ACERCA DE LOS DISTURBIOS Y SAQUEOS EN EEUU

Acerca de los disturbios y saqueos en Estados Unidos
06 jun 2020
Análisis de los disturbios y saqueos en Estados Unidos
Por un lado tenemos a Donald Trump y al fiscal general culpando de los incidentes a supuestos grupos de extrema izquierda, antifascistas y anarquistas.
En paralelo, grupos ultraconservadores y de extrema derecha culpan al supervillano de cómic George Soros de ser la mano oculta que está alimentado las protestas violentas.
En el otro lado del espectro político tenemos los Demócratas acusando de los incidentes a nacionalistas de extrema derecha infiltrados, a colectivos supremacistas blancos, a cárteles de la droga, e incluso a agentes extranjeros.Pareciera que todos ellos, los de un lado y los del otro, intenten sacar rédito político de lo que acontece, y parece que unos y otros digan cosas opuestas. Pero, en realidad, si lo observamos bien, tanto Republicanos como Demócratas están diciendo lo mismo: todos tratan de convencernos de que tras los disturbios hay alguien que manipula a la población de una ideología o de otra. Todos tratan de impedir a toda costa que pueda llegar a interpretarse que son los individuos americanos conscientes en su conjunto (o una gran parte inconforme de éstos) los que se levantan contra la injusticia y la opresión constante del sistema; todos quieren evitar que se interprete que son los individuos los que se sublevan contra el sistema, sin servir a ninguna parte del espectro político, sino sólo a sí mismos; todos buscan deslegitimar la violencia usada por el individuo. Esta idea (la idea de que es una parte del pueblo la que se está levantando) es peligrosa para las élites, porque entonces no sería ya un conflicto de derechas contra izquierdas, o de blancos contra negros, sino un conflicto de los de abajo contra los de arriba, de los oprimidos contra el sistema que les reprime como individuos (independientemente de sus ideas o el color de su piel, incluso aunque éstas tengan un componente de peso importante). Y esa idea se puede llegar a materializar justo en el momento en que, previsiblemente, empiecen a notarse los efectos de la crisis económica que estas élites han provocado con su crisis sanitaria del Covid-19. Por esa razón, tanto unos como otros, tanto Demócratas como Republicanos, tratan de azuzar el conflicto ideológico tanto como puedan para dividir a la población, para poder sacarle provecho político y, sobre todo, para salvar el sistema que les alimenta.

Si nos fijamos bien, todos los que viven de este sistema coinciden en lo mismo: no quieren disturbios, no quieren violencia, no quieren que se asalten negocios, no quieren que los individuos se tomen la justicia por su propia mano, pues eso demostraría que no creen en el sistema. Pero, en cambio, esos mismos que viven del sistema sí quieren la violencia del Estado, sí quieren que se ‘asalten’ las tierras en las que viven otros pueblos, sí quieren el saqueo legal, el asesinato legal, y oficializado por la ley, y fomentado por el Estado. Tal y como han hecho desde siempre, aquellos que se benefician de este orden de cosas tratan de hacer ver que la vida de aquellos que sigan un curso diferente al orden marcado por la civilización occidental vale menos que la de aquellos que están dentro de ese orden.

Muchos no quieren o no pueden imaginar (y tratan de anular) el hecho de que haya gente que use la violencia contra la propiedad privada, contra las multinacionales, contra la policía, etc. Pues que se enteren: La gente sí saquea por su propia voluntad, la gente sí hace disturbios, la gente sí destroza el mobiliario urbano propiedad del Estado, y no lo harán solamente por un ideal (por la nación, por cuestiones de “raza”, de identidad, por una ‘sociedad futura’, etc.), sino porque le han perdido todo el respeto al orden imperante y a la ley que lo sostiene: muchos ya no creen en la ley (¡esos tiempos en los que la ley tenía algún sentido se acabaron!), muchos ven ya la ley y los derechos sólo como el delirio de unos pocos poderosos los cuales buscan imponer a toda costa ese delirio suyo sobre la totalidad de la sociedad. Pero el orden de la propiedad privada bajo el régimen capitalista no es más que un delirio de ellos, un espejismo, un truco de mago, una ilusión óptica que se desvanece en cuanto uno empieza a reapropiarse de su vida, tanto en el plano material como en el relacional y, por tanto, cuando uno auto-crea su propia cosmovisión.

En muchas ciudades de EEUU los departamentos de policía están llamando a la gente a manifestarse “pacíficamente” y a señalar y ‘aislar’ a los “manifestantes violentos”. Cuando la policía (sirvientes de las élites) te dicen que hagas algo, entonces es hora de saber que el camino correcto está en el lado contrario a lo que te dicen. Dejemos una cosa clara: la policía sí usa infiltrados, pero la principal infiltración que hace la policía en los movimientos es con el fin de la pacificación de esos movimientos o su desarticulación (peleas internas, etc), sólo que ésta infiltración casi siempre permanece invisibilizada, pues su objetivo es la domesticación y reconducción de los movimientos para que se vuelvan inofensivos.

No hables con policías, no te fíes nunca de un policía, ellos siempre mienten, son sirvientes sumisos del orden establecido, son el reflejo más patético de la servidumbre moderna, son la principal fuerza de choque que permite la violencia y la explotación perpetua de unos humanos sobre otros: los policías (y todas las instituciones) son la fuente y el principal sustento de todas las discriminaciones, pues cualquier violencia que el pueblo ejerza entre sí, en el fondo es un reflejo de la violencia que esos “controladores por la fuerza”, los “agentes de la Ley” y las instituciones, ejercen contra los individuos del pueblo.

Últimamente hay algunas personas (sobre todo algunos seguidores de teorías de conspiración) que hablan del ‘Deep State’ (‘Estado profundo’), y nos quieren hacer creer que existe un ‘Estado profundo’ corrupto estancado dentro de la estructura del Estado, y que la solución a ese ‘Estado profundo corrupto’ es una limpieza o depuración de algunas personas o instituciones del Estado y… vuelta a empezar en la rueda de hámster. ¡Como si sólo se tratara de unos cuantos individuos corruptos y malvados que se han querido meter en el Estado para sacar provecho! Pues no, no existe ningún ‘Estado profundo’, porque TODO el Estado es en sí mismo un ‘Estado profundo’: el Estado es en sí mismo la gran mafia, es la gran mafia imponiéndonos la ilusión de que sólo puede existir UN orden de las cosas: el suyo; imponiéndonos la ilusión de que todo debe conducirse hacia las instituiones y ser llevado a cabo mediante las instituciones y con una intención conciliadora y pacificadora. Todo el Estado es un “Estado profundo corrupto”; todas las instituciones son opresoras.

Tout le monde detéste la police. ACAB.

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