SOBRE EL FEDERALISMO HISTORICO EN LA PENÍNSULA IBÉRICA(LIBRO DE FELIX CARRASQUER)

Sobre el federalismo histórico en la Península Ibérica (Félix Carrasquer)
18 nov 2025
Fragmentos de «Federalismo. Estructura y dinámica federal», texto de Félix Carrasquer Launed, pedagogo y escritor libertario, escrito en 1979. Publicado en 2018 por Editorial Descontrol. El libro se puede descargar aquí.
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https://portaloaca.com/historia/otroshistoria/sobre-el-federalismo-histo

https://es.wikipedia.org/wiki/F%C3%A9lix_Carrasquer

(…) en Asturias, León, Aragón y Castilla esencialmente, los municipios conservaron extensos montes comunales y que muchos poblados pudieron federarse libremente para la ayuda recíproca. Fue así como en las comarcas campesinas se conservaron prácticas federalistas durante siglos: se reunía la gente del municipio en el atrio de la iglesia, o en la plaza de la ciudad, y se distribuían las tierras cultivables en lotes equitativos todos los años, al objeto de que cada familia tuviera la parte correspondiente de acuerdo con los brazos hábiles de que disponía para cultivarla. Y de ese modo, los jóvenes al casarse podían emanciparse de sus familias de origen y, con su trabajo, organizar libremente su vida.

«Y no sólo distribuían el terreno en parcelas sino que daban a cada uno la oportunidad de llevar sus animales a las dehesas del común, y cuando algún padre de familia se encontraba enfermo, los demás cultivaban su pegujal o recogían su cosecha en un gesto de solidaridad realmente admirable que aún perdura en algunos pequeños pueblos» [36].

Todo esto, que la Iglesia y los nobles fueron recortando incesantemente mediante robos abusivos [37], y los reyes con dádivas inicuas, desapareció finalmente con la tristemente famosa ley de Desamortización de Mendizábal, y otras que le precedieron, y en virtud de las cuales muchas de aquellas tierras municipales, o de montes blancos, fueron vendidos con otras del clero. Pretendían que las compraran los braceros del agro que no tenían para mal comer. ¿Con qué dinero? No se les concedió ningún crédito y los ricos terratenientes, con otros de la nueva burguesía, se apoderaron de los campos. Entonces, los campesinos, desposeídos de sus predios y campos del Común, quedaron en la más espantosa miseria. De este elocuente pasado federalista de nuestro agro, se encuentran retazos admirables en la obra de Joaquín Costa ya citada.

(…)

Las comunas aldeanas, que comenzaron siendo libres, aunque luego fueron sometidas por los señores feudales o el rey, se desenvolvieron según normas federales de autogestión y apoyo mutuo, ya que aún cuando no hubiera un igualitarismo total había muchas riquezas en común y todo se resolvía en la asamblea del pueblo, Vicens Vives, refiriéndose a una aldea castellana nos dice entre otras cosas [72]: «El término se dedicaba a los siguientes usos: la defesa, o sea la dehesa, donde pastaban los bovinos; el cotus, bosque donde se cazaba; la mesta, –nombre que alcanzó importancia en la vida económica castellana–, donde se llevaba a apacentar los rebaños de corderos y, finalmente, la piscaria, o sea lagos o ríos, donde el aprovechamiento de la pesca era colectivo». Todo ello, lo mismo que las parcelas de cultivo, se redistribuían periódicamente a fin de que cada família tuviera las tierras que pudiera cultivar para satisfacer las necesidades con su propio esfuerzo; aunque lo más importante que los municipios han de reconquistar es su autonomía para poder gestionar libremente la vida cívica y económica de cada población.

Pero a partir de mediados del siglo XIV, los antiguos concejos de Castilla y otras regiones, nombrados por el pueblo, fueron sustituidos por otros designados por el rey o sus representantes mediante órdenes reales. Fue así como la autoridad central acabó con la autonomía de los pueblos y cómo éstos quedaron subordinados y regidos por decretos que venían de lejos y que nada sabían de las necesidades y aspiraciones de tales municipios. Esto queda corroborado con las apreciaciones de Zancada [73] cuando escribe: «Entre los varios factores que contribuyeron poderosamente a la dignificación y mejora del municipio, figura un elemento común que favoreció intensamente el desarrollo de estas organizaciones populares. Este elemento que disponía de grandes energías, fue la asociación professional de la población artesana, que actuaba a modo de contrapeso contra la tiranía de los barones feudales y bajo cuyo amparo el artesano logró hacer respetar sus derechos».

Esta intencionalidad de sometimiento y tiranía se ve diáfanamente en el Decreto de Felipe V, cuando sometió a Cataluña y le quitó sus Fueros. Así dictaminó para el nombramiento de los nuevos ayuntamientos [74]: «Quedan extintos y abolidos todos aquellos congresos, Juntas, consejos o ayuntamientos que en los lugares de Cataluña en numeroso concurso de personas solían congregarse al toque de campana, trompeta o voz o bien en otra cualquier forma refundiéndose en ellos toda la representación de aquel pueblo, y siendo estos numerosos concursos de gente regularmente perniciosos al estado, quedan totalmente abolidos y extintos y refundido todo el poder que ellos antes ejercían en las personas del bayle y regidores; cuyo nombramiento pertenece a nos y real audiencia». El tono despótico del decreto nos exime de todo comentario.

NOTAS:

[36] Costa, Joaquín. «Colectivismo agrario en España».

[37] Tales robos por parte de los señores, los reyes y la Iglesia, se hicieron a espaldas del «Fuero de León» que establecía: «Quien vendiera raíz de concejo, pierda tanta a tal raíz al concejo; a quien la comprare, pierda el precio y deje la heredat».

[72] Vives, Vicens. Óp. cit.

[73] Zancada, Práxedes: El Obrero en España. Barcelona: Maucci, 1902. Pág. 44.

[74] «L’Onze de Setembre i Catalunya». Barcelona: Undarius, 1976

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