VACUNAS DE PAGO, LA DESIGUALDAD EMPIEZA EN LA CUNA

Vacunas de pago, la desigualdad empieza en la cuna

Las vacunas no cubiertas por la seguridad social pueden convertirse en un auténtico problema para las familias más precarias. Vacunar a tres criaturas contra el rotavirus y el meningococo B, algo que recomiendan de forma generalizada los pediatras y las asociaciones de pediatría, puede costar casi 2.000 euros.

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Las familias deben pagar por dos de las vacunas infantiles no subvencionadas por la seguridad social entre 500 y 630 euros por hijo. David F. Sabadell

Martín Cúneo

@MartinCuneo78

publicado

2020-02-02 06:35

No es ninguna novedad que la cuna determina las oportunidades, el tipo de empleo y hasta tu futura declaración de renta. Un informe de 2019 titulado ¿Un ascensor social roto? Cómo promover la movilidad social, elaborado por la OCDE, revelaba que una persona nacida en una familia española de bajos ingresos necesitaría nada menos que 120 años, unas cuatro generaciones, para alcanzar un nivel de renta medio.

Un problema enquistado en una sociedad que ha normalizado que 617.000 hogares no cuenten con ningún ingreso y que 2,2 millones de niños estén en riesgo de pobreza, según declaró el presidente español, Pedro Sánchez, en la reciente conferencia de Davos.

Desde hace unos años, un nuevo elemento se ha sumado a la larga lista de circunstancias en las que se sustenta esta desigualdad: las vacunas de pago.

Una familia con tres hijos que quiera vacunarlos contra el rotavirus y el meningococo B deberá destinar casi 2.000 euros de su presupuesto

No las cubre la seguridad social, son ampliamente recomendadas en los centros de salud y por las asociaciones de pediatría y son caras, muy caras. Una familia con tres hijos que quiera vacunarlos contra el rotavirus y el meningococo B —una variante de la meningitis— deberá destinar casi 2.000 euros de su presupuesto. Si tienes solo un hijo, entre 505 y 632 euros.

Desde 2015, cuando salió al mercado el Bexsero, la vacuna del meningococo B, se han vendido en España más de cinco millones de unidades. Si se tiene en cuenta que el número de nacimientos en España era de 420.000 en 2015 y desde entonces no ha dejado de caer, no es difícil hacerse la idea de hasta dónde se ha generalizado esta vacuna en España, un negocio para el gigante farmacéutico GSK que el periódico El Economista cifra en unos 530 millones de euros.

Las vacunas que no cubre la seguridad social, sobre todo en los primeros meses de vida del bebé, pueden convertirse en un auténtico problema para las familias más precarias, las familias numerosas, las madres solteras o las que hayan pasado por un parto múltiple. Si se comienza a aplicar el Bexsero a un bebé de menos de cinco meses, son necesarias tres dosis y un recuerdo. Si la vacunación se inicia después de los seis meses, harán falta dos dosis y un recuerdo. Cada dosis, cuesta nada menos que 106 euros. En total, entre 318 euros y 424 euros todo el proceso de vacunación.

A la lista de la compra de vacunas no subvencionadas habría que añadir la del rotavirus, un virus muy contagioso asociado con la diarrea infantil. La aplicación de las sucesivas dosis de las dos vacunas disponibles con receta médica en farmacias, el RotaTeq y el Rotarix, cuesta a las familias entre 187 euros y 208 euros. Y sumando.

Para Gonzalo Oñoro, que coordina junto con Elena Blanco el blog Dos Pediatras en Casa, las vacunas de pago han generado “una situación injusta” desde el punto de vista social “por la desigualdad que genera que haya padres que no puedan afrontar esos gastos y por tanto sus hijos no están vacunados contra algunas enfermedades respecto a otros niños”. Un tema “complicado”, reconoce Oñoro, que genera que haya “unos ciudadanos de primera que por tener mayores ingresos pueden proteger mejor a sus hijos y otros de segunda que se quedan solo con un trozo del pastel”.

Las vacunas de pago penalizan doblemente a quien tiene menos renta: “Son justamente los niños de familias más desfavorecidas las que tienen mayor riesgo de contraer la enfermedad prevenible por la vacunación”, apunta Padilla

Desde el punto de vista médico, señala Oñoro a El Salto, también genera problemas “que haya niños que no están vacunados de ciertas enfermedades respecto a otros”. Si un niño pequeño no está vacunado contra el rotavirus, pone como ejemplo, “es muy probable que cuando empiece la guardería se contagie de esta enfermedad que es la causa principal de ingreso en niños por gastroenteritis”.

Javier Padilla es médico y autor de ¿A quién vamos a dejar morir? (Capitán Swing, 2019). Para este profesional dedicado a la medicina familiar y comunitaria, las vacunas de pago generan “inequidad en la política vacunal” ya que la diferencia entre vacunar o no vacunar, cuando la recomendación por parte de los pediatras se generaliza, “es la capacidad de los progenitores de pagar la vacuna, es decir, la renta”. Una situación que penaliza doblemente a las familias de menores recursos, ya que que “son justamente los niños de familias más desfavorecidas las que tienen mayor riesgo de contraer la enfermedad prevenible por la vacunación”.

Por otro lado, señala Padilla a El Salto, la no financiación de estas vacunas, que, por otro lado, están disponibles en todas las farmacias, “convierte un bien de salud pública en un bien de consumo y a partir de ahí se generan las inequidades propias de estos bienes”. ¿Qué hacer frente a esta situación? “¿Retirar de las farmacias las vacunas que están disponibles aunque sean de pago?”, se pregunta el integrante de Dos Pediatras en Casa. El dilema es, según esboza Padilla, “si una vacuna ha de ser tratada como un bien exclusivo de salud pública y no permitir su libre venta en farmacias o si ha de ser vista como un bien individual y entonces permitir que las no financiadas se dispensen bajo pago en farmacias”. Aunque Padilla reconoce inclinarse por la primera opción, admite que se trata de “un debate de enjundia”.

¿Son necesarias estas vacunas?

Además de las vacunas del meningococo B y del rotavirus, hay otras dos vacunas recomendadas por la Asociación Española de Pediatría (AEP) que no están subvencionadas: la dosis de los 12 meses del meningococo ACWY y la polémica vacuna contra el virus del papiloma humano en el caso de los varones. ¿Son realmente necesarias estas vacunas? ¿O son una rentable jugada de las empresas farmacéuticas? ¿O hay un poco de las dos cosas?

 

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Patricia Reguero

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En marzo de 2019, la Comisión de Salud Pública, formada por el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas, descartó la financiación de la vacuna contra el meningococo B —el Bexsero— que se administra a bebés porque “tras la evaluación no se cumplen los criterios en relación a efectividad y seguridad de la vacuna”. Después de este posicionamiento, el Ministerio justificó su decisión en la “corta duración de la protección generada tras la vacunación, ausencia de protección en la población no vacunada (no proporciona inmunidad comunitaria) y no se dispone de datos de efectividad”.

La posición del Ministerio de Sanidad no es compartida por la Asociación Española de Pediatría (AEP), que recomienda la “vacunación sistemática” a partir de los tres meses de edad frente al meningococo B y “también para todos los niños y adolescentes como protección individual”. La AEP solicita la inclusión de esta vacuna en el calendario financiado de los lactantes, como ya hacen Canarias y Castilla y León.

En la reciente actualización de sus recomendaciones, esta asociación de pediatras ya no discrimina entre vacunas financiadas y no financiadas “porque la AEP considera que todas son vacunas sistemáticas que deberían aplicarse a todos los niños y adolescentes”.

La pediatra María Angustias Salmerón, autora del libro Criar sin complejos (EDAF, 2018), sostiene que en el caso del meningococo B “la vacunación es altamente recomendable porque aunque sea una enfermedad poco frecuente es potencialmente mortal”. Un opinión que matiza el médico Javier Padilla, quien marca una diferencia entre la necesidad individual y colectiva de esta vacuna.

Más allá de la efectividad de la vacuna, algo que se va “amasando” con el paso de los años, hay un problema que “se suele olvidar”, señala Padilla, y es “si merece la pena el esfuerzo económico que el Estado ha de hacer para su financiación o si ese mismo dinero va a aportar más salud a la población si lo utilizamos en otras cosas”. Desde un punto de vista de la salud pública y “de acuerdo a la bibliografía disponible”, indica, “no existe evidencia que avale la vacunación poblacional en los casos de rotavirus o meningococo B”. Otra cosa es si se ve el problema desde el punto de vista de la salud individual, “que es la perspectiva que toman, en general, las sociedades profesionales de pediatras”, una posición que “no ha de ser la dominante en temas de vacunación”, valora Padilla.

En el caso del rotavirus, 16 de 31 países europeos recomiendan la vacunación general a toda la población infantil. Es España no está incluida en el calendario oficial

Para Dos Pediatras en Casa, las diferencias entre comunidades autónomas “generan mucha confusión a los padres, que lo único que buscan es lo mejor para sus hijos y este tipo de decisiones administrativas puede generarles duda o rechazo”. Este pediatra señala a los países vecinos: “Basta con buscar en los calendarios vacunales de Reino Unido o de Luxemburgo para ver que algunas de estas vacunas, cuyo coste en nuestro país debe ser asumido por los padres, allí sí que están sufragadas por el Estado”.

Entre los países europeos, Italia, Austria, Irlanda, Lituania y Reino Unido incluyen la recomendación general de vacunar contra la meningococo B, mientras que República Checa y Luxemburgo recomiendan vacunar solo a determinados grupos de población. En el caso del rotavirus, 16 países europeos de 31 recomiendan la vacunación general a toda la población infantil.

Mientras dura esta situación compleja, Gonzalo Oñoro señala la responsabilidad de los pediatras, que “deben informar sobre la eficacia de las vacunas no sufragadas y contra qué enfermedades protege, siendo los padres los que deben decidir con toda la información si quieren vacunar a sus hijos asumiendo ellos el gasto, aunque el riesgo sea bajo”.

En el caso del meningococo B no existe una epidemia ni suficientes casos, pese al carácter letal que puede tener la enfermedad, que justifique según el Gobierno la vacunación sistemática y su inclusión en el calendario oficial. Pero, ¿debe ser la renta la que decida dónde se reparten los pocos cientos de casos de esta enfermedad que se dan en España cada año?

El negocio de las farmacéuticas

Hasta ahora, los grandes beneficiados son las farmacéuticas. España es el segundo país del mundo, después de Estados Unidos, en número de vacunas vendidas contra el meningococo B, según El Economista.

Más allá del Bexsero, los laboratorios GSK suministran al mundo cerca de dos millones de vacunas al día, unos 770 millones en 2018, con unos beneficios de 6.900 millones de euros. Paradójicamente, la introducción de este medicamento contra la meningitis B en el calendario de vacunas cubiertas por la seguridad social no solo supondría un ahorro importante para las familias con menos recursos, sino que “garantizaría un negocio estable a largo plazo” para esta multinacional que tiene el monopolio en la práctica de la vacuna de la meningitis B, señala Padilla.

“La gran mayoría de los grupos de presión —sociedades científicas y profesionales— que abogan por la introducción de prácticamente todas las vacunas en el calendario vacunal tienen fuertes relaciones financieras con la industria”

“La industria controla la generación de conocimiento, en gran parte, y la emisión de ese conocimiento; la gran mayoría de los grupos de presión —sociedades científicas y profesionales— que abogan por la introducción de prácticamente todas las vacunas en el calendario vacunal tienen fuertes relaciones financieras con la industria, y los miembros de sus comités de vacunas también”, señala este médico.

Desde Dos Pediatras en Casa no niegan que la industria farmacéutica sea un negocio: “Eso es una verdad innegable, tanto que no creo que ellos intentaran argumentar algo diferente. Sin embargo, una cosa es que sea un negocio y otra bien distinta que intente hacer un beneficio de algo, sobre todo si hablamos de salud, sin utilizar la ética. Las vacunas se tardan en desarrollar muchos años y detrás de esas investigaciones hay millones de euros invertidos. En mi opinión, el interés que hay detrás es ese, no creo que haya algo oscuro que pretende sacar beneficio de forma fraudulenta con una vacuna que no funciona o similar”.

De todas formas, no es la primera vez que ocurre algo parecido. Oñoro, de Dos Pediatras en Casa, recuerda el caso de la vacuna del neumococo. Cuando salió al mercado no estaba dentro de las vacunas financiadas y las comunidades autónomas las fueron incluyendo en sus calendarios “pese a la negativa” del Ministerio. Al final, fue el Ministerio quien resolvió que esta vacuna debía incluirse en el calendario oficial. Esto también ocurrió, recuerda este pediatra, con la vacuna del meningococo ACWY, que desde hace unos dos años la Asociación Española de Pediatría recomienda para los 12 meses y 12 años, pero no ha sido hasta el año pasado en el que el Ministerio ha decidido incluir la dosis de los 12 años. “Este tema no es algo actual y seguirá pasando. Vacunas novedosas que en un principio no están sufragadas pero que con el paso del tiempo acaban siendo incluidas”, explica.

El Salto

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