MI ESPACIO ÍNTIMO

MI ESPACIO ÍNTIMO

Busco un mar que ahogue este hogar que pende de un monedero de céntimos más que de un banco de agua corriente. No tengo flores y pucheros, los justos, pues el domingo aún huele a sexo de la noche anterior y tomo el café frío. Tengomás cajas de colores y envases de plástico que sillones y cuadros, pero sentado estoy en mi instante cromado de trasluz. Encima de la nevera tengo mis sueños y, bajo el fregadero, el embudo que trata de atrapar el fin de las tardes. Ella se trajo su casa de muñecas y yo, mi música de otras partes, y, desnuda como una verdad de invierno, sólo la espío canturreando con el secador. Ya noríe, pero su sonrisa abraza mi corazón con amplitud de baño de aires. Son del casero las manillas y visagras de las horas que penetro feliz cerrado en mí mientras ella duerme. Hago aquí pira eterna del mundo y rompo las nubes con sólo otear por la ventana, y huele a humedad y tuberías. El sucio es suelo que barro con mis zapatillas de mercadillo y, como macho satisfecho, no llevo camisa que oculte mi pecho. Las bombillas filosofan envidiosas el infinito de distancia de las estrellas y hay confianza con la calle de los gatos desde los tejados. Empadronado estoy junto al televisor y sus afueras transitadas son el hotel de lujo de la naturaleza magreada por los actos humanos. Las cortinas enarbolan mis miradas vagas pues no tengo más vecinos en las alturas que el piar de los pájaros. El teléfono, cual toro corrido, yace en su sitio acoplado a mis necesitados lejanos. Y acullá, mis libros sobados, que me hacen niño nuevos y viejo, acabados. Felpudo adentro, mis animalitos enjaulados acusan mi libertad incoherente y sus nombres apropiados son el título de mi compañía lastimada. Y al yacimiento d ella basura le hago la bolsa y espero expulsar sus aromas usados en trueque de recibos. Me apoyo en las paredes como fantasma carnal y me embriago de su carnaval decorado incongruentemente conmigo. Y ojeo el techo que seriamente me dice que no me estoy metiendo en líos pero la melancolía me infesta de calle y concibo un paseo dando rodeos a mi amor. Pero los cables tramposos y los enchufes boquiabiertos hacen callar la azotea de mi cabez e imagino que la felicidad es esto: ¿Sólo esto? Pues seguiré, en mi hogar, que aún tengo queso y pan en mis alforjas de deseo.

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