PANDEMIA-DESEMPLEO

Ahora que los parados y los golpeados por la hambruna empiezan a contarse por cientos de millones y el Covid-19 sigue y seguirá causando estragos, ha llegado la hora de preguntarse ¿Quién “nos salvará” cuando venga lo peor? ¿Una dictadura que “ponga orden al caos” o un “socialismo con rostro humano”?

Cada día conocemos más “al virus invisible” pero da la impresión que detrás de “ese enemigo planetario” hay una orquesta fantasmagórica que mueve los hilos de la economía mundial y que ve en “el bichito” una oportunidad de oro para traernos, mediante una fría hoja de ruta, “una sociedad del futuro” regida por el “tanto tienes, tanto vales”, por el teletrabajo y todo un ejército de “máquinas inteligentes”.

Ahora que los parados y los golpeados por la hambruna empiezan a contarse por cientos de millones y el Covid-19 sigue y seguirá causando estragos, ha llegado la hora de preguntarse ¿Quién “nos salvará” cuando venga lo peor? ¿Una dictadura que “ponga orden al caos” o un “socialismo con rostro humano”? En España, como en el resto del mundo, reina la incertidumbre y todos esperan “a que los dioses arrojen los dados”.

La humanidad va a tener que pasar por una prueba de fuego histórica que nos dirá “cuánto medimos”, cual es nuestra verdadera dimensión, de qué somos capaces y si los pueblos “han despertado YA (o no) para ´coger al toro por los cuernos`» y decir ¡¡¡basta!!! a los que quieren restaurar, perpetuar, “el vejatorio orden de las cosas”.

En España, donde los expertos hablaban de “una especie de gripe” y no tomaban ninguna precaución para evitar la tragedia que algunos veían venir (en Taiwán, Singapur, Japón, Corea del Sur etc.) olvidamos demasiado pronto “el efecto mariposa” y que cualquier cosa que ocurre en la otra punta del mundo acabará golpeándonos de lleno.

En nuestro país, los pronósticos son abrumadores: cerca de cuatro millones de parados, contando el millón provocado por la pandemia (de estos últimos un 13% son hombres y un 16,2% mujeres). Unas 33.000 empresas se han acogido a los ERTES (Expedientes de Regulación Temporal de Empleo) lo que afecta a unos cinco millones de personas. La tasa de desempleo podría superar, según el INE, el 20% de la población activa a finales del 2020. Actualmente cotizan a la Seguridad Social 18,4 millones de españoles.

En Europa y América el panorama es devastador (no digamos en África y en parte de Asia). En el viejo continente se podrían destruir unos 60 millones de empleos a consecuencia del Covid-19 y la actividad económica no empezaría a remontar hasta 2024, según un estudio de la consultora Mc Kinsey, con sede en Nueva York.

En EEUU, epicentro mundial del coronavirus, ya han perdido el empleo 37 millones de personas (muchos de ellos hispanos y afroamericanos) pero también trabajadores “blancos” que ya empiezan a hacer cola en los lugares donde se reparte comida a los pobres.

El Covid-19, que sin duda transformará el mundo y la forma de ver las cosas (no sabemos todavía si para mejor o para peor) castigará con especial virulencia a nuestro continente hermano. La pandemia y el desplome de la industria (incluyendo la artesanal) dejará unos 215 millones de pobres en América Latina y 83,5 millones de personas en la extrema pobreza, según el último informe de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe).

En nuestro mutilado planeta ya hay sembradas innúmeras bombas de relojería que acabarán estallando en calles, plazas y barrios donde hasta hace poco la gente podía pasear silbando con su mascota y cantando “la, la, la”. Los países ricos ya ven como un flotador “la renta básica universal”, pues temen que “los nadies” se rebelen (desencadenando un efecto dominó Espartaco) y ataquen a los monstruos que dominan la economía mundial. Hasta el mismo Bill Gates, adelantado íncubo monetario, cree que eso es bueno “para contener la tormenta” de los desposeídos, esa plaga de langostas que podía caer sobre gobernantes, monos coronados y gigantes de las finanzas.

Los hombres y mujeres de buena voluntad creen (o mejor dicho acarician la idea) que la pandemia abrirá mentes y corazones y provocará una revolución nunca vista: “Una fuerte conexión -casi divina- entre el cerebro y los sentimientos”. Eso podría ser el comienzo para romper con el egocentrismo, la cultura del dinero y otras miserias que impiden la evolución de la especie “hacia un mundo más humano y solidario”.

Los otros, los que sólo entienden el mundo como una guerra permanente, ya sea comercial o estratégica, son los más peligrosos. Los fantasmas de los que hablé al principio. Mientras los pueblos sufren, padecen hambre y rezan a dios para que “llueva justicia”, esos, esa espectral orquesta de entes sin nombre, ya han desenterrado las guadañas y, en la sombra, ocultan “la esvástica”, bajo la bandera española y de otras naciones que viajan en este planeta que lo mismo podría reverdecer que destruirse.

Blog del autor Nilo Homérico

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