LA “NUEVA NORMALIDAD”: ¿EN QUÉ CONSISTIRÁ EL NUEVO REAJUSTE DEL SISTEMA CAPITALISTA?

El volúmen de la catástrofe social y laboral que vive la sociedad estadounidense resulta todavía difícilmente medible.

  Sólo la semana pasada, 2 millones 100 mil  trabajadores  de ese país presentaron solicitudes para recibir las ayudas  por desempleo.

No obstante, la cifra citada es una insignificancia si se la compara  con el 40.8 millones de asalariados que  se han visto en la calle como consecuencia de los cierres empresariales provocados  por la virulencia de la pandemia.

En estos momentos, la realidad  muestra que el número de parados sobrepasa con creces el  casi el 25% de desempleo registrado en el año 1933, coincidiendo con el momento más agudo de la «Gran Depresión» que  que había tenido sus inicios en 1929.

Y es que en los Estados Unidos  son millones de trabajadores los que no están siendo contabilizados por las cifras oficiales de parados, por tener estos la categoría de «indocumentados inmigrantes» o simplemente «independientes». También son inexistentes para las cifras oficiales aquellos empleos que se realizan a «tiempo parcial»,  o aquellos otros que han abandonado  la búsqueda de un empleo.

Sin embargo, las cifras oficiales de desempleados que ya están proporcionando algunos Estados federales  nos pueden servir para  deducir la enorme magnitud de  la catástrofe laboral en EEUU: Nevada (26,7), Nueva York (19,9) , Washington (31,2 por ciento), Florida (25,0), California (20,6),  Michigan (23,1).

Pero quizá la faceta más terrible de este augurio lo defina un informe hecho público por la Universidad de Chicago, según el cual alrededor del 42% de los empleos que  ya se han perdido, no se van a recuperar nunca.

EL PANORAMA QUE SE AVECINA PARA EL MUNDO LABORAL OCCIDENTAL : UN TSUNAMI DE DESPIDOS, RECORTES SALARIALES, «MODERNIZACIONES»…

Hace unas fechas, la empresa estadounidense Boeing puso en conocimiento de sus trabajadores que recortará en 13.000 los puestos de trabajo.  Este tijeretazo laboral afectará,  según indicaron las mismas fuentes, no sólo  a sus unidades en los Estados Unidos,  sino  igualmente a Nueva Zelanda, Australia y Canadá

   Otra empresa estadounidense, la American Airlines, que   para más «coña marinera» obtuvo la friolera de 50.000.000.000 $ del rescate ofrecido por el  gobierno de Trump a las líneas aéreas estadounidenses, con el supuesto objetivo de que estas retuvieran laboralmente a sus trabajadores,  no tuvo «pelos en la lengua» a la hora de anunciar públicamente que pondrá en la calle a 5.000 de sus asalariados. O sea, al 30% del total de su fuerza de trabajo.

Ni que decir tiene que otro frente de batalla que la patronal tiene previsto abrir es el de intensos recortes salariales. El grueso de los sectores productivos del país, desde los trabajadores de supermercados, enfermeros/as, repartidores, etc., que el gobierno y los medios de comunicación tuvieron la hipocresía de  exaltar efusivamente  por su heroicidad en los más duros momentos de la pandemia, se verán  igual y gravemente afectados.

De estos embates no están excluidos, naturalmente, los «funcionarios de base»  de las grandes corporaciones como JPMorgan Chase, Walmart, Facebook, Twitter. Para estos se aplicarán, no obstante, «metodologías especiales», como las del «recién» descubierto «trabajo doméstico», que irá acompañado  igualmente de estimables reducciones salariales y de prestaciónes sociales. No deberia de resultar extraño que el propio gobierno de la «coalición progresista española», en sus planes de «reconstrucción económica»  esconda este tipo de «reformas» bajo el ambiguo concepto de «modernización» tecnológica de las empresas españolas.

Pero ojo, que aquí ya está todo inventado. A estas alturas todos deberíamos de saber ya  qué es lo que connota realmente  el término «modernización», como en su día debimos de haber sabido traducir cuál era el significado  auténtico de aquél otro que se le bautizó con el de  «reconversión industrial».

UNOS PLANES LARGAMENTE GESTADOS

Resulta difícil aceptar que el diseño  de la organización y ejecución de estos planes, han surgido de manera repentina, de la noche a la mañana,  y en el curso de estos dos escasos meses de pandemia.  La meticulosidad y las previsiones que estos contienen indican que su planificación  ha sido larga y tiene  su origen en mucho tiempo atrás. Y este  macabro pero coherente diseño que se prepara en los EEEUU, no es diferente al que se ha elaborado para la Europa Occidental

Y es que, al igual que lo que  sucede en Europa y, particularmente, en España,  el gran capital está utilizando la  virulencia de la pandemia para  poner a punto una «reestructuración» que estaba planificada, prevista y deseada desde hacía mucho tiempo, pero cuya aplicación tenía «tempos» regulables, areas geográficas de aplicación preferentes contingencias que pudieran presentar las variables económicas y sociopolíticas  no previsibles.

Esta «oportunidad de oro» y ha venido que  ni pintiparada a las burguesías occidentales . No es esta una aventurada conjetura. ¿Quien ignoraba que la pugna en la que estaba empeñado el gran capital europeo era la de proceder a recortes, despidos, privatizaciones y cierres  para de esa forma poder estar en condiciones de reducir costes de producción y competir ventajosamente en el mercado internacional sin que sus tasas de beneficios se vieran reducidas?

PANORAMA A ESTE LADO DEL CAMPO DE BATALLA

  Desde hace más de una década la clase empresarial europea  y su cohorte de Bancos, grandes Aseguradoras, Corporaciones multinacionales, etc.  había asumido de manera realista la inferioridad de condiciones en la  se estaba batiendo en la «guerra económica» con las potencias asiáticas emergentes, y particularmente con China.

Sin embargo,  para todo este conglomerado empresarial no resultaba nada fácil imponer un corsé de hierro sobre sociedades resultantes de la postguerra, acostumbradas  al relativo disfrute  de sus conquistas sociales, arrancadas en duras luchas sociales y politicas desde los finales de la Segunda Guerra Mundial.

Esa es una de las razones por las que a  las diferentes burguesías occidentales les ha venido ahora como «anillo al dedo» la presente pandemia. Y, además, esta se ha presentado con un panorama despejado. Con unos sindicatos  de trabajadores ocupados por burócratas,  adaptados a la «cogestión pacífica» de sus litigios laborales con las patronales, en la que estas últimas resultaban invariablemente beneficiadas. Carentes de ideología  y de arraigo social, e incapacitados  para la movilización social.  Con unos Partidos Comunistas y revolucionarios, borrados de  la faz  del mapa social y político europeo, o fuertemente comprometidos y enredados con el establishment institucional. Con una extrema derecha creciente, que ante la ausencia de alternativas políticas realmente transformadoras, los medios de comunicación son capaces de convertir en un pis pas en una presunta alternativa para una sociedad – en el caso de la española- profundamente  despolitizada.

Aunque resulte duro decirlo, nunca después de que en 1945 concluyera la Segunda Guerra Mundial, las burguesías occidentales dispusieron  de un campo tan propicio y despejado para ganar cualquier batalla que se les pudiera presentar, y lograr imponer su dominio indiscutido e indiscutible sobre el conjunto de la sociedad.

Ya no hay lugar ni para el lamento ni la dilación. Lo que hay que hacer para cambiar esta desfavorable correlación de fuerzas resulta evidente: reconstruir los ejércitos sociales derrotados como consecuencia de las erróneas tácticas de sus claudicantes Estados mayores, e implementar estrategias distintas a las existentes. No queda otra. Eso es lo que hay que hacer, contando con  las fuerzas que queden, que no son pocas.

Fuente: Canarias Semanal

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