REVOLUCIÓN O EXTINCIÓN DE LA ESPECIE

REVOLUCIÓN O EXTINCIÓN DE LA ESPECIE

(Charla del Grupo Barbaria en la Fundación Anselmo Lorenzo del 19-10-2019)

Barbaria apuesta por abolir las relaciones mercantiles y capitalistas y sustituirlas por otro tipo de relaciones comunitarias en las que prevalezca la solidaridad. Con el debate suscitado por el New Green Deal, el partido Mas País y algunos libertarios reconocidos que se han pasado a la política en Madrid me ha venido a la cabeza una anécdota histórica inspiradora para la actualidad. A finales del siglo XIX un intelectual del partido socialdemócrata alemán, Bernstein, abrió el debate afirmando que la revolución no era necesaria en la realidad. Con el desarrollo de las fueras productivas y el empuje de cooperativas, sindicatos y ateneos obreros, ello iba a permitir una transformación social sin pasar por la revolución. Explicitaba teóricamente lo que iban haciendo. Nadie lo decía pero lo hacían. Y eso nos dice que una práctica ambigua con el Capital y el Estado acaba con la necesidad de la revolución. Y eso que el partido socialdemócrata alemán quería el fin del Capitalismo y era perseguido por ello, no como los socialdemócratas de hoy. A la inversa, negar la revolución te lleva a colaborar con el Capitalismo y el Estado, sólo que unos lo explicitan y tienen una práctica consecuente y otros lo niegan y lo hacen.

La socialdemocracia creía que la economía determina el todo social y esa economía, al desarrollarse, llevaría a caer al Capitalismo como fruta madura. Esto negaba la revolución como innecesaria. Hoy el Capitalismo nos lleva no a un mundo mejor sino a la destrucción. Entonces se produce una inversión. Ya no es la economía la que determina el todo social sino que lo es la energía. El desarrollo de esta contradicción, el agotamiento de los recursos energéticos no v a al progreso sino al colapso. En cualquier caso se niega la revolución.

Para mi no va a haber colapso pues el Capitalismo no se va a agotar. La naturaleza del Capitalismo es la de un crecimiento exponencial permanente en un mundo finito, lo que hace que haya cuotas crecientes de crisis cada vez más brutales. El Capital es una máquina de destrucción implacable e impersonal pues consiste en unas relaciones sociales en las que no hay nada físico exterior. No hay un límite externo que acabe con eso. La idea del colapso invierte los términos. Son los recursos energéticos concretos los que facilitan unas relaciones sociales. Al hacer eso, plantea que al agotarse los recursos se agota el Capitalismo y la revolución no es necesaria. Pero esto no permite comprender la naturaleza del Capitalismo. El Capitalismo es un sistema de producción que rige su producción creando mercancías. La mercancía es un tipo de relación social que hace que lo material no importe. Aquello que se intercambia, independientemente de lo que sea, te permite conseguir más dinero y con ello más mercancías, en una lógica imparable. En esa lógica todo lo abstracto domina lo concreto. La necesidad de generar dinero o valor domina a l hombre y a la naturaleza. Esto significa una capacidad de destrucción brutal pues no hay sentido común que lo detenga. Esta máquina de destrucción tiene el problema de la sustitución de trabajo humano por robots. Los robots necesitan crear más mercancías para lograr el mismo beneficio. A la vez que se expulsan empleados humanos al  paro que forman población sobrante sin acceso a un sueldo para vivir hay una necesidad más perentoria de consumir recursos para producir las mercancías. Para producir el mismo bien se necesitan consumir más recursos. Eso lleva a que la lógica del Capital lleva a comida para las máquinas y hambre para el ser humano. Esa dinámica es automática e impersonal y así lo destruye todo. Solo se puede parar en las relaciones sociales y no en las físicas.

La propia idea de Colapso no cierra la historia. A la vez que el Capitalismo destruye el mundo se abre un ciclo de revueltas cada vez más importante al aumentar la miseria. Por ello la verdadera alternativa al colapso es la revolución mundial. En este proceso crítico por las tensiones intraimperialistas por los recursos cada vez más escasos y las revueltas sociales aparece el ecofascismo. El ecofascismo es capitalista y se  le enfrenta aparentemente una alianza democrática para enfrentarlo como mal menor.

Si el mundo acaba y no es posible la revolución, o es el fin, o se usa el estado para gestionar el fin más indoloramente. Algunos se pretenden sustraer al Capitalismo como radicales que pretenden tener otras relaciones sociales en medio del fin. Pero la vuelta al campo no permite sustraerse a la mercancía totalmente y es un engaño. No es posible escapar al dominio de la mercancía pues tiene carácter totalitario. Además el urbanismo y la  agroindustria han abolido la distancia entre la ciudad y el campo. Si la sustracción parte de una derrota y es irreal se recurre a la intervención en el Estado. Pero el Estado solo gestiona el desastre y usa la represión con la miseria colectiva. En la derrota política aparece la “socialdemocracia del colapso” que dice que el mundo acaba pero se puede gestionar democráticamente. La sustracción es tirar la toalla demasiado pronto. O se subvierten las relaciones sociales por la polarización social y el nuevo ciclo de luchas lo es contra todo estado, mercancía y propiedad que lo sustenta o todo está perdido. O revolución o extinción de la especie.

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