POST VIRUS, ¿DEVOLUCIÓN, INSURRECCIÓN O CONVULSIÓN?

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POST VIRUS, ¿DEVOLUCIÓN, INSURRECCIÓN O CONVULSIÓN?
PublicacionAbierta 7 abril, 2020 Agroecología, América latina, Análisis, Coronavirus, Internacional, Medio Ambiente, Publicación abierta, Recursos Naturales, Tierra y territorio
¿Qué pasaría si muriera o persistiera aproximadamente el 1% de un determinado grupo de personas del total de la población mundial que manipula más del 80% de la economía global, incluyendo todos aquellos que concentran aproximadamente el 52% de la tierra del planeta? (Devolución).
¿Qué pasaría si el otro 99% de la población mundial reaccionara socialmente de forma civilizada para rescatar ese 80%, contra la posibilidad de la inmediata reacción del 1% en querer continuar sobreviviendo a cualquier costo? (Insurrección).
¿O qué pasaría si la naturaleza continúa percibiendo y recibiendo los impactos de esa desigualdad impuesta por el 1% sobre el 99%? (Convulsión).
Lógico, si la primera sentencia se cumpliera de forma definitiva con aproximadamente el 1%, debería llevarse junto en su caja mortuoria:
Los bancos y el papá de todo ellos, ( El Banco Mundial); la bolsa de valores, el precio y el libre mercado; la industria petrolera no el petróleo; los venenos, los fertilizantes, los monocultivos, los transgénicos y toda la parafernalia de la agropecuaria industrial de los monocultivos; el latifundio, las mega máquinas de control macro tecnológico y todo lo que suene a micro y nano tecnología de control, destrucción y sometimiento social de la informática; los mega moles del libre mercado y otros mega juegos de la televisión desalentadora, manipuladora, sangrienta y llena de mentiras; la inducción del apetito para el consumismo; las inmobiliarias y los arriendos de casas; la esclavitud, la humillación y el sometimiento; las redes de los supermercados y acaparadores de comida; los fundidores de las ilusiones del oro, plata y otros metales, los acaparadores de las inexistentes piedras preciosas; la industria de cualquier tipo de armamento destructor por cualquier vía : terrestre, naval y aéreo; las fumigaciones atmosféricas (HAARP) con la dispersión de óxidos de metales a base de titanio, vario, aluminio y fibras de hidrocarburos; el fascismo y el racismo; el nazismo y la eugenesia o perfeccionamiento humano; el tráfico de humanos y de órganos, la prostitución infantil y no infantil, los pederastas y pedófilos; el patriarcado; la aporofobia; la especulación con el mercado climático; el desprecio y los sobornos; los laboratorios de las industrias del plástico y las farmacias que manipulan la salud pública y las vacunas; los barcos balleneros; los laboratorios dirigidos para investigaciones en guerra biológica; cualquier armamento y munición tanto para la cacería animal como humana; el desapego por la vida; los descorazonados y desalmados; los tiranos y la experimentación humana; el cemento, los rascacielos y los paraísos fiscales; los colonizadores o invasores de cualquier continente; casi se escapa mencionar, que también deben irse en ese entierro: Los politiqueros o ladrones de cuello blanco y de todos los demás colores: Presidentes de republiquetas, y también cualquier otra de esas especies a nivel global, monarquías, reyes corroídos, desnudos o vestidos de corrupción y llenos de prepotencia, dictadores y reinas, “herederos” de reinos, ¿cuál herencia y heredero legitimo? Si pasan el mayor tiempo de su vida desheredando para heredar lo que arrebataron y robaron a otros hace siglos, por medio de la imposición colonial y derrame de sangre; los hospitales, las cárceles, la tortura y los manicomios; los falsos positivos y las fosas comunes; las sectas religiosas y cuarteles militares; los pasaportes, las nacionalidades, las fronteras imaginarias, los himnos, las banderas, los escudos, los cantos de guerra, los desfiles militares y las condecoraciones; la falsedad de las instituciones “neutras” internacionales y sus coligadas.
Participe, atrévase a echarle alguito a la caja mortuoria, todavía no se cierra, hay tiempo, recién inicia el velorio. Encienda la vela para que el verdadero reino sea el de la vida y la distribución de la esperanza para todos y todas.
Palabras del diccionario que también se pueden depositar en la caja: Hambruna, desigualdad, pandemia, injusticia, crimen, despiadado, inhumano, corrupción, eugenesia, fascismo, holocausto, asesino, perverso, necio, malvado, conquistador, usurero, trafuga, ladrón, embustero, etc., etc. etc. Ayude a limpiar el diccionario, usted también puede arrimarle más leña y fuego al fogón.
De forma general, el industrial actualmente en esta época virulenta, quiere, llora y clama por una ayuda con el dinero público, para volver a mantener los niveles de esclavitud, sometimiento y humillación que lo han caracterizado con la mano de obra barata a cualquier costo. Otro grupo de empresarios más astutos, dicen donar, pero más tarde o temprano quieren el retorno económico con intereses de su obra de caridad a través del montaje de sus propias fundaciones.
Por otro lado, las ratas de la politiquería de turno, para el caso colombiano inventan el robo virtual, mientras que el pueblo que siempre ha sido engañado y jodido por ellos, se enfrenta a la incertidumbre y el miedo mediato manipulado por el anuncio de la pandemia.
Irónico, entre muchas otras situaciones que la tal pandemia destapa es la incapacidad instalada de forma seria de un sistema de salud preventivo, público y gratuito para los más necesitados.
Irónico, la televisión repite como loro sin control una y otra vez que hay que lavarse las manos de forma preventiva para frenar la expansión de la pandemia, pero como hacerlo, si muchas comunidades ni si quiera poseen una gota de agua para preparar un poco de alimentos; el loro vuelve y repite que la población debe mantener una distancia mínima de dos metros en una fila para comprar alimentos, ¿cuál distancia mínima?, si no hay ingresos ni tiendas para adquirir ni si quiera medio kilo de arroz para una familia de cuatro niños o más, comer en una semana.
Esa es la dura realidad por citar un ejemplo colombiano, pues hace tiempo las zonas donde habitan las comunidades indígenas Wayúu en la península de la Guajira fueron distanciadas a más de dos metros y olvidados totalmente por el Estado.
Nuevamente el loro de la televisión repite, hay que proteger la vulnerabilidad de los niños, de cual vulnerabilidad habla, si la pandemia institucionalizada del hambre asola esa región desde hace décadas; los niños cuando no mueren a los pocos días de haber nacido, les espera el registro de uno de los índices más altos de desnutrición por los que puede pasar un ser.
Cuando un niño Wayúu nace en el departamento de la Guajira en Colombia; nace condenado por el Estado a morir de inanición y sed en un corto periodo de existencia; en el medio del contraste de la riqueza y el despilfarro; el robo del erario público y podredumbre política. No hay que olvidar que los Wayúu si tenían agua, el rio ranchería, se lo robo la mina del Cerrejón, con el objetivo de exterminarlos.
Según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), entre el 2008 y el 2013, en La Guajira murieron 278 niños por falta de comida, pero 4.151 perdieron la vida por enfermedades asociadas a la desnutrición como diabetes, anemia y raquitismo.
En la actualidad, aproximadamente ese 1% de la población mundial, debe tener miedo que el 99% circule de forma libre después de la pandemia, por eso de una o de otra forma quieren continuar extendiendo las medidas masivas tanto de control de las riquezas del globo, como el control totalitario de la población mundial.
Muchos inocentes opinan, “la orden del encarcelamiento global es saludable y democrática”. El pueblo no aguanta más.
La una o la otra, la resurrección humana o la convulsión de la naturaleza, será una realidad inevitable; sino cesa la soberbia y la arrogancia de un capital deshumanizado voraz y cruel.
Tanto la insurrección como la convulsión se pueden evitar si regresan socialmente: El agua, la tierra, el clima, el aire, los bosques, las reservas forestales, los ríos, los minerales, las semillas, las selvas, los animales silvestres, los humedales, las playas, los manglares, los peces y las ballenas, los acuíferos, las sabanas, los glaciares, las montañas, el paisaje, las etnias y culturas, las lenguas, los 15 millones de hectáreas de bosques tropicales que destruyen por año para convertirlos en ganadería extensiva y monocultivos, la comida embodegada, los millones de toneladas de tierra erosionada que van al mar; las plantas medicinales, las minas, los metales, la riqueza del subsuelo, los saberes y valores, la creatividad, la imaginación, la libertad, la música y la pintura, el trueque y la cooperación, el control social de la rueda, los fermentos, la macro y microbiología, la salud pública y la comida sana.
En resumen, que nos regresen lo que es de todos y todas, el albergue universal de la vida: La Naturaleza.
Señores no se asusten, es meramente un ejercicio, tienen chance, regresen lo que en la realidad nunca les ha pertenecido, o la convulsión de la naturaleza será una manifestación real, más tarde o más temprano.
Nuevamente, lo invitamos a participar para que usted complete la lista, con lo que crea que nos deben devolver.
Pregunta final, ¿qué pasaría con la sobrevivencia del aproximado 1% si el 99% de la población mundial desapareciera?
Como en esta época de encarcelamiento oficial a través de los medios de la manipulada información de forma mediática, aprendimos de forma didáctica o no, lo que es aplanar la curva de una pandemia, entonces que valga la pena haber aprendido, que, si no aplanamos las actuales curvas, sobre todo de la desigualdad y de la injusticia, otro mundo diferente no será posible.
Lo que sí es un hecho natural; en la naturaleza cualquier intento pandémico o sabotaje que cualquier especie intente provocar en ella, no saldrá exitosa.
Por otro lado, no somos fatalista, pero la realidad no la podemos esconder; todos los esfuerzos y las noticias se centralizan en los héroes de la ciudad, en las donaciones, las obras de caridad y la manipulación de cuanta imagen de la farándula propagandista se les ocurre a los noticieros colocar en sus pantallas.
Pero nuevamente, los campesinos y campesinas que colocan no la cara en la televisión y si los alimentos en nuestros platos, una o dos veces al día; continúan siendo los invisibles, los que se les niega la vital importancia, sin los y las cuales, ninguna sociedad consigue superar cualquier crisis por muy grave que parezca.
Si es verdad que un kilo de arroz y un par de papas pueden ayudar a mitigar el hambre por un día en una ciudad, no es una solución de fondo. Pues solamente los y las campesinas son lo que verdaderamente en gran parte son capaces de sacar adelante la humanidad de cualquier pandemia, siendo la principal, la hambruna.
Finalmente, para no quedar meramente en la reflexión teórica y en el análisis crítico de la actual situación, podemos ver que una, entre muchas otras soluciones para la crisis actual, puede estar por fuera del circulo vicioso de las discusiones de administradores públicos de ciudades aglomeradas y enfermas.
Recordemos que las ciudades están llenas de campesinos y campesinas que fueron desplazadas, desterradas y desarraigadas por la violencia¸ entonces es el momento oportuno para que se haga un programa de llamado urgente, para que la gente originaria del campo regrese al medio rural, dándoles condiciones dignas para que nuevamente vivan en paz y produzcan comida para las personas que se amontonan mendigando un pedazo de pan en las inhabitables ciudades: La consigna es, darle nuevamente la oportunidad a las y los campesinos para que sus manos se enraícen nuevamente en la tierra, para producir comida para un pueblo que muere de hambre en medio de tanta riqueza y tierra desocupada.
“Los y las campesinas en el mundo, jamás han necesitado de un burócrata especializado en el análisis económico de sus vidas, para buscarle una salida sabia a la producción de sus propios alimentos y de otros, que se apiñan en las grandes ciudades; ellos y ellas, siempre han sabido construir su propio destino, estaban sumergidos en el campo en una paz natural que les fue perturbada y asaltada por el Estado y la agricultura industrial”.
Para el caso colombiano, el desarraigo por la violencia represento un desplazamiento aproximado de 7,2 millones de personas de origen rural. Una política seria y comprometida de un Estado que realmente quiera superar en gran parte la crisis provocada por la tal pandemia del virus, seria aquel que considere y no subestime la fortaleza de la gente del campo para hacer rica una nación, no por su reserva económica que posee, y si por la riqueza y el arraigo de la gente del campo para producir comida para el pueblo.
¿Se puede usted imaginar cómo cambiaría la situación de ese país, si más de 7 millones de hectáreas que los campesinos reclaman en la actualidad, se les entregaran con dignidad para producir comida? Saque sus propias conclusiones.
“El hambre es fruto de la desigualdad y lo injusto; provocada por el 1% de la población humana que manipula la economía global, lo que obligatoriamente ha llevado a una constante renovación de pandemias; entonces la pregunta es muy básica; ¿hasta cuándo el 99% aguantará una próxima programación pandémica, después de la campaña del coronavirus; o será que el capitalismo nuevamente se atragantará sin límites y nos coronará nuevamente con otro virus; como quien dice, o más bien preguntarnos, cuál será la próxima película?”.
En estos momentos que estoy terminando de escribir el artículo, circula la vil noticia que el banco mundial preocupado con Colombia por causa del covid-19, le acaba de desembolsar un préstamo anticipado de US$250 millones de dólares, los cuales podrá pagar tranquilamente hasta el año 2030, con una buena tasa de interés; realmente, no dan puntada sin dedal, desde ya comienzan hacer su navidad de forma anticipada por 10 años que dura el préstamo.
Por otro lado, a medida que los países necesiten un apoyo más amplio, el grupo Banco Mundial implementará un paquete de hasta USD 160 000 millones durante un período de 15 meses a fin de proteger a los pobres y los sectores vulnerables; realmente, aprovechan la oportunidad cuando alguien les tiende la mesa (El gobierno colombiano) para que se sirvan a su voluntad; inocentemente, muchos creerán que llego la nueva era de un capitalismo responsable y socialmente sostenible.
“Hoy es 07 de abril del 2020, día de cumpleaños, la fe es profunda y la cosecha está por llegar sin convulsiones”. Jairo Restrepo Rivera, Cali, Colombia.
Fuente: https://www.facebook.com/JairoRestrepoRivera

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