Las redes malditas (XIII)

 

LAS REDES MALDITAS(XIII)

 

En Brasil You Tube no solo había creado una comunidad virtual marginal o alterado el consumo de algunos usuarios, sino que había radicalizado a todo el movimiento conservador del país, y con tal eficacia que había suplantado casi por entero la política de derechas.

 

Desde que se había actualizado el algoritmo de You Tube en 2016, los canales de derechas habían visto aumentar su público a un ritmo considerablemente mayor que los otros, con lo cual dominaban el contenido político de las plataformas. Las menciones positivas sobre Bolsonaro se dispararon. Y también las menciones a las teorías conspirativas que Bolsonaro difundía. You Tube tuvo una fuerte inclinación pro-Bolsonaro y pro derecha dura durante un periodo en que los resultados de Bolsonaro en las encuestas permanecían estáticos y bajos. La plataforma no reflejaba tendencias del mundo real. Creaba tendencias propias.

 

You Tube no solo formateaba el interes de los brasileños por ver videos de tendencia bolsonarista, sino que en realidad estaba cambiando la política subyacente de los usuarios. El giro a la derecha de la plataforma había comenzado con visualizaciones de videos. Los canales que elogiaban a Bolsonaro o que usaban palabras clave de la extrema derecha véian como subía su contador de visualizaciones, presumiblemente gracias al algoritmo. Después de eso, los comentarios también viraron a la derecha, lo cual hacía pensar que You Tube estaba arrastrando a los usuarios hacia el bolsonarismo y no al revés.

 

Se estaba propagando por Brasil una oleada de incidentes de esa índole. La acusación inicial era estrafalaria, pero supuestamente probada con un video. Otros youtubers aportaban su toque al video; así obtenían cientos de miles de visualizaciones (y un porcentaje de los ingresos publicitarios) y suministraban ala plataforma las conspiraciones basadas en guerras culturales que You Tube recompensaba de forma sistemática. Cada rumor aislado, por improbable que fuera por si solo, daba credibilidad a los demás, una celosía autosostenida de desinformación. Algunos profesores eran despedidos o tenían que esconderse por el acoso, se asediaban colegios y se inundaba a comunidades de desconfianza y división, todo ello orquestado en You Tube.

 

“En Brasil, esto ahora sucede a menudo, lo de las grabaciones y los linchamientos. Es una forma de intimidación. Y funciona”. “si no existieran las redes sociales Bolsonaro no sería presidente”.

 

“Estamos librando una guerra cultural. Las personas respetan a lo que temen. Deben tener ese miedo para entender que se les puede castigar por sus actos”.

 

“Aquí un 95% de los niños utilizan You Tube. Es la fuente principal por la que consumen información”. “A veces estoy viendo videos sobre un juego y de repente sale un video sobre Bolsonaro. El sistema va a intentar que veas esos videos tanto si quieres como si no”.

 

Los métodos de You Tube que favorecían la radicalización de derechas a gran escala eran tan estremecedoramente sistemáticos que tenían que estar codificados en la plataforma.

 

Las consecuencias del efecto madriguera de You Tube en el mundo real-la distorsión impuesta a millones de ciudadanos una parte sustancial del electorado- estaban por todas partes, empezando por la política.

 

You Tube era mucho más permisivo, uno de los motivos por el que les encantaba a organizaciones extremistas.

 

La dictadura de los “me gusta” hacía como un youtuber tras otro se volvían gradualmente más extremos, más falsos y más temerarios, solo porque algo te va a dar mas visualizaciones, va a generar interacción.

 

Todo el mundo sentía esta presión. Una vez que abres esa puerta, no hay vuelta a atrás, porque siempre tienes que ir más allá. Antes creía que las redes sociales eran una fuerza para el cambio. Ahora parecían crear tendencias que solo podían ser dañinas, demasiado extremas incluso para una organización de revisionistas de golpe de Estado que llevan una gorra trumpista.”Terraplanistas, antivacunas, teóricos de la conspiración en política: todo es el mismo fenómeno. Lo ves en todas partes”.

 

Las redes sociales se estaban volviendo un motivo de alarma creciente en el ámbito de la salud pública. Los investigadores sobre el terreno recogían historias sobre el terreno de poblaciones enteras que rechazaban tratamientos, madres aterrorizadas hasta el punto de negar a sus hijos cuidados que les salvarían la vida.

 

El rechazo a las vacunas iba en aumento en Brasil. “Las redes sociales están ganando”.

 

Muchas de esas conspiraciones habían sido propagadas por canales de extrema derecha. El algoritmo de You Tube, al enlazar canales de conspiraciones y extremistas antes desvinculados, los cruzaba para crear una amenaza de nuevo cuño.

 

“las noticias falsas son una guerra virtual. Nos llegan desde todas las direcciones”.

 

Cada vez más los pacientes cuestionaban los consejos médicos y ponían en duda los hechos. “No lo he buscado en You Tube, lo he visto en Google”. Las conspiraciones presentaban un nivel de certeza que la ciencia no podía ofrecer. Los remedios caseros permitían a las madres sentir que retomaban el control de la salud de sus hijos. Así pues, no recurrían a las aplicaciones móviles por pereza o ignorancia, sino por necesidad.

 

No obstante, los videos virales ponían cada vez en mayor riesgo la vida de los niños, pues aconsejaban a las madres no solo que rechazasen las vacunas, sino también que tratasen ciertas enfermedades por su cuenta.

 

Todo había empezado justo después de que You Tube actualizara sus algoritmos.

 

Como sucedía con los videos sobre política, el algoritmo utilizaba canales más creíbles o habituales a modo de puerta de entrada para dirigir a los usuarios hacia las peores conspiraciones y desinformación. Los mismos videos que nos habían enseñado padres y médicos angustiados estaban cerca del centro de esa red, la destinación final del algortimo.

 

La plataforma explotaba el interes logico de los usuarios por los asuntos médicos-como hacía con la política- para arrastrarlos por madrigueras en las que de otra forma nunca se habrían metido.

 

En muchos lugares del mundo, la gente no se puede permitir tener un ordenador o banda ancha, ni siquiera el gasto de datos asociado a reproducir vídeos. Whatsapp proporcionaba una alternativa. Con programas de datos gratuitos que a menudo cubrían los gastos derivados de usar la aplicación, quienes no podían permitirse ver videos en You Tube podían ver fragmentos que se habían subido a WhatsApp y luego reenviarlos a amigos y compartirlos en grupos de WhatsApp de grandes dimensiones. En zonas de Brasil donde el analfabetismo es elevado, se cree que es uno de los métodos principales con los que muchas familias consumen noticias. Los grupos de WhatsApp son su Google, su Facebook y su CNN, todo en uno.

 

Como quienes copiaban los fragmentos de los videos eran usuarios habituales, era más probable que se volviera a subir WhatsApp y que se hiciera viral allí lo que estuviera de moda en You Tube (o Facebook), al igual que una infección que salta de un huésped a otro.

 

Los usuarios de WhatsApp subían un video por cada catorce mensajes de texto, un ritmo altísimo. Los usuarios de WhatsApp también adjuntaban más enlaces a You Tube que a cualquier otra página-con una frecuencia diez veces superior que a FAcebook-, lo que reforzaba la teoría de que había un conducto que relacionaba Facebook con WhatsApp. Encontraron tendencias parecidas en India e Indonesia, lo que hacía pensar que el efecto era universal.

 

A medida que se propagaban las conspiraciones sobre el zika, los youtubers de extrema derecha se habían adueñado de ellas y les habían dado otra vuelta de tuerca. Las organizaciones por los derechos de las mujeres, afirmaban los youtubers, habían contribuido a diseñar el virus como una excusa para imponer ab

Share