SOBRE EXTINCTION REBELLION. PARTE III

Sobre Extinction Rebellion. Parte III: La cuarta revolución industrial

Por Kim Hill Última actualización Nov 20, 2019

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Por Kim Hill

La primera parte de esta serie de artículos exponía los intereses industriales y estatales que se esconden tras el objetivo de Extinction Rebellion de alcanzar la neutralidad del carbono. En la segunda, analizábamos los objetivos, las tácticas y las soluciones a la crisis climática a las que remite Rebellion Extinction, y que sirven a la sociedad industrial en detrimento de la naturaleza. En esta tercera parte, nos centraremos en la historia del movimiento por el clima, las tácticas utilizadas por las élites para cooptar a los movimientos sociales y lograr que sirvan a la agenda estatal-industrial, y la naturaleza de esta agenda.

Este artículo es, en gran medida, una síntesis del estudio de Cory Morningstar para descubrir las manipulaciones del movimiento por el clima por parte de grandes empresas y ONG. Estudio que deberían leer, en el sitio web de Cory: «Wrong Kind of Green», quienes deseen entender plenamente a los actores involucrados en todo este asunto y las tácticas que utilizan.

La fabricación del consentimiento

El sector de las grandes empresas, con su red de grupos de reflexión, de presión (lobbies), de asociaciones comerciales, fundaciones «filantrópicas», foros y cumbres mundiales, y organizaciones medioambientales corruptas, lleva más de un decenio impulsando el «movimiento por el clima» en favor de sus propios intereses. Como dice este vídeo: «una juventud idealista es simplemente cooptada en movimientos preestablecidos, a fin de crear la ilusión de apoyo popular a lo que las clases dominantes planean hacer, desde hace mucho, para perpetuar su dominación.»

Los industriales fabrican el consentimiento que necesitan mediante varias tácticas:

– Presentar algunos de sus productos como «verdes» o «ecológicos», para tranquilizar a los ciudadanos preocupados e inducirlos a centrarse en los esfuerzos diarios de consumo y en las micromodificaciones de su estilo de vida, y no en los esfuerzos organizativos para desmantelar la economía global.

– Avanzar soluciones basadas en la economía de mercado para resolver los problemas creados por esa misma economía de mercado, como los planes de desinversión en combustibles fósiles, que, en realidad, no suponen ninguna diferencia para el sistema económico, impulsado íntegramente por los combustibles fósiles.

– Promover, en los medios de comunicación, libros, autores y documentales que presentan diversas micromodificaciones de nuestras formas de vida, nuevas tecnologías y reformas neoliberales como soluciones a los problemas ecológicos actuales, y que nunca mencionan la acción directa o el cambio político sistémico como soluciones. Ejemplo: Una verdad incómoda, de Al Gore, Todo puede cambiar, de Naomi Klein, Antes de que sea tarde, de Leonardo DiCaprio, etc.

– Ofrecer formación a los activistas para animarles a emprender campañas que beneficien a determinados intereses industriales. Al Gore, que considera la crisis climática «la mayor oportunidad de inversión de la historia», lleva años haciéndolo con su «Climate Reality Leadership Corps» (Cuerpo de Liderazgo de Realidad Climática) [¡vaya nombre de pacotilla! NdE].

– Colocar a los líderes así formados a la cabeza de los movimientos ecologistas, jóvenes sin experiencia previa en los movimientos sociales (grassroots movements). Volvemos a la realidad climática de Al Gore, pero también al Sunrise Movement, 350.org, The Youth Climate Coalitions, Zero Hour, y otros, que, a través de programas de formación en liderazgo para jóvenes, ofrecen oportunidades profesionales y, en algunos casos, la posibilidad de conocer a los líderes mundiales en alguna cumbre.

– Proponer a activistas conocidos que participen e intervengan en actos organizados por los industriales, para que parezcan preocupados por la situación. El estatus de celebridad de Greta Thunberg es un ejemplo reciente de este enfoque. No juzgo en modo alguno su elección por haber aceptado estas invitaciones; de haber estado en su lugar, probablemente, yo habría hecho lo mismo. Lo que importa destacar son las motivaciones que se esconden tras la publicidad que se le ha dado: desviar la atención del público del programa fundamental de estos industriales, que sigue siendo el mismo: promover el crecimiento económico.

– Asegurar una cobertura mediática que fomente las acciones simbólicas y los movimientos no conflictivos. A semejanza de como la BBC y The Guardian cubren las manifestaciones y acciones de Rebellion Extinction.

– Proporcionar a los activistas sobre el terreno puestos de trabajo en sus fundaciones y ONG, para orientarlos (y que ellos mismos orienten) hacia soluciones reformistas y alejarlos de las vías más radicales. Incluso el lobby petrolero está reclutando y tratando de «aprovechar el poder de los jóvenes activistas e integrar la industria de los combustibles fósiles en la economía global».

– Animar a los ciudadanos preocupados a unirse y apoyar a grandes ONG medioambientales vinculadas a los intereses industriales y capitalistas, como Greenpeace, Avaaz, WWF o 350.org, y a financiar estas organizaciones. Esto tiene el efecto de desviar los fondos y la atención pública de colectivos verdaderamente populares, hostiles a los intereses industriales y capitalistas.

– Excluir de los movimientos a los individuos que promueven un cambio sistémico, para hacerlos ineficaces. La formación de Extinction Rebellion incluye estrategias específicamente diseñadas para lograrlo.

– Orientar a los activistas hacia estrategias electoralistas, con el fin de permanecer dentro del sistema actual. El Partido Laborista del Reino Unido apoya a XR y los Demócratas de EE.UU. apoyan a los grupos de activistas del clima.

– Distribuir becas y subvenciones, siempre que los beneficiarios alineen sus objetivos con los de sus patrocinadores. En un artículo de The Guardian,de 12 de julio de 2019, se podía leer: «Un grupo de ricos filántropos e inversores estadounidenses ha donado casi medio millón de libras esterlinas para apoyar las huelgas escolares por el clima y el movimiento Extinction Rebellion, con la promesa de decenas de millones más el mes siguiente.» Con la condición, por supuesto, de que sigan organizando campañas no conflictivas y «corporate-friendly» (favorables al mundo industrial). Entre estos ricos filántropos se encuentran, irónicamente, los peces gordos de la industria petrolera.

– Apoyar directamente a un movimiento y satisfacer algunas de sus exigencias, utilizando esta táctica con fines de autopromoción, con el fin de obtener una imagen ecológica sin cambiar verdaderamente las prácticas. Esto lleva a los activistas a trabajar, en realidad, para los intereses de la industria. El activismo se convierte en una campaña publicitaria para diferentes sectores industriales.

– Dividir a los movimientos entre los que aceptan las promesas del capitalismo verde y los que ven claramente a través de las mentiras del greenwashing. De esta manera, los industriales crean tensiones entre los militantes, que malgastan su energía luchando entre sí, en vez de trabajar juntos para desmantelar la sociedad industrial. Los activistas que apoyan las promesas del capitalismo verde se encuentran promoviendo aquello contra lo que luchan los activistas que defienden el mundo natural [el despliegue de parques eólicos, plantas de energía solar, etc., apoyado por una gran parte del «movimiento ecologista», del «movimiento por el clima», devasta, directa e indirectamente, el medio ambiente, implica todo tipo de contaminación, degradación o destrucción del medio ambiente, a las que se oponen otros militantes ecologistas, NdE].

El propósito del «movimiento (por el) clima» es, en última instancia, promover la perpetuación y la expansión del sistema industrial, la dominación del mundo empresarial, cosa que va directamente en contra de los objetivos de cualquier movimiento ecologista digno de tal nombre: desmantelar el sistema económico y proteger y regenerar la naturaleza salvaje. Los Rebeldes son lobbistas corporativos, pero voluntarios. Los industriales han logrado – y están logrando – desviar una parte de las preocupaciones y la indignación populares en su contra, y reorientarlas de manera que sigan apoyando el sistema que las genera y que deberían tratar de desmantelar.

Gobierno corporativo

En el corazón del equipo de gestión de Rebellion Extinction se encuentran lobbistas profesionales como Gail Bradbrook y Farhana Yamin.

Durante catorce años, de 2003 a 2017, Gail Bradbrook ha trabajado para Citizens Online, un grupo de presión de la industria de las telecomunicaciones que promueve «la inclusión digital», es decir que trata de conseguir que el mayor número posible de personas utilicen sus productos, y que fomenta el despliegue de la 5G. Utilizó su posición dentro de Extinction Rebellion para lanzar «Extinction Rebellion Business», una red de empresas que ve la crisis climática como — por supuesto— una gran oportunidad para obtener beneficios, pero que desapareció rápidamente después de muchas críticas virulentas (de todos modos, era un poco grande). La serie de artículos titulada «Astroturfing the way for the Fourth Industrial Revolution» (que significa, más o menos, «Desinformar al público para promover la cuarta revolución industrial») examina los vínculos de Gail Bradbrook con el mundo industrial y su influencia en la rebelión.

Farhana Yamin dirige «Track 0», una ONG que apoya los objetivos de los Acuerdos de París de la COP21 (totalmente desconectados de los auténticos retos a los que nos enfrentamos), según la cual: «Empezar a trabajar por una economía baja en carbono es un imperativo tanto económico como científico. Y ofrece enormes oportunidades para la innovación, fomenta el desarrollo de miles de nuevas tecnologías e ideas que impulsarán el crecimiento económico, y permite que se creen puestos de trabajo para un brillante futuro económico.» Según su biografía, «a ella se debe, en gran medida, el objetivo de la neutralidad del carbono hasta 2050 contenido en el Acuerdo de París». También es miembro del «Global Agenda Council on Climate Change» (Consejo de la Agenda Global sobre Cambio Climático) del Foro Económico Mundial de Davos, y «colaboradora asociada» de Chatham House, un importante grupo de reflexión del mundo de los negocios.

[Texto de la imagen: los líderes empresariales se unen para apoyar el Acuerdo de París.] En el caso de que os preguntaseis quién considera que los acuerdos de París son algo bueno, una gran oportunidad para obtener beneficios.

¿Quién ha metido al zorro en el gallinero? El hecho de que estas personas estén a la vanguardia del movimiento Extinction Rebellion significa claramente que el movimiento no fue cooptado por los intereses industriales sobre la marcha, sino que fue diseñado, desde el principio, como una campaña de propaganda. Es exactamente de lo que va el astroturfing. Las buenas intenciones y los esfuerzos de varios miles de rebeldes valen muy poco cuando es esa gente la que dirige la función.

Los industriales que apoyan la rebelión de esta manera están tratando de facilitar la transferencia de billones de dólares de dinero público a sus bolsillos. Se trata de una gigantesca tentativa de reactivar una economía mundial que se está desmoronando. Desde la crisis financiera de 2007-2008, la gente no ha querido apoyar otro plan de rescate. Hacía falta, pues, presentárnosla como una necesidad, como una condición para salvarnos de los desastres derivados del cambio climático. El dinero necesario se obtiene del esfuerzo de los trabajadores en forma de fondos de pensiones, impuestos sobre el carbono e impuestos sobre la emergencia climática. Y se invierte en las infraestructuras de las industrias energéticas y en las tecnologías denominadas «verdes» o «limpias», lo que coadyuva al deterioro inexorable de la situación ecológica.

La Climate Markets and Investment Association (Asociación de inversiones y mercados climáticos) declara: «Se ha escrito mucho sobre la naturaleza y la escala de esta oportunidad económica. Más recientemente, el informe sobre la Nueva Economía del Clima (New Climate Economy) ha calculado que una acción climática masiva generaría 26 billones de dólares en oportunidades económicas y 65 millones de nuevos puestos de trabajo, para 2030, que no existirían si se prolongase el escenario del business-as-usual (negocio normal).» Es interesante observar que la cuantía de las ganancias potenciales es de igual magnitud que las inversiones solicitadas a los gobiernos.

La crisis que preocupa a los capitalistas es la de la economía, que la «acción por el clima» debe paliar. Para el mundo natural, que incluye a todo ser humano que se identifique como ser vivo, y no como unidad de producción económica, la crisis designa el hecho de que el capitalismo nos destruye, y «la acción por el clima», pensada para perpetuar este sistema, designa la continuación del desastre.

¡Camarada, elige tu crisis!

De la antiglobalización al capitalismo inclusivo

En los años 90 y 2000, el mundo se vio sacudido por manifestaciones masivas contra el Foro Económico Mundial de Davos, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio. Estas corporaciones, que tratan de preservar y favorecer los intereses de los industriales en detrimento de todo lo demás, que no son elegidas, que no cuentan con un mandato popular, gastan millones en seguridad y presencia policial en sus principales actos anuales para garantizar su propia protección. Los manifestantes apelaban a su desmantelamiento, a su sustitución por organizaciones que representasen realmente a la población. Pero lejos de satisfacer estas demandas, las élites se han infiltrado, apoyado financieramente y cooptado a la resistencia, construyendo su propio movimiento de masas, que pueden controlar y dirigir como mejor les plazca.

Las manifestaciones se han convertido en mercancías, en productos de marketing que el mundo empresarial puede comprar y que las ONG están encantadas de vender a cambio de subvenciones, de la atención de los medios de comunicación y de charlatanería. Los propios manifestantes son, a un tiempo, productos sustituibles y destinatarios de los lemas de las manifestaciones, que se les propone para apaciguar su culpabilidad, o por miedo, o por virtud, o por la necesidad de actuar.

Durante el período previo a las huelgas estudiantiles por el clima, de marzo de 2019, el Foro Económico Mundial emitió un vídeo promocional animando a los jóvenes a unirse a las huelgas. Esas huelgas fueron un producto, y los jóvenes, los clientes destinatarios. Pensadlo un instante. Una de las instituciones que fueron objeto de manifestaciones masivas no hace mucho, debido a su promoción de prácticas destructivas para el medio ambiente, está ahora promocionando directamente un movimiento de protesta que parece tener exactamente las mismas preocupaciones.

En vez de identificar al sistema económico como la causa del desastre ecológico, se anima a este nuevo movimiento a liderar sus protestas contra el cambio climático. Un movimiento internacional masivo se está manifestando actualmente contra las moléculas de carbono. Y, de alguna manera, rara vez se pone en tela de juicio el cuento de que las empresas son la solución, de que el sector privado podría arreglarlo todo sólo con que pidiéramos a los gobiernos que salvasen la economía que se derrumba y les dieran unos pocos billones de dólares para invertir en nuevas infraestructuras y fuentes de energía. Y todo esto se promueve bajo el disfraz de términos abstractos como «acción por el clima», ampliamente aceptada como un objetivo crucial y honesto, mientras que casi nadie intenta comprender de qué se trata a fin de cuentas.

El objetivo del Foro Económico Mundial es el «capitalismo inclusivo». Pero como el capitalismo es un sistema económico que considera todo y a toda la gente como recursos explotables, ser incluido en él no debería ser un deseo de toda la gente. Nuestra imaginación, nuestra creatividad, nuestras capacidades y nuestros deseos de hacer del mundo un lugar mejor son transformados en innovación, espíritu emprendedor y recursos humanos; nuestras inseguridades, ambiciones y necesidades básicas, en recursos para ser captados y revendidos en forma de productos, servicios y experiencias.

Cada ser vivo, cada característica natural y todo lo que el mundo necesita para sobrevivir y vivir bien, debe ser integrado en el capitalismo.

En una economía que considera todo lo que existe (e incluso lo que no existe) son recursos para vender o comprar, para rentabilizar, los movimientos de protesta no son la excepción.

We Mean Business (literalmente: «queremos negocio») es «una coalición global de ONG que trabajan con las principales empresas del mundo para promover la acción por el clima y la toma de decisiones políticas importantes». Para ellos, la desesperación de los niños que temen por su futuro y por el planeta no es más que otro recurso para convertirlo en ganancias, para utilizarlo en el funcionamiento de la máquina. De ahí, su promoción de Greta Thunberg, de las huelgas por el clima, etc. Christiana Figueres, que trabaja para Me Wean Business, entre otras cosas, ha estado muy involucrada en la cobertura mediática de Greta Thunberg: https://www.partage-le.com/2019/09/greta-thunberg-extinction-rebellion-et-le-mouvement-pour-le-climat-developpement-durable-par-nicolas-casaux/

La 4ª Revolución Industrial

Así como el dióxido de carbono es capturado y utilizado como recurso para extraer las últimas gotas de petróleo del planeta, la resistencia (un subproducto potencialmente lucrativo del sistema económico mundial) es cooptada y utilizada para perpetuar la explotación de los recursos humanos. La clase dominante sabe muy bien, por otra parte, lo que quieren hacer con estos recursos humanos.

Según un artículo de Klaus Schwab, fundador y presidente del Foro Económico Mundial de Davos, publicado en la página web del Foro: «El Foro Económico Mundial ofrece una plataforma para ayudar a las 1.000 empresas más importantes del mundo a construir un futuro mejor». Realmente, no quiero imaginar qué tipo de futuro podrían diseñar un millar de empresas multinacionales si se unieran. Pero ni siquiera tengo que hacerlo, ya que ellos ya lo han descrito de forma detallada. Se llama la 4ª Revolución Industrial.

También en palabras de Klaus Schwab: «La 4ª Revolución Industrial se caracteriza por la fusión de tecnologías que trascienden las fronteras entre las esferas de la física, la tecnología digital y la biología. Por las posibilidades de miles de millones de personas conectadas por herramientas móviles, con procesadores de potencia sin precedentes, una capacidad de almacenamiento y acceso al conocimiento ilimitado. Posibilidades que se verán multiplicadas por los grandes avances tecnológicos en sectores como la inteligencia artificial, la robótica, la Internet de los objetos, los vehículos autónomos, la impresión en 3D, la nanotecnología, la biotecnología, la ciencia de los materiales, el almacenamiento de energía y la información cuántica.»

Más adelante, Schwab añade: «Esta revolución podría crear mayores desigualdades, en particular, debido a su potencial para perturbar el mercado laboral. A medida que la automatización sustituya al trabajo humano en la economía, la sustitución neta de humanos por máquinas podría exacerbar la brecha entre el rendimiento del capital y el rendimiento del trabajo.» Los ricos se harían más ricos y los pobres más pobres. Y sigue diciendo: «Los gobiernos obtendrán nuevos poderes tecnológicos que les permitirán reforzar su control sobre las poblaciones mediante sistemas de mayor vigilancia y un mayor control de las infraestructuras digitales.» Y, por último: «La 4ª Revolución Industrial también tendrá un profundo impacto en la naturaleza de la seguridad nacional e internacional, que afectará tanto a la probabilidad como a la naturaleza de los conflictos […]. A medida que evolucione y se desarrollen nuevas tecnologías, como las armas autónomas o biológicas, individuos y pequeños grupos humanos igualarán a los Estados en cuanto a su capacidad para provocar destrucción en masa. […] la 4ª Revolución Industrial podría, en efecto, tener el potencial de robotizar a la humanidad, privándonos así de nuestro corazón y nuestra alma.»

[NdE: ésta es la cita completa del párrafo en el que Schwab escribe esto: «A fin de cuentas, todo depende de las personas y los valores. Debemos forjar un futuro que funcione para todos nosotros, anteponiendo a las personas y empoderándolas. En su forma más pesimista y deshumanizada, la 4ª Revolución Industrial podría, en efecto, tener el potencial de robotizar a la humanidad, privándonos así de nuestro corazón y nuestra alma. Pero como complemento de las mejores cualidades de la naturaleza humana — creatividad, empatía, orientación —, también puede elevar a la humanidad a una nueva conciencia moral colectiva basada en un sentimiento de destino compartido. De nosotros depende asegurarnos de que esta última posibilidad triunfe.»

Se trata, como vemos, de la palabrería habitual de los iluminados (o mentirosos profesionales, lo mismo da), que consideran que, hasta ahora, el desarrollo de la civilización tecno-industrial es fantástico y que, en cualquier caso, el progreso y el desarrollo constituyen una fuerza imparable, y que todo lo que «nosotros» podemos hacer es tratar de sacarle el mejor partido posible.]

¡Qué argumento para venderla! Pobreza extrema, guerra, vigilancia, control gubernamental y corporativista, y deshumanización. Y son personas como él las que promueven las huelgas por el clima y utilizan el mensaje de Greta Thunberg para lograr sus objetivos [Greta Thunberg fue invitada a Davos; es importante recordar que ella no irrumpió de forma clandestina, NdE].

Encuentro de Jane Goodall y Greta Thunberg en el Foro Económico Mundial de Davos, en enero de 2019, un acto organizado para promover la cuarta revolución industrial (aparece escrito en el panel detrás de ellas: THE FOURTH INDUSTRIAL REVOLUTION).

¿Veis el logo en la parte superior derecha (Salesforce, una empresa de informática)? También se encuentra en la imagen anterior.

La famosa cita erróneamente atribuida a Mussolini, que podría ser de Giovanni Gentile, de que el fascismo es «la asociación del poder del Estado y de los industriales» es una descripción bastante precisa de esta última fase de la globalización.

Otro evento, organizado en septiembre de 2018 para promover la 4ª Revolución Industrial: la «Global Climate Action Summit» (Cumbre Global de Acción Climática), contó con la participación de muchas de esas mismas organizaciones (Foro Económico Mundial de Davos, etc.) y fue patrocinado por Google, Facebook y Amazon. Esto es lo que decía su Exponential Climate Action Roadmap (Hoja de Ruta Exponencial de Acción Climática):

«Reducir a la mitad las emisiones hasta 2030 requiere el uso generalizado de una serie de tecnologías que se encuentran en diferentes etapas de desarrollo. La Internet móvil, la nube, los macrodatos (big data), las aplicaciones, los dispositivos inteligentes y la primera generación de automatización industrial son tecnologías maduras que pueden servir de base para aumentar la eficiencia de todas las industrias, al proporcionar conectividad y gestión informática. Las próximas tecnologías por llegar son la inteligencia artificial, las redes 5G, la fabricación digital, los sensores inteligentes, el despliegue a gran escala de la Internet de los objetos y los drones. Esto permitirá un nivel adicional de reducción de emisiones antes de 2030. Por último, las tecnologías que se encuentran, en la actualidad, en una fase relativamente temprana de desarrollo: la cadena de bloques, la experiencia de inmersión virtual y de realidad aumentada, la impresión en 3D, la edición de genes, la robótica avanzada y los asistentes digitales. En esta etapa, es imposible cuantificar su impacto potencial en las emisiones, pero se puede considerar muy importante.»

Observemos la palabra «exponencial» en el título. Crecimiento exponencial. Acción climática exponencial. Tasa de extinción exponencial. Se estima que toda esta nueva tecnología utilizará hasta 1/5 de la electricidad mundial hasta 2025, lo que hace absurdo la pretensión de que el aumento de la eficiencia energética permitirá una disminución del consumo o las emisiones. Además, la mayor parte de estas cosas son armas y tecnologías de vigilancia. Este plan no tiene nada que ver con la disminución de la contaminación y la destrucción industrial de los seres vivos, y todo que ver con la guerra, la vigilancia, la manipulación y el control de las poblaciones. Siento que debo repetir, en mayúsculas, que ESTAS COSAS SON ARMAS. Y todo esto se presenta bajo la égida de la acción por el clima.

La fabricación de armas sería una respuesta muy apropiada a la devastación medioambiental en curso si estas armas fueran utilizadas por seres vivos en defensa propia; si se usaran para acabar con los industriales que están devastando el mundo del que dependemos. Pero aquí ocurre lo contrario: los industriales utilizan las armas para atrofiar nuestra humanidad, controlar nuestras acciones y nuestros pensamientos, e incluso nuestros genes. Esta es la última distopía panóptica: smart cities (ciudades «inteligentes»), contadores inteligentes, redes inteligentes, dispositivos conectados, reconocimiento facial, grabación de cada uno de nuestros movimientos, de cada interacción y cada transacción. Un mundo en el que hablamos con las máquinas más a menudo que con los humanos, y en el que definitivamente ya no hablamos con los árboles y los espíritus. Un mundo en el que, incluso las farolas hablan con nosotros, y en el que los árboles son sustituidos por árboles «inteligentes». Sin posibilidad de disidencia o resistencia.

Nos han empujado a mendigar nuestra propia subyugación y opresión [de esto trata el excelente libro de Jaime Semprún y René Riesel Catastrophism, Disaster Administration and Sustainable Submission, NdE].

Si esto ocurriera en el mundo real, donde la gente piensa por sí misma y actúa en su propio interés, la población se levantaría y quemaría todas y cada una de estas mil empresas, y destruiría todo su equipo y sus infraestructuras. Pero aquí, en este mundo de pantallas, de propaganda tecno-fantástica, donde los únicos pensamientos disponibles en el mercado son las ilusiones de empresas producidas en masa, se nos presenta a un niño cuyo mensaje es: «Quiero que entréis en pánico», y nos ejecutamos.

Aunque el discurso de Greta iba dirigido a los delegados de la industria presentes en el Foro Económico Mundial de Davos, y aunque su intención era un llamamiento a poner fin a la codicia empresarial y al crecimiento económico (cosa que había hecho en Polonia, semanas atrás, antes de que sus «asesores» comenzaran a ajustar seriamente sus discursos), el vídeo de su discurso fue promovido por el Foro Económico para fomentar un sentimiento de miedo y de emergencia que les sirve para promover sus planes basados en el mercado, la industria y la tecnología como solución a los problemas medioambientales. Una vez más, la resistencia es cooptada y transformada en ganancias.

Como escribe Cory Morningstar: «¡Qué mejor manera de crear una demanda de algo que dañe tanto al medio ambiente como a la gente que presentarlo como una solución al cambio climático a través de la cara dulce e inocente de Greta Thunberg. Con la realidad al revés, la industria ya no tiene que imponer su voluntad a la población, que ella misma se encarga de imponerse a sí misma a través de Avaaz & Co. De este modo, la gente se ve obligada a pedir las falsas soluciones que el mundo empresarial ha estado preparando y promoviendo durante años, durante decenios.»

[Consideremos, una vez más, la propia definición del astroturfing, vinculado al concepto de fabricación del consentimiento desarrollado por Edward Herman, Noam Chomsky y otros, NdE].

Kim Hill

Enlace original: https://www.partage-le.com/2019/10/a-propos-dextinction-rebellion-partie-iii-la-4e-revolution-industrielle-par-kim-hill/

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