MÁS ALLÁ DE UN TRABAJADOR

No soy un “trabajador”, no soy una “persona trabajadora”, no “me dedico a…” , no soy una profesión, mi vida humana trasciende mucho más allá del rol de asalariado, no soy un puesto de trabajo, reniego a hacer del curro una forma de vida, se perfectamente separar lo profesional de lo personal y viceversa, yo debo trabajar y trabajo por “exigencias del guión” de mi vida para lo cual durante un promedio de ocho horas diarias (“netas”, pues debería sumar “en bruto” el resto del tiempo que empleo en desplazarme ida y vuelta y el tiempo que gasto en comer y asearme antes de salir de casa)  tengo que portar el uniforme, mono o chaleco que corresponda, cumplir , ejecutar la tarea asignada según “directrices”…pero tras la la conclusión de esa jornada de ocho horas yo trasciendo de la cadena de producción y sigo disponiendo del resto de cualidades, virtudes, defectos, intereses, objetivos,gustos, aficiones, manías, costumbres…que conforman mi persona.

Como individuo prisionero del sistema, debo trabajar como el propio mecanismo de un reloj, limitándome a descansar en los mínimos tiempos establecidos para ello,  a alzar la mano para, al menos,avisar al responsable inmediato de que necesito acudir a saciar mis necesidades fisiológicas, a tener que cumplir con la tarea determinada sin el el mínimo margen de error humano posible y estando a la altura de lo que la producción requiere y en el tiempo que lo requiere; además, como parte de esta tortura de la que soy esclavo, debo sufrir en calidad de “compañeros” a una serie de personas con las que (en su mayoría, siempre por supuesto pueden existir excepciones)  no compartiría ni medio minuto en cualquier calle o café por ser personas zafias, rancias, pesadas,patosas y “artistas” de chistes facilones y casposos.

Entiendo y comprendo la sindicalización, por supuesto que si, porque mientras por imperativo de la vida nos toque subsistir prestando nuestra fuerza física o intelectiva a un patrón a cambio de un salario, tendremos que asegurarnos una cierta protección ante los potenciales abusos de los capos del despacho, pero tampoco existe una conciencia de clase como nos dicen, la mayoría de los “compañeros” como los antes citados, y esto es extrapolable a todo centro en el que se lleva a cabo una actividad laboral y con independencia del sector, son pedantes reaccionarios, machistas, homófobos empedernidos, patosos patológicos que te dan la chapa con su politiqueo de marras sentando de antemano que compartes su execrable modo de entender el mundo. La izquierda trasnochada debe despejar de su fuero interno esa visión de que todo quien se mancha de grasa hasta las cejas es un “proletario” aunque sea en su letargo , (seguramente el “proletario” te mande a la mierda como le conceptúes de esta manera) de que todo aquel o aquella con chaleco reflectante o mono azul es un ser de luz dispuesto al combate por la revolución proletaria mundial, quienes no lo son pues son seres de luz “durmientes” a quienes hay que despertar cual exorcistas sacerdotes con panfleto trasnochado bajo el brazo…pero ellos en realidad son …el pelota, los chivatos,el trepa, los esquiroles, los que pasan de todo, los chupa culos que ríen las patéticas gracias a los jefecillos que se lo tienen subidito, los miserables que, aunque estén la misma escala profesional que tu, se ponen a darte o a intentar darte  órdenes como si fuesen tus superiores inmediatos y mientras miran “de reojo” a estos para ver si corroboran sus directrices, el que o la que busca cepillarse a su responsable y para ello irá enturbiando el ambiente, inventado, tergiversando y mal metiendo  para hacer “fluidos” méritos, los que llevan tantos años que  están ya “apoltronados”, disfrutan de muchas prebendas y aprovechan para descargar y sobre explotar una buena parte de la carga de trabajo en el recién llegado a la empresa, “el pringao que para eso es el nuevo…”, es impensable y de una ingenuidad galopante el pretender que estas personas puedan adquirir algún tipo de conciencia de ninguna clase ya sea a corto, medio o largo plazo, seres despreciables de tal naturaleza intrínseca que si pudiesen incluso revertirían su situación y pasarían azotar a sus propios compañeros en calidad de patrones, por mucho que haya lunáticos que se empecinen en la ardua tarea de exorcizar al supuesto proletario combatiente que llevan dentro.

Como decía Emile Armand (en su obra “El anarquismo individualista, lo que es puede y vale”) :

“Forzado por diversas circunstancias, acaso por deberes de familia, acepta semejante situación, pero no se resigna ni se hace jamás un obrero dócil, un empleado modelo o un funcionario irreprochable. Se considera como prisionero de guerra, como un espía en país contrario.”

León Darío
Share