LOS HUMANOS NO SON EL VIRUS ¡NO SEAS ECOFASCISTA!

LOS HUMANOS NO SON EL VIRUS ¡NO SEAS ECOFASCISTA! De Sherronda J. Brown desde Estados Unidos

Los humanos no son el virus. No somos una enfermedad, y todxs ustedes deberían dejar de repetir esta cantinela mientras nos tambaleamos con esta pandemia global que supone el Coronavirus. Recientemente se hicieron virales (que ironía) publicaciones falsas de animales prosperando mientras las ciudades ralentizan sus ritmos debido a la cuarentena. Un número importante de personas respondieron con la sensación de que la presencia de humanxs viviendo y ocupando el espacio en nuestro planeta sería un tipo de enfermedad.

La gente está incluso circulando un articulo de 2018 sobre como la capa de ozono estaría finalmente empezando a sanar, obviamente sin molestarse en leer la fecha o más allá del título, y conectándolo de alguna manera al descenso repentino de la presencia y la actividad humana, vinculado además a nuestra responsabilidad social de quedarnos en casa durante este tiempo.

Algunos incluso han calificado al COVID-19 como la venganza de la Madre Tierra. La “vacuna de la tierra” para el virus humano, o la forma en que el universo hará del mundo un lugar mejor. Creen que es parte de algún tipo de

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intervención divina, implica que la pérdida masiva de vidas y nuestro dolor colectivo sobre esas mismas vidas pérdidas serían de alguna manera algo bueno para el bien del planeta, o incluso algo necesario. Esta pandemia ha ayudado a facilitar el desarrollo y el empeoramiento del trauma y el duelo en comuidades enteras, la retórica que la enmarca dentro de una bendición para aquellxs que merecen vivir y como una sanción para aquellxs vistxs como indignxs de merecer vivir. Esto no es solo profundamente insensible, sino peligroso.

Wow! La tierra se recupera – Desciende la polución atmosférica – Las aguas contaminadas se limpian – La vida salvaje vuelve a casa El coronavirus es la vacuna de la Tierra Somos el virus — @ThomasSchuIz, 17 Marzo, 2020. Twitter

Las personas que están -y lo seguirán siendo- más golpeadas por esta pandemia son lxs pobres, la clase trabajadora, lxs sin-hogar, la gente en prisión, y lxs comunidades que están bajo custodia que son desproporcionalmente BIPOC12. No sólo en términos de riesgo para la salud — siendo lxs adultxs mayores, lxs discapacitadxs y la gente con comorbilidades lxs que tienen más riesgo de contraer y morir por el virus— sino también en términos de posibili

12 Término en inglés para personas de color negras y/o indígenas [Nota de Traducción]

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dades económicas y de estabilidad. Aquellxs que ya son pobres y sin derechos tienen menos menos capacidad de autoconfinarse con unas mínimas condiciones si aún están obligadxs a ir a trabajar, o si no se les facilitan recursos económicos para pagar sus alquileres y productos básicos (en el caso que no puedan ir a trabajar). Y, por supuesto, aquellxs detenidxs o en prisión, quienes no pueden practicar la distancia social para prevenir la rápida difusión del virus. Mientras lxs compas sin hogar se encuentran también con acceso muy limitado a las prácticas básicas de higiene (como lavarse las manos). Luchar realmente contra el virus lxs dejaría con una montaña de deudas médicas incluso aún que ni siquiera sea posible obtener un tratamiento apropiado debido al -muy bien documentadoracismo médico.

Lo cierto es que habrá – y ya han habido- muchas muertes que se podrían haber evitado debido al sistema desigual de salud que margina, en primer lugar a aquellxs poblaciones vulnerables. Sugerir que cualquiera de las cosas que están sucediendo es debido a la voluntad de la Madre Naturaleza, a Dios, o al Universo, es más que atroz. Especialmente cuando tenemos a la gente rica blanca admitiendo sin pena que los EEUU debería dejar morir al 2-3% de su población (más de 8 millones de personas) para revivir el mercado de valores. Valorar la naturaleza más que las vidas humanas, es igual de maligno que valorar el dinero por encima de las personas.

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En vez de criticar el actual sistema de explotación que asegura las desigualdades sociales y económicas, muchxs están permitiendo que su ideología ecofeminista, conservacionista, ecologista o espiritual caiga peligrosamente en territorio ecofascista -cosa que hace muy flaco favor a nosotrxs, la gente marginalizada. El capitalismo, la supremacía blanca y el colonialismo –no la humanidad– son los condicionantes que alimentaron la destrucción de los hábitats naturales, el envenenamiento y la contaminación de nuestras fuentes de agua, así como la profanación de la salud de nuestro planeta y nuestros cuerpos. Es urgente que hagamos esa distinción. Si no lo hacemos, damos lugar a que los sistemas más dañinos de nuestro mundo sigan expulsando aún más gente marginalizada.

El Ecofascismo –un énfasis en la preservación de la naturaleza que ignora la vida humana– tiene sus raíces en la supremacía blanca y la xenofobia, especialmente porque la vida que desprecia es la de las personas BIPOC. Junto a esta misma corriente del pensamiento eugenésico, que usa el capacitismo, el racismo y el clasismo para determinar quien debe vivir y quién muere por “el bien mayor” de la sociedad; el ecofascismo debería ser entendido como una herramienta que contribuye al genocidio. El mantra del nazismo (“Sangre y Tierra”) ha sido ahora adoptado por la extrema derecha, tal y como se vio en Charlottesville. Se trata de un lema ecofascista que afirma que sólo lxs indígenas de una tierra –básicamente aquellxs vinculados a la tierra por la sangre– tienen derecho a vivir ahí, y que el

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medio ambiente debería ser conservado sacrificando a la población “sin raíces”/inmigrantes a través del genocidio o la deportación.

Muy parecido –o quizá exactamente igual– el tirano Thanos con su equilibrio forzado del universo y el mito de la escasez en el que se basan sus acciones violentas, los ecofascistas están dispuestos de sacrificar gente con la excusa de conservar el medio ambiente y los recursos naturales, y creen que tienen el derecho a determinar qué gente debería ser expulsada. Ambos asesinos del tiroteo de El Paso y de Christchurch tenían creencias ecofascistas y las nombraron como motivación para sus crímenes: “ Lxs hispanxs están invadiendo Texas” y hay gente rezando en las mezquitas, el tirador de Christchurch incluso describía a la inmigración como “guerra ecológica”.

Un grupo supremacista blanco, Hundred-Handers, está suplantando a la organización sobre el cambio climático llamada E x t i n c t i o n R e b e lli o n para poder difundir sus creencias al mismo tiempo que las conectan a la pandemia del covid-19. La retórica ecofascista funciona oscureciendo la responsabilidad del colonialismo blanco y su larga historia de destrucción, así como la presencia imperial en países de pueblos mayormente racializados. Ignora el capitalismo industrial y el racismo ecológico, especialmente como las grandes corporaciones destruyen activamente el mundo en bús

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queda de sus propios beneficios y control territorial. Mientras mucha gente siga regurgitando el lema de “lxs humanxs son el virus” en twitter y más allá, puede que no estén intencionalmente promocionando el nacionalismo blanco; aún así sus palabras siguen alineadas con una peligrosa escuela de pensamiento. Con independencia de cual sea su sistema de creencias, algo tan simple como culpar a la gente como un todo genérico por la situación del medio ambiente es una insistencia en aquello en que muchxs de nosotrxs deberíamos tomar la culpa de las mismas opresiones que nos han hecho sufrir.

Como muchas han señalado, el ecofascismo es un lógica que encuentra sus bases cuando sus promotores reconocen solo una narrativa histórica revisionista que menosprecia completamente la verdadera naturaleza de los pueblos originarios con la naturaleza. Durante milenios, las comunidades indígenas han demostrado la posibilidad de vivir en paz y comunión con la Tierra. Han demostrado, sin temor a dudas, que es posible vivir en este planeta y respetarlo, incluso que florezca al tiempo que nos alimenta, nos da vestimenta, refugio y nos cuida. Aprenderíamos mucho dejándonos guiar por activistas indígenas contra el cambio climático, poniendo atención a su sabiduría y honrando su trabajo.

En medio de esta pandemia, con tantas pérdidas e incertidumbres y aún más que están por llegar, tenemos que entender que el desprecio institucional y corporativo hacia

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el planeta no puede separarse del desprecio hacia aquellxs precisamente marginalizadxs por esos mismos sistemas destructivos.

Entiende, pues, que cuando publicas o compartes alguna variación del discurso “los humanos somos el virus”, estás realmente replicando un discurso de la supremacía blanca. En vez de hacer eso, te animo a que te recuerdes a ti y a otrxs, los fallos del capitalismo, las corporaciones, el colonialismo y el imperialismo; y como han creado un mundo profundamente desigual 13.

https://wearyourvoicemag.com/news-politics/humans-are-notthe-virus-eco-fascist

13 Ver sobre Ecofascismo las preguntas de Layla en El salto https://www.elsaltodiario.com/coronavirus/layla-martinez-quienvamos-matar-pandemia- ¿las personas que piensan que el ser humano es una plaga están considerando esterilizar a sus amigos, a sus seres queridos? ¿A quién vamos a esterilizar? Las esterilizaciones masivas tampoco son nuevas en la historia, ni ajenas a las democracias liberales: el Perú de Fujimori esterilizó sin consentimiento a 300.000 personas, la mayoría mujeres indígenas, entre 1996 y 2001; Japón esterilizó a 25.000 personas con enfermedades hereditarias o diversidad funcional entre 1948 y 1996 gracias a la Ley de Protección de la Eugenesia que buscaba “un Japón mejor”; Estados Unidos esterilizó forzosamente a más de 60.000 personas en la primera mitad del siglo XX, gracias a leyes de eugenesia que daban potestad a los funcionarios públicos para esterilizar a personas consideradas “no aptas” para tener hijos, la mayoría mujeres negras, indias, latinas y con diversidad funcional. Y podríamos seguir con decenas de ejemplos más por todo el mundo.

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