EL IMPERIO DE LAS PANTALLAS TÓXICAS

EL IMPERIO DE LAS PANTALLAS TÓXICAS

En el año 2018, en EEUU, 40 millones de personas eran pobres. En 2016 el 20% de todos los niños en EEUU vivían en pobreza, uno de cada cinco. Cuando el ser humano se enfrenta a un entorno de escasez o carestía tiende a competir. Genera indiferencia a todo lo que le rodea, se hace insensible y percibe una amenaza en todo. Maximiza el comportamiento gregario. Percibe que necesitamos ser parte de un grupo para no ser excluidos y tener un futuro. En esta búsqueda de identidad, a partir de ser gregarios, y cooperar de forma conjunta, se forman manadas configurándose mediante rasgos ideológicos y culturales que generan unos valores o principios que determinan la conducta.

En España, hoy día, a los 16,2 años de edad se tiene interiorizado por parte del varón el ser una máquina en la cama o sexual y, por parte de la mujer, que hay que desterrar cuanto antes la virginidad para ser parte del grupo. Esta presión se lleva hasta casi la niñez. A los 12 años la niña empieza a recibir presión para dejar de ser virgen y el varón por obtener placer. Cada vez se deja de ser niños antes y niños de 9 o 10 años imitan a los adolescentes y no quieren sentirse infantiles. Hoy se imita a los mayores, figuras e ídolos. Se imita un comportamiento predeterminado. Por necesidad o circunstancias los padres no controlan la educación. Se aparca a los niños frente a la televisión y el niño ve el mundo a través de la pantalla que le educa. Le educa en que el bueno es guapo y proporcionado y los malos deformes. El bueno se lleva la chica y es armonioso físicamente. Los personajes jorobados o gordos producen risa pero nunca se llevan a la chica. Si él tiene problemas en el habla u otros problemas enseguida perciben la importancia del físico. El comportamiento humano percibe como amenazante al diferente y se crea el bulylling que es un instinto depredador que persigue cebarse en el débil para alcanzar un estatus social superior en su mundo. El perfil “fuerte” se ceba con el débil.

El liderazgo y éxito, la violencia y el sexo, es una forma del cambio de la cultura social por una de masas que cada vez da un incentivo más fuerte para ser aceptada. La cultura de masas actúa como una droga con dosis cada vez más potentes. Hoy para ver violencia hay películas con muchas balas y rostros doloridos que interiorizan la violencia como lo más aceptable. La cultura de los medios de comunicación ofrece un mensaje de que el éxito se enlaza con un perfil sin empatía y que el dinero lo es todo salvo para los perdedores. Sexo, drogas y violencia es el patrón social de los medios.

El 95% de toda la visualización de You Tube está monopolizada por videoclips musicales, donde millones de veces por día, sus protagonistas son “ídolos” que modifican la conducta y comportamiento de sus seguidores, alardeando de no haberse leído un libro en su vida y “demostrando” que no hace falta estudiar para “triunfar”. Hoy, cualquier adolescente consume una media, desde cualquier plataforma, cercana a las 9 horas de pantalla al día. Desde ella, ve como su cantante de moda presume de riqueza, hace apología de cualquier tipo de droga o amordaza a su exnovia en el maletero de un coche de lujo.

Jon E. Illescas ha publicado el libro “Educación tóxica. El Imperio de las pantallas y la música dominante en niños y adolescentes”, donde se trata la cuestión de los patrones sociales que se imponen a la juventud en la actual sociedad.

No se puede avanzar en ciudadanos conscientes y empáticos siguiendo la sociedad como sigue. Los padres y educadores son payasos para unos adolescentes que ven cínicamente que estudiar no sirve para nada y que la fama lo es todo. No se puede educar en el respeto a los derechos humanos o en la resolución pacífica de conflictos mientras los niños juegan a videojuegos ultraviolentos.

El tiempo de consumo de pantallas se amplía entre los jóvenes cuanto más mayores son. Cuanto más dedican tiempo a las pantallas menos duermen. Son seres somnolientos, excitados y sin sueño de calidad.

Es complicado decir la falacia de que la solución es la educación. Si se educa al niño en cualquier valor el niño no es ciego: no triunfa el honrado sino el sinvergüenza. Las sociedades, cuanto más individualistas se hacen, minimizan el premio al mérito, sino al que roba o al sinvergüenza. El ganador es el líder que gana al otro con violencia y el que tiene valores y coopera es un perdedor.

Tendría que haber una censura previa para prohibir los contenidos antisociales. Sólo hay recomendaciones laxas y autocatalogación por las empresas productoras. El 95% de lo que ven los  niños en Internet son videoclips y el 5% restante son cuentos infantiles. De educación no hay nada. Ya no hay padres dedicados a la educación de sus hijos y cada vez les pueden dedicar menos tiempo por las largas jornadas laborales. Así un adolescente dedica 9 horas al día a las pantallas. Más que a dormir. Esto habría que reducirlo. Tendría que haber una cultura pública que respete los derechos humanos. No hay ningún control de las multinacionales oligopólicas que ofertan unos productos más tóxicos de lo que la gente pide. Hay una tendencia de razones económicas y de dominio de ofrecer tóxicos por las industrias culturales para conseguir sujetos individualistas y débiles que ganan menos dinero al trabajar.

Si percibimos la realidad tóxicamente, la empatía y la colaboración desaparecen. Nos posicionamos socialmente como dentro o fuera de un grupo y las series de televisión venden realidades que se interiorizan como normales. La exaltación del sexo nos hace más indolentes y causa violencia y consumo de drogas.

En los videos más promocionados por los oligopolios culturales muestran en el 72% una imagen muy sexualizada de la mujer, un 32% que hace referencias explícitas al dinero y son bailables, un 55% al liderazgo… Por cada video fraterno hay un 5,2 competitivo. El 55% son consumistas y el 58% acerca de un consumo grave de drogas ilegales. En videoclips que dicen toma drogas ilegales y triunfarás un joven consume 33 horas al año. La parte negativa de las drogas son cero horas. Si en un instituto le hablan una hora al año la situación es trágica. Esto hay que ponerlo en el debate público desde abajo pues a nadie más interesa. O nos concienciamos o no nos salvará nadie pues nos encaminamos por este medio a una sociedad con menos derechos.

A los 11 años las niñas en España sufren de hipersexualización, una presión por hacer de todo en el sexo y hacerse deseables para los chicos. Los niños han de hacer cosas de niños y no se trata de ser puritanos. Ya tendrán tiempo de hacer de adultos. Las socializan en que han de ser objetos sexuales como la base de su éxito. Esto lleva a la violencia de género y a la falta de igualdad. Los chicos en el “Gran Thieve Auto” se acostarán con prostitutas y las pueden disparar y atropellar. Hay videojuegos de humanoides en multipenetraciones y esclavizaciónes de mujeres. Luego hay niñas de trece años obligadas a abortar por sus padres y que luego se escapan de casa. La imagen de la mujer es negativa en estos contenidos.

Hay juguetes rotos. Hay concursos de niños pequeños amables con un premio para el mejor. Los padres de estos niños, emocionados, jalean sus aptitudes delante de todo el mundo. Los niños compiten y fracasan ante toda España. Se hace negocio por los anunciantes. El jurado subjetivo del programa decide sobre el futuro de niños que compiten, con ganadores y perdedores que no mejoran. Cuando se coopera y se amplía el conocimiento se mejora, pero aquí no sucede esto. Los niños compiten y se hace espectáculo con fracasados y “juguetes rotos”.

Valores aparentes, la universidad de la vida, puestas de escena espectaculares, sin gnerar capacidades, el culto al cuerpo decae con la edad y queda gente destruída. Cuando el físico ya no es atractivo y solo tenemos lo que hay dentro acaba todo en divorcios, perfiles rotos, infelicidad… el Sistema les ofrece distracciones que mitigan el dolor como operaciones de estética, drogas, prostitución, etc. Y hay obligaciones estructurales que impiden escapar a la gente y acude al futbol, sexo online, etc que reducen el dolor. La educación de los niños los hace juguetes rotos. Sus estrellas son infelices con visitas a clínicas de desintoxicación, peleados con su familia, drogados, etc Cuando se comprueba que la felicidad no está en la riqueza se cansan de todo y se estrellan. Los concursos de niños es explotación infantil pues les determinan la vida. Hay padres de clase obrera que desean que sus hijos logren la fama para hacerse ricos y los convierten en monstruos que no pueden asumir su vida.

Cuando la educación sexual la da la industria del porno se construyen personas monstruosas. Iniciarse tan pequeño en esta forma de autodestrucción y alienación hace autoexcluirse como objeto sexual con pérdida de autoestima y victimización. Se conforman como personas vacías, subordinadas, etc, que son juguetes de los demás.

Esta educación tóxica conforma un modelo irrespetuoso de sus educadores. El 65% de los profesores sufre el síndrome del profesional quemado (Burn-out). Los profesores son zombis vivientes que no pueden hacer nada en clases imposibles con una desgana total con el sistema educativo. La cultura es aburrida y los profesores payasos de guardería. Es una tortura y no un proceso educativo. A esto ha hecho n flaco favor el proceso de privatización educativa. A la escuela concertada no entran extranjeros, incapaces, etc que van a las clases imposibles públicas. Hay guettos y esto explica el voto de ultraderecha de gente de clase obrera que tiene que llevar sus hijo0s a clases con dificultades de aprendizaje y extranjeros que no cono0cen el idioma. No se hace nada ante esto. El profesorado se quema y abandona por el imperio de las pantallas, la poca atención parental por la extensión de la jornada de trabajo y la exaltación del consumismo compulsivo.

Más del 92% de las canciones de éxito las controlan tres personas de las discográficas oligopólicas. Es la oferta la que determina la demanda y por motivos económicos. Todas las  canciones tienen que pasar el placet de los grandes ejecutivos de las industrias discográficas. Por eso hay que inducir a la reflexión a los chicos para que eligan productos humanistas: hay que hacerles pensar.

Los productos de las industrias culturales son violentos y eso afecta a la sociedad. La propaganda es efectiva pues n si no, no se haría. La apología del suicidio influye en los jóvenes y los hace menos empáticos frente a la violencia. Se confunden las drogas con el cielo y eso aprenden los niños. Los contenidos tóxicos aumentan y la insensibilización es mayor. Sin una cultura más positiva no habrá una sociedad más humanista.

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