El venenoso urbanismo.

El-venenoso-urbanismo0A escala planetaria, en este siglo XXI, el género humano ya es un género urbano: esto quiere decir que la mitad de la Humanidad se hacina en las ciudades y, especialmente, en las Megalópolis (aglomeraciones que agrupan millones de personas). En el Norte, además, el estándar de vida urbano, preconizado por los medios de comunicación, se ha impuesto también en pueblos y fincas agrarias generalizándose las comodidades del lipo de electricidad/agua corriente, servicios de desagüe, teléfono, calles asfaltadas, etc. Así, !a Humanidad está encaminada en torno a las Megalópolis. En ellas se concentran las principales actividades económicas, el poder, los intercambios, la producción, el saber, las sedes administrativas, la cultura, la creación, la innovación, etc. Pero también, a la vez, atraen la esperanza de mejores condiciones de trabajo. De tal modo I que la pobreza se ha asentado en las megaciudades que no puedoftasimilar ; “los inmigrantes económicos manto- ¡ niendo un nivel de prestaciones públicas (sociales, educativas, sanitarias. . etc.) que caca vez se abandonan al libre mercado conformando bolsas en aumento de exclusión y marginación, en las que se difunde el paro, la extranjería inadaptada, la cualificación débil, la violencia, el abuso de drogas, etc. Como consecuencia, en las grandes urbes se respira inseguridad y miedo, entre grupos con cada vez menos contacto y mayor recelo: los que vagan, los que trabajan y los que mandan. A la exclusión en guetos y suburbios de los primeros por la especulación, los últimos se refugian en barrios residenciales, protegidos por milicias armadas, contactando por teléfono, fax e Internet y dejando el espacio vital urbano al automóvil.

Este eslilo de vida, con graves consecuencias ecológicas y sociales, crea un ambiente de tensiones que amenazan la propia integridad individual con eslrós, desasosiego y soledad. Unas ollas coníliclivas en las que las identidades, se exacerban y excluyen, conviniendo la mejora de las condiciones de vida en una huida depredadora hacia el sálvese el que pueda.

Este modelo urbanita ya ha sido ensayado a lo largo de la Historia con rotundos fracasos derivados de su ¡nsostenibilidad ecológica y social.

El-venenoso-urbanismo2La primera ha acompañado la existencia humana desde la misma Prehistoria pues el impacto ambiental de los establecimientos humanos, la basura y la contaminación, los ha hecho desaparecer por convertir espacios de habitación en insalubres e inhabitables. Por olro lado, a semejanza de lo sucedido en las Civilizaciones Mesopotámicas, el dominio de las ciudades sobre enlorrios rurales ha venido implicando la sobreexplotación de los recursos naturales hasta su catastrólica inhabilitación productiva a diferencia de otros modelos más ecológicos de explotación que no han logrado aumentos espectaculares de población ni de derroche de energías, pero que han sostenido una interacción con el medio más armónica, sostenible y cohesionada socialmente.

En cuanto a las consecuencias sociales del urbanismo, no han sido siempre sino la reproducción de sistemas sociales cada vez más opresivos para las mayorías, reinvirtiendo recursos en su dominación y aumentando los conflictos armados para lograr la supremacía política y la imposible cohesión interna. Esto conformó agrupaciones identitarias periféricas en conflicto cuyas luchas dieron lugar al caos y la violencia, haciendo desaparecer las sociedades en las que so generaron, imponiendo de hecho nuevos modelos de convivencia y estrategias de supervivencia más antarticos y hostiles.

Se podría argumentar que este mecanicismo no es automático y que, mirando la Historia con optimismo, a pesar de la desaparición de Civilizaciones e Imperios urbanos, los períodos de depresión humana no han revertido el Progreso o las conquistas humanas alcanzadas. Pero esto no considera el cambio de escenario cuantitativo, ecológicamente planetario y socialmente tan desigualilario e individualista.

Nunca hemos eslado más juntos y más solos. Más agresivos y con mayor conciencia de autosuficiencia. Con más miedo y marginados. Algo explosivo que habría que cuestionar hacia formas de vida más comunitarias y ecológicas, desvelando la explotación, la guerra, el control social y las banderas identitarias como la mano que juega la irresponsabilidad con nuestro destino.

ALFREDO VELASCO

 

 

 

 

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