ANTE EL CAOS MUNDIAL(II)

UMANOS

Ante el caos mundial (II)

Libertad, verdad y preguntas comprometedoras

Por Patrocinio Navarro Valero Publicado el Ago 10, 2020

 

En las sociedades más desarrolladas en lo material, los  ciudadanos parecemos gozar de un considerable número de libertades de todo tipo concedidas y amparadas por sus respectivas leyes. Que estas sean reales o aparentes ,eso ya es cuestión de mayor análisis. Si observamos el día a día en los medios de comunicación social, descubrimos tal cantidad de excepciones a esas supuestas libertades de que gozamos que cualquiera diría que no es más que una broma todo eso de las libertades, pues en ellos la maldad es LA NOTICIA con mayúsculas que siempre ataca la libertad de alguien, y el interés por la maldad se justifica por su extensión y su rentabilidad….Por no hablar de leyes mordaza, multas a manifestantes o a cantantes, acosos domiciliarios a políticos de izquierdas,  y todas esas cosas  que hacen o permiten los gobiernos de  las falsas democracias.

 

Gobiernos, partidos, sindicatos y demás clanes del pasado, privilegiados por el dinero, la fuerza social, y la capacidad de engatusar a las multitudes, no cesan en todo el Planeta de hacer de las suyas, hasta el punto que las noticias diarias más parecen dirigidas a  contar sus maldades o las consecuencias funestas de la mismas  contra la libertad, el bienestar, la paz  y la soberanía personal de las gentes todas  que en decir la verdad. La verdad no es lo que se cuenta, que es apariencia.La verdad se halla secuestrada demasiado a menudo  por los carceleros de la palabra en el Triángulo del Poder .Por eso existe libertad de expresión. A fin de cuentas, ¿a quién  tener miedo? ¿ a la opinión pública, que es mayoritariamente  la misma que la de los poderes públicos? Pues sabemos que no existe una verdadera opinión pública mientras el público carezca de capacidad crítica y  de acceso a  medios de información libres a su alcance con la misma facilidad que accede a los manipulados, tendenciosos y mentirosos.

 

La  expresión, dominada y adulterada

 

No nos engañemos más con esto: quienes sí tienen libertad de expresión sin trabas son las cuatrocientas familias que dominan el Planeta ejerciendo su influencia y poder en  la organización del mundo, pero no los hombres y mujeres de pensamiento libre que no han sido abducidos por el Sistema. Quien quiere ejercer su pensamiento libremente se ve obligado a utilizar Internet (pongamos por caso) pero le está vedado el uso de los grandes medios que llegan a todos a la hora adecuada y con el contenido programado para que haga el efecto la dosis diaria de adormecimiento.Los grandes medios, el contenido y la hora son del dominio de los dominadores. No nos engañemos más. La poca verdad que nos llega, nos llega adulterada.

¿ Y qué hay de nosotros? Realidades incómodas

Desgraciadamente hay muchos exquisitos modos de adulterar la verdad para impedir el conocimiento de la realidad. No sólo están los trucos  que usan los mentores del Sistema para provocarnos el sueño de la mente. Algunos de ellos los practicamos – oh, sorpresa- con nosotros mismos,¿cómo no? ¿nadie miente? ¿Nadie manipula a su prójimo para conseguir algo ? ¿Quién no cuenta a su modo las cosas para favorecer su imagen?  ¿Quién no guarda secretos que  podrían comprometerlo?  ¿Quién no dice medias verdades? ¿Quién vive desviando los temas desde  lo importante hacia lo banal para no tener que enfrentar alguna realidad que le molesta ver de frente ? ¿Quién no se auto-engañó?

¿Quién no utiliza el lenguaje para desfigurar la realidad en el propio favor, en una palabra?…

Y El Sistema también hace todo eso, pues al fin y al cabo no lo forman extraterrestres.

 

En estas condiciones, ¿por qué tenemos que esperar un milagro? Resulta tan difícil encontrar la libertad en un clima de mentira como una rosa roja perfumada en la cima del Everest.

Pese a todo, y contra toda lógica, el milagro se desea,  y la palabra VERDAD unida a la de LIBERTAD  constituyen  un binomio  tan evocador como la vida, y tiene un gran predicamento , pues en  la defensa de tan sagrados principios han dado la vida millones de seres humanos, se han producido enfrentamientos familiares, conflictos raciales, movimientos artísticos ,obras geniales, afirmaciones individuales frente a la opresión de otros, se han abierto caminos espirituales.

Libertad, como Verdad,  son  enormes palabras que nos evocan nuestra perdida condición de seres puros y -por tanto, libres y verdaderos- con sólo escuchar su familiar sonido.

Con esta perspectiva parece que nos  convendría de nuevo avanzar hacia el interior de uno mismo con paso sigiloso a  fin de evitar que el ego se esconda asustado y preguntarnos de sopetón: ¿Me siento yo, este que se pregunta, realmente libre?…Y tal pregunta tendría un carácter universal, pues podría hacérsela igual cualquier ser humano en cualquier lugar del Planeta y  nos afectaría a todos, pues aquí saltamos de plano :¿Me siento real y verdaderamente libre? ¿Qué muros he levantado en mi interior para encarcelarme? ¿cuales son sus nombres?…¿Es mi libertad una condición de mi vivir  que me pertenece y a  la que tengo derecho  como parte de mi herencia divina, por ser hijo-a  de Dios, y/o  considerarse uno mismo con ese derecho ?¿ o se trata más bien de algo que me puede ser concedido o no en función de determinadas condiciones que me imponen otras personas o instituciones sociales tales como Estados, gobiernos o religiones institucionalizadas?…En  el primer caso hablamos de la libertad de nuestra conciencia, y en el segundo,de las libertades que nos otorgan los administradores de la libertad de todos. A poco que uno piense, ambas entran fácilmente en  contradicción en nuestra vida diaria todos los días de nuestra existencia.

Hay una gran diferencia, sin embargo, entre ellas. La libertad es algo  natural, tan natural como  que el árbol  tenga ramas, y nos corresponde por el hecho de tener conciencia individual. Ese derecho es, desde luego, sagrado, inviolable, y  anterior a cualquier otro predicamento institucional o de cualquier índole. Nos corresponde,por supuesto,  por el hecho de ser hijos de Dios, y forma parte de nuestra condición  espiritual eterna. Otra cosa bien distinta es la libertad que proporciona el  César, siempre sujeta a los vaivenes de sus negocios, al juego de sus caprichos, al equilibrio de fuerzas externas políticas,  financieras ,  militares, sociales, religiosas  y otras eventualidades bajo el signo de la caducidad y la circunstancia, en las que también entramos los ciudadanos con nuestra propia energía ( y nuestros propios ansiolíticos, tranquilizantes, somníferos, y demás » pastillas de la felicidad » que tomamos para olvidarnos y escondernos.

Nos miramos, miramos este mundo  y nos preguntamos qué ha sido de nosotros,  por qué este caos personal y mundial  y cómo salir.

 

( continuará)

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