beneficio posible de sus patentes. “Los precios que compran las farmaceúticas guardan escasa relación con los costes de fabricación de los medicamentos y podrían reducirse de forma drástica sin llegar a poner en peligro el I+D. Este sector, que ahora es sobretodo una máquina de marketing para vender fármacos de dudoso beneficio, utiliza su riqueza y poder para cooptar a toda institución que pueda interponerse en su camino, incluidos el Congreso de los EStados Unidos, la Administración de alimentos y Medicamentos (estadounidense), los centros médicos académicos y la propia profesión médica… en los últimos años apenas han salido al mercado un puñado de medicamentos verdaderamente importantes, y en su mayoría se bvasaban en investigaciones financiadas por los contribuyentes en instituciones académicas, pequeñas empresas de biotecnología o los National Institutes of Health.
Mientras que numerosos expertos médicos y profesionales de la salud pública ven la necesidad de reformar la industria farmaceútica y cambiar (o cuestionar) nuestro sistema de patentes, Bill Gates ve-y quiere que veamos- al sector farmaceútico como un socio humanitario que tan solo necesita los incentivos adecuados. Su solución es ofrecer incentivos a la industria de forma que los mercados funcionen para los pobres, o para que la medicina basada en el monopolio funcione con los pobres.
El modelo habitual de desarrollo en los productos farmaceúticos: Las pequeñas del sector y las universidades crean tecnología innovadora. Las grandes adquieren la tecnología y utilizan su presencia en el mercado internacional para asegurarse de que los medicamentos sean rentables. La fundación respalda este enfoque en sus iniciativas sobre productos farmaceúticos. Lo que si resulta controvertido es que la fundación Gates, una organización humanitaria sin ánimo de lucro y exenta del pago de impuestos, se halle tana implicada en la parte más comercial del desarrollo de fármacos. Este “filantrocapitalismo” describe el creciente interés de la filantropía de alto nivel por la triple cuenta de resultados (rentabilidad financiera, soial y medioambiental).
La fundación Gates hace donaciones directamente a empresas con ánimo de lucro. Esto significa que, en ciertas ocasiones, la fundación se beneficia económicamente de sus asociaciones en el ámbito carititativo.
Han abierto la puerta a que las empresas se vean a sí mismas como merecedoras de caridad en un momento en que los beneficios empresariales están en máximos históricos.
La propia entidad es en realidad un competidor más en el mercado, ya sea creando o dirigiendo empresas farmaceúticas. Y, al mismo tiempo, desempeña un papel activo en empresas fabricantes de productos que son competencia entre sí. No es solo que la institución se lleve bien con las grandes farmacéuticas, sino que es otra gran farmacéutica.
La fundación es un capo, que actúa a la vez como competidor directo en los mercados farmaceúticos y como regulador. Al establecer relaciones financieras con muchas de las empresas que trabajan en una determinada enfermedad, la fundación puede cultivar un enorme nivel de influencia, sobre todo en el panorama del desarrollo farmaceútico.
Tienen todo el dinero del mundo para hacer ensayos clínicos. Es imposible competir con eso. No hay quien le diga no a la Fundación Bill y Melinda Gates. Nadie da el paso de señalar que esto no es solo un monopolio, sino que directamente está inhibiendo toda innovación.
La Fundación Gates ha organizado sus relaciones en el ámbito caritativo de forma que dispone de muchas palancas para ayudar o perjudicar a los desarrolladores a quienes financia, utilizando palos y zanahorias para obligar a la tecnología de una empresa a seguir el camino de desarrollo preferido por la fundación. Puede dar financiación a su sociedad o dejar de financiarla. Puede decidir financiar a su competidor. Puede hacer que su proyecto dependa de su dinero y luego cambiar los términos y condiciones de la relación a mitad de camino.
Si te enemistas con la fundación Gates, esta puede dificultar mucho que tu compañía se acerque a otras fuentes de ingresos. El botón nuclear del que dispone la institución es demandar, o amenazar con demandar, a las empre