SI OTRO MUNDO, OTROS PRINCIPIOS

Si otro mundo, otros principios

Argumentos contra el autoritarismo

No hace falta argumentar mucho para saber que nuestro mundo naufragará mientras persistan los mismos principios rectores: ambición, deseos de poder, riquezas y ansias de reconocimiento personal, que son muestras de enfermedad espiritual y mental que los poderosos trasladan al cuerpo propio y al cuerpo social utilizando su prestigio, sus mentiras y su influencia mediática.

Hemos llegado tan lejos, unos por ejercer dominación y otros por dejarnos dominar y empobrecer a todos los niveles que La Tierra ya no soporta más el haberla envenenado y alterado tan negativamente en todos los sentidos, por lo que ha decidido defenderse de nuestras agresiones. Y como una buena madre, nos está dando un escarmiento,a ver si aprendemos que hay cosas sagradas que hay que respetar.
 El cambio climático, con sucesivos virus que se van activando , como la gripe aviar, el Sars, el Ebola y ahora el Covid, colocan a la humanidad entera contra las cuerdas. Una buena prueba del  hartazgo del Planeta. Y no es el único . Porque hay también el hartazgo de los pobres y de los trabajadores, que crece sin cesar a causa de los bajos salarios, del desempleo, de los abusos patronales, y de las deslocalizaciones de empresas. Y nos faltaba el Covid.
Pese a todos los medios que los gobiernos y sus medios usan para distraernos, atontarnos, y cerrarnos la boca, el hartazgo crecerá, porque el Sistema no va a cambiar como no haya cambios profundos en la gente que lo soportamos. Pero este inmovilismo del Sistema es una forma de empujarnos a todos hacia el fondo del abismo climático, económico y social aunque tengamos tecnologías 5 G, mandemos robots a Marte o nos sirva el café un androide.
Es verdad que este Sistema nefasto es un viejo conocido al que a veces los pueblos se han enfrentado con revoluciones sociales unas vez llegados al hartazgo insoportable, pero una y otra vez, el viejo orden  ha terminado por prevalecer sobre los cadáveres de millones de gentes como nosotros. Esto es demasiado serio como para dejarlo pasar, así que toca reflexionar.
¿ Por qué no ha sido posible derribar hasta hoy a tanto zar y aprendiz de tirano como en el mundo ha habido y hay ahora con títulos diversos ? Esta pregunta debe ser contestada sin prejuicios políticos ni ideologías.
Creo que una de las causas más importantes del fracaso de la izquierda revolucionaria histórica (anarquista, comunista, socialista) en sus esfuerzos por cambiar este mundo podrido hasta los tuétanos se ha debido a elementos tan poco valorados como son la ética y la conciencia moral de los pueblos.
La conciencia social que propugnan los movimientos revolucionarios clásicos nunca ha sido un pilar suficiente para edificar un sistema de vida convivencial justo y pacífico si no viene acompañada  de un elemento interno espiritual: la conciencia moral. La historia es testigo, con todos sus muertos a cuestas.
Y  este cimiento profundo, llamado conciencia ética o moral -y que edifica el alma individual- es el que hace posible elaborar una conciencia social progresivamente ambiciosa.No al revés.
Puedes decirme que la conciencia moral es asunto privado, pero si no existe en los pueblos ni en los gobernantes del sistema capitalista de todos los tiempos, como ha sucedido en Rusia, en China y ahora, poco a poco en Cuba, la conciencia social publica se desmorona y sus gentes son fácil presa del capitalismo que puede así volver a tender sus redes y exprimir a los pueblos antes conquistados por el pensamiento revolucionario, como ha sucedido. Por eso nunca nos sacudimos la amenaza del fascismo, que solo puede prosperar si existe un sentimiento de derrota colectiva  y desconfianza hacia quienes defienden los intereses del pueblo, siempre divididos.
Al no ser el progreso de la conciencia moral personal y colectiva ( aunque se hable de moral revolucionaria ) el objetivo de los dirigentes revolucionarios, estos se endiosan, y acaban por reproducir en sus pueblos los mismos o parecidos esquemas de dominio y control que ya ejercieron los poderes reaccionarios a los que antes desbancaron y a los que terminan por imitar.
Las revoluciones históricas, cargadas de buenas razones económicas y sólidos argumentos sociales y políticos, intentaron conquistar los «palacios de invierno» de los ricos y déspotas por el tejado en lugar de derribar sus cimientos, que eran antes que nada intangibles: deseos de poder, de reconocimiento, ambiciones personales, miedo a la libertad popular. Y como los nuevos dueños de los palacios acabaron por imitar a los antiguos dueños, es fácil comprender la involución de las revoluciones. Esto es muy peligroso para los pueblos, porque pierden la fe no solo en esos dirigentes, sino en los principios mismos. ¿ Cuántos comunistas quedan en los países que se dijeron comunistas? y fíjese cómo prospera el fascismo en Europa del Este y  cómo toma posiciones en el resto del mundo.
¿Cómo afrontar esta situación sin  una conciencia popular  renovada?
¿Es preciso formar a las generaciones jóvenes desde una base de principios morales sólidos y  de “larga duración”? Por mi parte no tengo duda alguna en ello. Sin embargo es preciso utilizar unos valores espirituales asumibles moralmente por todas las creencias espirituales y alejados del dogmatismo eclesiástico tanto como del oportunismo político. Esos valores deberían ser transmitidos en las escuelas y asumidos por las familias mediante diversos medios: libertad, amor, solidaridad, justicia, compromiso, igualdad, hermandad, unidad, responsabilidad, trabajo como servicio, capacidad critica, respeto a la verdad y al amigo, a la esposa, a los compañeros de trabajo,  al mundo animal y al medio ambiente, por ejemplo, son valores  renovadores que están en perfecta armonía con las enseñanzas espirituales básicas de todas las creencias,  y, desde luego  con el sentido común de las buenas gentes partidarias de otro mundo posible.
No creo que nadie esté en contra de un mundo nuevo y justo  pero si alguien quiere que le den hecho todo el trabajo y que le regalen otra sociedad, anda muy equivocado, pues de conseguirse no tendría cabida en ella con semejante postura. No se puede formar una sociedad de hombres y mujeres libres con esclavos  de sí  mismos o de otros.
Share