DINERO QUE INCUBA DINERO

DINERO QUE INCUBA DINERO (5)

Por Barbaria

 

Un Mundo Sin Dinero

 

Pero todavía hay que enterrarlos, porque el capitalismo no caerá como fruta madura. El agotamiento del valor sólo produce una catástrofe ampliada, una catástrofe que se manifiesta exponencialmente y en todos los aspectos de la vida en el planeta. Si no la paramos, por sí misma esta dinámica nos llevará a la extinción.

Lo paradójico es que el motor de esta catástrofe, que amenaza la vida de nuestra especie y que está causando ya una auténtica matanza en el resto de la biosfera, consiste precisamente en la capacidad de socialización que ha tenido el capitalismo.

La crisis del valor está llena de paradojas. Nunca como antes la humanidad ha necesitado menos trabajar para satisfacer sus necesidades, pero en el capitalismo no tener trabajo sólo trae miseria. Nunca como antes nuestra interdependencia, nuestra comunicación, nuestro propio imaginario colectivo ha sido tan internacional, nunca como antes nuestra especie ha sido tan comunidad mundial como ahora, pero en el capitalismo esto sólo motiva más tensiones imperialistas y la amenaza permanente de la guerra. Nunca como antes se ha tenido tal comprensión del papel que desempeña nuestra especie en la ecosfera, pero el capitalismo es un sistema entrópico que ve cómo vamos directos contra el muro y no dispone de sistema de frenos.

El desarrollo del capital tiende a abolir las categorías sobre las que se funda[30] y la impresionante expansión del dinero crediticio es sólo una muestra de ello. Por la expulsión de trabajo que implica la automatización de la economía, vivimos cada vez más en una sociedad de trabajadores sin trabajo. Pero el propio desarrollo del crédito hizo emerger tiempo antes la figura del capitalista sin capital. Ya no hay por qué heredar la empresa familiar o acumular pacientemente ahorros para ser capitalista. Basta con considerarse como tal, solicitar un crédito y con esa propiedad social en forma de dinero crediticio atreverse a emprender[31]. En su agotamiento histórico, el capitalismo se está convirtiendo en una sociedad de capitalistas sin capital, trabajadores sin trabajo y dinero sin valor. Propiedad, trabajo y valor están siendo abolidos por su propio desarrollo en el sistema capitalista

La burguesía insiste en que la economía es un ámbito natural y necesario para organizarnos socialmente. Así, la mercancía es el instrumento básico para gestionar unas necesidades ilimitadas en un contexto de recursos escasos. Sin ella, nos dicen, el apetito humano lo agotaría todo y nos quedaríamos muy rápidamente sin unos recursos que consumir. La burguesía lo dice y los ecologistas asienten con cara de circunstancias. Pero esta afirmación no encuentra su verdad en la antropología humana, sino en unas relaciones sociales que muy lejos de orientarse a la satisfacción de necesidades, se orientan a la acumulación ilimitada de valor caiga quien caiga. Es precisamente el hecho de que la producción y reproducción de la vida se lleven a cabo con la mediación del mercado lo que hace que, cuanto menos sentido histórico tiene la mercancía, cuanto más decaen las ganancias, más voraz y derrochadora de recursos y energía ha de ser la producción.

Primero se disloca el metabolismo natural de la tierra para producir enormes masas de comida y luego, para que la oferta se armonice a la demanda, toda esa comida acaba en los contendores del supermercado con lejía por encima, para que nadie la consuma gratuitamente. Hay algo que funciona muy mal en una sociedad así. Defienden nuestros burgueses el mercado como instancia natural y óptima para organizar la vida humana. Pero por su propia lógica, la producción de mercancías requiere de una enorme cantidad de recursos materiales y energéticos para obtener productos que una capacidad adquisitiva decreciente, es decir, una miseria social cada vez mayor, será incapaz de comprar. Cuanto más avanza la crisis del valor, más necesidad tiene el capital de explotar la Tierramineralizar la vida y acelerar la marcha para llenar de productos una sociedad que no deja de empobrecerse. La mercancía no es la manera de gestionar los recursos del planeta, nada más lejos. La ruptura metabólica entre el ser humano y la naturaleza no hace más que profundizarse con su lógica. El resultado son unas relaciones sociales que mueren por entropía.

La manera en que las categorías de esta sociedad han conseguido naturalizarse y ser interiorizadas por nosotros ha hecho que resulte difícil imaginar una sociedad sin dinero. Es habitual encontrar en conversaciones y debates la idea de que una sociedad tan compleja como la actual, tan internacional, sólo es posible en base a la mercancía. De hecho, cada vez que se intenta pensar en un mundo sin intercambio mercantil se piensa en pequeñas comunidades autárquicas, ajenas las unas a las otras y sin ninguna base de producción y reproducción de la vida en común: un allá se las arregle cada cual elevado a proyecto de sociedad anticapitalista. Algo que, más allá de toda otra discusión, hace de las proclamaciones de internacionalismo un triste juego de palabras.

Pero paradójicamente, la enorme masa de dinero crediticio que circula sin una base real de valor es la demostración de que no sólo es posible: ya está ocurriendo. Es la complejidad social la que no soporta ya la mercancía y el dinero. A medida que el trabajo inmediato pierde relevancia en la producción, tiene menos sentido medir la riqueza con la mediación del mercado y más fundamental se vuelve hacerlo como trabajo directamente social, no como valor de cambio sino como puro valor de uso. La incapacidad del capitalismo para reproducirse con sus propias categorías le arroja a una huida hacia adelante que no hace más que confesar esto: sólo una forma de relacionarse sin mercancía, sin dinero, como comunidad en un sentido mundial, puede enderezar al hombre colgado y volver a poner en primer plano la materia, la biología, la naturaleza humana y no humana como un solo cuerpo.

La riqueza ya no puede medirse en términos de valor. Cada vez es más evidente que la producción y reproducción de la vida sólo puede llevarse a cabo a través de una relación orgánica con la naturaleza y con sentido de especie: no trabajo abstracto, sino termodinámica; no dinero, sino tasa de retorno energético; no propiedad, sino usufructo común del hábitat natural que nos constituye. No sólo nosotros como especie, sino todos nosotros como biosfera; no sólo nosotros como comunidad presente, sino el ser humano por las generaciones pasadas para las generaciones futuras. El comunismo es un plan para la especie.

Esta es la única forma de resolver la poderosa contradicción entre la propiedad privada y el desarrollo histórico del ser humano. Una contradicción que plantea con absoluta claridad la disyuntiva entre el capital o la vida, entre la revolución o la extinción. Un mundo sin dinero no es un proyecto utópico: simplemente es la única alternativa realista.

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