BILL GATES (VI)
La mejora de la salud pública se traducirá no sólo en menos muertes en los países en vías de , sino también en menos nacimientos- se ha convertido en uno de los argumentos más citados de la fundación y un contrapunto a las críticas en el sentido de que su labor salvando vidas está provocando más bocas que alimentar. Pero, de hecho, esos temores ala superpoblación están muy arraigados en la entidad, y , por tanto, la mejora de la salud pública no es la única herramienta que ha desplegado para reducir el tamaño de las familias: un ambicioso proyecto buscaba aumentar el uso de anticonceptivos entre las mujeres pobres.
El crecimiento de la población en los países pobres es el mayor problema al que se enfrentan.
La de la superpoblación es una causa recurrente entre numerosso filántropos adinerados.
Históricamente, la Fundación Gates ha vinculado sus iniciativas a los problemas sociales que considera están en la raíz de la superpoblación. La población de la mayoría de los países pobres, aquellos con más dificultades para alimentar y educar a sus ciudadanos, se duplicará con creces de aquí a 2050, creían en 2012. Si se toman las medidas adecuadas-no solo ayudas a las mujeres para planificar sus familias, sino también inversiones en reducir la mortalidad infantil y mejorar la nutrición-los habitantes de países como Nigeria crecerán bastante menos de lo previsto. Casi todos los programas globales de la fundación se centran en objetivos que contribuirán a este fin.
En la obsesión de Bill Gates por el crecimiento de la población se dejan entrever los turbulentos origenes del movimiento de planificación familiar. Durante la mayor parte de su historia, los anticonceptivos no fue tanto una prescripción emancipadora destinada a las mujeres como una herramienta de gobiernos ricos y filántropos buscando limitar la capacidad de reproducción de los pobres y la gente de color.
La coacción, el abuso y la violencia que acompañaron al movimiento de control de la población nacieron de intenciones humanitarias encaminadas a reducir la pobreza y el sufrimiento. Las mujeres pobres siguen siendo vulnerables al mismo ejercicio de poder coercitivo, puesto que la planificación familiar gira todaví aen torno a la misma dinámica de poder-dadores por un lado y receptores por otro-, con donantes ricos y receptores de pobres.
La eugenesia es moralmente nauseabunda, además de estar desacreditada por la ciencia. Sin embargo, ese asunto está siendo utilizado para confundir en el actual debate sobre los anticonceptivos. Quienes se oponen a la anticoncepción intentan desacreditar a los anticonceptivos modernos sacando a colación la historia de la eugenesia. Argumentan que, como los anticonceptivos se utilizaron para ciertos fines inmorales, no deberían utilizarse para ningún fin, ni siquiera para permitir que una madre disponga de un tiempo antes de tener otro hijo.
El conflicto entre el deseo declarado de la Fundación Gates de capacitar a las mujeres para planificar sus propias familias en los términos que ellas elijan y los efectos prácticos de sus iniciativas, que son capacitar a las mujeres en una sola dirección: tener familias más pequeñas.
Detractores y especialistas señalan que los planificadores familiares del presente buscan alejarse lo más posible de esos otros controladores demográficos de los que son herederos. Aunque todos los programas de planificación familiar basan su retórica en un fuerte compromiso con el predominio de la voluntad personal y los derechos reproductivos, los métodos de medición que emplean para realizar un seguimiento del progreso están dominados por indicadores de adopción de anticonceptivos y reducción de la fertilidad.
La planificación familiar debe entenderse en términos de ofrecer a las mujeres una cartera completa de servicios, no solo la opción de utilizar o no anticonceptivos, sino también qué anticonceptivos utilizar junto con el acceso al aborto, tratamientos de fertilidad y otros servicios de salud reproductiva como citologías, exámenes de mamay tratamientos de enfermedades de transmisión sexual.
La fundación Gates en la práctica sus actuaciones filantrópicas parecen mucho más preocupadas por cumplir objetivos numéricos y por gestionar alianzas entre empresas que por apoyar los derechos de las mujeres pobres a tomar sus propias decisiones en lo que se refiere a sus cuerpos.
El proyecto Family Planning 2020 o, más abreviado, FP2020 pretendía recaudar fondos suficientes para incorporar a 120 millones de mujeres al uso de anticonceptivos en el horizonte del año 2020, y se centraba en las 69 naciones más pobres del planeta, la mayoría en el África subsahariana y el sur de Asia.
El objetivo era crear una nueva narrativa liderada por las mujeres que habían sido dejadas de lado, mujeres que querían tomar sus propias decisiones sobre la tenencia de hijos sin la interferencia de los responsables políticos, los planificadores o los teólogos. Sus voces las obligaban a tener más, o menos hijos de los que ellas querían.
Amnistía Internacional, Human Rights Watch, el Center for Reproductive Rights y cientos de organizaciones firmaron una petición en la que expresaban su preocupación por la posible tendencia coercitiva del proyecto: La cumbre sobre planificación familiar debe garantizar que no se van a retrasar los relojes de los derechos humanos femenjnos: deben protegerse siempre, cualesquiera que sean las circunstancias, la autonomía y la capacidad de las mujeres para decidir libremente sobre cuestiones relacionadas con la salud sexual y reproductiva, y ello sin ninigún tipo de discriminación, coacción o violencia, rezaba la petición.
Todas las mujeres necesitan tomar anticonceptivos en cada momento de su vida, excepto cuando buscan activa y específicamente quedarse embarazadas.
El incentivo perverso más importantes que impulsa el trabajo de la Fundación Gates en el campo de la planificación familiar, la prioridad que la entidad le da a un tipo concreto de anticoncepción: un implante hormonal que, colocado en el brazo de la mujer, proporciona anticoncepción durante tres a cinco años.
Las mismas características que hacen que Norplant sea el método más cómodo para las mujeres son justo las que propician su uso coercitivo. A diferencia de cualquier otra opción anticonceptiva, y exceptuando el DIU, la mujer no puede dejar de usarlo cuando quiera y ya está, escribe Roberts.
Las mujeres tendrían que poder elegir con conocimiento de causa.
En muchos lugares, la prioridad fue dar a las mujeres acceso a implantes hormonales, y no tanto a toda la variedad de métodos. La Fundación Gates garantizaba un volúmen de ventas casi tres veces superior a la demanda mundial como contrapartida al descuento en los precios.
En lugar de limitarse a satisfacer las necesidades de las mujeres, el proyecto también impulsa la demanda.
Se supone que la labor de planificación familiar debe centrarse en las necesidades, deseos, preocupaciones-y derechos-de los usuarios de esos tratamientos, no de los donantes. Tanto FP2020 como la Fundació